Entre los lugares Patrimonio de la Humanidad de Namibia está Twyfelfontein y no es de extrañar porque es una maravilla. Aquí te cuento cómo fue llegar hasta allí, parando antes en Korisha para ver un bosque de pinos petrificado.
Esta fue una de las etapas largas del viaje por Namibia. En sólo un día recorrimos más de 300 kilómetros. Lo que es una distancia media bastante cómoda en nuestro país, es larguísima en Namibia. Para que te hagas una idea, nos levantamos a las 4.30 a.m. y no paramos hasta casi la noche (sobre las 18 h). Bueno, sí que paramos, je, je, y es lo que te voy a contar a continuación.
Primera parada: Korisha y su bosque petrificado
En primer lugar paramos a repostar en Korisha, la capital de la región. Apenas estuvimos un rato en la gasolinera, donde aprovechamos para comprar algún caprichillo de picoteo y saludar a la gente que andaba por allí. Después, improvisamos una visita a un bosque petrificado. Sí, sí.

El bosque petrificado de Korisha no está tal cual, lógicamente. Se trata de una extensión de terreno en la que hay una elevada concentración de troncos de árboles. Los científicos creen que fueron traídos por una gran riada, así que podríamos estar ante los restos de uno de esos desastres naturales gigantescos que ocurrieron en esta esquina del mundo. Hace millones de años.


No obstante, algunos de los troncos están prácticamente enteros, llegando a medir 10 metros de largo, que en su día se alzarían al cielo. Otro dato curioso es que los estudios han determinado que son troncos de pino, o más bien una especie equivalente. Increíble.

¿Cómo han llegado a petrificarse de esta manera?
Enterrados en toneladas de limo que después pasó a ser arena, ésta fue absorbiendo toda la humedad y al mismo tiempo los minerales fueron penetrando en cada resquicio de la madera. En un lentísimo proceso, poco a poco unos materiales sustituyeron al otro, la madera.
Este no es el único lugar del mundo donde puedes ver troncos petrificados. En Sudán, y en Argelia, hay buenas muestras de ellos.

Este lugar está regulado y guiado, hay que pagar entrada y las multas e incluso penas de cárcel se advierten en un gran cartel nada más entrar. No te puedes llevar ni una piedrecita (toda una tentación, porque hay miles esparcidas por el suelo) sin consecuencias, así que… ¡¡ya lo sabes!!

La planta viva más longeva del mundo
Además, en la región de Korisha crece la planta viva más longeva del mundo. Se trata de la curiosísima planta tweeblarkanniedood, nombre afrikáner que significa «dos hojas no pueden morir» ya que suele echar dos hojas por siglo. Su nombre científico es Welwitschia mirabilis, y dicen que es la más longeva del mundo, o por lo menos una de ellas.
Algunas de las que contemplamos tenían más de 300 años, pero dicen que pueden vivir hasta 2000 años. Correteando sobre sus flores estaban los bichitos que las fertilizan, una especie de «zapateros».
Por cierto, es la planta nacional de Namibia.



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Twyfelfontein, Patrimonio de la Humanidad de Namibia
En la región más remota del país, el Kaokoland, se encuentra este Patrimonio de la Humanidad de Namibia. Del Kaokoland que quizá sea esta la última región de África donde los animales salvajes viven en libertad sin tratarse de una reserva o parque nacional.
Eran ya las 14 h. o las 15 h. cuando llegamos a Twyfelfontein. No habíamos parado ni a comer, y el sol caía a pico, pero era nuestra oportunidad de visitar este rincón Patrimonio de la Humanidad de Namibia.
¿Qué tiene este lugar de nombre raro?
Twyfelfontein es Patrimonio de la Humanidad de Namibia porque aquí hay magníficos grabados y pinturas rupestres bosquimanos, datados de entre 2.500 y 3.000 años de antigüedad. Y un paisaje lunar fantástico, de fuertes colores ocres. Pasen y vean:

Las montañas de Twyfelfontein parecen haber pasado por una trituradora o prensadora como las que hay en los cementerios de coches. Seguimos en un terreno desértico en buena medida, pero aquí hay varias fuentes de agua dulce. De ahí el nombre del lugar: Twyfelfontein.
Fuentes que probablemente ya estaban cuando aquéllos san o bosquimanos nómadas pasaron por aquí hace miles de años. Entonces -por lo visto- el clima era más que agradable, así que este era un pequeño paraíso de agua y fauna para los humanos.
No sé si sería exactamente el mismo manantial, pero un día llegaron los primeros afrikáner y establecieron aquí una pequeña granja. Bautizaron la fuente que les permitiría quedarse como Twyfel. Y ahí sigue, incluso con algunas cañerías de hace ya más de un siglo.

