La visita a los pueblos del macizo del Canigó me dejó un buen sabor de boca, en sentido literal y poético, si me permites la licencia. El patrimonio cultural y ambiental de esta región son injustamente poco conocidos en España, así que es muy buena idea escaparte a explorarlos ¿Te vienes? 😊
Los pueblos del macizo del Canigó merecen ser conocidos y reconocidos
Si tuviera que recordar un rincón, un elemento, sería el que encontré en Palalda, el pueblecito medieval que se encarama a las faldas del Pirineo Catalán, junto al moderno Amèlie-des-bains: una puerta.

Sí, me enamoré de una puerta que daba paso al interior de la iglesia románica, pequeña y oscura. Es una puerta sencillamente espectacular, con su revestimiento de formas circulares de hierro.
Hierro que seguramente haya sido extraído de las entrañas del Pirineo, en las minas cercanas. Hoy están abandonadas pero son muy recordadas porque eran la riqueza de la comarca hasta hace no tanto tiempo.

Dónde está el Macizo del Canigó, cómo llegar y por qué visitar sus pueblos
El Macizo del Canigó y sus encantadores pueblos se sitúan en los Pirineos Orientales, en la Cataluña francesa. Para llegar a esta región montañosa, la opción más flexible suele ser el coche, lo que permite explorar los diferentes pueblos a tu propio ritmo.
Desde España, puedes acceder a través de la frontera por la AP-7/E-15 y luego tomar carreteras secundarias hacia el interior del Pirineo.
Si viajas desde otras partes de Francia o Europa, las principales ciudades cercanas como Perpiñán o Girona (en España) cuentan con aeropuertos internacionales con conexiones regulares.
Desde Perpiñán, por ejemplo, puedes alquilar un coche o tomar un tren regional hasta localidades como Prades o Villefranche-de-Conflent, que sirven como puntos de partida para adentrarte en los pueblos del Macizo del Canigó.

El mar asoma cada dos por tres en el horizonte. Una pequeña línea azul difusa, un pequeño triángulo entre dos montañas, allá a lo lejos. El aire es limpio y transparente. Y aunque el sol pega con fuerza, la sombra es fresca y reconfortante.
Así es. En los pueblos del macizo del Canigó encontrarás abadías románicas y fiestas de larga tradición. Todo entremezclado con el magnífico patrimonio natural. De hecho, es la provincia de Francia con más sitios protegidos. Cuatro reservas naturales, una clasificada por la UNESCO, dos de los pueblos más bellos del país galo y la honorable clasificación de «Gran paraje de Francia» desde el año 2012.
Cuándo visitar los pueblos del Macizo del Canigó
Nuestro viaje transcurrió en junio, un mes muy bueno porque el frío ha quedado atrás, la primavera ha madurado, y aún no ha llegado el calor del verano.
Estoy segura, no obstante, de que el otoño es una gran opción. Será entonces cuando los bosques se vistan de mil colores, y las cocinas se llenen de los productos de esa temporada. Setas, frutos del bosque, y muchos otros manjares.
Qué pueblos te recomiendo visitar
Sólo puedo hablar desde mi experiencia, por eso te traigo dos pueblos del Macizo del Canigó que sobresalen por ser de los más bonitos. A ellos puedes añadir la experiencia de subir al refugio de La Batère, justo debajo del mismísimo pico del Canigó, y ampliar tu viaje a los pueblos de la costa, empezando por Collioure, y siguiendo por Argelés-sur-Mer y Paulilles.
Mapa interactivo
Aquí tienes un mapa con los pueblos mencionados y la posibilidad de buscar alojamiento. Después te hablo de los que he seleccionado para este artículo, así que ¡sigue leyendo!
El pueblo de Amélie-les-bains – Palalda
Amèlie-des-bains y Palalda forman un dúo casi indisoluble. La verda es que yo casi no vi Amèlie-des-bains porque al llegar nos encontramos con una fiesta, la de San Eloy y los transportistas, así que nos entretuvimos viendo el ambiente y luego ya fuimos al Centro Medieval de Palalda.
No puedo dejar de comentar la fiesta de San Eloy, puramente catalana, donde los niños y los mayores se visten con la ropa tradicional. Es la misma vestimenta catalana que la del otro lado de la frontera. Los fajines, los gorros, las puntillas de ellas, y las cintas con la bandera a rayas rojas y amarillas.

La fiesta de San Eloy es la fiesta de los burros. Un sincero homenaje al asno catalán, el esforzado animal que era el principal apoyo de todos los trabajos. Para la tierra y la mina, para el transporte, incluso para la compañía.

El centro medieval de Palalda
El Centro Medieval de Palalda está en el mismo núcleo y creció alrededor del castillo y la capilla. Es como el parte vieja de Amélie-les-Bains.
Además de la puerta antes citada y mostrada, que recordemos me enamoró, descubrimos un dédalo de calles entre muros de piedra. Piedra de la montaña, refrescada con plantas y flores por todas partes.


