El refugio La Batère está en el camino de aquellos que suben a escalar el mítico pico del Canigó y es uno de los cinco refugios del Macizo del Canigó, en los Pirineos Orientales. Justo antes de que esta cadena montañosa se bañe en el mar. También está en el camino de los que simplemente quieren dar una vuelta, y aún mejor, pasar una noche en la montaña. Toca disfrutar de los bosques y paisajes que sólo en la montaña se pueden encontrar. Vamos a ver qué se puede ver y hacer en un día por estos andurriales :)
Pueblos de camino al refugio La Batère
Belesta, el primer pueblo de montaña viniendo de Perpignan
La subida al refugio La Batère está salpicada de bonitas paradas como el pueblo de Belesta. Este es el primer pueblo encaramado a la montaña que te encontrarás viniendo desde Perpignan.
Estamos en una región vinícola y lo abandera el hotel y restaurante de la familia Riberach, con 5 estrellas nada más y nada menos, que elabora sus propios caldos de gran fama. Además, es un precioso establecimiento que se asoma a los viñedos.
Belesta se ubicaba, siglos atrás, en la colina de enfrente. Una epidemia de peste hizo que los habitantes se trasladaran a la ubicación actual. Hoy son 230 almas las que habitan el pueblo.
Belesta tiene rincones muy curiosos y un museo arqueológico abierto en 1993 bastante interesante. Aquí se han encontrado una serie de tumbas neolíticas de hace 6.500 años, con cerámicas y restos humanos.
Sin duda es una buena parada de camino al refugio La Batère.
Bayllestavy, paisajes curiosos y turismo sostenible
Continuamos camino hacia Bayllestavy. Entre ambos pueblos hay unos cerros erosionados que parecen castillos naturales y nos recuerdan a formaciones similares en España.
Vamos subiendo poco a poco entre laderas cubiertas de preciosos bosques, tupidos, exuberantes. La carretera es muy estrecha y hay que conducir con precaución. En un paisaje de cuento, llegamos a Bayllestavy.
Bayllestavy es un pueblo realmente precioso. Hoy en día se dedica en buena parte al turismo sostenible. Conservan la arquitectura tradicional y ofrecen servicios como los paseos con asnos o burros.
Los paseos no consisten en ir montados en los burros porque no pueden llevar cargas mayores de 40 kg. Como mucho, pueden llevar a un niño. Pero sí se utilizan para portar las mochilas, además de disfrutar de su compañía.
En su día los burros fueron el vehículo de la zona, y especialmente de la que era la principal actividad y motor económico: las minas de hierro. Una buena opción para hacer las cinco etapas de «la Vuelta del Canigó».
Bayllestavy tiene otro precioso secreto que ya se ve desde la carretera: la iglesia de San Andreu. Es una iglesia románica, construida sobre depósitos de escoria de las minas y restos arqueológicos de la era romana.
La explotación de hierro del macizo del Canigó
La explotación de hierro en esta parte de los Pirineos data de la época de los romanos ¡y así siguió siendo casi sin interrupción hasta la década de 1960! Pero sobre esa década llegó el momento de que dichas minas cerraran. Fue entonces cuando la población de este pueblo bajó de 600 habitantes a los 130 actuales. Este es sólo un ejemplo de lo que ocurrió en otros tantos de la región.
Cada 1 de Agosto se hace un horno antiguo y se forja hierro con el mineral de la zona, en recuerdo de la minería que ya es todo un símbolo del pasado.
Subiendo al refugio La Batère en los Pyrenees Orientales
Antes de llegar a La Batère, nos metemos por una pista. Aunque se puede llegar por carretera asfaltada, por este camino te encuentras con algunas de las torres de la época de los Reyes de Mallorca. Si no vas en 4×4 es mejor no tomar esta ruta.
Las torres eran un sistema para comunicarse y avisar de posibles ataques. Buenas paradas que además de sorprendernos con las magníficas vistas de los Pirineos bañándose en el mar, nos harán aclimatarnos al aire puro y ya frío incluso en un buen día del mes de Junio, por la altura alcanzada.
Si miras al horizonte con atención, verás muchas más torres ;)
La Batère, antigua residencia de mineros
Por fin llegamos al refugio. Recuerdo que pensé que no se parecía en nada a cualquier otro refugio de montaña que he conocido. En este caso, es un edificio grande situado junto a la carretera, con varios pisos. Al menos la mitad está abandonado tal y como lo dejaron los trabajadores de las minas.
