Actualizado el 2 mayo, 2019
Entre los lugares Patrimonio de la Humanidad de Namibia está Twyfelfontein. Esta fue una de las etapas largas del viaje, más de 300 km. Una distancia media-cómoda en nuestro país, y larguísima en Namibia.
Nos levantamos a las 4.30 a.m. y no paramos hasta casi la noche (sobre las 18 h). Bueno, sí que paramos, je, je…
Primera parada: Korisha y su bosque petrificado
En primer lugar paramos a repostar en Korisha, la capital de la región, y después improvisamos una visita a un bosque petrificado. Sí, sí.
No está tal cual, lógicamente.
De hecho son concentraciones de troncos de árboles traídos por una gran riada. Uno de esos desastres naturales gigantescos que acaecieron en esta esquina del mundo hace millones de años. Es decir, no es un bosque hecho y derecho, pero sí se pueden observar troncos de varios metros de longitud.
Los estudios han determinado que son troncos de pino!! (o más bien una especie equivalente).
¿Cómo han llegado a petrificarse de esta manera?
Enterrados en toneladas de limo que después pasó a ser arena, ésta fue absorbiendo toda la humedad y al mismo tiempo los minerales fueron penetrando en cada resquicio de la madera.
En un lentísimo proceso, poco a poco unos materiales sustituyeron al otro, la madera.
Este no es el único lugar del mundo donde puedes ver troncos petrificados. En Sudán, y en Argelia, hay buenas muestras de ellos.
El lugar está regulado y guiado, hay que pagar entrada y las multas e incluso penas de cárcel se advierten en un gran cartel nada más entrar.
Ni una piedrecita (toda una tentación porque hay miles esparcidas por el suelo) caerá en vuestros bolsillos sin consecuencias, así que… ya sabéis!!
Además en la región de Korisha crece la planta viva más longeva del mundo, probablemente…
También aquí se puede contemplar la curiosísima planta tweeblarkanniedood, nombre afrikáner que significa «dos hojas no pueden morir» ya que suele echar dos hojas… ¡por siglo!!!
Su nombre científico es Welwitschia mirabilis, y dicen que es la más longeva del mundo, o por lo menos una de ellas :)
Algunas de las que estábamos contemplando tenían más de 300 años, pero dicen que pueden vivir hasta 2000 años. Correteando sobre sus flores estaban los bichitos que las fertilizan, una especie de «zapateros» ;)
Por cierto, es la planta nacional de Namibia.
Tras esta pequeña visita a un pasado que casi no podemos ni imaginar, seguimos rodando en dirección Norte, entrando poco a poco en el Kaokoland.
Twyfelfontein, Patrimonio de la Humanidad de Namibia, en la región más remota del país: Kaokoland
Dicen que quizá sea esta la última región de África donde los animales salvajes viven en libertad sin tratarse de una reserva o parque nacional.
Eran ya las 14 h. o las 15 h. cuando llegamos a Twyfelfontein.
No habíamos parado ni a comer, y el sol caía a pico, pero era nuestra oportunidad de visitar este rincón Patrimonio de la Humanidad de Namibia.
¿Qué tiene este lugar de nombre impronunciable (otro más)?
Pues que aquí hay magníficos grabados y pinturas rupestres bosquimanos, datados de entre 2.500 y 3.000 años de antigüedad.
Y un paisaje lunar fantástico, de fuertes colores ocres. Pasen y vean:
Unas montañas que parecían haber pasado por una trituradora o prensadora como las que hay en los cementerios de coches, se alzaban ante nosotros.
Seguimos en un terreno desértico en buena medida, pero aquí hay varias fuentes de agua dulce. De ahí el nombre del lugar: Twyfelfontein.
Fuentes que probablemente ya estaban cuando aquéllos san de hace miles de años pasaban por aquí. Entonces -por lo visto- el clima era más que agradable, así que éste era un pequeño paraíso de agua y fauna para los humanos.
No sé si sería exactamente el mismo manantial, pero un día llegaron los primeros afrikaner y establecieron aquí una pequeña granja. Bautizaron la fuente que les permitiría quedarse como Twyfel.
Y ahí sigue, incluso con algunas cañerías de hace ya más de un siglo.
En el neolítico no había teléfonos ni cámaras, pero sí piedra donde comunicar a los que venían detrás qué podían encontrar ¡Las primeras guías de viaje!
