Actualizado el 12 mayo, 2019
A menudo decimos que viajar te hace ser más consciente del mundo. Lo de ahí fuera suele ser, de hecho, un contraste bastante diferente al que encontramos en medios de comunicación de masas, y para ser más precisos, en los telediarios y páginas de la sección Internacional de los periódicos. Pues bien, el otro día me dio por pensar en lo contrario, en la inconsciencia en los viajes.
Creo que es cierto que viajar te hace ser más consciente del mundo en el que vivimos. Pero también, a menudo, nos empoderamos mucho con esa idea.
Pasamos unos días en una ciudad, o unas semanas en un país, y nos llevamos muchos aprendizajes, sí. Pero también nos dejamos muchos. Tantos, que no es justo que pensemos en que hemos conocido una realidad. Hemos visto algo de esa realidad, y punto.
Sí, viajamos siendo inconscientes de muchas cosas, y en esta era de las nuevas tecnologías, probablemente más que antaño.
¿Cuántas veces andáis por ahí concentrados en el móvil en vez de en el sitio donde estáis? Seguro que muchas. Es como esos momentos en los que estando en la quinta pera, te empeñas en hablar de cosas del día a día que no tienen nada que ver con el momento ni el lugar. Me ocurre, y reconozco que me molesta si se prolonga demasiado ese tipo de conversaciones. Es como salir del lugar donde estás.
Por el empeño del recorrido, por las limitaciones del tiempo y/o las del dinero, caemos en la inconsciencia en los viajes
Por ejemplo, nos empeñamos en pasar por un sitio con toque de queda o señores con kalashnikov. Quizá pasemos algo de miedo en el «durante» (o mucho, como Jorge de «Naranjito y yo» nos muestra en este gran vídeo que os recomiendo, aunque sea largo. En realidad recomiendo toda la serie de este viajero).
Muchos de nosotros pensamos, sentimos después que no era tan difícil ni tan peligroso como dicen en las noticias. Que hay mucha gente buena allí. De lo segundo no tengo dudas.
Nos hicimos los valientes y digamos que nos salió bien. Al fin y al cabo estábamos de paso y hay que tener mala suerte (que podría).
Puede ser que caigamos en la tentación de sentirnos «intocables»
Por eso de ser extranjeros, admitimos que podemos ser robados o engañados, aunque nos repatee. Pero no que nos puedan pasar cosas más graves.
¿Saltarte una norma muy seria en un país y acabar en la cárcel? No, hombre, que soy extranjera! (no me refiero a tráfico de drogas, o cosas de ese tipo, pero sí un empeñarse en entrar calzado en un templo, o ir sin pañuelo en la cabeza cuando es obligatorio).
Creo que sí, que a menudo tenemos un cierto sentimiento de impunidad por ser turistas, o viajeros.
Con la impunidad puede llegar también el sentimiento «revolucionario». Hay quien se rebela ante normas tradicionales porque son injustas, como ir más tapado de lo habitual, o encontrarse con niños que trabajan.
Desde mis parámetros son normas totalmente injustas, pero quizá no sea ése el momento para alzar la voz. Quizá no debes hacerlo delante del policía. Puede que no debas vestir con tirantes para rebelarte allí. Recuerda que siempre puedes hacer algo desde tu país.
Ya sea en una tierra con un conflicto más o menos abierto, o ante situaciones de grandes carencias, antes de sentirnos héroes…
¿Nos paramos a pensar en la realidad de ese lugar y sobre todo de su gente?
¿En la tensión en la que viven, en que pueden caer muertos si gritan una consigna prohibida, o sencillamente si se enamoran de la persona equivocada, o se enamoran simplemente, o si no tienen para comer más de tres veces por semana, o si son víctimas del agua contaminada…?
¿Reparamos en que detrás del resort con el todo incluido hay una realidad muy distinta? ¿y no nos acercamos para verla, saludarla, y conocerla aunque sea un poquito?
¿Nos damos cuenta de que quizá esa mujer tan pintoresca a la que fotografiamos recibe palizas de un marido borracho, que además seguramente no eligió?
Recuerdo cómo nos contaba Javier Fesser, a propósito de un corto que rodó en Perú, Bienvenidos, en una charla viajera en Madrid, un caso así. Una niña, de esas que yo misma he fotografiado, vivía eso todos los días con su padre. Y cuántas más lo harán…
Yo creo que muchas veces no. No nos damos cuenta en ese momento. Estamos de vacaciones «merecidas» o cumpliendo un sueño alimentado por fotografías, mapas y documentales de La 2.
Es cierto que no podemos hacernos cargo de todas estas calamidades, pero viajar siendo conscientes, o permitiendo que el viaje nos haga conscientes, sí. Aunque sean unas simples vacaciones.
Y también creo que igual que ponemos distancia con lo malo, a veces lo hacemos también con lo bueno.
