Si estás buscando planes para tus vacaciones en La Palma y te apetece hacer una ruta fácil y bonita, el Valle de los Dragos es una gran opción. Aquí podrás contemplar cara a cara estos árboles tan singulares que en España sólo se encuentran en las islas Canarias ¿Te apuntas?
Cuando buscaba rutas fáciles en La Palma para ir con mis padres, tuve ciertos problemillas. Como ya conté aquí, La Palma tiene muchas opciones de senderismo pero los grados de dificultad tiran a medio-alto. Si viajas con personas con movilidad reducida, muy mayores o niños pequeños, puede que te sientas un poco abrumado.
Pero encontré el post de los amigos de Vagamundos Viajeros donde hablaban de la Ruta de los Dragos y lo incluí en nuestro programa particular. Ellos la explican de maravilla, pero aquí tienes mis indicaciones y experiencia también.
La perspectiva de ver dragos de cerca, creciendo salvajes en la montaña palmera, fue lo que me convenció ¿Por qué? El aspecto de estos árboles es jurásico, como de otra era.
El Valle de los Dragos es un plan de medio día bonito y fácil
Salimos por la mañana desde el sur de la isla y subimos por el Barranco de las Angustias hacia el norte. Vamos por la carretera LP-1, en la que hay varios miradores una vez pasas Tijarafe. Estos miradores están muy arregladitos, tienen varias plazas para aparcar y carteles explicativos.
La primera parada la hacemos en el Mirador Barranco de Garome. Las vistas de la costa desde allí arriba son de esas que te hacen abrir la boca. Parece que estás a punto de echar a volar hacia el mar, y la verticalidad de las paredes de la montaña es increíble.
Un poco más adelante llegamos al Mirador de los Dragos ¡y nuestro primer avistamiento de estos árboles tan curiosos! Precisamente aquí, en este mirador, hay un drago que es una pasada. Aunque decidas no hacer la ruta del Valle de los Dragos, no dejes de venir a este mirador y verlo. Además hay una buena muestra de la vegetación típica de las islas Canarias.
El Mirador de los Dragos está en el barrio de El Roque a una altura de 824 metros sobre el nivel del mar. El drago centenario que lo protagoniza marca el punto final del Camino Real que recorre el Barranco del Roque. Es el superviviente de los Dragos Gemelos, que eran todo un símbolo para los habitantes de este barrio. Su hermano cayó por un vendaval de viento después de haber engordado y envejecido, porque los campesinos habían dejado de utilizar sus hojas para alimentar el ganado y hacer cuerdas.
Las Tricias, el pueblo que da paso al Valle de los Dragos
Un rato después llegamos a Las Tricias, un bonito pueblo atravesado por la carretera, y hacemos un alto en la oficina de información turística junto a la iglesia. Las casas blancas salpicadas con rocas volcánicas oscuras son preciosas.
Justo al lado se abre la plaza que también se asoma a los barrancos vertiginosos de la costa palmera. Ahí hay un bar llamado Camu-Camu Garafía, un restaurante vegetariano donde después iríamos a comer. Te lo recomiendo, ya que tiene una carta de platos muy rica.
El Museo del Gofio
Desde Las Tricias tomamos el camino de El Polvillo que se dirige al Museo del Gofio. Es una carreterilla muy sinuosa. En algunos tramos sin asfalto. De hecho vamos un pelín preocupados pensando que quizá nos hemos perdido, pero paramos a preguntar a una señora que va paseando con su perro y nos tranquiliza al respecto.
Más adelante avistamos una colina con un molino, así que aparcamos el coche por allí. Puedes tomar como referencia la parada de autobús que hay en la bifurcación. La carretera parece que sigue hacia la costa por un lado, continuando la bajada, y a la derecha sale un camino más estrecho. La parada de bus con su marquesina está en esa bifurcación. No tiene pérdida. El acceso al museo está al lado a mano derecha, bajando unos pasos hacia el mar. Es una verja que da paso a la finca donde está la colina.
El Museo de Interpretación del Gofio (MIGO) es un lugar muy agradable e interesante.
Aquí te explican qué es el gofio, su importancia en la alimentación de los habitantes de la isla, y sus propiedades. Te conté los detalles en la ruta arqueológica en La Palma que puedes leer aquí.
- Horario del Museo del Gofio:
- Lunes a sábado de 10 a 18 h.
- Domingo de 10 a 16 h.
- Festivos de 10.30 a 14.30 h.
- Precio de la entrada al Museo del Gofio: 2,5 € adultos / 1,75 € residentes canarios / menores de 12 años gratuito.
- Página web aquí.
Caminando por el Valle de los Dragos
Después de visitar el museo salimos y vamos por el camino que sale de la parada del bus. A los pocos metros hay un cartel que señala esta y otras rutas. Tomamos la variante del Camino Real de la Costa, en dirección a Buracas.
Nos internamos por un caminito de losas de piedra que baja por el barranco. Ya se ven grupos de dragos al fondo ¡Qué bonitos son!
