windhoek

Actualizado el 30 marzo, 2022

Unas 24 ó 25 horas nos separaban de nuestro destino. Horas a emplear en varios vuelos y aeropuertos, con destino final en Windhoek. Ya me sentía tranquila, pero… oh! ¡espera!! Estaba en Barajas, en la T4, con el equipaje facturado y a punto de subir al avión que nos llevaría a la primera escala, Londres 🤔

De cómo un señor con corbata casi me deja en tierra

Un señor con corbata, empleado de… ¿Aena? (no se identificó claramente), vino a pedirnos las tarjetas de embarque y pasaportes a la gente que estábamos esperando en las sillas cercanas a la puerta de embarque.

Cuando llega mi turno, ve la fecha de caducidad de mi pasaporte y me dice que no tiene claro que pueda subir al avión.

Tengo que entrar en Namibia con una validez de 6 meses después de la fecha de salida del país, y… mi pasaporte caducaba unos días antes. Echamos cuentas juntos, y vemos que no, que no da ¿o sí? Mira en un librito que lleva consigo y comprueba que efectivamente ésas son las condiciones de entrada a Namibia. Me dice que tiene que llamar a la compañía aérea «porque si no, pueden multarnos» (al aeropuerto).

Entro en pánico…

Sigue su ronda entre los pasajeros del avión. Cuando ya ha empezado la gente a subir, viene y me dice que los de British Airways dicen que no hay problema. ¡Estoy dentro!!! Así que lo cuento por aquí, porque fue un gran susto y «casi no lo cuento».
La preocupación continuó en mi mente hasta que superé la entrada en Namibia. Incluso después, pensando en que la entrada a Botswana podría traerme problemas. El requisito es el mismo, 6 meses después de la salida del país. No tenía claro cómo era la cosa con respecto a Zimbawe.
No es una información que no hubiera tenido antes, pero eché mal las cuentas. Calculé un mes más de margen y no me fijé bien en los días concretos.
Spoiler: en las fronteras nadie movió un músculo al respecto. Por lo visto la actitud y flexibilidad in situ son diferentes, para mi fortuna 😊

Dicho todo esto, prometo no volver a relajarme con este asunto y a renovar el pasaporte hasta ocho meses antes de su caducidad si es necesario. ¡¡Es una gran cagada quedarte en tierra por algo así!!!

Rumbo a Windhoek, la capital namibia

El vuelo de Londres a Johannesburgo es el más largo: 12 horas. Nocturno.

Me tocó un compañero de asiento irlandés con el que enseguida empecé a hablar… ¡¡ya sabéis cómo son los irlandeses!! Bueno, empezó diciéndome «qué bien, española, beberás conmigo esta noche», y le dije que nanay, educadamente. Unos cuatro whiskies se cascó en el antes, durante y después de la cena. Me temía lo peor, sinceramente. Pero aparte de que no parecía demasiado «afectado» por la bebida (irlandés), luego «lo entendí».

windhoek
Volando sobre el Kalahari

Se dirigía a su trabajo en Mozambique, en una planta petrolífera en medio del mar.  No podría ni beber ni fumar en los siguientes 3 meses.

Así es su trabajo: 3 meses de curro, 3 meses de descanso en casa. Lo más duro, según él, tres meses alejado de su familia. De su niña de 1 año que me mostró en el móvil. Un buen tipo.

Me sorprendió que, cuando le dije que yo iba a Namibia, puso cara de «madre mía!». Creía que es un país inseguro, que estaría en guerra o algo así. 

Yo iba en la ventanilla, el sitio que prefiero

Muchos pensarán «para un vuelo nocturno, da igual». Pues no. A mí no me da igual. Tener la posibilidad de alzar de vez en cuando la cortinilla y tratar de escrutar la noche, imaginar el continente que estoy cruzando y los países, es un placer.

Por el camino apunté en mi diario de viaje:

Son las 3 a.m. y he mirado por la ventanilla pensando en que sólo vería oscuridad. En cambio me he encontrado con una escena preciosa: el ala del avión se recorta muy nítidamente contra un cielo negrísimo, habitado por algunas estrellas muy brillantes y la luna en cuarto menguante, que no deja ver más estrellas. Abajo, un manto de nubes cubre la tierra. África. Precioso. 

El tránsito en el aeropuerto de Johannesburgo transcurrió sin sobresaltos, con una larga y lentísima cola ante un mostrador de la compañía aérea. Teníamos que mostrar nuestras tarjetas de embarque y comprobantes del equipaje facturado.

Cuando llegamos a la zona de tránsito me sorprendió muchísimo la modernidad del edificio, casi recordando a la T4 de Barajas, y las suntuosas tiendas que se abrían a uno y otro lado del ancho pasillo.

No me detuve a curiosear, porque gracias a esa espera habíamos consumido gran parte de las dos horas y media de tiempo de escale. En breve volvíamos a subir a un avión ahora ya sí, rumbo a Windhoek, Namibia. Otra hora y media de vuelo y ya estábamos allí, retrasando nuestros relojes 1 hora, como en Canarias :)

aeropuerto de Windhoek
Aeropuerto de Windhoek

El gran desierto del Kalahari a mis pies

El vuelo entre Johannesburgo y Windhoek fue otro vuelo en ventanilla que, ya de día, me permitió contemplar el desierto del Kalahari. 

