Actualizado el 29 marzo, 2019
Un nuevo día empieza en Omán y nos levantamos con la ilusión de empezar a recorrer durante varios días, ahora sí, los paisajes soñados. Salimos de la capital a las 8 de la mañana y ponemos rumbo a Sur, la ciudad de Simbad el Marino.
Sur está en el extremo este de Omán y es conocida por esto, por su asociación con la leyenda de Simbad el Marino. Poco hace falta para soñar si uno oye este nombre ¿no?
El camino hasta Sur tiene mucho que ofrecer, y puede ocupar todo un día de paradas varias antes de llegar, así que paso a contaros:
Pasando un rato en casa de un ciudadano de Omán en Al Mazaara
Nosotros empezamos yendo a Al-Mazaara o Al Mazari (¿os suena? en español corresponde a la palabra «almazara»). Este es el pueblo donde nació Amur, nuestro guía, y donde vive gran parte de su familia.
Antes nos quiso mostrar una gran presa de agua que optimiza este preciado recurso venido de las montañas. De las Hajar East Mountains, la continuación de la cadena montañosa donde se sitúa Jebel Shams, el pico más alto de Omán.
Para ellos es un orgullo. Para nosotras, la presa en sí no tenía demasiado interés. Las vistas del pueblo y del río son muy buenas.
Amur nos llevó a su casa, instalándonos en el salón de invitados. Esta es la costumbre en Omán y así lo veríamos más adelante.
Tras descalzarnos (cómo me gusta esta costumbre!) entramos en una estancia con puerta independiente que está especialmente reservada para las visitas.
Amueblada con alfombras y cojines ocupando tres de las cuatro paredes de la sala, cuenta con baño propio. Así no hay excusa para pasearse por la casa principal.
En el centro de la estancia nos esperaba una bandeja con sandía cortada, naranjas y dátiles, además de café omaní. Seguramente preparada por su madre o alguna de sus hermanas.
Fue genial. Nos quedamos un rato solas, conectadas a la wifi de la casa, mientras él se fue a saludar a su madre.
Quizá os preguntáis si no nos poníamos nerviosas porque nos dejaban solas en una habitación. Y la verdad es que no. No sé, es como que te relajas y te dejas llevar, disfrutando de su hospitalidad.
Al cabo de un rato volvió con su primo y sus niños: Muhammad y Mariam, de año y medio y 3 años respectivamente. Callados, tranquilos, muy educados, nos miraban de reojillo mientras se apretaban contra los brazos seguros de su padre.
Conversamos mientras comíamos fruta y bebíamos café, hasta que llegó la hora de irnos.
Ya me di cuenta entonces, pero ocurrió en más ocasiones: las mujeres no venían a saludarnos. Sólo los hombres y los niños de la casa.
Conduciendo entre las Hajar East Mountains
Entonces continuamos por una pista polvorienta entre rocas y montañas. Amur nos señaló el lugar donde de vez en cuando se va a pasar la noche solo.Con las estrellas como manto ¡¡Un lujazo!!
Estas tierras, que pertenecen al término de Al-Mazaara, es un paisaje agreste por el que circulan algunos burritos semisalvajes y cabras.
Las formaciones rocosas, que parecen champiñones, son de lo más curiosas.
Después, un lugar tan increíble como su nombre impronunciable: Hawiyat Najm
Un rato después salimos de nuevo a la flamante autopista que circula hasta Sur y en poco tiempo alcanzamos Hawiyat Najm.
Junto a la magnífica costa de la que yo ya estaba enamorada hay una especie de parque.
No se advierte nada hasta que llegas allí. Entonces… la tierra se abre en un cráter semicircular de 40 m de longitud y 20 metros de profundidad.
Al fondo, aguas cristalinas de rabiosos tonos turquesas y verdes.
Está permitido el baño, aunque nosotras no íbamos preparadas para ello :(
Aun así, y a pesar del calor que ya apretaba, bajamos y metimos los pies en el agua. Pececillos pequeños revoloteaban a nuestro alrededor, y el agua estaba calentita!
Nuestro primer Wadi: Shab
Otra «parada obligada» de los tours de camino a Sur y que está a continuación de Hawiyat Najm. En el Wadi Shab se puede hacer un trekking de un par de horas subiendo la montaña. Sin embargo, era el peor momento del día en cuanto a calor, así que lo dejamos para otra ocasión.
