Actualizado el 27 diciembre, 2022
Los acantilados de Moher son uno de los grandes hitos de cualquier viaje a Irlanda. Uno de los grandes objetivos de todos los que salen de Dublín, y no es para menos porque son alucinantes. Sigue leyendo que te cuento cómo visitarlos!
Confieso que nuestra llegada empezó con un punto de decepción… Circulábamos por la carretera en dirección a Doolin, cerca de la costa pero sin poder verla, cuando pasamos delante de un parking que quedaba a la derecha de la vía.
Había una especie de entrada a la izquierda y ahí estaba el acceso a los acantilados. Un poco anodino y casi sin señalización. Seguimos adelante sin haber decidido todavía si hacer la visita obligada esa misma tarde, pendientes de encontrar un par de noches o tres en algún Bed&Breakfast. En cuanto vimos las primeras casas y letreros anunciando estos alojamientos, paramos.
Dónde alojarse cerca de los acantilados de Moher
Enseguida dimos con una casita The Rambler’s guest– regentada por una entrañable mujer, ya bastante entrada en años, que nos mostró las habitaciones.
Más tarde nos contaría que en la casa de al lado vive su hija. Ella enviudó hace unos años pero allí vivía bien, tranquila. Siempre esperando la oportunidad de algún viajero que quisiera alojarse en su humilde morada.
El lugar era efectivamente muy tranquilo, con campos alrededor y algunas otras casas. El mar enfrente. El precio de 50€ con desayuno por la habitación doble nos convenció, así que decidimos quedarnos tres noches para explorar la zona, que se anunciaba muy interesante.
✍ No te olvides de viajar con un buen seguro de viajes. Yo te recomiendo IATI porque son los que más cobertura dan, con mejor precio, y su servicio es muy bueno. ¡¡Tienes un 5% de descuento en todos sus seguros si lo haces desde aquí!! ¡Haz click en la foto! 👇👇👇
La visita a los acantilados de Moher
Después de charlar un poquito con la buena mujer decidimos ir a ver los acantilados. Quedaban unas horas de luz y no podíamos aguantar las ganas.
Entramos al parking y nos clavaron 6 € por persona (precio de 2012, ha subido seguro), que es el precio de la entrada. Sí, una maravilla natural como esta tiene un precio. En el folleto turístico te informan de que todo revierte en la conservación del lugar y que los edificios respetan el medio ambiente al máximo.
Si no viajas por Irlanda con tu propio vehículo, puedes contratar una excursión desde Galway a los acantilados de Moher en Civitatis 👇👇
¿Sabías que los acantilados de Moher reciben turismo desde el s. XVIII?
Cruzamos la carretera y accedemos a lo que es un «complejo turístico» en toda regla. Tiendas, cafeterías, un centro de interpretación y unas escalinatas para acceder a la torre de O’Brien, construida en el s. XIX. Esta queda en un extremo de las grandes paredes verticales que caen al mar. Una torre a la que, si quieres subir, tendrás que pagar 2 ó 3 €, no recuerdo bien porque dimos marcha atrás. Nos estábamos enfadando un poco.
Desde allí arriba, al pie de la torre, se extienden las grandes paredes verticales a izquierda y derecha, siempre al otro lado de unos muretes de un metro y medio de altura que hacen que algunos tengamos casi que ponernos de puntillas para poder verlo cómodamente.
Todo sea para evitar caídas accidentales, o no tan accidentales. Por ahí se pueden ver los carteles de una organización llamada «los samaritanos» que indican un número de teléfono para que no recurras al suicidio. Si es que vas allí con el ánimo un poco bajo.
Los acantilados de Moher tienen un camino oficial y uno extraoficial. Para disfrutarlos de verdad, hay que aventurarse un poco
La cosa va así: en primer término hay un camino ancho, de cemento, que permite hacer el pequeño recorrido oficial en el que además se suelen situar algunos músicos con sus arpas y flautas.
Cuando dicho camino termina, una parte de los visitantes traspasa el límite para seguir andando por un estrecho sendero de tierra y hierba apisonada que bordea los acantilados sin ninguna barrera artificial.
Aquí es cuando me reconcilié con el lugar y empecé a disfrutarlo de verdad. De repente habíamos salido de la «civilización» y me vi rodeada de florecillas silvestres, mar, horizonte y roca.
