Actualizado el 12 mayo, 2019
Tenía tantas expectativas como curiosidad por conocer el templo dorado de los sijs, en Amritsar, la capital del Punjab. Sabía que hay un lago artificial y un templo en el centro. Había visto unas cuantas fotos de eso, pero no sabía nada del resto. Así que tanto si vais a ir, como si queréis conocerlo, o recordarlo, aquí tenéis un resumen de todo lo que me encontré.
Una sociedad en sí misma. Un pensamiento, una religión, una identidad fuertemente amarrada ¿Quiénes son los Sijs?
Los sijs son unos señores que van siempre con un turbante perfectamente atado. Algunos de los jóvenes, con un pañuelo que recoge el pelo.
Hombres tremendamente atractivos. Los sijs me ponen, no lo voy a negar :)
Será por la elegancia de su atuendo, por sus ojos perfectamente dibujados, en forma de almendra. Ojos de mirada profunda, oscuros como pozos.
Será por sus rasgos que se me antojan nobles. ¿Recordáis al sij de la película El paciente inglés? (el mismo actor que después trabajó en la serie Lost: Naveen Andrews). Pues eso.
Pero volvamos a la pregunta, que me despisto… ¿quiénes son los Sijs?
El gurú Nanak y su misión
Los sijs son los seguidores de una religión cuyo profeta es el gurú Nanak.
Esta especie de Jesucristo fue un tipo que se puso a predicar después de recorrer medio mundo… del su mundo conocido en aquel entonces. Entre el siglo XV y el XVI llegó a La Meca. También fue al Himalaya buscando sadhus (esos tipos de rastas larguísimas que hay por toda India y Nepal), y a Sri Lanka.
Los viajes los hizo con dos amigos de su pueblo, un musulmán y otro hindú. Este es un dato significativo porque por aquel entonces estas dos grandes religiones andaban a la gresca. Bueno, después también.
Dice uno de los libritos que regalan en el templo dorado de los sijs, que la creencia popular es que Nanak fue un gran fakir, como muchos otros. «De vez en cuando aparecía en India para enriquecer su literatura sagrada, y reavivar el amor a Dios en las mentes de su gente». Termina diciendo que esto no está comprobado…
El gurú Nanak recopiló y analizó creencias allá por donde iba. Cuando volvió a su lugar de origen ya tenía su propia visión de cómo tienen que ser las cosas, además de seguidores que le pedían que les guiara.
La religión Sij se basa en tres sencillos pilares
Sólo hay un Dios.
Hay que rezar tres veces al día.
Hay que trabajar para la comunidad.
Además, en el atuendo de los sij (hombres) tiene que haber siempre cinco cosas:
- Llevar el pelo largo (que cubren pulcramente con el turbante).
- Un peine de madera para recogerse el pelo.
- Un brazalete metálico en la muñeca.
- Llevar siempre ropa interior de algodón.
- Y una pequeña daga llamada kirpán.
A todo ello podemos añadir que todo sij que se precie viajará al menos una vez en su vida al Templo Dorado de los sijs en Amritsar, por ser este su centro espiritual. Puede ir por su matrimonio o cuando tenga hijos, o por cualquier otro acontecimiento especial, o para hacer simple y llanamente una peregrinación.
Entre los elementos de su atuendo, quitarse el turbante en público es una gran afrenta. Es como quedarse en pelotas. Tanto es así, que he leído en un artículo de prensa que hace ya tiempo que los Sijs ganaron la batalla a no tener que ponerse el casco de moto para circular. Y no sólo en India, sino también en el Reino Unido. Consiguieron lo mismo para las mujeres sij, porque ellas deben llevar un pañuelo y ninguna otra cosa en la cabeza. El problema es que el pañuelo no amortigua absolutamente nada las caídas, así que ellas se dejan la vida más fácilmente en los accidentes de tráfico, que no son pocos.
Las enseñanzas de Nanak
Como en otras religiones, hay un libro que reúne las enseñanzas de Nanak, y no lo escribió él. Fueron reunidas y ampliadas por Diez Gurús sijs o sijes en un libro, el Gurú-grant-sajib. Este es el libro sagrado que adoran en todo templo sij. En el de Amritsar todas las noches se acuesta al libro, como si fuera una persona. No sé si se hará en otros templos sij.
