Actualizado el 16 diciembre, 2021
La ciudad de Barka está a muy pocos kilómetros al norte de la capital de Omán, Mascate. En el primer viaje me quedé con las ganas de visitar su mercado de pescado y la fortaleza que se sitúa junto a él. Así que esta vez me dirigía toda contenta a este mercado de pescado en Omán ¿tienes curiosidad? ¡vente!
Yo me preguntaba por el camino, mentalmente, cómo sería. Por fin iba a conocer un mercado local, aparte del zoco de Muscat.
¿Cómo sería un mercado de pescado en Omán, un país con tanta costa como desierto?
¿Serían todo hombres? ¿Se vestirían de manera diferente a como lo hacen en las calles de sus ciudades? ¿Qué pescados traerían de esas aguas semitropicales?
Cuando llegamos a Barka casi ni nos dimos cuenta. La ciudad de Muscat parecía no haber acabado. Debe de ser como un equivalente a Alcobendas en Madrid.
Enfilamos una calle moderna, con una vía de dos o tres carriles. Muchas casas a medio hacer, señales del boom inmobiliario, y comercios de todo tipo, incluidos muebles del hogar. El calor, a finales de septiembre, tremendo. Y sólo eran las nueve de la mañana más o menos.
Llegamos hasta el final de la avenida y allí estaba la playa. Y junto a ella, un pequeño mercado. Con tejado, para protegerse del sol. La actividad no era mucha porque -supongo- llegábamos un poco tarde.
Sí, la verdad es que deberíamos haber madrugado mucho más, como hacen ellos. Y con todo y con eso, lo primero que vimos fue…
La subasta de atunes
¡Llegamos justo a tiempo para ver el final de la subasta de atunes! Ahí estaban, en una plataforma grande semicircular y alicatada, unos cuantos hombres. En el frente los que se encargan de presentar las piezas al público y dirigir la operación de puja, venta y compra.
Con un palo largo, uno de ellos empuja el atún recién pescado hacia el centro. Lo va moviendo hacia los posibles compradores. Unos reguerillos de sangre lo acompañan.
Se dicen cifras, sin grandes aspavientos, hasta que se cierra la compra. No dura más de dos o tres minutos. Se anota pulcramente en un libro y todos ponen atención para ver la siguiente pieza, o varias. Supongo que depende del vendedor.
Los comerciantes de pescado
Después pasamos al mercado propiamente dicho. Ahí estaban los pescaderos. Muchos ataviados con el mismo traje que el resto de los ciudadanos de Omán. Tranquilos, esperando finiquitar el pescado del día.
Al principio nos miraban un tanto serios.
Después con algo de sorna.
Alguno me guiñó un ojo, otro lanzó una broma.
La confianza iba siendo cada vez mayor. Ellos nos observaban y nosotros a ellos, haciéndoles fotos si nos daban su permiso.
Me fijé en sus rasgos. Estaba el que claramente tenía una ascendencia africana. Probablemente su familia proviene de Zanzíbar, que perteneció al sultanato de Omán. Decidió mostrarnos unos curiosos peces y explicarnos qué eran, pero hablaba en árabe salpicado de alguna palabra en inglés así que no le entendimos. Al final nos estrechamos la mano e intercambiamos sonrisas.
Estaba el que tenía rasgos más árabes. Y el que tenía rasgos más europeos.
Alguna mujer cruzaba fugazmente el escenario, lo más tapada posible. Este, como en general todos los espacios públicos de Omán, excepto los zocos al atardecer, es el reino de los hombres.
También observé que algunos hombres se saludaban entrechocando las narices, a lo esquimal. Después veríamos con más frecuencia este saludo fraternal de Omán, tan curioso y que del que no pude hacer ni una sola foto en todo el viaje, pero casualmente sí aparecen en este pequeño vídeo que grabé allí mismo ;)
Pescaderos que aún se afanan en cortar el pescado en pedazos, listo para poner a la brasa. Esta es su principal forma de cocinarlo. Caballas, atunes, boquerones y sardinas, pescadillas y otros que no sé distinguir. La calidad del producto, o su frescura, innegable.
Cruzando la calle, otro edificio techado guarda cestos y más cestos de dátiles de color rojo. Esta es una de los cientos de variedades que se cultivan en los oasis de Omán.
Los rojos, en concreto, es una variedad tan colorida como poco sabrosa, desde mi punto de vista. Digamos que saben un poquito a madera. Junto con algunas verduras y hortalizas, la compra del día se completa así.
La fortaleza de Barka, testigo de la importancia de este pueblo
A dos pasos, también junto al mar, se alza la fortaleza de Barka. Es más pequeña que otras del país, pero no por eso deja de impresionar. Cuando fuimos estaba vacía y no había ningún control en la entrada, así que pasamos sin más.
En los buenos tiempos, desde Barka salían barcos llenos de mercancías hasta Basra en Iraq, distintos puertos de la India y otros del Este de África. Para proteger ese comercio se erigió este fuerte… que en realidad son dos!
Sí, hay dos puertas de entrada, y hasta tres torres desde las que disparar los cañones.
Pero es que además esta fortaleza fue escenario de uno de esos acontecimientos cruentos de la Historia:
Los persas desembarcaron en estas costas en el siglo XVIII. Ahmad Al Bu Said, un mercader procedente de Sohay que había ascendido, firmó un acuerdo con ellos en 1748. Para celebrarlo, organizó una gran fiesta en la fortaleza de Barka. Después del gran festín, cuando los persas habían bajado la guardia, los omaníes les asesinaron. La posición de Ahmad Al Bu Said se consolidó y fundó la dinastía que se ha mantenido hasta hoy. El Sultán Qaboos, fallecido en 2020, se apellida Bin Said al Said.
Admiramos los muros de adobe y disfrutamos de las corrientes de aire que encontramos entre las almenas, antes de descender al sofocante suelo. Puedes creerme cuando digo «sofocante». Era nuestro segundo día en el país y creo que este fue el peor momento de calor de todo el viaje, aunque tuvimos unos cuantos…
Miramos también unas fotografías que muestran el mercado de Omán hace años, y otra tradición por la que es famosa Barka: las peleas de toros.
Y cuando llega la hora de irnos, me despido mentalmente de ese pequeño mercado de pescado en Omán, que me hubiera gustado ver en su máximo de actividad
Aunque quizá, como todo en este país, no hubiera sido posible encontrar más bullicio porque la tranquilidad reina hasta en las horas punta.
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