El oasis de Bahla se incluye en cualquier circuito turístico del país por albergar uno de los puntos declarados Patrimonio de la Humanidad en Omán. Un palmeral, pueblo y fortaleza o castillo abrazados por aproximadamente doce kilómetros de muralla. Es también un lugar lleno de leyendas que puedes leer aquí 😉
Ten cuidado con los jinn de Bahla…
¿Qué son los jinn o yin?
La traducción literal de jinn o yin significa «lo oculto», lo escondido. Los jinn son espíritus, seres extraterrenales, posibles explicaciones de lo que no tiene explicación. Los genios o fantasmas que están en el Islam tanto como en nuestra tradición. El Corán los cita en varias ocasiones e incluso les dedica una asura.
En realidad (creo recordar que leí hace tiempo) el Islam se los apropió de las creencias animistas que existían antes de que llegara Mahoma. Las mismas que aún perviven en el África subsahariana.

Dicen que la gente de Bahla tiene experiencias extrasensoriales porque viven en un lugar cargado de energía.
Se habla de brujas, mezquitas voladoras (sí, como lo oyes) y árboles mágicos habitados por jinns. Pasear por el zoco de noche o cuando está vacío te puede exponer a algún «encuentro», y en la fortaleza ya no vive nadie, pero de vez en cuando se siguen oyendo voces y lamentos.

Quizá tenga que ver con el pasado de esta ciudad. Bahla fue capital de Omán entre el siglo XII y el XVII. Y con que ha visto unas cuantas destrucciones por el fuego, inundaciones, y por supuesto guerras.
O más bien todo esto tiene origen en las tres mezquitas que se alzan en las colinas cercanas a Bahla. Son conocidas como las Mezquitas de los Santos.
Aunque en el Islam ortodoxo no hay santos, para los sufís, la secta mística del Islam, las tumbas de algunos hombres considerados como tales son lugares reverenciados. De hecho, se les atribuye poderes como la sanación de enfermos.

Bahla es uno de los lugares Patrimonio de la Humanidad en Omán y mucho más…
Cuando fui a visitar la fortaleza de Bahla, nuestro guía se mostraba reticente a que la visitáramos. Sí que es cierto que, fue él y no nosotros quien empezó contando que está habitada por fantasmas…
Hablaba en inglés y decía «ghost», pero cuando dije la palabra jinn asintió, aunque no quiso ni pronunciarla. Su gesto grave indicaba que no debía seguir la conversación por ahí. Poco a poco se fue sumiendo en el silencio (y en las llamadas a su teléfono móvil).

El fuerte de Bahla fue declarado «monumento de importancia global» por la UNESCO. Es la fortaleza más antigua de Omán. Su origen está en el año 1.000 A.C. Tras décadas de restauración, en el año 2012 se inauguró de nuevo.
Esta restauración fue una tarea enorme a cargo de un equipo multinacional: omaníes, marroquíes, indios y pakistaníes trabajaron aquí. Dos años necesitaron para llegar al nivel del suelo original y no emplearon la electricidad. Ni la hay, ni se la espera entre sus muros.

Según unas fotos antiguas, y el testimonio de un coronel británico de 1885, en el fuerte había dos enormes torres del viento, una arquitectura que permanece en Irán y en Irak. Para cuando empezó la restauración habían desaparecido, y los trabajos se concentraron en salvar lo que aún había.
Explorando el fuerte de Bahla

Bajo un sol de justicia y con un calor tremendo, entramos en solitario. No había ningún otro visitante. Teníamos la fortaleza para nosotros solos.
La entrada y sus puertas son majestuosas, enormes. Accedemos a un amplio patio y decidimos ir al edificio de la derecha, con otra enorme puerta terminada en un gigantesco arco.

Entramos en un lugar lleno de sombras y un poco más allá oscuridad. Los techos son tan altos que parece que estás en un mundo de gigantes. Un mirhab (el lugar que señala la dirección a La Meca) preside la sala.

Nos movemos poco a poco en el laberinto de escaleras y estancias. Todas muy vacías, aunque se adivina lo señorial del lugar.


Restos de estucos, vigas ornamentadas… nada que no hayamos visto en otros lugares como el castillo de Jabrin y en las antiguas mansiones de mercaderes de los oasis. Y sin embargo, este lugar tiene un aura especial. Será por sus gigantescas proporciones, o porque andamos un poco sugestionados por las leyendas.


Subiendo por unas escaleras interiores para acceder al siguiente piso, los vimos. Agarrados, anclados a las vigas. Un montón de murciélagos de buen tamaño.
No sé si serán los jinns, pero impresionaban mucho. Enseguida nos quedó claro que este es su reino. Habitación tras habitación, en las paredes y en los huecos del techo, encontrábamos murciélagos. Un poco inquietante sí que era.
Por si acaso, avanzamos hablando en voz bajita y tratando de mantenernos alejados de los bichitos. Algunos estaban en la pared, junto a las puertas que debíamos franquear. Una mordedura de uno de estos te expone a la rabia, por ejemplo.

Desde arriba observamos mejor el fuerte. Parece un perfecto castillo de arena. Es más grande y más complejo que la idea que te haces desde el exterior, y… sólo le falta la vida.

No sé quién trasegaría por aquí. Puestos a imaginar, supongo que mercaderes, guerreros, el sultán, la corte, las mujeres nobles y las del pueblo llano. Unos vendrían buscando justicia, otros a ganarse el pan, otros a pagar los impuestos. Otros no vendrían sino que les traerían presos tras una escaramuza.
Una vida que es difícil de imaginar. Una vida que fue, y que ya no volverá.
Puede que los fantasmas sean los que en realidad se encargan de que no le falte esa «vida», acompañados del viento y de la soledad.
Espero que te haya gustado esta visita «exclusiva» a la fortaleza de Bahla, Patrimonio de la Humanidad en Omán. Si estás pensando hacer un viaje a este fantástico país, además de recomendarte leer el resto de posts que he publicado, te invito a que eches un vistazo a las actividades que puedes reservar aquí.
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