El contenido del libro se recita como en letanías. Son como mandamientos, o pequeños poemas con contenido. A través de un sistema de megafonía las letanías salen del corazón del templo y se extienden por todo el gran patio que lo rodea. De noche es mágico. Me recordaron muchísimo a las llamadas a la oración de los musulmanes.
Otras veces te encuentras con algún grupo de cantantes apostado en las dependencias que hay a su alrededor. Estos últimos hacen música y cantan, pero no hay que confundirlo con cuando rezan. De hecho, en este caso me recuerda más al flamenco :)
Lo que más me gusta de las enseñanzas sij es todas las ideas que transmiten sobre la igualdad, fraternidad entre pueblos y clases sociales, generosidad y laboriosidad, entre otros muchos valores positivos.
Lo que no entiendo es por qué no lo aplican a la visión de la familia, que por lo visto es muy machista. Una lástima, con lo que me gustan los sijs… (bromilla). Y no lo entiendo sobre todo cuando el Gurú Nanak declaró que la mujer había nacido igual ante los ojos de Dios. En fin, esta cantinela también nos la sabemos de otras religiones ¿no?
Dicen los sijs que siempre se les ha discriminado.
Muchos huyeron de Pakistán hacia India por este motivo -el Punjab se extiende entre India y Pakistán-. Sin embargo, en India también han sufrido lo suyo. Arrestos, torturas, violaciones, humillaciones… Supongo que al final todo es una lucha de poderes, y en esa lucha los grupos pequeños pero fuertes suelen ser combatidos con más fuerza. Ahora después lo diré, pero es que también los Sijs son buenos comerciantes y suelen manejar pasta.
Quizá todo culminó cuando en 1980 una revuelta independentista sij (también hay nacionalistas) proclamó unilateralmente el estado Jalistán.
La primera ministra Indira Gandhi envió al ejército y este llegó a bombardear el Templo Dorado porque allí se refugiaban los cabecillas de la revuelta. Hubo más de 500 muertos.
Por otra parte, en el mundo occidental se les suele confundir con musulmanes por eso del turbante, y denuncian que sufren de la misma discriminación o reacciones islamofóbicas cuando hay un atentado.
Con todo, su situación ha mejorado mucho (sin que ello disculpe nada de lo que he contado hasta aquí).
La visita al Templo Dorado de los sijs
La ciudad de Amritsar es tan caótica como otras de la India, aunque no tanto como Delhi.
Se ve a más gente «pudiente». La cultura del comercio y el trabajo cunde, y efectivamente muchos sijs manejan dinero, bastante dinero.
Entrando en el Templo Dorado de los Sij
Nos acercamos al templo y todo está en obras, en el verano de 2016.
Cuando terminen dichas obras, las calles de alrededor del Templo Dorado serán peatonales, anchas y quizá más limpias.
Nos acercamos, y ya noto los nervios en mi estómago, aparte del horrible calor, del que pronto me olvidaré cuando me encuentre con la visión que tanto anhelaba.
A mi alrededor hay muchos sijs, todos con sus turbantes, todos guapos. Desembocamos en una gran plaza. Es la entrada principal al Templo Dorado de los sijs. Todo es de mármol blanco. Los turbantes de vivos colores contrastan con el escenario. Y todo es enorme.
En los soportales de un lateral está el lugar donde debes dejar tus zapatos, pues está prohibido entrar al templo con ellos. Debemos cubrirnos la cabeza mientras estemos en el templo. Ellos y ellas. Hasta los niños.
Después vamos a la entrada principal. Cruzas un pequeño canal con agua que limpia tus pies descalzos y ya estás dentro. Bajando unas escaleras… ahí está. El lago con el Templo Dorado de los Sijs. La imagen que yo tenía en mi cabeza.
Está anocheciendo, y ya está iluminado. La visión es como de las Mil y Una noches. Parece un palacio más que un templo. Suena la música y se respira paz, tranquilidad. De repente te has teletransportado a otro mundo que poco tiene que ver con India, aparentemente.
Es un lugar con magia, no cabe duda. Ni siquiera los andamios que hay en el templo me molestan.
