Actualizado el 30 octubre, 2023
Llegamos muy tarde a Srinagar en medio del toque de queda que mandaba callar a todo el mundo, en el verano de 2016. Después de un día completo de carreteras de vértigo llenas de personajes que hacían cumplir mis sueños de hace años, paramos en Sonamarg. El plan era continuar cuando se hiciera bien de noche, por ese toque de queda.
¿Que por qué aventurarse hasta Srinagar si las cosas estaban tan tensas?
Porque teníamos un vuelo para dos días después, que partía de allí y nos llevaría a Amritsar. Y porque cuando estás de viaje quizá te vuelves más inconsciente. O no te quieres creer lo que dicen los medios de comunicación. Sea como sea, el contacto que teníamos en Srinagar aseguraba que podíamos, así que fuimos.
Como decía, veníamos de todo un día de trayecto pasando por Kargil y superando las carreteras, en realidad pistas con desfiladeros de vértigo que ya mostré en otro post.
En un hotel de Sonamarg nos dejan cenar y dejar las cosas. Damos una vuelta, cenamos, echamos unas partidas a las cartas o leemos. A las 23 h nos avisan de que debemos ponernos en marcha. La noche es muy oscura.
Todos esperando a que los soldados den el OK
No habíamos avanzado casi nada cuando nos detienen. Hay una buena fila de coches que se sigue haciendo larga detrás de nosotros. Hace mucho frío, los cristales se empañan y las lucecitas de las linternas y móviles de los que se apean de los coches vienen y van. Me quedo dormida. Una hora y media después, una sacudida me despierta.
De repente todo y todos se ponen en movimiento, y como si de un rally se tratara, salimos despedidos hacia delante. No hay fila que valga, tonto el último. Me da la risa tonta por el espectáculo y los nervios.
Hacemos el trayecto de 85 kilómetros en una hora y media. Más que un récord en esas carreteras llenas de agujeros, aunque para ser justos hay que decir que este tramo está bastante bien. Siendo de noche no se ve nada, por lo que no podemos temer a los precipicios que seguramente caen a nuestro lado. Quien no se consuela 🤦♀️.
En realidad buena parte del viaje lo hice con los dientes apretados y los ojos muy abiertos. Y no fui la única. Me esforcé en dejar la mente en blanco.
Cuando llegamos a las calles de Srinagar nos hacen parar en un par de puestos de vigilancia. Hay soldados apostados en casi cada esquina, protegidos por barricadas hechas con sacos. La ciudad está dormida, aparentemente.
Al fin, llegamos a la orilla del lago Dal y en unos minutos embarcamos rumbo a nuestro hotel flotante. Mañana será otro día.
Las tensiones de Cachemira
En esta región hay tres bandos, por decirlo de una manera sencilla. Los que están a favor de pertenecer a India. Los que quieren pertenecer a Pakistán (país con el que India se disputa el territorio). Y los que quieren que Cachemira sea independiente.
En mayo o junio de 2016 el ejército indio irrumpió en la casa de un chaval que no llegaba a los 30 años de edad. Se trataba del líder de los independentistas de Cachemira. La versión oficial es que las cosas se les fueron de las manos. El caso es que mataron a este chaval, que además de ser una persona, era y se convirtió en un símbolo. Un mártir.
A partir de ahí empezaron las protestas en la calle. La gente de Cachemira está harta de vivir en un estado militarizado. Sin libertad de expresión ni de movimientos.
Piensa que cualquier día entran en tu casa y, tratándote como a un terrorista porque te dedicas a dar propaganda a tus ideales, te matan. En resumen las cosas van por ahí.
Con las protestas y manifestaciones hubo más violencia y muertes. El gobierno de India decretó el Estado de Excepción e impuso un toque de queda. No se levantó hasta noviembre o diciembre de 2016, según me cuenta un chico de allí con el que me escribo por Instagram.
El día en que te despiertas en mitad del lago Dal y empiezas a descubrir su microuniverso
Transcribo las palabras de mi diario de viaje:
Estoy en el famoso lago de Srinagar, donde venían los ingleses en la época de la colonia huyendo del calor de la llanura del Indo.
