wadi shab en Omán

Actualizado el 11 febrero, 2023

Uno de los «wadi», valles horadados por los ríos, que hay que visitar en Omán es el Wadi Shab. No se puede recorrer en coche, así que hay que hacerlo andando. Es un lugar que no te esperas y con cierto aire fantástico, mágico. Quizá sea porque ahí se suelen quedar atrapadas las nubes por la mañana, o por las dimensiones de las paredes de piedra que recorrerás. 

Wadi Shab, un lugar donde hacer senderismo fácil en Omán, ideal para un día de excursión desde la capital

En mi primer viaje a Omán, pasamos por la embocadura del Wadi Shab y tras pensarlo un poco, decidimos no entrar. Veníamos de Muscat, pero se nos había hecho tarde y eran más de las 11 de la mañana. Te lo conté cuando hablé de la ruta entre Muscat y Sur.

Una salida de la autovía entre estas dos ciudades te lleva a un parking. Un puente pasa por encima del mismo. Todo cementado. Ahí debes coger una barca para cruzar el río que ya se dirige hacia el cercano mar, y echar a andar. Hacía mucho calor. Pero sobre todo es que no daba la sensación de que fuera demasiado prometedor.

Wadi Shab en Omán

En el segundo viaje, en Septiembre de 2016, seguía teniendo ganas de conocerlo porque tenía la sensación de que daría para mucho más de lo que se ve a simple vista desde el parking.

Acometer un trekking, aunque sea fácil, sin haber dormido, no es una gran idea

Pasamos la noche en una pequeña playa muy cerca, justo al lado de Finns Beach, la Playa de los Delfines. Nombre precioso, prometedor, de una costa que ya en el viaje anterior me había parecido eso, preciosa. Esta vez estaba literalmente llena de familias omaníes dispuestas a pasar una noche de acampada celebrando el Año Nuevo de la Hégira, su calendario. Por eso acampamos en esta calita un poco apartada y no en la playa de los Delfines. Una pena.

playa cerca de Wadi Shab en Omán
Playa de Omán

Eso sí, la acampada libre está permitida en Omán prácticamente en todas partes 🤗

Todo iba más o menos bien, aunque el  lugar no era muy atractivo estéticamente. Después de cenar un pescado a la brasa de nuestra hoguera, me bañé en la oscuridad. Al mover los brazos en el agua cientos de puntitos se iluminaban a mi alrededor. Era el plancton, eso que comen las ballenas y otros peces, y mi primera vez con él. Me reconcilié con el lugar, aunque duró poco porque…

Entrada la noche llegó un coche con cinco o seis chicos jóvenes. Pusieron la música a tope y se pusieron a beber. En Omán el alcohol está prohibido, pero se puede conseguir. Gritaban, cantaban, se bañaban, salían. Una juerga en toda regla. Estaban muy borrachos. No pude pegar ojo y tampoco cabía enfrentarse a ellos por si acaso. Ni siquiera salir de la tienda de campaña.

Después del amanecer, mientras Alí preparaba un té con jengibre (él sí que no durmió nada, siendo responsable de nuestra seguridad), miré a uno de ellos con cara de odio infinito. Se fue avergonzado.

amanecer en Omán
Amaneciendo junto a nuestras tiendas de campaña en la costa de Omán

Nos despedíamos así de nuestra última noche en Omán, aunque teníamos todo el día por delante, y nuestro primer objetivo era ir temprano al Wadi Shab para -esta vez sí- recorrerlo.

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Trekking en Wadi Shab

Llegamos, pues, con nuestro cuerpo de jota, al comienzo del Wadi Shab. Unos críos nos cruzaron en barca en un trayecto de dos minutos, y empezamos a andar por un sendero entre huertos y palmeras.

cañón del Wadi Shab en Omán
Paredes del cañón de Wadi Shab

Al cabo de cinco minutos ya estábamos dentro del cañón de altísimas paredes. El grado de humedad y calor, a pesar de la hora temprana, era altísimo. Sudamos como pollos, pero la visión era preciosa.

Wadi Shab en Omán
El agua del Wadi Shab tiene un color verde precioso

El río abajo, de color verde intenso, discurre entre las rocas que él mismo ha pulido año tras año. Mientras, nosotros ascendemos entre arcos de piedra.

Wadi Shab en Omán
Aguas transparentes en Wadi Shab
Wadi Shab en Omán
Paredes del Wadi Shab

Un poco más allá llegamos a un espacio más abierto. Ya no hay sendero, sólo rocas que, es evidente, se han desprendido de las montañas. La vegetación se abre paso pero nunca llega a hacerse frondosa.

Aún queda algo de bruma y junto al color tostado de la arenisca, el aspecto del lugar es como de una postal del pasado. Como un escenario de película, pienso. Mucho más bonito de lo que creía, pienso también.

Wadi Shab en Omán
Cañón de Wadi Shab

Seguimos andando durante algo más de una hora. Aparece una canalización de agua, un falaj, el ingenio de los árabes para irrigar los huertos. En todos los oasis de Omán, y a través de las montañas, los encontrarás.

Lo aprovechamos para andar más cómodamente mientras seguimos sintiéndonos pequeños entre las enormes paredes que se alzan hacia el cielo.

