pescadores en una playa de la isla de Masirah

Actualizado el 11 febrero, 2023

Cuando supe que íbamos a visitar Masirah, la isla más grande de Omán, las mariposas aletearon en mi estómago. En realidad no sabía prácticamente nada de ella. Su nombre es precioso, eso sí. La busqué en el mapa y desde entonces hasta que la pisé, me preguntaba cómo sería… 

Recordé que Jordi Esteva había escrito sobre Masirah en su libro Los árabes del mar, el relato que disparó mis sueños hacia el país. De ahí venían mi excitación y curiosidad hacia Masirah, pero no quise volver a leerlo. Quería encontrarme con ella sin más, ni menos.

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gaviotas volando en masirah
Gaviotas en el cielo de Masirah

Para ir a Masirah hay que coger un ferry

Antes sería en dhow como irías a Masirah. Hoy en día hay un pequeño pero moderno puerto donde atracan los ferries. Es el puerto de Shannah (Ras an Najdah).

puerto de Shannah y ferry a isla Masirah
Puerto de Sannah para coger el ferry a Masirah

Está el ferry del gobierno. Limpio y con pinta de lujoso, más caro pero parece ser que más puntual.

Y está el ferry convencional, el más barato (12 OMR por vehículo y pasajeros) y que no sale del puerto hasta que se llena de coches. Pase el tiempo que pase.

coches aparcados en el ferry a masirah
Esperando a que se llene el ferry de Masirah

El viaje de ida no fue malo. Apenas esperamos media hora para salir y eso que cuando llegamos se iba uno lleno. Era viernes, el comienzo del fin de semana de todo país musulmán, y quizá fue por eso que se llenó enseguida.

El trayecto, de algo más de una hora, fue tranquilo. El mar, de colores verdes y azules intensos, nos regalaba algún que otro dhow pesquero.

dhow navegando hacia la costa de masirah
Dhow o barco tradicional de Omán

Hipnotizada con el horizonte, con la esperanza de ver delfines acordándome de las playas de Salalah, me relajé en la zona de asientos, a la sombra. A nuestro alrededor todo eran hombres. Indios, pakistaníes y omaníes que pasaban la travesía absortos en sus móviles, conversando y mirándonos furtivamente.

pasajeros del ferry de masirah sentados en sillas a la sombra
Pasajeros del ferry a Masirah

Cuando nos acercábamos a la isla subí a la cubierta superior. Masirah empezaba a dibujarse, y cada vez se hacía más nítida. A primera vista no veía nada atractivo.

llegando a la isla con un puerto con casas bajas
Llegando a Masirah

Una pequeña ciudad se confunde con el color de las montañas que la guardan. Barcos pesqueros y no pesqueros están atracados en el puerto. Aviones militares despegan y aterrizan con estruendo, pues hay una base militar del gobierno omaní allí mismo. Es la punta norte de la isla, y la más habitada con diferencia. Se llama Dhuwwa.

La cuestión no es si la ciudad es bonita o fea, si no que no encontraba diferencia alguna con el continente. Y en mis fantasías sin concretar, pensaba ver «otra cosa».

ciudad de Dhuwwa vista desde el mar con algunos barcos atracados en el puerto
La ciudad de Dhuwwa

Una buena idea es recurrir a los servicios de cambio de moneda con Exact Change antes de ir al país. Yo misma lo he hecho para varios viajes. Puedes comprar online en su página web o por teléfono en 900 103 740 / 683 597 459. Si lo haces por teléfono, o si entras en su web otro día, añade el código VIAJESDEALI para que sepan que vas de mi parte.

Una visita demasiado fugaz

Nuestro plan era pasar una sola noche en Masirah. Una visita demasiado fugaz para mis expectativas, la verdad.

Quizá es necesario pasar no una, sino varias noches, y recorrer tranquilamente Masirah. Vaya por delante que el sur de la isla promete mucho más por ser un terreno natural casi virgen, pero no fuimos hasta allí por razones de tiempo.

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Llegamos cerca del mediodía así que nuestro primer destino fue el restaurante con mejor pescado de Masirah: Restaurant Yemeni o Yamani Masirah.

calle ancha con edificios bajos de color crema y al fondo mezquita con cúpula redonda de color verde
Calle de la ciudad principal de Masirah

El menú de siempre, aunque rico: pescado azul fresco, arroz basmati especiado, ensalada. Después, ducha y un par de horas de siesta, porque veníamos de pasar un par de días en el desierto y porque hacía un calor tremendo. En Omán la siesta es casi sagrada. Todo se para en esas horas, y más vale que te adaptes a ello.

