Uno de los puntos más remotos de Namibia es el oasis de las cataratas Epupa. Para llegar hasta allí tuvimos un largo día de pistas de arena y polvo, parando en Opuwo, pero el esfuerzo merece la pena y yo no dudaría en incluirlo en mis planes para viajar a Namibia como te cuento a continuación.
Cruzando el Kaokoland
La región del Kaokoland es un lugar de paisajes increíbles. Lleno de fauna salvaje, sin necesidad de parques nacionales que la cobijen. Enormes baobabs, pastores con sus pequeños rebaños de vacas, señales de tráfico muy «típicas», kudus asustadizos. El viaje no es nada, pero que nada aburrido 😊
Opuwo es la última localidad «civilizada»
La última localidad «civilizada» antes de llegar a las cataratas Epupa es la ciudad de Opuwo, en la que todo el mundo para antes de llegar a las cataratas Epupa, porque tiene gasolineras y supermercados. Ambos necesarios para el repostaje de los viajeros.
Opuwo, que es un nombre herero que significa «el final», es un lugar singular. Se te antoja chispeante, animado, después de unos días de campo y más campo. Los Herero y los Himba van y vienen.
Un punto muy interesante de Opuwo es el mercado tradicional que se sitúa detrás de uno de los supermercados que hay junto a la carretera.
Un mercado que me recordó muchísimo a otros puntos de África. Verdaderas chabolas de cañas, maderas y plásticos cobijan a los mercaderes y las mercancías, mientras los clientes van y vienen por las «calles» bajo el solazo. Y ojo, que no está desorganizado. Las carnes con las carnes, los productos manufacturados con los manufacturados, etc.
Es cierto que cuando paseamos por el mercado el ambiente era un pelín tenso. Quizá porque ya llevaban unas cuantas copas encima. Sí, estaban bebiendo a media mañana, algo nada raro en África. Y porque era domingo, día en el que en Namibia está prohibido vender y consumir alcohol por decreto. Toma nota, por cierto.
Las cámaras no les hacen gracia, así que guardé la mía y me dediqué a mirar y saborear el lugar.
Enseguida un paisano se acercó a mí, me hizo ir a la sombra donde estaba sentado con sus compadres y entre grandes sonrisas y algo de inglés me preguntó de dónde era. Y ya, porque del resto no entendí absolutamente nada.
Una lástima, es otro de los numerosos momentos en los que lamento que no tengamos un lenguaje más universal para conversar con fluidez.
La tierra de Hereros y Himbas
Estamos en la tierra de los Hereros y los Himbas, dos tribus que conviven una al lado de la otra. Se diferencian muchísimo en sus atuendos y modo de vida, aunque ambos son de origen bantú y vinieron de Zimbawe.
Las mujeres Herero adoptaron la vestimenta de las europeas en la época colonial victoriana. La adaptaron a sus gustos africanos y hasta hoy.
Es impresionante verlas andar por aquí y por allí con esos vestidos de volantes y enaguas que tanto nos recuerdan a la moda de Lo que el viento se llevó, y los curiosos tocados que llevan en la cabeza.
Pero no podemos olvidar que el pueblo Herero es un pueblo maltratado por la historia.
Los herero sufrieron el que probablemente sea el primer genocidio del siglo XX, junto con los namaqua. Una matanza perpretada entre 1904 y 1907 por un general alemán, Lothar Von Trotha.
Todo empezó porque los Herero se rebelaron contra la situación de opresión a la que estaban sometidos. Mataron a unos 500 misioneros, algo que evidentemente no es para aplaudir. Después de tal suceso hubo una batalla, en el que este general derrotó a los herero y los persiguió implacablemente por el desierto de Omaheke. Pero no era suficiente.
El general Von Trotha decidió castigar a los herero «de verdad» ordenando envenenar los pozos. Se calcula que hasta 60.000 herero murieron de sed e inanición. Entre el 50% y el 70% de su población. Ídem con los namaqua, otro 50% (unos 10.000) murieron de la misma forma por unirse a la rebelión.
Una matanza en toda regla, de ésas que «el continente negro» ha visto y sigue viendo periódicamente, a pesar de los pesares. Sinsentidos de los que el hombre sigue haciendo gala. Qué pena.
Desde entonces odian a los alemanes, los cuales pidieron perdón oficialmente ¡en el año 2004!! Anda que no tardaron.
Hoy los Herero son aproximadamente 250.000 personas, y la mayoría viven en Namibia, Angola y Botswana. Son cristianos luteranos y polígamos. Sí, buena mezcla, je, je.
Las cataratas Epupa
Después de unas horas, llegamos a uno de los oasis más bellos que he podido visitar.
Insospechado como todos los oasis, una franja de verde compuesta por altas palmeras, destaca una vez superamos un desnivel del terreno.
En el centro, el río Kunene es uno de esos nombres evocadores de viajes y aventuras. Un río de 1.000 kilómetros de curso que antes alimentaba a uno de los mayores lagos del mundo. El que hoy es un gran salar, Etosha. Dicho salar está situado a unos cientos de kilómetros al sureste porque el curso del Kunene cambió por un gran movimiento tectónico.
