Las Salinas de Fuencaliente es uno de los paisajes más icónicos de La Palma y un imprescindible de la isla. Un lugar donde el tierra, el mar y el cielo se dan la mano. Aquí tienes una guía lo más completa posible, escrita desde mi experiencia, con un buen puñado de fotos ¿Te apuntas? 😉
Yo lo tenía claro: quería ver las Salinas de Fuencaliente y tenía que ser al atardecer. Que podría haber sido al amanecer, pero también había soñado con fotografiar la vía láctea en este “marco incomparable” (perdona la expresión ¡juas!), así que la idea era hacer un 2×1 en esta visita.
También, también… ay Ali, lo quieres todo maja 🤷♀️
Planificación: cómo llegar a las Salinas de Fuencaliente
Para que disfrutes al máximo de las Salinas de Fuencaliente, especialmente si quieres quedarte hasta el atardecer, es importante que organices la visita. Aquí tienes la información práctica esencial.
¿Cuánto cuesta y cuáles son los horarios?
La visita al paraje natural de las Salinas de Fuencaliente es gratuita y de acceso libre durante el día (se recomienda visitar hasta el anochecer). No hay que pagar entrada para pasear por el sendero autoguiado que rodea los cocederos y las pirámides de sal.
Sin embargo, debes tener en cuenta los horarios de los dos puntos de interés con gestión propia:
Cómo llegar y dónde aparcar (Punta Sur)
Las salinas se encuentran en la Punta Sur de La Palma, el extremo más meridional de la isla, un lugar de fácil acceso en coche.
En coche particular: Se debe tomar la carretera LP-2. Una vez que llegues a la punta, encontrarás un amplio parking gratuito, justo al lado de los dos faros.
Mediante excursión: Si no dispones de coche o prefieres delegar la logística, existen excursiones organizadas que combinan la visita con otros lugares del sur de la isla, como esta propuesta de tour por el sur de la isla, desde Santa Cruz de La Palma (día completo).
¿Necesitas alquilar un coche? Desde luego, es la forma más cómoda de recorrer la isla y llegar a la Punta Sur a tu aire. Puedes buscar la mejor oferta es el comparador de Booking.

La experiencia en las Salinas: geometría y colores
Si te gusta la fotografía es muy probable que te atraigan las salinas a cielo abierto. Aunque pensándolo bien, no es un requisito imprescindible. Las salinas tienen un “no sé qué” que pueden atraer a cualquiera.
La estética de estos lugares atrapa por sus formas geométricas. Es un paisaje de patrones que se repiten, con piscinas o pequeños lagos donde se evapora el agua para recoger la sal, pirámides blancas, y el contraste de colores.
Blancos puros recortándose en el azul del cielo. Tonos rosados, amarillentos o verdosos en el agua. Cambiantes según la inclinación del sol y por tanto la refracción de la luz en la superficie.

A lo tonto, he visitado unas cuantas salinas en el mundo. Todas son distintas y todas tienen elementos en común. Dos de las más espectaculares fueron:

Las Salinas de Fuencaliente al borde del océano
Por fin llegaba el día y la hora en que vería con mis propios ojos estas salinas. Las había visto decenas de veces en fotos de Instagram, la red social que ahora es nuestra ventana al mundo. Y tenía unas ganas tremendas de hacer las propias.
Llegamos un rato antes del atardecer con un plan definido y otro abierto: cenar en el restaurante Jardín de la Sal, del que habíamos oído maravillas, ver el atardecer y quedarnos hasta la noche para fotografiar la Vía Láctea. Si el tiempo nos dejaba, que siempre puede llegar un nubarrón o un vendaval para frustrar el plan nocturno.

Precisamente esto fue lo que nos pasó. Al llegar nos encontramos con un viento fortísimo que se fue reafirmando. El viento se convirtió en vendaval y no había forma de estar en el exterior ni de sujetar el trípode ¡Vaya con el mes de agosto! Pero claro, hay que tener en cuenta que estamos en el sitio donde el viento da la vuelta en La Palma… 😏
La ruta autoguiada y la magia del paisaje salino
Llegamos al amplio parking que hay junto al faro, que en realidad son dos faros. El primero, construido a principios del siglo XX, fue dañado por la erupción del Teneguía.
Si quieres que te diga la verdad, no sé cuál es cuál. Imagino que el de color gris es el viejo y el pintado a rayas es el nuevo, pero bien puede ser al contrario.
En 2006 se reconstruyó el faro viejo y en su interior se ha preparado el Centro de Interpretación de la Reserva Marina de la isla de La Palma. Se puede visitar, pero comprueba antes los días y horarios de apertura en la web.

Desde los faros sólo hay que seguir un camino bien señalizado que sale a la izquierda si miras al mar, y baja hacia el restaurante Jardín de la Sal y las salinas.
Para goce de los visitantes curiosos como nosotros, hay una ruta autoguiada que te permite rodear todas las salinas, verlas desde muchos ángulos, leer los carteles explicativos y asomarte al final de la isla.
Tampoco te olvides de mirar hacia el interior de la isla, hacia los volcanes. El paisaje es soberbio.



