Temprano, aunque ya el sol apretaba, nos plantamos delante de la muralla de la vieja Nizwa. La intención era pasar unas horas visitando el fuerte o castillo y los zocos de la ciudad vieja. Pero nos encontramos con una gran sorpresa. Ese día la ciudad estaba distinta. Era día de festival en Nizwa. Un gran desfile en honor el Sultán Qaboos, ahí es ná.
Día de festival en Nizwa, una de esas casualidades de la vida y los viajes
Aparcamos el coche frente a las imponentes murallas. A pesar de estar totalmente restauradas, son una maravilla que te transporta a cómo debieron ser en sus tiempos. Vemos que hay una fila de chavales desfilando, banderas del país por todas partes, y en general reina la actividad previa a un desfile o manifestación.

Resulta que sí, que es un día de celebración. Pero no sabíamos por qué. Después nos enteramos de que era sólo el ensayo para el desfile de bienvenida que se iba a realizar cuando el Sultán Qaboos les visitara. Aclaración: este viaje lo hice en el año 2015. El sultán Qaboos murió a principios de 2020.
Celebraban que el sultán Qaboos había vuelto de su convalecencia en Europa por un maldito cáncer. Aunque él estaba descansando del viaje y el tratamiento en Muscat, la capital de Omán, en Nizwa sabían que próximamente haría una visita. Querían estar preparados.
El día anterior ya un comerciante nos había comentado algo, ante nuestras preguntas sobre por qué estaban engalanando tanto la ciudad. Pero no habíamos terminado de comprender bien qué se estaba preparando. De hecho, ja, ja, entendimos que el mismo sultán vendría, y hasta habíamos fantaseado con llegar a verle… ¡Nosotras también habíamos caído rendidas a su magnetismo! En la guía de viaje de Omán tienes más información sobre quién fue el sultán Qaboos y por qué se le quiere tanto.
En fin, el momento era fantástico. La visita quedó relegada a un segundo plano. Queríamos ver la fiesta, incorporarnos a ella, disfrutarla, y por supuesto hacer muchas fotos.
Si quieres conocer esta preciosa ciudad y saber qué ver o dónde alojarte, no te pierdas mi guía completa de Nizwa.

De hecho, mientras cruzábamos el gran aparcamiento que hay frente a la muralla el pulso se me aceleró.
Dando los primeros pasos hacia el interior de la ciudadela estudiaba las escenas con la visión e intención de disparar fotografías, aunque me aguantara un poco las ganas hasta ver el ambiente.
En realidad esta excitación me viene siempre que llego a un lugar o momento que sé que es especial, y que quiero fotografiar de la mejor manera posible, además de disfrutar. Es incontrolable, es así.
El ambiente de un día de festival
La gran mayoría de personas que hay en la calle son hombres. Todos engalandos con sus mejores dishdahas, blanquísimas, y sus gorros bordados o turbantes.
De todas las edades. Los adolescentes observan la atmósfera con esa actitud típica de su edad: manteniendo poses solemnes, casi graves, en imitación de los mayores. O bien riéndose cual chiquillos con sus amigos.



No te olvides de viajar con un buen SEGURO DE VIAJES
Yo recomiendo IATI Seguros porque tienen una relación calidad-precio buenísima.
Y para ayudarte, tienes un 5% de descuento en todos sus seguros si lo haces desde aquí
Reflexiones sobre la cultura omaní
Una mirada al pasado
Los mayores, los más mayores, lucen una satisfacción en la mirada muy elocuente. Seguro que recuerdan los no tan lejanos tiempos en que Omán era un país cerrado, medieval y tradicional.
De hecho, Omán se abrió al exterior en 1970.
Seguro que echan la mirada hacia atrás pensando en el orgullo de su pueblo, su familia, sus tradiciones. Esa mirada que muchas veces todos pecamos al teñir de romanticismo el pasado. Ya lo dice el refrán «cualquier tiempo pasado fue mejor». Aunque no siempre sea cierto, ni mucho menos para todo, ni para todos.
Un día antes había visto a un anciano cabizbajo caminando por uno de los oasis de Omán que habíamos visitado. Nuestro guía nos contó que muchos añoran los antiguos tiempos y se sienten desubicados en los nuevos.
Normal, en 50 años el país ha dado un giro de 180º. De la Edad Media al siglo XXI. En ese día de festival en Nizwa se le ve, sin embargo, contentos, solemnes… Como digo, con un brillo especial en la mirada.



La modernidad de Omán
Los jóvenes entre, digamos, 25 y 45 años, lucen cámaras réflex y smartphones último modelo. También algunas cámaras de vídeo y potentes gafas de sol último modelo, a las que no renuncian a pesar de vestir como se debe en el día de festival en Nizwa. El nivel de vida se refleja también así, y en el caso de los omaníes no es muy bajo.
Muchos lucen, además, la gambía o el tradicional puñal curvo en sus fundas ricamente adornadas, bien sujeto al cinto.

