Uno de estos días en que mi mente no dejaba de realizar ensoñaciones. Un fin de jornada de éstos en que necesitas escapar del día, aunque sólo sea con la imaginación, me hallaba pensando en lo bien que me siento en los desiertos. Entonces «miré» atrás y me di cuenta de que he visitado más desiertos de los que pensaba. Y los que me quedan. Me di cuenta de que, sin proponérmelo, a lo largo de mi vida viajera he vuelto a los desiertos muchas veces (o ellos a mi). Voy a ver si te convenzo de qué tienen los desiertos que enganchan tanto! :)
¿Qué tienen los desiertos que te fascinan si son tan duros?
El desierto y las regiones limítrofes que ya lo anuncian -con más grado de vida-, no nos lo ponen nada fácil a los humanos. Somos simples seres vivos con pocos recursos genéticos, y para los que ni la mecánica desarrollada a lo largo de varios milenios es suficiente. Aunque puede ayudar, claro.
Haber nacido y vivido allí es mejor que cuando no lo conoces, pero nadie se libra del gran riesgo de moverse por un desierto.
Temperaturas extremas, escasez de agua y alimentos, escasez de referencias con las que orientarse y no perderse en el laberinto de kilómetros aparentemente iguales…
Difícil aclimatación cuando la piel del urbanita no sabe de tanto sol y sequedad. De tanto polvo y arena que agreden sin descanso, que se meten en todos los recovecos posibles.
¿Qué tiene el desierto, entonces, que me fascina?
Limpieza máxima
Tiene una atmósfera y aire limpios. Ya lo dijo Lawrence de Arabia. Una limpieza ambiental y visual, de líneas, de formas, de sencillez. Te lava de las impurezas traídas «del exterior». Te lava y renueva hasta el alma, hasta el corazón.
Proporciones gigantes
Tiene unos horizontes gigantes. Paisajes con mayúsculas y con una cara distinta a cada hora que pasa, y a cada metro que recorres, aunque no te lo parezca al principio.
Allí me siento como una hormiguita que contempla la inmensidad del mundo. Y sin quererlo el pecho se me llena de esa inmensidad.
Paisajes singulares
Desde el desierto que desemboca en el mar, así sin transición, en Omán… hasta bosques petrificados, o simplemente secos. Formaciones rocosas monumentales, o tan pequeñas como curiosas. Contrastes sin fin. Juego de perspectivas.
Atardeceres intensos, noches sin par
Tiene unos atardeceres intensos, a veces rápidos y otras no tanto. Es entonces cuando los colores se agudizan, las sombras dan paso al misterio, las temperaturas bajan.
Y cuando estos terminan, llegan las noches. Unas noches sin par que explosionan cuajadas de estrellas y constelaciones. O bien con una gran luna que ilumina las ondulaciones de la arena.
Noches que te hacen sentir pena cuando tienes que cerrar los ojos para asumir el merecido descanso. Cielos que enganchan y fascinan aun sin saber leer el firmamento.
Mucha más vida de la que crees
Tiene mucha más vida de la que pensabas antes de ir. El terreno de la sorpresa no queda nunca estéril, te lo aseguro.
Y es que aquí el valor de una pequeña flor, de un ratoncito, o de un simple escarabajo… por no decir de un antílope, o de una pintura rupestre, se multiplica por mil, por millones. No puedes dejar de preguntarte cómo pueden vivir aquí. Porque su belleza se ve aumentada en medio del aparente vacío.
No te olvides de que además en los desiertos hay oasis. Grandes o pequeños, dan el frescor del agua y la sombra, el aprecio al color verde de las plantas bien regadas -seguramente mucho más pálido que nuestras tierras del Norte, pero muy intenso allí-, el «lujo» del agua dulce sin la que no somos absolutamente nada.
Y las formaciones rocosas, de caprichosas formas y que tan bien contrastan en las horas del amanecer y el atardecer, son testigos mudos de la fuerza de los elementos. Otra forma de demostrarte que hay vida, tiempo, y no es un lugar estático.
Ciudades y arquitectura propias, el recuerdo de grandes civilizaciones y de los primeros humanos… Los desiertos están llenos de Historia
En los desiertos también hay ciudades y arquitecturas propias.
Las tradicionales, basadas en los materiales que las rodean como el adobe que tanta paz me transmite, sobreviven luchando contra los elementos. Y quién sabe si mirando de reojo a aquellas otras ciudades de hace siglos que finalmente perdieron la batalla, como las sepultadas en el desierto del Taklamakán.