El escenario y atmósfera es igual que el que describe Jordi en su libro:

En Masira el viento soplaba con gran fuerza, arrastrando arbustos secos que rodaban sobre sí mismos, y formando aquellos torbellinos de arena, propios del desierto, que los beduinos identificaban con los yins. El ambiente pegajoso y salino era aún más sofocante que en tierra firme. Unos pocos edificios blancos, que parecían grandes cajas de zapatos, se desperdigaban sobre la arena nívea y deslumbrante […]

Jordi Esteva – Los árabes del mar

6 ovejas tumbadas frente al mar
Ovejas sentadas frente al mar, una imagen cuanto menos curiosa

Cuando por fin nos pusimos en marcha, nos dirijimos unos cuantos kilómetros hacia el sur. El sol ya iba bajando.

Hay una carretera recta, larguísima, por la que conducir. Las paradas de playa en playa son casi obligatorias. Observas a los pescadores faenando y continúas ruta.

Hay muchos dhows, los barcos que llegaron a surcar el Índico y las costas de África. Hoy se dedican a la pesca y no al comercio. Muchos son de hierro y ya no llevan velas con las que impulsarse en el agua. Pero siguen siendo dhows.

hombres faenando en su barco pintado de naranja
Marineros en un dhow moderno
cangrejo grande asomando entre unas rocas en masirah
cangrejo entre las rocas

El paisaje que veo a través de la ventanilla es como el del continente. Inhóspito. Hay una cadena montañosa que parece volcánica y hace de columna vertebral, separando la costa este de la oeste. Voy pensando en que Masirah es una porción más de tierra firme. Plantada allí, a 20 km de la costa este de Omán, es como si un gigante la hubiera soltado después de arrancarla de la Península Arábiga.



Una de las experiencias más emocionantes de este viaje a Omán

Nuestro rumbo nos llevaba a una playa donde las tortugas van a anidar. Es reserva natural y no se puede visitar a no ser que te den permiso, es decir, que el vigilante lo sepa. Siempre hay uno, aunque no lo veas. Vigilantes que pertenecen todos a la misma tribu, emparentada con los habitantes de Wahiba. Nuestro chófer Alí pertenece a la misma y nos contó que él mismo hace turnos de vigilancia allí.

Creo que en el hotel donde nos alojamos, Hotel Danat Al Khaleej, organizan este tipo de tours gratuitamente.

Fue un atardecer agitado. El sol ocultándose en las montañas, generando un gran contraste con las montañas. La atmósfera, cargada de polvo, aportando un aire dramático y fantasmal al paisaje.

Nosotros sufríamos en el coche queriendo parar a hacer fotos y admirarlo con calma, pero Alí tenía prisa por llegar.

sol poniéndose en las montañas de la isla masirah
Atardecer en las montañas de Masirah
atardecer en la isla de Masirah en Omán

Y cuando llegamos a la inmensa playa, totalmente vacía de gente, Alí se puso como un loco a ir y venir buscando huellas de tortugas. Le seguíamos a duras penas, con la dificultad que supone andar por la arena. El sol se terminó de ocultar entre las montañas. Después, no se veía nada. Cero contaminación lumínica. Maravilloso y un poco inquietante a la vez.

Ali caminando por la arena con montañas al fondo y cielo rojo por atardecer en masirah
Alí buscando tortugas en la inmensa playa
sol poniéndose tras las montañas recortadas en negro en isla masirah

Tras una búsqueda infructuosa, siendo ya noche cerrada, nos propuso volver a Dhuwwah a cenar. Volveríamos después. Fuimos al mismo restaurante y esta vez nos sentamos en el exterior, sobre una gran alfombra. Tras una gran cena con pescado, hummus y ensalada, volvimos a la playa.

En plena oscuridad nos quedamos esperando a ver si Alí encontraba tortugas con la luz de su móvil.