Además, el sitio no lucía demasiado interesante desde donde estábamos. Total, que tras unos minutos continuamos disfrutando de las vistas del resplandeciente mar, los camellos y los burritos que ramoneaban junto a las larguísimas playas.
Dios, era un Paraíso que se iba superando kilómetro a kilómetro (y en realidad no habíamos llegado a lo mejor)!!
A continuación pasamos cerca de Qalhat
De esta ciudad Marco Polo escribió lo siguiente:
Esta ciudad tiene un buen puerto, frecuentado por barcos mercantes procedentes de la India. Desde su mercado las especias y otros productos se distribuyen a las ciudades del interior. Los caballos de pura raza son exportados a India, para gran ganancia de los mercaderes.
Ibn Battuta también escribió, al visitar Qalhat en 1330, que:
La ciudad de Qalhat está en la costa. Tiene buenos mercados, y una de las mezquitas más bonitas del mundo. Los muros de la mezquita están cubiertos de azulejos azules, y está ubicada en una colina sobre el puerto. Esta mezquita fue construida por una importante mujer llamada Bibi Maryam. La gente de aquí son mercaderes, y traen muchos bienes de la India. Cuando llega un barco al puerto, la gente se alegra mucho.
Qalhat sufrió un gran terremoto a finales del s. XIV, así que queda poco de lo que Ibn Battuta describe. Después, a principios del s. XVI, fue arrasada por los portugueses. Mataron a casi toda su población.
Aunque no paramos, no quería dejar pasar la ocasión de contaros algo sobre esta costa y su historia.
Poco antes de llegar a Sur veréis una enorme planta de gas, que junto con el petróleo es una de las modernas fuentes de riqueza de Oman.
La ciudad blanca de Sur, la ciudad de Simbad el Marino
Por fin, allí estaba, la ciudad blanca de Sur.
Sur comparte nombre con otra ciudad situada en el Líbano, y el mismísimo Herodoto teorizó acerca de esto. Planteó que los Fenicios tenían su origen aquí y que al expandirse hacia el norte, llegando al Mediterráneo, dieron este mismo nombre a aquel asentamiento.
Hoy en día el origen de los fenicios sigue siendo motivo de disputa entre los científicos.
Sur tuvo su momento en la historia durante los siglos en que el sultanato de Omán se extendía hasta Zanzíbar.
Llegó a contar con una flota de 100 dhows dedicados al comercio al que se referían Marco Polo e Ibn Battuta.
En 1861 ambos territorios se separaron, y el comercio transportado por los famosos dhows fue languideciendo.
Hoy en día Sur, con 7000 habitantes, sigue siendo un puerto comercial al que llegan maderas procedentes de India. También es conocida por sus caballos de pura raza árabe.
En busca de los dhows, los barcos de los árabes del mar
Aquí se continúa con la fabricación de dhows. Hoy para barcos de recreo de los omaníes más adinerados. O para las empresas turísticas que los alquilan a los visitantes de los cercanos emiratos.
Nada más llegar fuimos a ver el restaurado dhow Fatah al Khair, uno de los últimos veleros construidos en Sur que surcaron el océano. Con 75 años de edad, aparece completamente nuevo y resulta difícil creer su historia, pero es así.
Fue encontrado en Yemen, y los habitantes de Sur enviaron a un capitán retirado a comprarlo para conservar el que ya es su símbolo.
Muy bonito, aunque he de reconocer que yo miraba la ciudad con ganas de ir, por el rabillo del ojo…
Sin embargo, nos dirigimos a la fábrica de dhows que hay un poco más adelante, tras una larga tapia blanca.
Era la hora de descanso y los trabajadores, indios o bangladeshíes, acababan de dejar sus tareas y se disponían a comer.
Dimos una vuelta por allí, con el silencio como acompañante, y observamos a placer el dhow que en ese momento estaba en construcción.
Barcos que se siguen construyendo a ojo, sin planos, como siempre.
Otros, mucho más modestos, nos miraban desde el agua, fondeados en la marea baja.
Justo al lado un moderno puente da paso a la antigua Al Ayjah
Al Ayjah es una población anexa a Sur. Durante muchos años ha mantenido sus ínfulas de independencia con respecto a la famosa ciudad de Simbad el Marino.