El Templo Dorado de los Sij, de noche
Recuerdo a la gente sentada en el suelo junto al agua, o de pie frente al templo. Ellas con sus saris y ellos con sus turbantes, refulgentes de color. Siempre de frente, nunca de espaldas. Si te descuidas, uno de esos apuestos guardias te lo recordará.
El acceso al templo propiamente dicho está lleno a pesar de la hora. Todos quieren ir a ver el punto más sagrado, y todos son bienvenidos. La entrada es abierta a todo el mundo. Turistas locales que son hindús o musulmanes, budistas, cristianos, zoroastristas, o ateos aunque esto último no lo entienden mucho en India.
No se puede hacer fotos en el interior del templo dorado, sí alrededor. Pero… quien más y quien menos lo hace furtivamente.
Por otro lado, hay que andarse con ojo porque hay carteristas que se aprovechan de la multitud, aunque haya cámaras de seguridad. Y creedme, lo sé de buena tinta.
Ya en el resto del enorme complejo que arropa al templo, hay muchísimas otras cosas que hacer, ver, respirar y sentir.
Templetes, lugares donde puedes acercarte a comer un dulce o beber agua (todo gratuito), pasillos, pequeñas plazas…
A partir de cierta hora, el Templo Dorado de los Sijs inicia un baile de colores
Un juego de luces último modelo, que junto con las enormes pantallas de plasma emitiendo mensajes, desconcierta un poco. Supongo que estamos en el siglo XXI, y que los Sijs son generosos con su mayor centro de peregrinación.
Todo el mundo se hace fotos y selfies. Parejas de recién casados, grupos de militares de permiso, familias… los extranjeros somos una pequeña atracción más.
Otros, hacen su baño ritual sumergiéndose tres veces en el agua. O llenan unos pequeños bidones de plástico con agua del lago, a la que seguramente le atribuyan propiedades positivas para la salud. Como el agua de Lourdes.
Todo se mueve a un ritmo tranquilo, calmado, sin agobios y sin voces altisonantes. Es como un sueño, y se hace difícil salir de allí, porque siempre parece que hay algo que ver.
Muchos, de hecho, se alojan allí. Hay unas habitaciones para los extranjeros, y siempre puedes echarte sobre el suelo de mármol en cualquier rincón junto al resto de feligreses.
Y la mirada siempre, siempre, se te va a ese cuadrado cubierto de oro que refulge en la noche como si se tratara de una joya.
El Templo Dorado de día
De día me fijo más en los tipos de casi dos metros de altura que van y vienen con unas enormes lanzas. Son los guardianes del templo, que está claro han pasado un exigente casting de altura y porte. Solemnes, serios, no dudan en sonreír discretamente e incluso posar para tu cámara. La mayoría son muy guapos. Perdón, me estoy poniendo pesada con esto, ja, ja, ja.
Con el sol y las horas transcurridas, empiezo a entender un poquito más el lugar.
Aquí te dan una lección de organización como no la verás en tu vida. Un perfecto sistema a gran escala y conformado por voluntarios. Ahí está la gracia del asunto. Organización a gran escala la encuentras en otros sitios, pero ¿con personal temporal? ¿con gente que trabaja por sólo unas horas, un día o una semana?
Todos los sijs que van allí arriman el hombro para que la maquinaria no pare, y porque es uno de los tres preceptos sagrados de su religión: trabajar para la comunidad.
El señor que reparte agua, o dulces, o el que guarda los zapatos. Todos (o casi todos) son voluntarios.
Y el máximo exponente de organización a base de voluntariado es el comedor del templo
Una especie de factoría de comidas. Increíble. Ritmo incansable, constante e infatigable, pero sobre todo preciso. Las cifras marean un poco. Aquí se da de comer gratis a más de 35.000 personas al día -según me contaron allí-. Viendo las pilas de bandejas, cubiertos y vasos, te lo crees.
Los voluntarios se afanan en pelar cebollas, cortar verduras, repartir las bandejas y cubiertos a cada turno de comensales, recoger los platos sucios y fregarlos. Sin parar.
Así que no te vayas del Templo Dorado de los Sijs sin comer allí
Hacemos la cola, que avanza rápido, hasta que llegamos a un gran salón donde la gente del anterior turno ya se está levantando para irse. Entramos. ¿Cuántos seremos, 500 personas? y nos sentamos en el suelo, en largas filas marcadas por esterillas.
