
Imagina que estás ante un horizonte de dunas y volcanes, y un mar con toda la gama de azules. ¿Lo tienes? No, no estás en África, ni en la Península Arábiga. Tampoco en alguna costa perdida de Chile o de Namibia. Estás en España, en el norte de la isla de Fuerteventura, y éste es uno de los mejores paisajes de la isla. El Parque Natural de Corralejo, las dunas de Corralejo para los amigos, es el lugar con el que empezó mi amor definitivo por ella, y hoy te lo voy a contar 🙂
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Cómo ir a las dunas de Corralejo
El acceso al Parque Natural de Corralejo se puede hacer de cualquier manera. En coche, en bici, a pie o en guagua (bus).
La carretera FV-1 que viene de Puerto del Rosario atraviesa las dunas en dirección a Corralejo, y lo bueno es que a diferencia de muchas otras carreteras de la isla, aquí sí hay arcén e incluso un camino por el que circular con la bici o andando sin correr el riesgo de que te atropellen.
Para los conductores: por lo que pude ver la gente deja el coche en cualquier punto de la carretera, siempre en el arcén o los entrantes de la misma. Después lo he confirmado, hasta la fecha (agosto 2020) no hay problema por aparcar allí y echar a andar por las dunas sin más.
Yo decidí ir en guagua desde Corralejo. Es la línea 6, la misma que hace el trayecto entre Puerto del Rosario y Corralejo, y sale de la parada de guaguas que hay cerca del Charco de Bristol. Luego sólo hay que bajarse en la parada «Grandes Playas», que está justo al lado del par de hoteles que se construyeron antes de la declaración de Parque Natural (horribles). Lo bueno es que este es el punto entre la Playa del Pozo y la zona de Grandes Playas, casi en el centro del cinturón de dunas principal. El trayecto son 10 minutos y el billete cuesta 1,40 €.
Para volver a Corralejo elegí ir andando. Justo acababa de pasar una guagua y no vendría otra hasta una hora después y “total, son 6 kilómetros”. Seguí disfrutando del paisaje mientras se ponía el sol, andando junto a la carretera, pero sumado a lo que había andado por las dunas tengo que reconocer que se me hizo un poco largo.
Me faltó cruzar la carretera y caminar por las dunas del interior, las que están más alejadas del mar y por tanto tienen menos gente, pero las distancias y andar por la arena no es cosa fácil. Ése día andé 14 kilómetros, por si sirve de disculpa. Si vas en coche, no te pierdas este lado interior.
Las dunas de Corralejo impresionan
Cuando me trasladaba a Corralejo desde Puerto del Rosario, las dunas sorprendieron mi mirada. Estaban ahí mismo, al otro lado de la ventanilla. En ése momento no tenía ni idea de que la carretera pasa por el centro de ellas y aunque me las imaginaba grandes, tampoco tenía una imagen clara de su extensión. Ni siquiera había decidido cuándo ir a verlas, pero al verlo en vivo y en directo lo tuve claro: esa misma tarde iría a explorarlas.
Después de comer me fui a la parada de guaguas para poner rumbo a este paraje. Tenía unas ganas tremendas de verlas de cerca, pero cuando llegué a la parada Grandes Playas, entre los dos hoteles horribles, me dio un pequeño bajón.
En este punto el ambiente es demasiado playero, lejos del entorno natural que había visto esa mañana. Muchos coches aparcados en el camino que lleva a la playa, gente que va y viene con los bártulos típicos, y hasta un par de hileras de tumbonas con sus sombrillas.
¿Esto es un Parque Natural, o qué es? Te ahorro lo peor de las vistas, aunque no me resistí a hacer algunas fotos del entorno.
Todo cambió un rato después. Poco a poco fui dejando atrás a la gente y el horizonte se llenó de un paisaje único.
El paisaje que forman las dunas de Corralejo es impresionante. Algo así escribí en mi diario al término del día.
Casi blancas, de arena finísima, no me imaginaba ver esos volcanes casi echándose encima de ellas. Y con el mar a dos pasos, llenos de verdes, azules y turquesas que invitan al baño entre olas coronadas por espuma blanca.
Andé y andé por la arena esforzadamente, subiendo y bajando por las engañosamente suaves lomas. Como yo, la gente va y viene hacia la playa. Se les ve como puntitos en la inmensidad. Muchos parándose a hacer selfies y postureos de todo tipo y condición. ¿Cuánto tiempo dejamos al disfrute total, sin levantar la cámara?
Entre las dunas hay matorrales colonizando y fijando la arena. Pueden ser un buen refugio para tomar el sol con cierta privacidad o incluso para encontrar una tímida sombra en la que refugiarse. Dicen que las cabras andan por ahí libremente, además de un buen puñado de especies silvestres, pero no tuve suerte en verlas.
Estamos en un lugar protegido, bien conservado pero también frágil, así que ojo con ir dejando desperdicios por ahí.
Creo que recorrí unos 5 kilómetros antes de decidir acercarme a la orilla, darme un baño y tumbarme al sol mientras el viento arremolinaba los granos blancos a mi alrededor y sobre mi piel cada vez más morena. Un descanso así en un sitio como éste es casi obligado ¿no crees?
Precisamente fue aquí donde me encontré con algo que después se repetiría en otras playas de la zona, la Isla de Lobos y también en Lanzarote: una especie de corralillos hechos con piedras de lava volcánica, donde la gente se instala con su toalla y sombrillas. Teóricamente son parapetos contra el viento, pero cuando encontré alguno libre (suelen estar ocupados), el viento y la arena se colaban igual entre las piedras. Lo que sí pensé es que quizá el nombre de Corralejo viene de estas estructuras y… sí pero no.
El nombre de Corralejo viene de dos palabras “corral” y “lejo”, tal y como explican en su página web, y significa “el corral más alejado”, haciendo referencia a los corrales de cabras.
Recorriendo la costa me encuentro con una zona de rocas que rompen la monotonía de la orilla. Son las coladas volcánicas o “malpaís” que forman la base de las dunas. Es decir, las dunas se asientan en un gran piso volcánico, ocultándolo con varias decenas de metros de arena en vertical. Fantástico.
El Parque Natural de Corralejo
Las dunas de Corralejo fueron constituidas en Parque Natural en el año 1994. Ya por entonces habían construido un par de hoteles enormes en la zona denominada “Grandes Playas”, los que ya he mencionado. Menos mal que no se siguió por ése camino, porque si no hoy no podríamos disfrutarlas tal y como son.
La superficie del parque natural es de más de 2.600 hectáreas y ocupa unos 10 kilómetros a lo largo de la costa.
Esta gran extensión de arena se ha formado gracias a los miles de millones de conchas pulverizadas a lo largo de millones de años, y a nada que te fijes encontrarás que este proceso sigue vivo, ya que hay zonas donde el suelo está lleno de conchas. Por cierto, no te las lleves y deja que la Naturaleza siga su curso. Siempre pensamos que total, porque tú te lleves un par de conchas no pasa nada, pero no eres tú. Eres tú, y el otro, la otra… y somos muchos.
Algún día volveré a las Dunas de Corralejo y las seguiré explorando 😊
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