Esto es precioso. El lago refleja todo a la perfección. Los lotos, las barcas, las houseboats. Estamos en uno de estos hoteles «de lujo», con muebles como los de una casa antigua, alfombras y un porche magnífico.
Ahora llueve en plan tormenta. A mi alrededor los hombres pescan y los barqueros se relajan en espera de que salgamos a dar un paseo por el lago.
La vida desde una houseboat
Estos hoteles flotantes que guardan el más puro estilo colonial es el alojamiento preferido de los turistas en Srinagar. No es para menos. Un lugar poético y lleno de encanto, aunque no están en perfecto estado y hay que andar con ojo sobre las tablas podridas de las pasarelas. No es difícil imaginarse a las damas y caballeros victorianos asomados a esas barandillas.
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Cada «habitación» es una barca entera para cuatro personas y tiene asignado un servicio. Uno o varios hombres dedicados a servirte. El que nos tocó era un tipo serio, enjuto, y que nos ponía nerviosas.
Silencioso, aparecía en cualquier momento dispuesto a ofrecerte cerveza, agua, o lo que fuera (de pago). Un servilismo al que no estoy acostumbrada, aunque significa un montón de puestos de trabajo.
Rodeados de agua y plantas acuáticas, desde las houseboats el panorama es sencillamente precioso. Las montañas al fondo, verdes en esta época del año. Los colores refulgentes, las barcazas que son hoteles, pero también viviendas, farmacias, tiendas de ultramarinos, sastrerías, talleres de artesanía y muchas más cosas. Hay aves, patos, y vegetación por doquier en la que destacan los lotos y nenúfares…
La gente viene y va, siempre en barca.
Se ocupan de sus quehaceres, o sencillamente pasean. Te puedes cruzar con grupos de chicas jovencitas, familias que no sé si son turistas o es que viven allí, una chica lavando ropa directamente en el lago. Un poco más allá un señor y ¿su hijo? pescando pacientemente.
De noche el cielo se despeja y aprovecho para hacer algunas fotos nocturnas. Hay luna llena y mucha luz que proviene de la parte terrestre, aparte de la propia de nuestra houseboat. Logro captar el paisaje y las barcas que aún siguen en movimiento, seguramente de vuelta a casa.
Aquí hay dos ciudades: la terrestre, de la que poco podemos ver incluso de día, por la situación que te acabo de contar… y la acuática, por la que estoy empezando este artículo.
La Srinagar acuática: un lago de comerciantes
Desde el primer momento recibimos visitas en nuestro porche, y también durante los paseos en barca por el Lago Dal. Son comerciantes que intentan vendernos desde un supuesto azafrán, hasta pashminas (¡estamos en Cachemira!), joyas de plata, artesanía hecha en papel maché y semillas de flores.
Se aproximan con su barca y se ponen junto a la tuya. Te llaman, apelan a tu sentido consumista desplegando todo lo que llevan, y cantan las cuatro palabras que han aprendido en inglés y español. A veces se relajan e intentan entablar conversación.
Pacientes, esperan a que te ablandes «atacando» por ese lado, el más humano. Primero nos hacemos amigos, luego me compras algo, parece ser la estrategia.
Como el turismo ha caído en picado, insisten más que nunca, supongo. No se cansan. Media hora diciendo que no quieres comprar nada (lo que sea que te intentan vender) y media hora que insisten, hasta que se van a otra barca de turistas. Respiras, pero vuelven. Siempre vuelven.
El «tío de las flores» me persiguió hasta el último minuto ¡y eso que le intenté hacer comprender que la jardinería no es lo mío! El del azafrán también, y el de las joyas.
La verdad es que cada vez quiero comprar menos cosas en los viajes.
Cada vez me interesa menos esa parte del viaje. Pero aquí, hora tras hora, empiezo a sentir que debería hacerlo para aportar algo a su economía. En esos momentos inciertos se ha hundido casi literalmente.
