Una de las mañanas en el oasis de Epupa, nos fuimos a visitar a los Himba, que significa «el que pide». Esta es una de las tribus más míticas de África y quizá más retratadas, con permiso de los Masai 😊 ¿Quieres saber por qué? ¡Sigue leyendo!
Yo tenía muchas ganas de conocer a los himba porque recordaba a los Hamer de Etiopía con mucho cariño y se parecen muchísimo en sus atuendos y arreglo personal.
No sé a ciencia cierta si están o no emparentados, pero no creo en tantas casualidades juntas. Desde luego las tribus que llegaron hasta aquí no salieron de la nada, sino que vinieron de mucho más al Norte. Hace ya mucho mucho tiempo, eso sí.
Cómo visitar un poblado himba
Visitar un «caserío» himba (si se me permite la expresión) implica ir con un guía que haga de intérprete y consiga el permiso para entrar en su casa.
No son poblados como tal, si no unidades familiares dispersas por el seco territorio del Kaokoland. Supongo que para aprovechar los escasos recursos naturales de una manera más eficaz.
Además del guía, conviene llevar unos regalos, como manda la tradición. Y las transacciones que el turismo moderno -menos mal que es escaso- han ido imponiendo.
No lleves dinero, por favor, que no les haces ningún bien. Es mucho más práctico y por ellos aceptado un regalo en bienes comestibles. Productos de primera necesidad y también caprichos que han conocido en el mundo moderno: harina, arroz, azúcar, sal.
👉 Se ha de entregar al cabeza de familia. Si este no está, a su mujer principal o a quien ellos indiquen.
Lo normal es que en agradecimiento al regalo permitan hacer fotos libremente, además de dar una vuelta por su casa y charlar con ellos. Bueno, más bien con ellas. «Ellos» suelen estar en el campo pastoreando -y así les vimos al paso de nuestro vehículo-.
Si viajas por tu cuenta, puede que tengas la suerte de ver un poblado, parar y que os autoricen a estar con ellos un rato. Seguramente será una gran experiencia y más espontánea 😊
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¿Quiénes son los himba, hoy en día?
En esta tribu, hoy en día, hay dos grandes grupos o clases. No sé si se podría hablar de «clases sociales», pero van camino de ello.
- Los que optan por la vida tradicional.
- Los que optan por la vida moderna.
Los Himba que optan por la vida tradicional
Los himba que mantienen su vida tradicional son seminómadas y se dedican al pastoreo de cabras y vacas. Cada varios meses se mueven a otro lugar.
Siempre en busca del agua y los pastos.
Algo que comparten con otros grandes grupos nómadas del continente, como algunas de las etnias de Chad.
Los Himba que optan por la vida moderna
Cada vez con más fuerza y más numerosos, están los que deciden abandonar su indumentaria tradicional y asentarse en un lugar.
Buscan un quehacer, escolarizan a sus hijos o ellos mismos estudian si aún no han formado una familia.
¿A qué se dedican estos himba? Hay un poco de todo. Desde venta de artesanía en lugares más turísticos como Swakopmund, hasta hacer de guías, mozos de comercio, etc.
Lo malo es que muchos de ellos, aunque estudien, no son precisamente ciudadanos «de primera». Puede que no quieran o no lo sepan calcular de antemano, pero se encuentran con que no entienden bien ese mundo moderno. Y caen en el alcoholismo.
Esto último también les ocurre a jóvenes «tradicionales», quizá en la encrucijada de decidir con qué vida se quedan.
Además, son objeto de burla de los que siguen el modo de vida tradicional.
Es un problema ya conocido por otros pueblos. Pierden el arraigo, pierden el respeto de los que aún no se han visto arrastrados por el escaparate de la modernidad, y no ganan el respeto del «nuevo mundo» en el que ingresan.
Cómo son los poblados tradicionales
Las casas de esta tribu constan de un terreno circular protegido con grandes matorrales espinosos para evitar la visita de las fieras.
No es un poblado propiamente dicho, no como nosotros lo entendemos, porque cada recinto es ocupado por una sola familia, máximo dos.
Dentro del círculo hay varias casas hechas con adobe y paja. Se acompañan de algunos graneros o despensas para la comida, más pequeños y construidos en alto sobre pilares, una vez más para evitar la entrada de animales.
Aproximadamente en el centro tienen un corralillo con las cabras y vacas, su bien más preciado.
Por otro lado, hay elementos importantes a tener en cuenta cuando les visita, aunque ellos mismos te avisan al llegar: una zona del espacio entre las casas está delimitada por una línea invisible entre el umbral de la casa del jefe y el fuego. Es el vínculo con el «hogar» y está terminantemente prohibido cruzarlo o pisarlo.
Saltarse la norma de cruzar esa línea invisible es una cuestión de honor y el castigo puede ser pagar una cabra. Aunque creo que todo depende de las maneras con que se hacen las cosas y se discuten después, por si acaso hay que ser cuidadoso.
Es decir, tienes que ser consciente de que no hay que ofender al anfitrión, ni dañarle innecesariamente.
Como ya he dicho, al visitarles por la mañana ni los hombres, ni los chavales a partir de cierta edad, ni las vacas, están en casa.