Cómo se produce la sal
En el sendero autoguiado vas a aprender cómo se produce la sal en un lugar como las Salinas de Fuencaliente.
La cadena de producción comienza en una gran charca o “cocedero madre”. El agua marina se capta a través de un pozo y se embalsa aquí. El sol y el aire seco calientan el agua y la concentración de sal va aumentando desde los 36 gr./litro hasta unos 290 gr./litro.

El agua se va trasvasando de un cocedero a otro gracias a las distintas alturas en que están construidos. Es un proceso que lleva entre dos y tres semanas. Al llegar a la concentración de sal que se precisa, se libera el resto del agua a través de unos caños.
El color rosado y rojizo viene del alga Dunaliella salina, un microorganismo adaptado a sitios hipersalinos que es, a su vez, alimento de los crustáceos minúsculos que también son capaces de vivir en un sitio como este: Artemia salina es su nombre.

Este crustáceo minúsculo también está presente en el Valle Salado de Añana, en los salares y lagos de altura del Desierto de Atacama y los andes bolivianos de los que se alimentan los flamencos, y en las salinas de Maras.
Es fascinante saber cómo los mismos microbichitos pueden aparecer en sitios tan distantes. Me acuerdo de esas lecciones del colegio en las que te explicaban el origen de la vida en nuestro planeta, ya que la cosa empezó con microorganismos que vivían en el agua y poco a poco fueron saliendo a la superficie.

Otra cosa que vas a aprender es que las Salinas de Fuencaliente son lugar de descanso de aves migratorias.
En nuestro caso, siendo el mes de agosto, no vimos apenas ninguna. Seguramente no era el día, la hora o la época para encontrarlas. No obstante sí paran aquí y por eso el sitio de las Salinas de Fuencaliente ha sido declarado Sitio Natural de Interés Científico. Atrae a biólogos, ornitólogos y demás gentes dedicadas al estudio de las aves y el medio.




El atardecer: el mejor momento para visitar las Salinas
Tras dar un buen paseo con el viento mareándonos, fuimos al restaurante para calentarnos con un barraquito, ese café especial de La Palma, antes de la cena que habíamos reservado.
El sol fue bajando pero no parecía que fuera a ser un atardecer especialmente bonito. Faltaban nubes, sobraba viento. Mi gozo en un pozo.
Consejo práctico: lleva una chaqueta cortavientos, porque en la zona de las Salinas de Fuencaliente suele soplar mucho el viento.

Aun así, a pocos minutos del “minuto de oro” abandoné mi puesto resguardado y me aventuré a bajar otra vez a las piscinas. Al final se puso bonito, los colores de los cocederos se intensificaron y disfruté todo lo que pude tratando de protegerme del vendaval que amenazaba mis oídos. Te dejo aquí algunas fotos de las cientos que hice.



Historia y contexto de las Salinas de Fuencaliente
El proyecto de las Salinas de Fuencaliente se gestó y comenzó en el año 1967, así que son bien recientes.
Su propósito era abastecer de sal a la isla de La Palma, y para ello decidieron copiar las de Lanzarote. Don Fernando Hernández, un empresario romántico, y el salinero Luis Rodríguez, fueron los artífices.
La tercera generación de la familia sigue con la actividad. Gestionan la marca Sal Marina Teneguía que puedes encontrar en la pequeña tienda que hay junto al restaurante y en muchos otros sitios de la isla. Sólo te diré que está muy rica y que es un gran recuerdo para llevarte a casa.
La materia prima para crear las estructuras de las piscinas estaba muy a mano: la piedra volcánica. Negra, irregular, propia.
Un dato curioso: la erupción del volcán Teneguía mantuvo paradas las obras durante todo un año. Las cenizas del volcán Tajogaite también las alcanzó, pero nada que no se haya podido arreglar enseguida.

Jardín de la Sal: Una Experiencia Gastronómica Michelín
Llegó la hora de cenar. El Restaurante Temático Jardín de la Sal es un lugar pequeño pero muy agradable. Yo me había hecho la película de que sería un sitio muy elegante y estaba un poco preocupada por las pintas que llevábamos, después de todo el día andando por la isla.
Y es que estamos en un restaurante de fama casi mundial por sus menciones en la Guía Michelín. Pero nada que temer. Es un sitio sencillo, tranquilo, elegante pero que no intimida.
Eso sí, no olvides reservar, porque si no es probable que no consigas mesa.

La cocina del Jardín de la Sal se hace con ingredientes locales y mucho cariño. Su base son los quesos denominación de origen, miel de la isla, pescados que llegan al muelle que hay junto a las salinas.
La relación calidad-precio es muy buena, y yo no me perdería los postres. La espuma de yogur y la tarta de chocolate son pura delicia. No te puedo decir lo que nos costó la cena porque invitó mi padre, pero nada exagerado.


Preguntas frecuentes sobre las Salinas de Fuencaliente
En resumen, las Salinas de Fuencaliente son mucho más que un paisaje bonito. Me queda pendiente una noche en las Salinas de Fuencaliente fotografiando la Vía Láctea y un nuevo atardecer sin viento 🙏 😊
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