Quizá por eso es la que conserva las antiguas casas que ya no quedan en Sur. Blanquísimas, se recortan sobre los azules del cielo y el mar en lo que parece un lugar especialmente creado para soñar.
Nos acercamos al faro que está en el extremo de la playita llena de barcas de pesca.
Totalmente remozado, es sin embargo un lugar precioso. La verdad es que me enamoré de este rincón donde el viento soplaba sin parar mientras explorábamos cada rincón. Completamente solas por ser la hora que era.
Serían las construcciones de forma redondeada que dan sensación de continuidad infinita.
Sería la luz y los colores intensos.
Sería yo, que estaba presenciando lo que había soñado tantas veces.
Comiendo en el puerto de Al Ayjah
A continuación Amur nos llevó a comer a un sitio local, en el puerto. Por el camino vimos cómo los niños y niñas salían de la escuela. Ellos, vestidos exactamente igual que los adultos. Ellas, con uniforme escolar.
Un rico pescado a la brasa, arroces con frutos secos, azafrán, canela y pasas. Un juego de salsas de la gastronomía india que son resultado del intercambio comercial y cultural de la Edad Media.
Todo por 3 OMR cada una (unos 7 €), incluyendo la bebida, ya habitual, consistente en limonada con menta.
Se come con las manos. Sólo en algunos establecimiento tienen cubiertos. Como en cada comida, me concentré para coger los alimentos con la derecha puesto que soy zurda y allí es una gran falta de educación comer con la izquierda.
Y continuamos viaje. Nuestro objetivo final era hacer la visita nocturna a la Reserva Natural de Ras al Hadd, donde las tortugas verdes desovan durante la noche.
Al no saber cuánto camino nos quedaba y las condiciones en que estaba, no dije nada pero me habría quedado más tiempo en Al Ayjah.
No haber paseado por sus calles al caer el sol, ni haber visto el atardecer en ese magnífico rincón es una cuenta pendiente que me llevo de Omán.
Para hacer esta excursión desde Mascate, si no alquilas tu propio vehículo, puedes echar un vistazo a la oferta de Getyourguides. Por las reservas a través de este enlace yo recibiré una pequeña comisión y me ayudarás a mantener el blog.
La reserva de tortugas Ras al Hadd
Nos dirigimos pues al Ras Al Hadd Turtle Beach Resort, un alojamiento de tipo medio que está realmente bien.
A base de bungalows bastante espaciosos, cuenta con una playa privada donde bañarse (incluso en bikini, chicas). Un buen restaurante y la posibilidad de ir a hacer la visita de las tortugas -la reserva está a unos kilómetros-, a las 20 h.
También fue el único sitio donde nos bebimos una cerveza, ya que el alcohol no suele estar disponible ni visible en Omán.
¿Cuál es el problema de este lugar? Pues que es eso, y ya está.
No hay posibilidad de salir a dar un paseo. Está todo vallado, y sin coche es como una trampa, o una burbuja. Si hubiéramos llegado más tarde, me hubiera dado igual. Pero es que nos plantamos allí a… las 4 de la tarde!!
No quedaba otra que echarse una siesta, leer frente al trocito de mar turquesa y pensar en la aventura que nos esperaba esa noche.
Anotación o consejo: si os apetece toda una tarde de relax playero, ok. Si no, y vais a hacer un viaje similar con una agencia local, aseguraos de que no os monten este plan.
Creo que ellos piensan que queremos este tipo de relax. Pero cuando viajas a un sitio tan lejano y tienes interés por conocer su cultura, para mi no es buena opción.
Sólo me queda contaros qué tal nos fue con la visita de las tortugas.
Visita nocturna a la Reserva Ras al Hadd
Llegamos al Centro de Interpretación de la Reserva de Ras al Hadd tras conducir por una serie de pistas en la negra noche. Pagamos 3 OMR cada una por la visita.
Allí se daban cita todos los turistas, sobre todo alemanes e italianos, y también norteamericanos.
Nos distribuyeron en grupos que salían con media hora de diferencia. De esa forma no había más de 3 grupos en la playa a la vez.
A todos nos asignaban un guía.