Los trabajadores (inmigrantes pakistaníes o indios) recogían los botes y envoltorios que con mucha displicencia tiraban al suelo los omaníes. Nunca dejaré de sorprenderme ante tales gestos de señorío absurdo, por muy majos y agradables que sean los omaníes.
El desfile de Nizwa
El desfile estaba encabezado por tres o cuatro jóvenes a caballo que parecían galanes de cine, recién salidos de alguna versión hollywodiense o bollywodiense de Las Mil y una Noches. La verdad es que eran apuestos, todo hay que decirlo 😅
Muy conscientes de su papel, van y vienen arriba y abajo por la calle, mientras el desfile se prepara para empezar.


La acción se desarrollaba dentro del recinto de las murallas, en la calle que lleva al acceso al fuerte.
Todo el mundo admiraba a los caballos y sus caballeros.
Me fijé, y me sorprendió mucho, que los ojos de los caballos estuvieran pintados con khol, dándoles un aspecto de fiereza y también de elegancia ¿Sería para mantenerles a salvo del mal de ojo? ¿Una cuestión estética? ¿Para protegerlos del sol?

El ambiente era bastante tranquilo. La gente andaba por aquí y por allí pero con paciencia, sin prisas, y en general sin alzar la voz. De hecho, tengo algún vídeo por aquí que demuestra esa extraña quietud.
Reconocí un par de rostros o tres de los hombres que habíamos visto el día anterior en el zoco de pescado y con los que intercambiamos algunas palabras. Y este detalle, eso de reconocer a alguien que el día anterior te preguntó de dónde eres o te invitó a hacer fotos con tranquilidad, cuando es un país extraño y lejano, te aporta una sensación de confianza y bienestar maravillosos. Es un poquito, aunque sea una tontería, como sentirte parte del lugar.
Empieza la fiesta
Por fin suena la música. Lentamente el desfile va bajando la calle y se organiza por grupos, cada uno con su música.
No tengo a nadie que me vaya explicando quiénes son cada uno, pero adivino o supongo que representan a las familias o clanes del oasis de Nizwa, o quizá de los oasis de la región.

Dispuestos en filas, unidos entre sí por sus bastones tradicionales. Ejecutando pasos de baile. Avanzan entre el caos, ahora sí, de músicas que se mezclan unas con otras.
También hay un grupo que claramente, por su música africana e integrantes de piel mucho más oscura, deben ser descendientes de los habitantes de Zanzíbar que se quedaron en este lado del sultanato después de la separación.
Y todos tienen un lugar en el desfile
Después es el turno de los niños pequeños. Preciosos, graciosisímos, portando sus banderitas.
Tras ellos hay una carroza ocupada por pequeños engalanados con ricas vestiduras y joyas tradicionales.
Y a continuación, las mujeres. Madres en su mayoría, muchas mayores, portan retratos del Sultán. Acaso es un mensaje de protección, un gesto maternal hacia este hombre que por cierto no se ha casado ni ha tenido descendencia. Algo insólito en Omán y sin embargo respetado.



Cuando pasó todo el desfile decidimos seguir a la gente y los grupos de música. Se encaminaban hacia la mezquita. Sin embargo, la entrada está prohibida a los no musulmanes y además había muchísima gente, así que nos fuimos de nuevo a las murallas.
Y resulta que allí también estaban desfilando. No entendí muy bien cuál era la organización general de la fiesta pero bueno ¡¡Qué importaba!!


En este sitio un grupo de mujeres jóvenes llamó mi atención. Casi todas jóvenes, cubiertas de riguroso negro, muchas tapando todo el rostro con muselinas negras aunque alguna se había atrevido con un rabioso color naranja. Conscientes de que había muchas cámaras en funcionamiento.
Ellas también con sus cámaras y móviles retratando el momento…

El sol apretaba fuerte y tuve que buscar una sombra antes de que me diera una lipotimia. El festival seguía su curso, aunque no entendiéramos bien cuál era, pero no queríamos renunciar a visitar el Fuerte de Nizwa que se alzaba prometedor allí mismo, ni tampoco dejar de intentar encontrar el zoco de especias abierto, ya que la tarde anterior estaba todo cerrado y vacío.
La verdad es que no pudimos ver los zocos de Nizwa en todo su esplendor, pero a cambio habíamos recibido un par de horas de festival en Nizwa ¿Qué más se puede pedir?!! Bueno… ¡¡Haber visto al sultán habría sido lo más!! 🤗
Sigue leyendo sobre Omán
Este post puede contener enlaces a sitios de afiliados. Esto significa que si haces una reserva desde dichos enlaces, yo ganaré una pequeña comisión. En ningún caso tú pagarás más y en alguno conseguirás un descuento, como en IATI Seguros. Puedes leer más en la sección Descuentos que enlazo aquí.


