Estamos justo en la frontera con Angola. El río es lo que la marca, y cuando yo visité este lugar no se podía cruzar porque el país vecino no estaba en su mejor momento. Me contaron que en otras épocas esta era una excursión que más de uno ha realizado. Imagino que ahora que estoy actualizando este post (diciembre 2024) es posible, ya que Angola vive un momento muchísimo más dulce.
La estancia en las cataratas Epupa
Entre las palmeras del lado namibio hay varios camping, la única opción de alojamiento en este paraíso.
Con diferentes categorías, el que era más lujoso en aquél tiempo era el que está más cerca de las cataratas. Mejor dicho, frente a ellas. Nosotros fuimos al último, el del fondo, el más modesto pero también el más tranquilo.
La verdad es que es un oasis de paz donde además por primera vez nos duchamos bajo las estrellas. Esto es, amigo ¡¡Impagable!!
Las horas que inviertes en el oasis de las cataratas Epupa para dar largos paseos, por supuesto contemplar las cataratas que están a unos dos kilómetros del campamento más alejado, y observar la naturaleza. Además, aquí hay Himba y por tanto tienes la oportunidad de interactuar un poco con ellos.
Una de esas noches nos acercamos al «bar Himba», a medio camino de las cataratas y el camping, y esta pequeña excursión nocturna nos regaló varios momentazos.
El bar es un edificio rectangular de cemento y piedra, anodino por fuera y que además se anuncia como «mini market». No tiene pérdida, los últimos éxitos de música africana se oyen desde lejos, incluso por la mañana.
Aquí se reúnen los himba y algunos otros como nuestro chófer, para beber, jugar al billar y bailar al son de la música de una máquina de CDs increíble.
Las chicas nos retaron a bailar y los chicos, muy borrachos al menos a la hora que fuimos, sobre las 22 h., eran los clientes.
La barra es muy alta y la «hipótesis» de por qué es así es para que los parroquianos no se la salten y, o bien ataquen a la camarera (una chica joven), o bien vacíen las existencias de cerveza. Porque cuando se ponen, se ponen…
La cerveza es de un litro y pico y se sirve templada. Es lo que se bebe por aquí. Desde luego un alterne totalmente recomendable si quieres ver el ambiente real. No suele haber extranjeros.
Y… ah, sí, las cataratas, je, je.
Un paisaje impresionante de rocas ocres y naranjas rodean a la franja de palmeras y el río. A partir de un punto hay menos vegetación, y es justo tras la caída de unos 20 metros de agua que dicha vegetación se hace mucho más exigua.
A cambio proliferan enormes baobabs que hacen equilibrio al borde del cañón formado por el agua. Un cañón estrecho y de aproximadamente un kilómetro y medio.
Epupa es un nombre herero y significa «aguas que caen».
Si se sigue el caminillo más allá de las últimas palmeras, que asciende por la ladera de un monte junto a las cataratas, las vistas son cada vez mejores. Y andando, andando, no demasiado en realidad, se llega a una playa de arena y rocas preciosa.
Según íbamos haciendo esta caminata, oímos unos gritos extraños al otro lado, en Angola. Afinando la vista, terminamos por divisar a unos enormes simios subidos a los baobabs pelados en esta época del año. Increíble. Es lo que tiene esta parte de África, nunca sabes a quién te puedes encontrar 😊
Te dejo con algunas fotos más de este bello oasis
Consejos para sobrevivir en las cataratas Epupa
Durante tu estancia en las cataratas Epupa debes seguir algunas reglas. No olvides que estás en un entorno salvaje y repleto de fauna.
Por ejemplo, aunque el río se vea tranquilo, debes mantener siempre una distancia de unos 4 metros de la orilla, y cuando des un paseo por la misma, estar muy atento. Los cocodrilos del río Kunene son enormes, silenciosos y pueden saltar hasta dos o tres metros. Pueden dejarte K.O. antes de que te des cuenta qué te está pasando.
Por otro lado, hay muchísimas aves, pero para verlas debes estar en silencio. Si no, se irán enseguida y no te dará tiempo a contemplarlas.
Y por último, aunque hay un bar (puede que ahora haya más), si no quieres pagar un riñón por una cerveza fresca o no, será mejor que lleves existencias. Ahora ya sabes que puedes comprarlas en Opuwo.
Pues hasta aquí lo que te puedo contar de las cataratas Epupa. Sé que no es un gran relato, pero hay lugares que se viven más de lo que se puede contar de ellos. No me importaría volver.
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Que preciosidad, me leido otro paquete de post tuyos africanos. Dan ganas de volverse antropologo. No hay muchos blogs con estos destinos.
saludos
Qué bien Salvador!! Gracias, me alegro de que te gusten! Yo antropóloga ya soy, je, je, pero no practicante, no hay mucha salida laboral ? aunque el espíritu e interés los mantengo! Buen finde ?
Una explicación apasionante, Namibia es realmente un lugar insospechado, y la ruta del Okavango es realmente apasionante.
Continua viajando y haciendo disfrutar a la gente.
Gracias Pablo! me alegra mucho de que te guste y sobre continuar viajando… en la medida de lo posible, así lo haré!! :)