Tierra inmensa, quemada, pintada como un cuadro abstracto por tonalidades de ocre y amarillos. Salpicado de grandes salares blancos. Salares que fueron lagos.

lago salado del kalahari desde el avión
lago salado del desierto del Kalahari

¿Todo esto fue un vergel en su día? parece que sí.
De vez en cuando se ven grandes ríos plateados o marrones, según les dé el sol y es un paisaje que no me genera angustia sino sensación de libertad, aventura, descubrimiento.

desierto del kalahari desde el avión
¿Es un cuadro? no! es el desierto del Kalahari!

¿Y qué contar de Windhoek, la capital de Namibia?

Windhoek es una ciudad limpia, tranquila, con unos 250.000 habitantes. Salpicada aún por los exiguos restos de la colonia alemana que fue.
Independence Avenue es la calle principal, que recorrimos arriba y abajo un par de veces o tres. Y es donde están las tiendas en las que compran los blancos y algunos negros adinerados.
Tiendas que exhiben precios europeos, con mercancías no siempre europeas. Curioseamos en un escaparate de sofás, bastante horteras y… 1.500 € al cambio. Prendas de ropa a 20 € y mucho más.

casas de estilo alemán en el centro de Windhoek
Antiguas casas coloniales en la Avda. de la Independencia de Windhoek

Algunos datos de Namibia

Moneda de Namibia

El dólar namibio es la moneda oficial, pero parece ser que también se puede utilizar el Rand Sudafricano, de valor similar. En realidad esta es la moneda fuerte en todos los países de alrededor. Intentamos cambiar a esta moneda en el aeropuerto pero no tenían o no les quedaba.

A finales de Julio de 2013, 1€ = 12 dólares namibios = 12 rands sudafricanos.

Situación actual de Namibia

Namibia fue provincia de Sudáfrica y también vivió el apartheid. 

torre de reloj de estilo alemán en Windhoek

Hoy Namibia es joven, activa, con ganas de crecer. De hecho lo hace, de momento. Con diamantes y piedras preciosas y semipreciosas. Con bancos de pesca potentes.

Pero con una distribución de la riqueza que deja mucho que desear y más teniendo en cuenta que son pocos habitantes. Alrededor de 2.200.000 hab. repartidos en 800 y pico mil kilómetros cuadrados (casi dos veces la Península Ibérica).

Aproximadamente un 7% son blancos afrikaners, o eso he leído por ahí. Eso sí, tiene una esperanza de vida que ya quisieran otros países de su entorno. Unos 62 años.

El ambiente en Windhoek

Me fijo en la gente y veo que visten como los sudafricanos de las películas. Quizá quede un poco paleto decirlo, pero este es el pensamiento que me vino.

Muy diferente a los burkinabeses, los etíopes o los cameruneses, por ejemplo.

África no es un país, pero la corriente «panafricana» parece que nos lleva a todos hacia esa idea. La de hablar y pensar en el continente como si fuera una unidad indiferenciada.

Entramos en un supermercado para comprar adaptadores de enchufes.  En Namibia son de 3 clavijas redondas (una de ellas más grande que las demás). Los encontramos enseguida, a unos 3,5 € (para dos enchufes) pero no nos resistimos a dar una vuelta por el local. Está lleno de gente a última hora de la tarde. Increíble lo bien surtido que está. No parece que me encuentre en África, a no ser por el público que se mueve a mi alrededor.

Los comercios de Windhoek cierran entre las 18 y las 18.30 h, con la puesta del sol.

calles vacías de windhoek tras la puesta de sol
calles vacías de Windhoek tras la puesta de sol

La noche ha caído y las calles se han vaciado en buena medida. Recordamos las advertencias sobre la seguridad. El peligro no es excesivo pero conviene ser prudente, así que nos vamos al hotel.

Total, tenemos que preparar las mochilas para los próximos días. Distribuimos el equipaje haciendo una bolsa pequeña con lo imprescindible para los días de acampada. El resto irá en el camión que nos servirá de casa.

Un restaurante en Windhoek

Esa noche comemos por fin decentemente después de un par de días. Y sorprendentemente bien!!

Nos vamos al restaurante Le Marmite. Está en la misma Avenida de la Independencia y nos ofrece un menú degustación africano increíble a base de cuscús, arroz, salsa de cacahuete (exquisita), espinacas, crema de verduras, pollo asado riquísimo, pescado frito y Orix guisado también riquísimo… y de postre, licor de Amarula.

Uf, excesivo y buenísimo. Cena que, en mi caso, riego con una Windhoek, una de las cervezas más populares del país y parte de los otros (en Botswana y Zimbawe también hay).

¿Precio? unos 20 o 25€ por persona, no recuerdo bien. Sí, Namibia es cara.

La guía que sustituye a la Estrella Polar

Al salir localizamos la Estrella del Sur en el firmamento. Referencia de mercaderes, navegantes, viajeros de este hemisferio. También símbolo que los Tuareg del norte de África plasman en sus joyas desde siempre ¿Reminiscencias de las caravanas de antaño? Quién sabe.

Para mí éste era un objetivo que inesperadamente y en plena ciudad se cumplía: contemplarla por primera vez. Es lo que tiene la oscuridad de las ciudades africanas y los cielos limpios de contaminación.
Más adelante la fotografiaría, pero ésa ya es otra historia :)

Un último apunte: la mordida del frío se dejó sentir esa noche. Camiseta, forro polar y plumífero eran mi atuendo y… tenía frío!!! Bienvenidos al invierno austral.

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