Siempre con cuidado, decidimos andar hasta el final. O por lo menos hasta que nos cansáramos. La distancia es mayor de lo que aparenta, siendo 8 kilómetros en total. Tuvimos suerte (de nuevo), porque ese día no hacía viento, no llovía, ni había niebla. Me imagino que este camino en esas condiciones es muy poco recomendable.
Si tienes algo de vértigo… ¡aquí te lo curas o lo contrario!
Deteniéndonos en los detalles de los acantilados de Moher
El juego de perspectivas es increíble. En más de una ocasión temí por la vida de alguno de los que se asomaban al precipicio, pero es cierto que lo que a distancia parece una gran temeridad, en realidad no lo es tanto. Así, es probable que ellos también «temían por mi vida» cuando me asomaba un poquito al borde. O cuando pasaba por algún tramo del camino muuyyy pegado al abismo. Lugares en los que, desde mi ángulo, no sentía que estuviera en peligro.
Paredes de más de 200 m. de altura caen «cortadas a pico» y se estrellan contra el mar. La erosión es muy visible y la roca caliza se parte en formas geométricas fascinantes y de vivos colores: ocres, rojos oscuros, grises…
Las gaviotas (Kittiwakes o Gaviotas tridáctilas), cormoranes y otras aves entre las que dicen que se encuentran los frailecillos, viven aquí. En total más de 20 especies de aves anidan en los cliffs, siendo esta la mayor colonia de aves marinas de Irlanda. Especialmente las gaviotas no dejan de «corretear» o más bien de «voletear» arriba y abajo.
Observamos también cómo unos barquitos recorrían un buen tramo de acantilados acercándose mucho a los mismos. Pensamos que no era mala idea ver esta maravilla desde esa perspectiva, así que nos lo apuntamos mentalmente.
Viendo que aún nos quedaban unos buenos dos kilómetros hasta el Hag’s Head, la torre que se alza en el otro extremo de los acantilados, decidimos volver sobre nuestros pasos. De esta torre puedo contar que por lo visto es lo que queda de un fuerte demolido en las guerras napoleónicas.
Fue volviendo cuando me empecé a fijar en un detalle que más tarde confirmaría en los carteles explicativos. Buena parte de las rocas que pisamos, o que están dispuestas a modo de «murete», tienen fósiles. En concreto rastros de las olas en la arena de antiguas playas y huellas de gusanos u organismos similares que están ahí «grabadas» para siempre.
En los siguientes días descubriría que estas rocas se emplean incluso para hacer el suelo de las casas. De hecho, la casa donde nos alojábamos tenía así construido el piso de la entrada y el salón. ¡¡Alucinante!!
La piedra se llama «Liscannor» y efectivamente se utiliza en edificios y caminos. Se extrae de una cantera local, aunque si te fijas bien en muchas de las rocas que coronan los acantilados se pueden ver esos mismos fósiles.
Los acantilados de Moher en barco
Al día siguiente nos acercamos a Doolin y nos informamos de los barcos o «cruceros» que te llevan a la base de los Cliffs of Moher. No nos lo pensamos dos veces.
Se trata de 1 hora de excursión en la que con un pequeño barco recorres buena parte de los acantilados. Te acercan a la gran roca que se alza solitaria y que está llena de cormoranes y otras aves que allí anidan, comen o descansan.
La excursión nos costó 15 € (verano 2012) comprando allí directamente los tickets. Realmente merece la pena, si el tiempo acompaña.
Aquí puedes reservar una excursión en barco a los acantilados de Moher que además combina con un ferry a Inisheer para conocer esa isla ¡Me parece una gran idea!
Ojo, el concepto de tiempo allí es distinto, como no podía ser de otra forma (estamos en un medio rural). Nos hicieron esperar aproximadamente una hora en el puerto sobre lo que nos habían dicho. Es decir, no vayas con la hora pegada o con planes para después.
Una sorpresa inesperada: ¡delfines!
En el puerto había varias familias irlandesas que se bañaban en el mar, equipados con trajes de neopreno, y saltando una y otra vez desde el muelle. Nunca he entendido esa afición a bañarse en aguas tan sucias, pero nos entretuvimos viendo sus saltos, risas y chanzas.