- El drago o Dracaena draco es un árbol que sólo se encuentra en la Macaronesia, el conjunto de archipiélagos del Atlántico Norte: Azores, Madeira, Canarias, Cabo Verde y las islas Salvajes. También hay en el oeste de Marruecos.
- Crecen muy lentamente, a razón de 1 metro cada diez años.
- Son el símbolo vegetal de las Islas Canarias.
- La mayor concentración de dragos de las Canarias está precisamente en la comarca de Garafía, toda la punta noroeste de La Palma, de la que forma parte el Valle de los Dragos.
- Los aborígenes consideraban que los dragos tenían propiedades mágicas, creencia que se mantuvo en la Antigua Roma y la Edad Media.
- Los troncos de los dragos son de color gris claro. Lisos cuando son jóvenes, y rugosos cuando tienen más años. Crecen unos junto a otros y terminan en ramas con hojas verdes que crecen a modo de penachos. Como las palmeras, pero más gruesas y carnosas. Es como una planta suculenta gigantesca.
- Cuando se corta una rama o tronco del drago, la savia se vuelve roja. Es la “sangre de drago”, que seca y triturada se utilizaba para curar úlceras y hemorragias, así como para la limpieza dental.
- Aquí puedes leer más sobre los dragos y sus usos tradicionales.
La bajada es un poco empinada, pero el paisaje de estos barrancos, entre salvaje y domado por los pequeños huertos de sus habitantes, hace que sea más que disfrutable. Los dragos son nuestro objetivo y, en efecto, aportan un aire de lugar ancestral. Y eso que hace un día espléndido. Seguro que con algo de niebla es más misterioso, aunque también más incómodo para andar por allí.
Al cabo de unos metros ya nos encontramos junto a un nutrido grupo de dragos jóvenes. Siento repetirme pero son preciosos 🥰
Continuamos el camino de losas de piedra, como si estuviéramos en el cuento del Mago de Oz, aunque las losas no sean amarillas. En un momento dado mis padres se empiezan a preocupar porque «todo lo que baja tiene que subir», y sus rodillas ya no están para tanto trote. Pero… nos encontramos con la señalización de las Cuevas de Buracas y ¿cómo no hacer este esfuerzo?
Complejo Arqueológico Cuevas de Buracas
Las Cuevas de Buracas son grandes abrigos de roca que durante mucho tiempo se pensó que fueron habitados por los primeros habitantes de La Palma. En realidad, según los expertos, se utilizaban para guardar el ganado. Al menos durante 700 años antes de la conquista.
Nos desviamos por el camino señalizado para llegar al gran abrigo. Por el camino vemos otras cuevas, algunas con señales de estar habitadas. Y es que es así. Este barranco fue ocupado en su día por los hippies, y hoy por aquellos que han querido establecerse en un sitio apartado. También hay algunas casas construidas un poco como quieren.
Volviendo a la gran cueva de Buracas, tendrás que explorar para encontrar los rincones donde aún están los petroglifos que hicieron los benahoaritas con símbolos que parecen laberintos de líneas curvadas. También te lo conté en el post de la ruta arqueológica ya mencionado, así que no me voy a repetir.
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El cierre de la ruta
Volvemos al camino principal desandando este pequeño desvío. Ahora caminamos hacia la colina del molino, pero antes pasamos junto a un grupo de dragos enormes. Se ve que tienen muchos años y son fantásticos. No sé si quedarme con los dragos centenarios o con los jóvenes 😇
Y medio trepando la ladera de enfrente, alcanzamos la carretera. Aquí mis padres ya me odiaban bastante 😇.
El sol estaba alto, hacía bastante calor, no había muchas sombras y nos quedaba una cierta distancia para llegar al coche. Volver sobre nuestros pasos podía ser más largo, así que continuamos, mirando atentamente el mapa en el móvil, por esa carretera que rodea la colina del Museo del Gofio por la parte que mira al mar. En realidad no tiene mucha pérdida, pero cuando no conoces el camino y estás cansado, te desesperas un poco.
En dicha carretera hay, por cierto, laderas llenas de plantas que nosotros llamamos “siemprevivas”. Muchas de un tamaño enorme. El efecto es precioso.
Terminamos llegando al molino y nuestro coche por la carretera que dos horas y media antes habíamos visto que bajaba hacia el mar y nos habíamos preguntado a dónde llevaría. Y terminamos cansados por esa subida de cierre de ruta, pero el Valle de los Dragos nos regaló un paisaje precioso que nunca olvidaremos.
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¡Ah!¡ La Palma amada! Destino de volcanes y estrellas. La isla canaria por la qué siento nostalgia, tan bien descrita en detalle por Alicia. Sorprendente descubrir rincones nuevos tras varios viajes, como los dragos de Las Tricias, la Cueva de las Palomas o la última erupción del volcán de Cumbre Vieja (además del Roque Muchachos y su importante observatorio astrofísico).
La Palma, allí donde nuestros caminos con Alicia se cruzaron, satisfactoriamente…
Ja, ja, gracias papá!! Fue dura la subida de vuelta eh? 😘😘😘