Porque sí, esta era una de las residencias donde ellos vivían. Me imagino que la vida aquí sería dura, sobre todo en invierno, con el viento y el frío azotándolo todo.
La otra mitad del edificio ha sido restaurado y ofrece habitaciones de 2 y 3 plazas. También algunas con 10 o más plazas. Literas y camas que vienen muy bien, sobre todo si haces el ascenso andando.
Además tienen un baño estilo noruego en el jardín exterior, de agua calentada con estufa de carbón, muy reconfortante!
Lo mejor del refugio La Batère es la gente que lo lleva. Jóvenes emprendedores que desde primavera hasta el otoño mantienen el refugio abierto. Ofrecen una cocina natural y deliciosa con productos de propio huerto, cerveza fresca o cualquier otra bebida que apetezca en esos maravillosos momentos que son los del relax en la montaña, y simpatía. No se puede pedir más :)
✍ Para más información de fechas, precios del Refugio pásate por la web de La Batère
En nuestro caso, Sara de Saltaconmigo y yo decidimos aprovechar la noche para hacer algunas fotos nocturnas del magnífico paisaje de los Pirineos Orientales que se ve desde allí mismo. Eso sí, el famoso pico Canigó permanece detrás, más arriba, oculto entre los desniveles de la montaña y los bosques.
Y no contentas con ello, nos despertamos para presenciar el amanecer desde la misma ventana de nuestra habitación del refugio La Batère. Un amanecer de Junio que fue suave, fresco, y muy bonito :)
Dando una vuelta alrededor del refugio La Batère
Como llegamos casi de noche, al día siguiente unos aprovechamos para dar una vuelta por los alrededores. Otros, para probar las bicicletas eléctricas que se pueden alquilar allí mismo para hacer una rutilla con un punto de comodidad, je, je.
Decidí subir unos metros acortando por la ladera en plan cabra, y me encontré con más edificios abandonados de las antiguas minas. Están en un estado de casi ruinas, pero aún se respira la vida que allí aconteció.
Pensé en cuántos sueños, anhelos, ratos de sufrimiento, dolor, también risas y alegría, quizá suspiros de amor… contuvieron aquellas paredes al finalizar cada jornada de trabajo.
Como decía, este refugio es uno de los cinco refugios que conforman el itinerario llamado «La vuelta del Canigó»: Cortalets, Batère, Mariailles, Les Conques y Sant Guillem. Y resulta que cada refugio tiene su propia historia, diferentes todas, así que es una ruta que promete mucho :)
El Pico del Canigó
El Canigó es todo un símbolo. Se trata de «la montaña sagrada de los catalanes», nada más y nada menos.
Por lo visto fue considerada la montaña más alta de los Pirineos durante mucho tiempo, hasta el siglo XVIII para ser más exactos. El ojo humano se engaña fácilmente, y es cierto que en la montaña, igual que en el desierto, los volúmenes son confusos. El Canigó no está rodeada de otras montañas de similar altura por lo que parece más alta de lo que es.
Los 2.786 m. de altura del Canigó se alzan casi solitarios y se ven desde muchísimos kilómetros a la redonda.
Fíjate si es así, que dicen que desde Barcelona se puede ver en los días claros.
Por supuesto, con el tiempo y las mediciones oportunas, se desmintió. Como todos sabemos, el pico Aneto (3.404 m. de altura) es el más alto de la cordillera.
Más allá de estas confusiones y certezas, el Canigó es un lugar lleno de historias y leyendas
Empezando por la del dragón, que hoy es su «logo».
Dicen que Pedro III subió al Canigó y se encontró con un lago habitado por un dragón que escupía fuego, tierra, agua y aire. Pedro tuvo que irse.
Buscando algo de documentación me encuentro con muchas versiones de la misma leyenda, así que esta es solo una fugaz versión de una de ellas, contada por nuestros anfitriones en Perpignan.
Otros atractivos de la zona son las fiestas populares, y en concreto la que se celebra por las fechas de San Juan. Si no estoy equivocada, porque hablo desde la memoria, la noche del 23 de Junio la llama que se custodia en el Castillet de Perpignan «viaja» a la cima del Canigó. Desde allí se emprende una cadena por todos los pueblos del macizo. Poco a poco el camino se enciende con llamas. Seguro que es precioso y emocionante a partes iguales. Yo, desde luego, me lo apunto para otro año ;)
Esta experiencia forma parte de mi participación en el viaje de prensa organizado por Turismo de Pyrénees-Orientales, realizado en Junio de 2015.
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