Al final cae un bolso precioso de un vendedor muy amable (aunque insistente hasta la saciedad como todos).
No todo son souvenirs. Levantándonos de madrugada, nos vamos a visitar el mercado de frutas y verduras local
Este mercado se celebra sobre el agua todos los días. Uno de esos célebres «mercados flotantes» que tanto se «venden» en las guías turísticas. Pero a diferencia de otros que he visto, este es suyo. Total y absolutamente suyo.
Llegamos aún de noche y ya hay actividad. Todos son hombres acuclillados en un extremo de su barca hasta que hay oportunidad de venta. El día va aclarando y se va viendo cada vez más y mejor.
Observo cómo se saludan, charlan entre ellos, regatean -algunos con una gestualidad digna del teatro-, y bromean. Me encanta, me quedaría horas.
Nosotros nos mantenemos a un lado y la mayoría no nos hace ni caso. Insisto, me encanta.
Compran pepinos, patatas, calabazas, berenjenas y más cosas. Casi todo se cultiva allí mismo, con un sistema de bloques de tierra flotantes similar al del Lago Inle en Birmania. Todo es pesado con balanzas romanas.
Los clientes, al final, meten la mano en la barca del vendedor, cogiendo varias piezas más, a modo de «propina». Muchas veces el vendedor las recupera entre grandes aspavientos, jajajaja.
Dando un tímido paseo por la Srinagar terrestre
Me hubiera encantado visitar el centro histórico, pero no había manera de ir sin ponernos en peligro. Al menos pudimos visitar la mezquita Hazratbal.
Mezquita Hazratbal
Su nombre significa «lugar sagrado» y dicen que guarda una reliquia. Un pelo de Mahoma traído por un descendiente del profeta en el año 1600.
Por lo visto esta es la única mezquita abovedada de Srinagar. Las demás tienen techos de tipo pagoda como los que habíamos visto en los pueblos de camino a Sonamarg.
Completamos esta visita con un breve paseo por los muelles adyacentes a la mezquita, observando las preciosas casas de madera y ladrillo. Algunas personas de la zona nos saludan.
Al pasar junto a una carnicería veo a tres hombres sentados. Vecinos charlando. Les miro y les digo salam aleikum.
Nosotras llevamos todo el tiempo un pañuelo en la cabeza (también en el lago), a modo de hiyab. Me responden sorprendidos (aleikum salam) y me preguntan de dónde soy, y si soy musulmana. Les digo que no, y se sorprenden más todavía porque yo he usado el saludo de su religión.
Me permiten que les haga una foto y me sonríen. Otra buena mujer también accede a que la fotografíe. Todos agradecen mucho que les muestre la foto en la pantalla.
Los Jardines Mogoles de Srinagar
De ahí nos vamos a los Jardines Mogoles. Están en la parte alta de una colina desde donde se domina todo el lago. Los jardines tendrán mucha historia, pero a mí no me parece que sea un sitio demasiado interesante.
Para acceder a la colina hay un control militar que nos obliga a pasar andando, con las cámaras y móviles bien guardados, y que obliga a un cacheo.
Después nos acercamos a un templo dedicado a Shiva y que está guardado por un sij, que es otra religión diferente a la hindú. Una pequeña muestra de la mezcla espiritual de India.
A la hora de la cena, durante la segunda y última noche en el lago Dal, escucho unas explosiones lejanas que me parecen fuegos artificiales. Me extraña por el toque de queda, y tampoco veo nada en el horizonte, pero es lo que me parece. Quizá es lo que quería creer.
Cuando salimos de Cachemira
Tras no sé cuántos controles y cacheos en el aeropuerto de Srinagar, nos enteramos de que esa noche había habido otro enfrentamiento en los alrededores de la ciudad. Cuatro muertos. Y nosotros haciendo turismo. Y yo pensando que eran fuegos artificiales lo que oía.
No sé bien explicar con palabras lo que sentí en ese momento.
Aturdida, pensé que no puede ser que este mundo sea una mierda tan grande. Que es muy injusto que tanta gente que además tiene tan poco esté muriendo de esa manera, por esas cosas. También que es horrible que yo vaya de vacaciones, campando con la cámara y mi mirada de occidental, por la misma tierra donde está pasando todo eso.