Por ejemplo, te vas a un país islámico y te fijas en cómo van las mujeres tapadas. Probablemente no te guste. Pero no te fijas en el cartel que anuncia una cooperativa de mujeres que luchan por abrirse paso. O en que trabajan de cara al público y eso, digo yo, les proporcionará algo más de independencia de la que sospechas que tienen.
Poner distancia con lo bueno también es una forma de ser inconsciente en los viajes.
Documentarse antes de salir de viaje no está de moda
No me refiero a preparar la ruta, hacer una lista de los mejores restaurantes y hoteles, y otra con «lo que hay que ver». Eso sí que está de moda, sobre todo con Internet.
Todos los que tenemos un blog sabemos que publicar una «guía de» te traerá muchas más visitas que si publicas un post como este, de reflexiones viajeras.
Yo me refiero a conocer la historia reciente de un lugar y su actualidad. Los retos, los conflictos, la política, la economía.
No está de moda porque para eso hay que leer mucho, acudir a ensayos y no a guías de viaje. De hecho hay que realizar una búsqueda bastante concienzuda porque lo que abunda es «lo que el público quiere».
Lo mismo ocurre en el destino con hablar con la gente del lugar. De cómo es su vida allí y ahora, del cambio climático, qué sé yo, hay tantos temas… Si sólo les miras como un objeto a fotografiar, no te enterarás de nada.
Te propongo un objetivo: busca información de los últimos 50 años de tu próximo destino, no de la Prehistoria ni del Barroco. Pueden ser ensayos, novelas de escritores locales, artículos de opinión. Y cuando vuelvas de allí, me cuentas si la mirada hacia ese lugar te cambia en algún sentido. El destino puede ser Burgos, mismamente…
Otro reto: intenta hablar con el máximo número de gente local posible. Esto es cierto que dependerá del idioma, pero inténtalo. Pregunta por su trabajo, su país, su familia. Por cómo ligan, o cuál es su canción favorita. Inténtalo al menos, y guarda como un tesoro todo lo que te cuenten. Inténtalo. No te imaginas cuántas veces ni siquiera lo intentas(mos).
Lo que está de moda es cumplir tu sueño de viajar mucho tiempo…
En mi muro de Facebook aparecen con bastante frecuencias esas frases que dicen: no importa dónde, lo importante es el camino. Y a mi me parece que así se desprecia al destino y a quienes lo habitan, sean hombres o fauna.
Entiendo que con esas frases se intenta condensar muchas más cosas, por supuesto: el impulso de viajar y no quedarte en casa, la improvisación en el viaje, etc. Todo eso está muy bien, claro que sí. Una cosa es ser consciente de dónde estás, y otra moverte sin salirte de la cuadrícula que hiciste o que te hicieron.
Pero falta eso, una expresión que no empuje a la inconsciencia en los viajes, sino a la consciencia.
¿Y entonces qué? Pues eso, que viajando nos hacemos un poquito más conscientes de cómo es el mundo, pero menos de lo que creemos. Y que tratar de reducir la inconsciencia en los viajes leyendo y aprehendiendo información de valor, no es la solución, amigos, pero ayuda.
Espero que nadie se tome este post como un intento de dar lecciones. Yo misma me tengo que esforzar en aplicarme el cuento. Especialmente sintiendo la responsabilidad de publicar en un blog, que es un medio de comunicación al fin y al cabo y no sólo una lanzadera de información turística para que los destinos reciban más turistas…
Espero vuestras reflexiones en respuesta a todo este batiburrillo de pensamientos en los comentarios!
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Enhorabuena por publicar este tipo de post “diferentes” y que sin duda hacen reflexionar.
Gracias Miguel!!
Te doy toda la razón. Has escrito muchas que encierran una gran verdad, de hecho es uno de esos post que hay que leer un par de veces y parase en algunas lineas. Somos muy inconscientes muchas veces, cometemos muchas imprudencias y la más grande, sobre todo, no pararse a interactuar como dices con la gente local para aprender, para empatizar, para conocer y no convertirlos tan solo en el objetivo de nuestra cámara. Justo hoy yo también he publicado una reflexión en mi blog, no tan intensa, ni tan bien argumentada y documentada, pero sí me ha recordado ya que me refiero a ese «safari o cacería fotográfica» a la que a veces (me incluyo yo) sometemos a la gente que nos vamos encontrando durante el viaje. Desde luego, nos queda mucho por aprender, muchos comportamientos por refinar y textos como el tuyo ayudan a darse cuenta. Gracias por escribirlo
Gracias guapísima!! Sí, acabo de leer y comentar en tu blog, jajajaja! y tu texto me ha gustado mucho también. También hace reflexionar y disparar las reflexiones de otros, y está igual de bien argumentado. Me encanta que algunos nos empeñemos en volcar este tipo de pensamientos para que más gente los lea y quizá ponga forma a lo que ellos mismos pensaron o sobre lo que dudan. A seguir aprendiendo y un besazo!!!