Las esquinas de las casas son a menudo redondas, circulares, y eso da un aire de suavidad que se agradece. Un pueblo precioso.
Palalda estrenaba ese día una exposición en el museo de Correos. Con gran orgullo nos la mostraron el alcalde, el teniente-alcalde, y los patrocinadores del museo venidos para la ocasión.

Museo de Correos o Musée de la Poste de Calalda
La exposición recién inaugurada estaba dedicada al granate, otro mineral de la zona con el que se elaboran y se han elaborado preciosas joyas.

Junto a las piedras y las herramientas de antes, hay pequeñas muestras de otras industrias que se intentan recuperar en la comarca del Macizo del Canigó para solaz del turismo. Alpargatas, textiles de algodón teñidos con tintes vegetales, herrería, cuchillería…

Otra de las cosas que no te debes perder es probar el pan recién hecho en el horno tradicional y comunal, aderezado con ricas mermeladas caseras.

Arlés-sur-Tech, el pueblo de los artesanos
Y llegamos a la siguiente parada a destacar en los pueblos del mazico del Canigó, no por ello menos importante. Se trata de Arlés-sur-Tech, un lugar lleno de historia que me enamoró aún más que Calalda, aunque por razones distintas que ahora te cuento.

Para empezar, no te pierdas el Molins des Arts. Quédate con este nombre porque merece muchísimo la pena pasar por allí, como hizo en su día el maestro Dalí, e invertir un par de horas en los talleres de los artesanos.
Se puede conversar con ellos (algunos saben hablar español o catalán). Y se puede admirar las industrias que se siguen haciendo como siempre se han hecho. El lugar es un antiguo molino de aceite de la localidad.


Una fantasía de colores
Entre los sitios que hay que explorar en el Molins des Arts, que es como un pequeño pueblo con distintos edificios y calles, mi boca se abrió de admiración cuando me encontré con toda una nave cubierta de rollos de hilo de algodón de todos los colores.
Dispuestos para producir el tejido catalán, un textil de fama en toda Francia por su buena calidad (y que se vende a alto precio, todo hay que decirlo).


El tejido catalán se hace siempre con un diseño de rayas que a veces incorpora pequeñas cenefas, y donde los colores de cada pieza no son casuales, porque cada pueblo tiene los suyos. Por ejemplo, en los colores del tejido de Arlés-sur-Tech encontramos:


Los antiguos talleres de hilado
Volví a abrir la boca cuando me encontré con una sala de máquinas de tejer de la época de la Revolución Industrial.
Recordé entonces las que vi en pleno funcionamiento en aquella parada de la Ruta de la Seda en Fergana. Las de aquí ya no están activas, pero en una pantalla podemos ver una película en la que se ve cómo lo hacían, a ritmo de una bonita sardana.


Las herrerías
Qué decir del herrero, consumido por el calor. Trabajando sin cesar frente al fuego, con el fuego, en el fuego.


La abadía de Arlés-sur-Tech
En Arlés-sur-Tech se alza también una de las abadías más antiguas fundadas en Cataluña.
Su historia se remonta al principio de la reconquista de Carlomagno, allá por el año 778-780. En el siglo IX se trasladó a la ubicación actual, porque la primera edificación fue en el vecino Amélie-les-Bains.


En el interior de la iglesia destaca la capilla de los santos Abdón y Senén, insertos en un retablo prebarroco del siglo XVII. Estas dos figuras representan a unos mártires persas y aún se les venera.
La leyenda dice que eran enterradores cristianos que al ser apresados por el emperador romano Decio, afirmaron reconocer sólo a Jesucristo como Dios.
Después de ser azotados con plomadas (bolas de hierro, creo), les arrojaron al circo y soltaron a tres feroces leones y cuatro osos, y resulta que los bichos se echaron a sus pies rindiéndoles pleitesía. Así que como siempre, la mano del hombre les mató, pues el emperador creyó que se había obrado algún acto de magia.
Bonita y como siempre cruenta leyenda. Parece ser que la Iglesia Católica les tolera pero no les reconoce.

Sobre la puerta principal, también hay algunas pinturas románicas preciosas.

Por último… no dejes de probar las rosquillas de este pueblo, ni las del de Amélie-des-bains. Compiten por las mejores, cada uno convencido de que, por supuesto, son las suyas. Y te diré que ambas están riquísimas. No, no tengo fotos de las mismas, se ve que estaba demasiado ocupada comiéndolas 🤣🤣
Este artículo es parte del viaje de prensa organizado por Turismo de Pyrenees-Orientales, en el que participé en Junio de 2015.
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Me encantaron las fotos. Me dieron muchas ganas de visitar el lugar :)
Qué bien, Eli! me alegro mucho, gracias por pasarte y comentar, y por supuesto, visita, visita, que merece la pena :)
Es verdad que son magicos estos pueblos catalanes , desde que llegue alli que de encantado , tanto que ahora Vivo en l’as montanas de los Pirineos orientales , soy Artesano y fabrico artesanias con la naturaleza de catalunya, ahora trabajo en los mercados de esta Hermosa région , gracias Alicia por tu compartir !!🌈✌️
Gracias a ti por comentar! disfruta de ese pequeño paraíso :)