En el neolítico no había teléfonos ni cámaras, pero sí piedra donde comunicar a los que venían detrás qué podían encontrar ¡Las primeras guías de viaje!
Prueba de que este era un pequeño paraíso son los petroglifos que los san dejaron, representando pozos (símbolos circulares y una raya o punto en el centro) y animales.

Según nos contó uno de los guías oficiales del lugar, de ascendencia san, estos grabados eran el medio de comunicación entre los grupos nómadas. Eran la forma que tenían de dejar dicho qué habían cazado, y si había agua o no, al siguiente grupo que pasara por allí.
Además hay calendarios lunares, aunque no se sabe exactamente para qué. Imagino que indicarían el tiempo que habían permanecido allí, o el tiempo que habían tardado en llegar hasta allí desde el anterior punto de agua.





Hoy en día es fácil encontrarse en el camino con bichejos
Además del paisaje y las pinturas rupestres, Twyfelfontein sigue habitado por fauna salvaje. Quizá no de tanto porte como los que aparecen en los grabados, pero no dejan de ser encuentros bonitos.
Nada más llegar, por ejemplo, nos cruzamos con una ardilla del desierto junto al camino. Algunos la confundimos con un suricato porque estaba alzada de la misma manera. Probablemente esperaba a que le echaran algo de comer porque esta es la ruta para visitar los petroglifos. Por favor, no hagas este tipo de tonterías que no les beneficia a ellos, ni a nadie.

Pero lo que más abundan son los babuinos, saltando entre las rocas y observándonos con curiosidad. El gran macho llamando con un rugido profundo a sus hembras y prole, vigilándonos desde una prudencial distancia…


Camping de Palmwag: la anécdota del día
Dormir en el camping de Palmwag para acabar el día fue… toda una experiencia. Después de comer a la sombra en el parking de Twyfelfontein, continuamos hasta última hora del día. Saludamos a un par de elegantes jirafas que pastaban junto a la carretera, las primeras que yo veía en libertad 🥰🥰 Y llegamos a nuestra fonda, el camping Palmwag.

Aquí conocimos nuestro primer waterhole, un laguito al que los animales salvajes se acercan a beber en época seca. No tuvimos suerte, pero nos advirtieron de que en los alrededores viven elefantes, y éstos suelen cruzar el camping cuando les place. Las duchas, abiertas por un lado hacia los cañaverales que rodean el camping, podían ser un buen mirador.
Personalmente agradezco muchísimo que ninguno de estos magníficos animales pasara por allí mientras yo me estaba duchando porque… porque… no sé qué habría hecho!!

¿Qué harías si un elefante se cruza en tu camino?
Tras la cena, nos encaminamos de nuevo hacia el waterhole. No había luz en los caminitos del camping así que íbamos con los frontales encendidos. Y sí, ahí estaba, un elefante estaba cruzando en ese momento el camping y venía hacia nosotros directamente.
Era el primero que veíamos y nos pilló desprevenidos. Nos sentimos muy vulnerables en el camino de terreno irregular y sin iluminación, así que reaccionamos como los paletos que éramos allí. Empezamos a correr y gritar para avisar a todo el mundo.
El resto de campistas, algunos cenando tranquilamente a la puerta de su tienda de campaña o bungalow, no se movieron. De lejos debíamos de parecer una bandada de luciérnagas pegando gritos absudos.
Consejos de comportamiento ante un elefante en libertad, al menos en tu lugar de acampada
Amiguito, si te encuentras un día de estos con un elefante en libertad, que sepas que lo que hay que hacer es quedarse quieto, en silencio, y por supuesto apartarse de su camino. Esta es una de las principales cosas por las que un elefante se puede mosquear con nosotros: que estorbes en su camino.
Montar una escandalera sólo logra poner nervioso al pobre elefante y podría cargar contra nosotros por eso. En este caso, afortunadamente, siguió su camino y nos ignoró.
Más tarde supimos que un par de compañeros que se habían adelantado estuvieron a punto de ser pisados por el paquidermo. Fueron avisados por los vigilantes del camping -que están allí para eso-. Huelga decir que esos mismos vigilantes decidieron acompañarnos de vuelta a las tiendas ¡Como para dejarnos solos, ja, ja, ja!.
Ya en la tienda de campaña, pensé en la sensación tan especial que es eso de encontrarte «a pie de calle» con animales como estos. Te das cuenta de lo pequeños y poco preparados que estamos ante la Naturaleza.
Esa noche hubo más de un elefante dando vueltas por allí, y las bostas que encontramos por la mañana así lo confirmaban. Pero otro día amanecía y nosotros seguíamos camino, pero esta es otra historia. Twyfelfontein, este sitio Patrimonio de la Humanidad de Namibia quedará siempre en mi memoria.
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