Sólo pudimos estar con las mujeres y niñas. Ellas se encargan tanto de cuidar a las cabras -ése día había varias pariendo-, como de fabricar artesanías para la venta a los pocos turistas que llegamos hasta allí.
Conociendo a las mujeres himba
Es impresionante ver de cerca a las mujeres embadurnadas del maquillaje que se aplican a diario, hecho a base de polvo de ocre y grasa animal. Junto con sus peinados, collares y pulseras.
Pero lo que más me sorprendió fue su buen humor, su pronta sonrisa y las ganas reírse con nosotros. Todo el rato. En poco tiempo nos ganaron con su amabilidad y buen rollo 😊
Dicen que el ocre aporta protección contra el sol y las bacterias, así como hidratación. Además, se perfuman con el humo de las hojas de un árbol muy aromático.
Una curiosidad: las mujeres himba no se lavan nunca. Su cultura decidió hace muchísimo tiempo que el agua, tan escasa allí, no se puede desperdiciar en su aseo. Pero sí en el de los hombres. Qué curioso -nota irónica-.
También me sorprendió y entristeció ver a algún crío con heridas supurando. Con todas las moscas encima de él, que ni se molestaba en quitar.
Realidades que se hacen difíciles a nuestros ojos, nosotros que venimos de un mundo sobreprotector, prefabricado y «burbuja» en buena parte (y con muchos recursos).
La altísima mortalidad infantil y la baja esperanza de vida en Namibia, como en buena parte de África, encuentra su expresión en rostros como el de estos pequeños.
La visita terminó cuando las mujeres empezaron a desplegar unas pieles en el suelo, detrás de la casa del jefe, y a sacar todo tipo de pulseras, collares y otros objetos.
Es difícil decir que no, resistirte a llevarte un recuerdo de lo que hacen y también se ponen ellas. Y aunque es el «toque» que yo no quería ver, el de parque temático por llamarlo de alguna manera, entiendo que a ellos les viene bien y que somos un recurso más en su existencia.
Me hubiera gustado, como siempre en todos los viajes, tener tiempo para pararme con calma y conocer mucho más a los Himba. Preguntarles por sus preocupaciones, por su vida diaria, por cómo ven su vida. Algún día.
Recursos para organizar tu viaje a Namibia
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Fascinante, En verdad me encanto.
Muchas gracias Alejandra! me alegro mucho de que te haya gustado tanto :)
Saludos
Alicia
No habíamos leído este post sobre los himba y ¡es cierto que se parecen a los hamer! Sobretodo las mujeres, con el barro en el pelo. Aunque no los conozcamos, por lo que pudimos ver en Etiopía, tuvimos la impresión de que esta forma de vida milenaria tiene los días contados y que, dentro de unos años ya no será lo que era hoy en día, por lo que vale la pena conocerla ahora. A todos nos gustaría quedarnos por unos días conviviendo con ellos, pero siempre suele pasar que se hace corto el viaje y te quedas con ganas de más.
Quizás los viajes habría que plantearlos de otra manera, con más tiempo para disfrutar de la gente que nos podamos encontrar por el camino, ¿no crees? Aunque a veces no es tan fácil y resulta caro. ¡Que mono de África tenemos! Un abrazo!
Sí que se parecen chicos!! aunque como digo en el post, los gestos y carácter son decididamente diferentes, pero en modo de vida y atuendo, muchísimo!! :) Los hombres también, pero no pude hacerles muchas fotos, de hecho se veían pocos ;)
Ay, mono de África y de viajar, más y mejor, con más calma, desde luego que sí. Algún día, no es descartable, sólo hay que reunir un poco más de fuerza de voluntad y arrojo, al menos por mi parte :)
Besos y muchas gracias por pasaros y comentar, siempre un placer!
Alicia
Me emociona hasta las lágrimas leer tu testimonio de un viaje tan soñado por mí.
Amo a los Himba, en especial a las mujeres y niños, que siempre son los que más aparecen en las fotos que se publican en internet.
Sueño con estar ahí, compartir con ellos y guardarme en mi retina y en mi alma, cada segundo compartido.
Gracias Alicia por hacer tan real tu texto. Sentí que estaba allí.
Besos!
Valeria desde Argentina
Muchísimas gracias Valeria!! Los hombres no se prestan tanto a las fotos, o más bien, no suelen estar en casa cuando van los turistas ya que están pastoreando. Ojalá puedas ir!!
Un beso desde España!
Alicia
Buenos días Alicia:
Me ha gustado mucho tu texto, vamos a organizar un viaje a Namibia y Botswana para noviembre y quería saber si me puedes facilitar algo de información sobre como gestionar esta excursión para visitar a los Himba (comentas que tiene que ser a través de un guía local).
Espero tu respuesta y la agradezco por adelantado.
Un saludo.
Javier
Hola Javier! pues la verdad es que no te puedo ayudar mucho, porque iba en viaje organizado desde el inicio del viaje y no me ocupé de esto. Es muy probable que en Opuwo, la ciudad más grande y próxima a las cataratas Epupa, y el último sitio donde repostar y comprar víveres antes de llegar, haya agencias locales. Pero no lo sé a ciencia cierta. Mira a ver si encuentras información de qué hay en Opuwo…
Saludos y que vaya bien!
Alicia