De repente, sentí que había algo a nuestro alrededor…

Mis ojos se habían acostumbrado un poco a la negra noche, sin luna. Encendí la linterna del móvil y… ¡estábamos rodeados de pequeñas tortuguitas!! Correteaban a nuestro alrededor y algunas se iban en dirección contraria al mar. ¡¡Qué momentazo, qué emoción!! 🥰

tortuga recién nacida en playa de Masirah
Tortuga bebé en la arena
tortuga bebé en la arena

Comenzamos a guiarlas con la luz de nuestro móvil hacia el agua. Si se iban tierra adentro, acabarían en las fauces de los zorrillos que pueblan la isla. Esta especie de tortugas está en peligro de extinción.

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Al día siguiente tocaba salir de la isla. Aunque el soberbio atardecer y el momento de las tortugas compensaba mucho la experiencia, Masirah sigue siendo un misterio sin resolver para mí.

«¿Por qué siempre me atrajeron tanto esos parajes extremos, de calor sofocante, inundados de luz como en una fotografía sobreexpuesta, en los que parecía dormirse nuestro lado más racional mientras se agudizaban los sentidos?»
Jordi Esteva – Los árabes del mar

barcos dhow en el mar de omán
Dhows en el mar desde las costas de Masirah

Vuelta al continente: una larga espera para embarcar

A la mañana siguiente fuimos al puerto. Perdimos un ferry en nuestras narices. Fue fatal. Tuvimos que esperar a que se llenara el siguiente… ¡¡y tardó tres horas!!

Era sábado pero es como un domingo de aquí, y se ve que la gente pasa de madrugar. Como tampoco sabes si se va a llenar en 5 minutos, estás atrapado porque no puedes ir a dar una vuelta. El sol, cegador, no daba tregua.

barco de pesca pintado de blanco y desconchado en masirah
Viejo barco pesquero en el puerto de Masirah
pasajeros del ferry de Masirah esperando para embarcar
Pasajeros del ferry esperando

Nos acercamos a ver cómo descargaban el pescado de un dhow. Unos nos pidieron que les hiciéramos una foto. Otro me contó que iba a viajar a España, Francia e Italia en el mes de Octubre, durante 12 días, y me estuvo preguntando por la temperatura y otros detalles. Unos chicos se tiraban al agua, jugando, entre los barcos amarrados.

Nos cansamos de hacer fotos al mar verde y turquesa, y a los barcos que nos rodeaban.

dhow a punto de descargar pescado en el puerto
Dhow a punto de descargar pescado en el puerto de Masirah
pescadores descargando cajas de pescado del barco a una furgoneta
Descargando pescado
caja con langostas en masirah
Caja con cigalas de patas azules
pescadores en el puerto de Masirah en Omán
Actividad en el puerto de Masirah
tres chicos omaníes en su coche junto al ferry masirah
Te piden una foto y el número de whatsapp. Respondes con la cuenta de Instagram, y desde entonces nos seguimos 😉
gaviotas en el puerto de Masirah
gaviotas volando entre barcos

Entre conversaciones y momentos de mucho aburrimiento, cálculos sobre cuántos coches harían falta para salir, y tal y tal, se nos fue medio día y los ánimos cayeron un poco. Así que ya sabes, si optas por incluir Masirah en tu viaje, reserva algún día más y un poquito de paciencia.

cabras en la parte trasera de pick up en el ferry
Un par de cabras en una pick up, también esperan con paciencia

Algunos datos sobre Masirah

  • Dicen que Alejandro Magno visitó la isla de Masirah, refiriéndose a ella como «Serepsis».
  • Es la isla más grande de Omán, con 70 km de longitud.
  • Los locales se dedican principalmente a la pesca, y la población ronda los 6.000 habitantes.
  • La costa Este de la isla es buena para hacer surf y windsurf. De hecho, vimos unas cuantas velas en alguna de esas playas.
  • No hay taxis ni agencias de alquiler de coches. Tienes que ir con tu propio vehículo.
  • Hay varios hoteles de distintas categorías que puedes ver y reservar en Booking. Se puede acampar en la isla si llevas tu equipo.
  • Hay algún que otro pueblo con tienda donde comprar lo que necesites, pero mejor aprovisionarse en el zoco de Dhuwwa, que está muy cerca del puerto. En cuanto a restaurantes, aparte del Yemeni no vimos ningún otro en toda Masirah.
dos camellos sentados en parte trasera de pick up y atados para transporte
Camellos «embarcados» en una pick up, una escena muy común en Omán
hombre omaní con su vestimenta típica subido a la plataforma del ferry mirando al mar masirah
Mirando al horizonte, por fin en el mar

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