Cuando salimos en nuestro turno, aluciné con el paisaje.
La luna llena iluminaba una costa maravillosa. La playa, de arena blanca, relucía entre los altos acantilados, oscuros y fantasmales, que la resguardan de las olas. El mar estaba un poquito picado, pero no mucho.
Tras un corto paseo en minibus, bajamos. Nos pidieron que guardásemos silencio durante todo el tiempo que estuviéramos allí.
Las tortugas se estresan al percibir que hay alguna amenaza y esto puede causar que se den la vuelta sin desovar, o lo dejen a medias. Esto es un desastre porque no todos los huevos llegan a buen puerto si los depredadores tienen suerte de encontrar un nido «real».
Sí, lo primero que hacen las tortugas al llegar a la playa es un nido falso, vacío.
Después, unos metros más allá, hacen el verdadero. Aquél donde entierran diligentemente a sus huevos. La programación de la naturaleza nunca dejará de sorprenderme.
¡¡Y tuvimos muchísima suerte!!
La temporada alta es entre Julio y Octubre, pero los guías encontraron a una enorme tortuga que estaba en pleno proceso de enterramiento de sus huevos.
Impresionante oírla respirar trabajosamente, mientras daba paletadas de arena hacia atrás. Un proceso que suele llevar unas 2 horas en total. Impresionante ver un ojo que parece mirarte desde la era de los dinosaurios.
También encontraron un nido «verdadero» y en él 15 crías que ya habían salido del cascarón.
Los omaníes hicieron algo que me llamó mucho la atención.
Las terminaron de desenterrar, iluminándolas con sus frontales para que pudiéramos verlas. Las cogieron con mucho cuidado. Se las repartieron y las soltaron en la orilla para que pudiéramos ver cómo se metían en el agua.
Espero que esté bien, que de esta forma más allá de mostrarlas a los turistas, ayuden a que los depredadores no se las coman.
La verdad es que fue muy emocionante. Las tortuguitas eran monísimas, preciosas! perfectas miniaturas de sus enormes madres.
Hubo otro momento de agitación. Efectivamente en la orilla se distinguía un bulto negro que avanzaba con sorprendente rapidez a pesar de su gran tamaño.
Era una tortuga recién llegada, presta a iniciar su desove.
Sin embargo, el grupo de turistas más cercano estaba haciendo ruido y… terminó por darse la vuelta.
Justo lo que nos habían advertido que podía pasar si hacíamos ruido.
Justo lo que no contribuye a la conservación de esta especie única.
Nuestro guía nos dijo que seguramente iría a otra playa. Sí, ya. No sé los demás pero yo no necesitaba que me tranquilizasen. Me dejó mal cuerpo, triste.
Además desde hacía rato iba un tanto mosqueada por eso. Porque varias personas del grupo se empeñaban en hablar en un tono demasiado elevado. Y no creáis que se callaron después de esto, casi os diría que lo contrario.
Joder ¿qué parte no entiende la gente? Lo he dicho varias veces en este blog y no me cansaré de decirlo.
Para observar la naturaleza, y en especial la fauna salvaje, hay que estar en silencio y por supuesto cuidar de no ser muy invasivo en el entorno en el que estás.
Y, además, la experiencia será infinitamente mejor.
No tengo fotos que mostrar, puesto que está terminantemente prohibido hacer fotos en la Reserva. La amenaza es que se quedan con tu cámara y me parece bien teniendo en cuenta que mucha gente… en fin.
Otra opción para ver tortugas es la isla de Masirah, más al sur de esta costa.
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Acabo de llegar a tu pagina, que he encontrado gracias al blog de La Mochila de Mama. Solo queria decirte que me ha gustado mucho este post, sobretodo porque nos morimos de ganas de ir a Oman y, aunque ya haya mas gente que va, aun no es demasiada. El relato que haces es precioso y las fotografias te trasladan perfectamente a ese lugar. Te seguiremos sin duda :) (perdon por las tildes, teclado americano :( )
Un abrazo!
Hola Nuria! me alegro mucho de que os guste y os sirva para inspiraros… aún quedan capítulos por publicar de este precioso país, y sí, no hay mucho turismo, es genial :)
Un abrazo y disculpa que haya tardado tanto en contestar, tenía problemas de conexión :S
Alicia