Había un hombre de mediana edad que era el típico «papi enrollado», todo el rato haciendo bromas y divirtiéndose con los chiquillos como uno más.
De repente, estando en el agua, pegó un grito. Su mujer le preguntó qué pasaba y él dijo que «algo» había pasado rozándole las piernas. Y entonces apareció: ¡¡un delfín!!
Ya estábamos todos pendientes. Los bañistas y los que esperábamos a los barcos. Era el acontecimiento de la tarde y, efectivamente, estuvo un buen rato yendo y viniendo. Sobre todo se acercaba cuando el hombre le llamaba dando palmaditas en el agua.
El paseo en barco
Por fin llegó nuestro barco y pusimos rumbo a los acantilados. Fue fantástico verlos «desde abajo». Creo que así es cuando cobras más conciencia de sus dimensiones y señorío, y lo mejor no es tanto que te lo cuente, como que veas algunas de las tomas que hice:
En definitiva, si dudas de si ir a los acantilados de Moher porque es un sitio demasiado famoso, no te preocupes y hazlo sin dudarlo. Y si es posible, visítalos desde arriba y desde el mar.
Sigue leyendo sobre Irlanda…
- Ring of Kerry, una ruta muy recomendable del sur de Irlanda
- Dublín, esa ciudad
- Cong, Irlanda de cine
- Christ Church Cathedral de Dublín
- Trim, Irlanda de cine
- La costa este de Irlanda y sus playas infinitas
- Museo Nacional de Dublín, Irlanda
- Qué ver en Galway
- El Burren, un paisaje fantástico de Irlanda
- Acantilados de Moher
- Newgrange, el neolítico de Irlanda
- Un día de castillos en Irlanda
- La península de Connemara
- Kilkenny, qué ver en la ciudad medieval de Irlanda
- La prisión de Kilmainham en Dublín
- Inishbofin, Connemara, un lugar en el que desaparecer
¿Quieres seguirme en redes sociales? ¡Aquí las tienes! 😊
➡️ Este post NO ha sido escrito por la IA (Inteligencia Artificial).
➡️ Este post contiene enlaces a sitios afiliados. Esto significa que si haces una reserva desde dichos enlaces, yo ganaré una pequeña comisión. En ningún caso tú pagarás más y en alguno conseguirás un descuento, como en IATI Seguros. Puedes leer más en este artículo.
Fantásticas las fotos, Ali!
Tengo unas ganas enormes de visitar los acantilados de Moher. He estado tres veces en Irlanda pero siempre en otras partes del país… ahora leyendo tu post me he animado! :)
Un saludo! Me pasaré más a menudo por aquí!
Muchas gracias Cristina!! Desde luego es un lugar espectacular, aunque tampoco hay que perderse El Burren, que está a dos pasos de aquí ;)
Me alegro de que te haya gustado y de verte más por aquí :D
Un abrazo
Alicia
Hola Ali!!
Voy a ir a Irlanda el mes que viene y la verdad que descubrir tu blog está siendo lo mejor para organizar mi viaje. Muchas gracias por los detalles de tu viaje.
Me gustaría preguntarte cuál de las opciones te gustó más para ver los acantilados, si verlos desde arriba o desde el barco, ya que no tengo tiempo suficiente para ambas cosas.
De nuevo, muchas gracias por tus publicaciones.
Un saludo,
Judit.
Hola Judit! Qué bien, me alegro de que te sea útil el blog! No te sabría decir con cuál de las dos opciones me quedo, pero si hace mal tiempo está claro que no podrás hacer lo del barco posiblemente… Desde arriba son espectaculares incluso haciendo malo, eso sí, ten cuidado por el camino extraoficial pero hazlo! 😉
Hola Ali!
Definitivamente encontrar tu blog lleno de detalles, tips, anécdotas y sobre todo tus perspectivas personales de Irlanda han hecho que la planeación de mi viaje sea de lo más placentera y con las ganas de comenzarlo lo antes posible!!
Felicidades por el gran don que tienes de transmitir esas ganas de explorar el mundo 🙂
Un abrazo!
Arelí
Muchas gracias Araceli!! Espero que disfrutes mucho de Irlanda, es un gran país!!