Sin embargo, también sé que el dinero que dejamos en aquella houseboat y en las las compras o las barcas que nos llevaban y traían fue un alivio para esa gente, que de repente se vio sin ingresos en la única temporada en que los tienen (verano).
Sé, por el chico con el que sigo en contacto vía Instagram, que para ellos recibir visitas del exterior es un soplo de esperanza. Y si no es esperanza, al menos ayuda a sentir que no están solos. También un signo de mínima normalidad.
Difícil conciliar todos estos sentimientos. No sé cuánto es excusa y cuánto realidad. Sé que es horrible y a la vez que, en parte, es necesario.
De todas formas, tienes que saber que Cachemira ha vuelto a la paz contenida y que es posible que así siga… Yo no dejaría de volver a ir.
Para leer más sobre la situación de Cachemira:
- El ministerio de la felicidad suprema, Arundhati Roy (novela).
- La situación de Cachemira en cinco preguntas, Emre Karaca
Sigue leyendo sobre India
- La ceremonia de la frontera India-Pakistán de Wagah (Amritsar): no te lo creerás
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- Qué ver en Amritsar más allá del Templo Dorado
- El templo dorado de los Sijs de Amritsar, otro mundo aparte
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- Qué ver en Manali y alrededores, entre paisajes alpinos en India
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A beautiful glimpse of kashmir. Well the situation is far more better then 2016. Hope peace prevails here.
Hope It!! Thank you for your comment Raqueeb!! 😊
Hola Alicia. Hermoso reportaje. Con mi esposa visitamos Cachemira en 2014 y te aseguro que tuvimos prácticamente las mismas sensaciones y experiencias que describes en el post. Reviví esas experiencias. Incluido una emboscada a militares indios con ocho bajas.
Gracias por compartirlo.
Saludos cordiales.
Hola Ricardo, muchas gracias por tu comentario y me alegro de haberte llevado de vuelta virtualmente a esa parte el mundo tan fascinante 😊
Un abrazo!
Alicia
Qué variedad de miradas: hay gente que te mira con una sonrisa, y otros, son bastante más reservados. ¿Te dijeron algo en alguna ocasión?
Alguno me dijo que no quería que le hiciera foto, después de preguntarle, pero obviamente esos no están aquí. Hay algunos que se ponen serios y cuando bajas la cámara sonríen… Su pose para ser retratados es ponerse firmes y serios 😉 todo depende de si puedes interactuar o no, si te da tiempo…
Hola
Me han gustado mucho tus fotos y he encontrado muy intersantes tus comentarios
Yo, este verano quedría ir a Srinagar (Previamente quiero ir a la zona de Ladak). ¿Podrías aconsejarme cuantos días tengo que dedicale a esta ciudad? ¿Visitaste alguna zona alrededor de lal ciudad? ¿Sabes que tal está la situacióna política actualmente en esta zona?
Muchas gracias
Hola Sandra! Gracias! Hace tiempo que no tengo noticias de allí, parece que andaba un poco más estable pero nunca se sabe, siempre hay algo de tensión. Evita el día de la independencia de India (15 agosto) , eso sí… Un par de días, mínimo. Si tienes libertad de acción, puedes ir a Ladakh e informarte allí y tomar decisión sobre la marcha… Si vas con vuelos, más comolicado. Lo mejor y bonito es ir por carretera desde Leh, pasando por Kargil, Sonamarg… Mira post de pueblos de Cachemira!!
Yo estuve en Srinagar y Palgahm durante más de un mes en 1977, y entonces estaba todo muy tranquilo, una maravilla. Es una pena que haya empeorado así. Saludos. Carmen.
Debía de ser otro mundo, Carmen. Qué maravilla haber viajado allí en esos años!! El conflicto va y viene, pero está ahí enquistado y parece tener difícil solución, como otros. Y como siempre, la gente de a pie es quien lo sufre realmente.
Saludos!