Prueba de que éste era un pequeño paraíso son los petroglifos que los san dejaron, representando pozos (símbolos circulares y una raya o un punto en el centro) y animales.
Según nos contó uno de los guías oficiales del lugar, de ascendencia san, estos grabados eran el medio de comunicación entre los grupos nómadas.
Eran la forma que tenían de dejar dicho qué habían cazado, y si había agua o no, al siguiente grupo que pasara por allí.
Además hay calendarios lunares, aunque no se sabe exactamente para qué. Digo yo que indicarían el tiempo de permanencia o el tiempo que habían tardado en llegar hasta allí desde el anterior punto de agua…
Hoy en día es fácil encontrarse en el camino con bichejos
No de tanto porte como los que aparecen en los grabados, pero no dejan de ser encuentros bonitos.
Nada más llegar, por ejemplo, nos cruzamos con una ardilla del desierto junto al camino. Algunos la confundimos con un suricato porque estaba alzada de la misma manera. Probablemente esperaba a que le echaran algo de comer porque esta es la ruta para visitar los petroglifos. Insisto, no hagáis este tipo de tonterías que no les beneficia a ellos, ni a nadie.
Pero lo que más abundan son los babuinos, saltando entre las rocas y observándonos con curiosidad. El gran macho llamando con un rugido profundo a sus hembras y prole, vigilándonos desde una prudencial distancia…
Dormir en el camping de Palmwag para acabar el día fue… toda una experiencia
Después de comer a la sombra en el parking del lugar, continuamos hasta última hora del día. Saludamos a un par de elegantes jirafas que pastaban junto a la carretera. Las primeras jirafas que veo en libertad, emocionante!!! Y llegamos a nuestra fonda, el camping Palmwag.
Aquí conocimos nuestro primer water hole, un laguito al que los animales salvajes se acercan a beber en época seca.
No tuvimos suerte, pero nos advirtieron de que en los alrededores viven elefantes, y éstos suelen cruzar el camping cuando les place.
Las duchas, abiertas por un lado hacia los cañaverales que rodean el camping, podían ser un buen mirador.
Personalmente agradezco muchísimo que ninguno de estos magníficos animales pasara por allí mientras yo me estaba duchando porque… porque… no sé qué habría hecho!!
¿Qué harías si un elefante se cruza en tu camino?
Tras la cena, nos encaminamos de nuevo hacia el waterhole. No había luz en los caminitos del camping así que íbamos con los frontales encendidos. Y sí, ahí estaba, un elefante estaba cruzando en ése momento el camping y venía hacia nosotros directamente!!!!
Era el primero que veíamos, nos pilló desprevenidos y sintiéndonos muy vulnerables en el camino de terreno irregular y sin iluminación.
Empezamos a correr y gritar para avisar a todo el mundo.
El resto de campistas, algunos cenando tranquilamente a la puerta de su tienda de campaña o bungalow, ni se meneó.
De lejos debíamos de parecer una bandada de luciérnagas pegando gritos absudos.
¡¡Menuda paletada que protagonizamos!!
Consejos de comportamiento ante un elefante en libertad… al menos en tu lugar de acampada
Amiguitos, si se encuentran un día de éstos en una situación parecida, que sepan que lo que hay que hacer es quedarse quieto, en silencio, y por supuesto apartarse de su camino.
Esta es una de las principales cosas por las que un elefante se puede mosquear con nosotros, que estorbemos en su camino.
Montar una escandalera sólo logra poner nervioso al pobre elefante (y podría cargar contra nosotros por eso), que en este caso siguió su camino y nos ignoró.
En fin, como digo, la emoción y novatez nos llevó a la «escenita», y ya no nos quedaba más remedio que reírnos…
Más tarde supimos que un par de compañeros que se habían adelantado estuvieron a punto de ser pisados por el paquidermo. Fueron avisados por los vigilantes del camping -que están allí para eso-.
Huelga decir que esos mismos vigilantes decidieron acompañarnos de vuelta a las tiendas ¡A ver, como para dejarnos solos, ja, ja, ja!-.
Ya en la tienda de campaña, pensé en la sensación tan especial que es eso de encontrarte «a pie de calle» con animales como éstos.
Te das cuenta de lo pequeños y poco preparados que estamos ante la Naturaleza.
Esa noche hubo más de un elefante dando vueltas por allí, y las bostas que encontramos por la mañana así lo confirmaban.
Pero otro día amanecía y nosotros seguíamos camino, rumbo a un oasis maravilloso, que otro día os cuento ;P
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