Hola Ali,
Tienes toda la razón. A veces, vamos como burros por el mundo, mirando lo que solo sale en las guías sin ni siquiera preguntarnos nada más. Aun así, creo que aunque antes no hayamos investigado (que creo que es fundamental) o que cuando estemos no lo hagamos demasiado, “vivir” el lugar un poco nos hace querer investigar y ser un poco más conscientes al menos después. Quiero creer que viajar nos despierta curiosidad no solo antes sino también después.
Por cierto, me ha gustado mucho leerte 🙂
Abrazos
Hola Claudia! Tienes razón, y por eso empiezo el post diciendo que sí que creo que viajar nos hace ser más conscientes del mundo, y eso incluye sentir curiosidad para informarte más, despertar tu sensibilidad hacia ese sitio.
Muchas gracias por tu comentario, a mi me ha encantado saber que has pasado por aquí 😊
Un abrazo enorme!!
Alicia
¡Totalmente de acuerdo Ali! ¡Tenemos mucho que aprender! Sobre todo porque cuando finalmente te molestas en profundizar un poco en la cultura, costumbres y opiniones de los habitantes de «tu destino de vacaciones» te cambia mucho la perspectiva de lo que aparece ante tus ojos. Sin embargo, hay destinos «más propensos» a que hacerlo que otros. Vamos, que cuanto más diferente es el lugar al de tu propia casa, más te entra la curiosidad por conocer más. O por lo menos a mí.
Una tarea que me apunto es la de leer más sobre la historia reciente, porque sí es verdad que es algo que no lo suelo hacer y que eché de menos, por ejemplo, en mi viaje a Sudáfrica. Sabía mucho sobre su pasado, pero bien poquito sobre las elecciones actuales, revueltas, etc.. Que me enteré gracias al maldito móvil que tanto nos absorbe pero que nos saca de apuros a veces jejejeje
¡Me ha encantado el post! Es muy acertado y hace reflexionar sobre nuestro paso por el mundo. Como siempre, ¡congrats wapa! Muacks
Exacto! Más difícil cuanto más cercano, y más pereza cuanto más actual 😀 muchas gracias hermosa!! Besos!!
Me ha gustado mucho es una gran verdad
A veces nos obsecamos tanto en tener un viaje perfecto en la ruta y quizás por lo mismo perdemos un poco el norte.
Reconozco que he tirado mucho de couchsurfing, transporte público y lugares poco masificados, y he podido compartir con gente, conocer y desmitificar realidades… y ahí radica el “alma” de un viaje y de unas merecidas vacaciones.
Gracias Diego!! Hay maneras y maneras de viajar, y cada uno según posibilidades o valentía. Compartir con los otros y estar en su casa es un gran paso 🙂
Un abrazo!
Ali
Mira que yo de leer y estudiar la historia de los sitios no voy corta, porque lo disfruto muchísimo, antes, durante y después del viaje. Pero estoy de suspenso total en lo de interactuar con los locales, lo intento cada vez más pero hija, a los tímidos e introvertidos como yo, nos cuesta un mundo jaja.
Dicho esto, creo que deberíamos empaparnos de un mínimo de enciclopedia o wikipedia antes de salir de viaje para poder empatizar mejor o aprender a respetar la cultura que estás conociendo.
Coincido en lo que has dicho de que no nos fijamos suficiente en lo bueno, me pasa siempre con el tema de fauna salvaje y doméstica (lo incluyo siempre en mis viajes), veo lo malo malísimo (maltrato, furtivos, abandonos, muerte…), sufro y los odio a todos hasta que me cruzo con un local que ayuda a animales abandonados, que ha montado un refugio en su trastienda con lo poco que le dan los vecinos o organizaciones locales de conservación y me tengo que tragar todos mis pensamientos y palabras, una a una.
Buena reflexión :D
Gracias por el piropo y por tus aportaciones, Sara 🙂🙂 sí, todos pecamos de un lado u otro 😉
Muchísimas cosas sobre las que reflexionar, sí señor. Está claro que hay mil maneras de enfrentarse al mundo, y que cada cual hace su vida y viaja como quiere, pero estoy contigo. No podría concebir otra manera de viajar que la de adentrándome, lo que el tiempo y el paso por ese lugar me permita, en su cultura. Y para eso hay que conocer, interesarse, preguntar y ser muy, muy curioso. De cada lugar que visito me gusta traerme historias. Y, no voy a mentir, también fotos, quizás demasiadas.
Me ha gustado mucho el post, Ali. ¡Un besazo!
Muchas gracias Cristina!! Leyendo tu post de Jerusalén pensé en estas reflexiones… Y en las fotos estamos igual. Miedo a olvidar, o quizá encontrar detalles que sin mirar por el visor pasan desapercibidos 😉 un besazo!!