Esperamos a que llegue el encargado de llenarte el plato.
El menú incluye judías, lentejas, pan, una especie de arroz con leche, y agua (que yo no bebo por si las moscas). Si quieres repetir, puedes, porque «el tipo del cubo» volverá a pasar ofreciendo más. Todo está rico, bien sazonado y hecho. Es mucho decir de una comida preparada para miles de personas ¿no crees?
Nadie te mete prisa. Todo el mundo come a su ritmo y entiende que hay que dejar pasar al siguiente turno. Nos vamos levantando en cuanto terminamos, con nuestros enseres ya sucios que dejaremos abajo para que vuelvan a completar otro ciclo. Es fascinante. Creo que la eficiencia (y la educación) se contagian y aquí hay un gran ejemplo vivo de ello.
La amabilidad sij
Lo dije antes. Los extranjeros, que no somos muchos pero tampoco tan pocos, también generamos atracción.
A la salida del comedor, varias personas me pararon para que les hiciera un retrato con la cámara. Recuerdo a este hombre, muy serio, tanto al pedírmelo como al posar y al despedirse. Se lo muestro y se inclina en señal de respeto y agradecimiento. La agradecida soy yo, y me da pena no poder darle una copia allí mismo, aunque hubiera significado generar un tumulto, seguramente, pues otros hubieran venido a pedir lo mismo.
Cuando me despido de este lugar, más tarde y después de un último paseo tranquilo, no puedo evitar hacerlo con pena. Dirijo la mirada, por última vez, hacia ese sueño que por fin cumplí, y me digo que nunca lo olvidaré.
Amritsar tiene más lugares que ver, pero es cierto que el Templo Dorado de los Sijs es el más imponente, y da para mucho tiempo.
Os dejo dos minutos de vídeo para que os hagáis una mejor idea de cómo suenan las enseñanzas del Gurú Nanak, y cotilleéis algo del comedor ;)
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Una vez más, es un placer leerte, me descubres mundos nuevos.
Gracias Ana!! Un beso!
Ali, ¡súper bien descrita le experiencia!
Había leído algunos artículos sobre el lugar pero nada tan completo. Me ha encantado, y me han entrado más ganas aún de plantarme allí… Ay, quién tuviera más tiempo… -¡y más dinero!-.
Por cierto, las fotos chulísimas :)
¡Un besazo!
Muchas gracias Cristina!! Un besazo y espero que puedas ir! 😘😘
¡Impresionante experiencia! Lo leo y me entran ganas de ir allí, aunque no ha estado entre mis planes ;)
Y ¡vaya mirada más tierna que tiene la mayoría de los sij!
Ojalá te animes!! Mirada tierna y seductora, no crees? 😀
Si tuviera que elegir un lugar donde repetir viaje…este sería el sitio…recuerdo imborrable…tanto que mi foto de perfil está hecha allí 😍
Me lo creo, me lo creo, aunque de elegir sólo un lugar para repetir es tan cruel … 😂
Gracias y beso!
Hola Ali, te felicito por el articulo y tus fotos que que cuentan historias.
Este año vuelvo a India e iré al templo Dorado que tantas ganas le tengo. Veo que eres fotografa, yo también lo soy y tengo algunas dudas . Preguntarte en que lugares del templo se pueden hacer fotos y en cuales no, tenía entendido que en el interior del templo no se podían hacer, pero veo que tu has hecho del comedor(quizás es una zona independiente del templo, no se….) sobre todo me interesa hacer fotos de tipo documental.
Y otra pregunta, cuantos días le dedicarías al templo y ciudad ? había pensado en 2 días completos, nos gusta viajar lento. Ya me dices.
Un saludo!
Hola Cristina, la única restricción que recuerdo es en el interior del templo dorado en si mismo, que es el edificio que está en el centro del lago, pero puedes hacer fotos en el resto del complejo (patios, comedor que es otro edificio, y alguna sala mas). Verás que la gente es encantadora y te volverás loca haciendo fotos 😊 dos días completos con sus noches está bien, te recomiendo que vayas al templo en distintas horas del día, y puedes pasar allí todo el tiempo que quieras, incluso dormir!