
Actualizado el 23 diciembre, 2020
Ver el mundo desde arriba ayuda a tener perspectiva, a relativizar quiénes somos y nuestro papel en el mismo. A entender que somos pequeños, insignificantes. Ver qué somos capaces de construir, y de destruir. A contemplar los mapas en directo. Puede que a entender cómo es un lugar. Ver el mundo desde arriba es un privilegio que puede volverte loca. O más cuerda. Ver el mundo desde arriba es… increíble 😊
Qué y cómo ver el mundo desde arriba para encontrar una perspectiva diferente de las cosas
Puedes subirte a una avioneta, helicóptero, o globo. A un parapente, un avión con asiento de ventanilla o sencillamente a una montaña, acantilado, o a una torre muy alta. En los viajes, como cualquier día de tu vida rutinaria, siempre puedes encontrar un momento para observar las cosas desde arriba. Sólo hace falta buscarlo y quitarse el miedo a las alturas, claro😊

En la ciudad, te acordarás de las maquetas de los museos. Las calles, los vehículos, la gente si tienes buena vista suponiendo que has subido a un sitio realmente alto… Todo está ahí, pero minúsculo. Abarcas «todo» con la mirada, y resulta increíble que un poco más tarde andes por esos mismos sitios.
En el campo, depende de dónde estés: fauna salvaje buscando agua, extensiones inmensas de dunas, montaña y poblaciones dispersas como gotitas que caen en el comienzo de una tormenta.
En el cielo, mientras vuelas, contemplas a la misma altura las nubes altas y bajas, la luna, y si eres suertudo, un eclipse de sol o una aurora boreal. Y contemplas el mundo desde muy arriba. A veces tanto, que es un verdadero reto adivinar dónde estás exactamente. Por eso agradezco tanto esos mapas que ponen en los monitores de los aviones diciéndote qué estás sobrevolando.

Por eso una de las cosas que más me gustaron de la peli Ágora de Alejandro Amenábar, fueron esas imágenes de Alejandría desde (casi) el espacio, mezcladas con los ecos de los ruidos de la población. ¡Genial efecto! Ídem para La Isla mínima y sus imágenes de las marismas del Guadalquivir.
De todas formas, soy más fan de los vuelos en avioneta o helicóptero, porque es una distancia igualmente grandiosa pero aprecias mucho mejor todo. Debe ser que tiendo a tener los pies en la tierra ;)

Lugares como las líneas de Nazca son tan misteriosos por eso, porque se construyeron en una época en la que suponemos que era materialmente imposible observar el mundo desde arriba y trazar diseños tan perfectos para que se vieran desde «ahí arriba». Algo así ocurre también con los templos de Angkor, en Camboya.

Qué se siente viendo el mundo desde arriba
¿Qué se te pasa por la cabeza cuando estás en las alturas?
¿Eres capaz de dejar la mente en blanco contemplando simplemente el panorama que se abre a tus pies, o no dejas de pensar en mil cosas?

¿Te sientes pequeño? ¿poderoso? ¿te sientes bien? ¿mal? ¿eufórico, libre, triste quizá…?
A mí me ocurre un poco de todo
Al principio no puedo dejar las ideas a un lado. Observo y pienso «impresionante». Me fijo en los detalles. Hago fotos como una posesa, si es posible. O me centro en dónde pongo los pies si es que voy andando y no estoy parada, no vaya a ser que me estampe contra el suelo o algo peor. Me siento eufórica, quizá esta sea la palabra.
¿No te pasa que el estómago te da un pequeño vuelco cuando lanzas la primera mirada tras llegar a un punto suficientemente alto? Pues eso.

Después, poco a poco, me pongo a filosofar conmigo misma: qué pequeña soy, qué grande es el mundo. ¿Quiénes somos? ¿adónde vamos? ¿Cómo puede ser que no cuidemos este mundo, si es tan bello, si es nuestro sustento? ¿Cómo puede ser que vivamos ahí, en ese enjambre? ¿Cuánta gente hay ahí, cuántas historias, sonidos, aromas, culturas?
Y todas estas preguntas se acompañan de un poquito de tristeza, un poquito de curiosidad, de felicidad, de privilegio por estar allí arriba, de respeto, de angustia existencial. Un poquito de todo, vaya.



Al final llega la calma, me callo. Por dentro y por fuera. Me quedo quieta. Ni hago fotos. Contemplo, respiro, me siento viva.
Hasta que, renovada, inicio el descenso… o lo hace la avioneta, o el helicóptero, o lo que sea en lo que me he montado.
Quién pudiera subirse a una nave espacial sólo para ver la Tierra desde fuera, desde arriba
¿Y tú, qué te pasa cuando te encaramas a las alturas? ;)
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La verdad es que el mundo visto desde arriba es más increíble aun si cabe. Conozco fotógrafos que han alquilado una avioneta y han fotografiado los campos de España, y son auténticas pinturas, auténticas obras de arte. Es por eso que están tan en auge los drones, es una vista diferente, una manera de ver las cosas a la que no estamos acostumbrados.
Bonitas fotos Alicia. Un abrazo
Cierto David! joe, qué tonta, olvidé la moda de los drones, y los fotógrafos que hacen este tipo de fotos, claro que sí. De hecho, La isla mínima se inspiró (al menos para el recurso de las marismas desde arriba) en uno de ellos. También conocí el año pasado en Francia a otro gran fotógrafo con un trabajo muy bueno sobre este país desde una avioneta. Es una perspectiva diferente y sobre todo fascinante, está claro, así que… a vencer el vértigo y subirse con la cámara a las alturas.
Muchas gracias y otro abrazo para ti! :)
Ver las cosas desde arriba para mí es detener el tiempo y ver la realidad pasar de una forma más lenta y auténtica, como alguien ajeno que mira un cuadro. Inocente e inspirador pero sí, como tú dices, insignificante a veces. Sin embargo, hay en otras ocasiones que me produce una sensación contraria, me anima a seguir creyendo que una simple acción puede cambiar el rumbo de esa imagen que se está observando. Un grano de arena puede cambiar un oasis entero y es algo que se puede ver cuando uno mantiene cierta distancia o ve el dibujo desde fuera (o desde arriba).
Pues eso… que yo también tengo pájaras mentales y, ¡me encantan!
¡Un saludo!
Pues me encantan también tus pájaras mentales! un comentario precioso, y muy de acuerdo, sí, eso de detener el tiempo y ver la realidad pasar de una forma más lenta, como cuando se mira un cuadro :)
Gracias y un abrazo!
Alicia
Siempre lo decimos, nada como irse bien lejos para acercarse a uno mismo. Y subir arriba, mirar desde arriba, es, en cierta forma, irse más lejos, la perspectiva con la que vemos el mundo, tal como se ve con tus fantásticas fotos, cambia. Y es desde esa perspectiva que llega la reflexión ¿Que qué pensamos cuando vemos el mundo desde arriba? Que el mundo, por suerte, es mucho más grande de lo que nos dicen ¡Bravo por tus reflexiones viajeras! :-)
Muchas gracias viajeros!! Salir del bosque siempre ayuda, aunque estar dentro también puede ser fascinante ;)
Un abrazo!
Ali