El recuerdo de grandes civilizaciones como la de Kerma en Sudán, o el imperio Shongai de Mali. Por no hablar de los restos neolíticos del Sáhara. Las huellas de los primeros humanos, que tuvieron que huir cuando ya no pudieron más, o tuvieron que venir cuando ya no pudieron más.
Tiene gente. Poca, pero especial
Es gente acogedora, gente que sabe que es necesaria para que tú sobrevivas. Gente que conoce el valor de la vida y la generosidad en su más pura esencia. Gente que no tiene prisa, porque como dicen en Marruecos «la prisa mata», y es tan cierto hablando del desierto…
La lentitud no les hace ser excesivamente lentos, ni perezosos. La actividad se acopla a los ritmos de las temperaturas, del medio, y suele ser un equilibrio difícil de entender para nosotros, que parece que sólo entendemos los extremos.
Es gente que ama la libertad, el ancho horizonte que les acoge cada día. Así lo testifican en sus relatos, tanto los que he podido escuchar en directo en base a pequeños cuentos, como los que algunos de ellos han logrado publicar.
Sí, los habitantes del desierto, algunos, afortunadamente también escriben y publican y sus relatos nos llegan a nosotros. Un gran placer leer sus sentimientos, su forma de ver la vida, y cómo aman ese medio que es tan hostil incluso para ellos. Un gran placer llegar a identificarse con muchas de sus sensaciones, habiendo pisado tan poco tiempo aquél lugar.
Me viene a la cabeza, ahora mismo, Malika Mokeddem (Argelia), pero hay muchos más.
Es gente que busca antes el encuentro que el desencuentro. Y no es gente cándida. No son tontos. Que nadie se llame a engaño! Tampoco sobrevivirían si lo fueran.
Por supuesto puede haber bandidos y gente mala, nadie ha dicho que el mundo sea perfecto, desde luego.
El desierto parece que no da nada, y en realidad puede darte mucho
El Sáhara y el Sahel aún guardan para mi muchos rincones que anhelo. Algunos de los desiertos de América aún están pendientes, muy pendientes, así como el gran Gobi de Asia Central.
Estos son sólo ejemplos de los desiertos que quedan en el horizonte de mis sueños, y seguirán siendo un buen objetivo de viaje.
Sé que mis pasos me irán guiando hacia ellos. Lo pienso con la misma emoción que el primero, el segundo, el tercero… y con la misma curiosidad, porque además cada desierto es diferente.
Nos veremos en las inmensidades :-)
[symple_box color=»green» fade_in=»false» float=»center» text_align=»left» width=»»]
¿Quieres leer sobre algunos de los desiertos que he visitado?
- Argelia: el Sáhara en su máximo esplendor
- Desierto de Atacama: consejos para visitarlo.
- Sahel, tierra indómita.
- Mali: Tombuctú
- Sudán: entre arena y pirámides
- Omán: desierto de Wahiba
- Jordania: Wadi Rum
- Namibia: desierto del Namib
- Perú: Reserva de Paracas
- China: un pedacito de Taklamakán
[/symple_box]
Bonita entrada! Me pasa como a ti… que los desiertos me embelesan. Uno de mis primeros viajes fue a Túnez y cuando vi el Sahara por primera vez no daba crédito. Me encanta! y gracias a eso, me animé a seguir viajando.
Un abrazo!!!
Gracias Víctor!! me alegro de que te haya gustado y de que compartas esa fascinación por le desierto, y más si fue un motivante para seguir viajando!!! :)
Un abrazo!
Alicia
Me pasa lo mismo, quien podría pensar que un paisaje normalmente seco, árido y con poca vida, pudiera proporcionar unas sensaciones tan diferentes de unos a otros desiertos, diferentes colores, ondulaciones casi hipnóticas, la verdad que son dignos de visitar y cada uno es diferente al resto.
Un saludote!!!
Gracias Jose Carlos! Si, cada desierto es diferente y sin embargo cada vez que descubres uno nuevo, tengo la sensación de volver a un lugar que me encantó en el pasado… :)
Un abrazo!
Ali
Enhorabuena por la publicación! creo que reflejaste sin duda la esencia del desierto, el porqué nos atrapa a muchos de la forma que lo hace.
Vivo en uno de los tantos Erg de dunas naranjas que componen el gran Sahara, en el Erg Chebbi en Marruecos, (ya lo conociste? si no es así, bienvenida!) y no me canso de sus colores, sus atardeceres y sus formas… el cielo!
Por mas que conozca lugares nuevos que me impresionan, ninguno consigue llegar a la magnitud que el desierto llegó!
Un abrazo
Alicia
Gracias!! Me alegro mucho de que te guste, y más si vives allí!!
Sí conozco Erg Chebbi aunque hace ya muchos años, tendré que volver ?
Un abrazo
Alicia