Wadi Shab en Omán
Falaj en Wadi Shab
Wadi Shab en Omán
Vista del Wadi Shab desde lo alto

Un baño en el Wadi Shab, con sesión de pedicura incluida

Por fin llegamos al lugar donde el río se ensancha. Alí nos indica que podemos quedarnos allí y darnos un baño, cosa que decido hacer. Así me quitaba la sal del baño nocturno en la playa y no llegaba a España oliendo tan mal, ya que no dispondríamos de ducha antes de coger los vuelos de vuelta esa misma noche.

Wadi Shab en Omán
río de Wadi Shab donde te puedes bañar

Metiendo los pies en el agua cristalina, sentados en las rocas de la orilla, descubrimos que hay muchos pececillos que vienen a comernos las pieles de los pies. Yo nunca había probado una pedicura con peces, llamada ictiroterapia.

Me produjo sensaciones encontradasme están comiendo los pies! … pero  también era algo agradable.

Decidimos volver porque nos esperaban en una casa del pueblo de Al Mazaara (y porque estábamos agotados). No llegamos, por tanto, a ver las pozas naturales que hay al fondo del Wadi, ni el pueblo que hay un poco más arriba. Dicen que es lo más bonito del lugar así que ya lo sabes, si vas con más tiempo y ganas de andar, seguro que merece la pena.

Ah, otra cuestión que nos disuadió es que siendo día festivo, el Wadi se había llenado de domingueros omaníes. Cuando nos íbamos llegaban por decenas, equipados con sus neveras y alfombras para hacer un picnic en las rocas del Wadi. La algarabía era general y la magia del lugar se había arruinado. En su favor diré que no es lo habitual y que es probable que no te ocurra esto.

Consejos para la visita al Wadi Shab

  • Madruga mucho, todo lo que puedas, si vienes desde Muscat o desde Sur o alguna otra localidad, para no empezar muy avanzada la mañana y evitar las horas de más calor.
  • Lleva calzado para andar, cerrado o sandalias de trekking, si no quieres sufrir o directamente tener que abandonar.
  • Tampoco te olvides del bañador, aunque recuerda que en Omán, si eres mujer, debes ser discreta. De todas formas aquí las conductas eran más laxas y yo misma me bañé en bikini, cosa que no hice en otros lugares donde me cubría con camiseta y pantalón corto o algo similar. Fíjate en quién anda por allí y actúa en consecuencia.
Wadi Shab en Omán
  • No te olvides de llevar suficiente agua, sombrero si hace sol, y algo para comer. Junto al parking, antes de coger la barca, hay un chiringuito donde poder tomarse un té o refresco a la vuelta. También venden snacks.
  • Cuidado con las rocas porque resbalan. Me pegué una buena costalada por evitar a un sapo que había al lado de donde elegí sentarme.
  • Puede que sea mejor evitar el viernes, que es como nuestro domingo y por tanto el día preferido para salir de picnic, una actividad que les encanta a los omaníes.

Bonus: de vuelta a Muscat, recorremos otro wadi inesperado: Wadi Al Arbaeen

Nos desviamos hacia el interior desde la autovía que ya he dicho que corre paralela al mar, dejando a un lado el famoso Bimmah Hole. Estamos más cerca aún de Muscat, pero de nuevo entramos en un paisaje de montaña y desierto fantástico.

👉 Consejo: hay que ir con un coche 4×4 si no quieres verte en apuros. Todo el camino es pista, y aunque está bastante bien, no es muy apta para turismos.

Wadi Al Arbaeen en Omán
Wadi Al Arbaeen

El Wadi Al Arbaeen es mucho más abierto que el Shab, pero igualmente impresionante. Por la época en que estábamos (Septiembre), no hay mucha agua en el río, pero a cambio ganas en disfrutar de las diferentes trazas geológicas y las rocas de distintos colores. También hay antiguas torres de vigilancia que dan un aire épico al lugar.

Wadi Al Arbaeen en Omán
Wadi Al Arbaeen
Wadi Al Arbaeen en Omán
Antigua torre de vigilancia en Omán

Nosotros no paramos, pero por lo visto este es un buen lugar para caminar también, y mucho más «virgen» que el Wadi Shab.

Wadi Al Arbaeen en Omán
Rocas erosionadas
Wadi Al Arbaeen en Omán

Al final, el valle del pueblo de Al Mazaara se abre ante nosotros con su gran oasis.

Wadi Al Arbaeen en Omán
Al Mazaara y montañas de Omán

Tras comer en el restaurante que hay junto a la presa Wadi Dayqah Dam, una de las modernidades de Omán, nos fuimos a la casa de los familiares de nuestro guía.

Las chicas pudimos entrar en la casa principal para charlar con las mujeres, mientras los hombres se quedaban en la habitación para invitados, comiendo fruta y bebiendo café. Tuvimos una conversación en inglés precario, un poco dificultosa pero amable. Ellas nos preguntaban a qué lugares habíamos viajado, y nosotras les preguntamos por sus estudios y aspiraciones para el futuro.

Una de ellas está en la Universidad, en Nizwa. Viviendo en una residencia para estudiantes, estudia Filología Inglesa para poder ser traductora. Cuando le pregunté en qué quería especializarse, si como intérprete o como traductora de textos, no me entendió. Quizá porque estaba en su primer año de carrera, o porque el programa de estudios allí es diferente.

Hubiéramos tenido que compartir mucho más tiempo para llegar a entendernos más y mejor, pero guardo un bonito recuerdo de ese encuentro del que no, no hay fotos.

En resumen: el Wadi Shab y su vecino Wadi Al Arbaeen son dos grandes opciones para hacer una jornada o dos de senderismo, están muy cerca de la capital y no aun así es como otro mundo.

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