
Mi primer amanecer en el desierto de Atacama fue en la Laguna Chaxa, en el Salar de Atacama. Esta es, probablemente, la mejor forma de empezar a descubrir los encantos de este desierto en los alrededores de San Pedro de Atacama. Una excursión que en su tremenda belleza, no lo es tanto como otros sitios. Imagínate. Pero ir de menos a más suele colmar más y mejor a las ansias del viajero.
La excursión al Salar de Atacama me generó sentimientos encontrados
Empieza a clarear cuando espero pacientemente algo más de media hora a que vengan a recogerme. Me quedo fría. Tampoco me he abrigado tan a conciencia como debería, un poco por probarme a mí misma. No volvería a repetir el error.
Me encuentro por fin sentada en un bus donde hace tanto o más frío que en la calle en la que esperé. Hay unas 20 personas más, lo que me desalienta. Yo pensaba que seríamos menos, y como venía de Isla de Pascua, no pude evitar comparar.
Tampoco me gustó los tiempos medidos que se imponen en un lugar como este. Sin poder parar para hacer fotos del paisaje, ni para aprehenderlo en la memoria como se merece. Un paisaje que es más y más espectacular a medida que nos alejamos de San Pedro.
De todas formas, esa belleza y la que siguió me hizo olvidar pronto que estas no son las mejores condiciones para ir a un lugar así. Por otro lado, no tenía más remedio. No conduzco, y el alquiler de un coche para mi sola es un gasto excesivo, además de un despropósito para el medio ambiente. Aquí no hay transporte público que valga.
Una pequeña introducción al Salar de Atacama y la Laguna Chaxa
Estamos a poco más de 2.300 metros de altitud, así que no hay cambios con respecto a San Pedro.
Nuestro guía nos va contando, antes de llegar, que vamos a ver un rincón de los más de 3.000 metros cuadrados que ocupa este salar, entre grandes volcanes extintos de más de 6.000 metros de altitud. Aquí todo es en miles.
Estamos en el mayor depósito salino de Chile, aunque en su mayor parte la sal se ve cubierta por arena y piedras.

El agua de la Laguna Chaxa tiene un alto contenido en arsénico y otros agentes químicos naturales, así que es muy tóxica.

Allí habitan tres especies de flamencos, de las cinco conocidas. Si vas con guía, te ayudará a diferenciarlos.
El flamenco de James: es el más pequeño, tiene el pico de color amarillo, las patas rojas y plumas de color escarlata en la base del cuello. Las plumas inferiores de la cola son negras.

El flamenco andino o parihuana: tiene más color rosado en sus plumas, y su pico es negro. También tiene más plumas negras en la cola que las otras especies. Suele medir algo más de un metro.

El flamenco chileno: el más alto de los tres, quizá más estilizado, las plumas de la cola tienen un color rosa fuerte. El pico es más curvado hacia abajo, mitad negro y mitad de color claro, no sé si rosado o blanco. Las “rodillas” son de color rosa fuerte, pero el resto de las patas son claras.

Todos están en peligro de extinción. Los flamencos ponen un solo huevo al año, y tienen sus depredadores. Zorros andinos, aves. Ante lo fue el hombre, porque en estas latitudes se comerciaba con los huevos de flamenco. La laguna Chaxa es uno de sus lugares de cría, el más accesible para nosotros, los humanos.
Laguna Chaxa: un lugar que no hubiera podido anticipar en sueños
Por fin llegamos a la Laguna Chaxa, 65 kilómetros después de salir de San Pedro, en la Reserva Nacional Los Flamencos.
La luz de la mañana ayuda, pero incluso sin ser ése el momento de la visita, seguramente me hubiera quedado igual de fascinada.
El paisaje lunar, con el lago ribeteado de placas de sal blanquecinas en sus orillas, hace que todo sea especial. La sequedad extrema del aire y la limpieza de la atmósfera también hacen que tu visión se amplíe y parezca que todo está lejísimos, o más cerca de lo que piensas.

Sin embargo, la atención se centra en los flamencos. Sí o sí. Hay algunos patos y otras aves, pero pobres, el protagonismo se lo llevan ellos. Los flamencos. Aquí experimenté un amor a primera vista que se confirmaría al cruzar la frontera de Bolivia.

Preciosos, reflejándose perfectamente en el agua.
No es la primera vez que veo flamencos, ni la última, pero ésta fue… mágica.

Andan con esas patitas delgadas y esos cuerpos plumosos que recuerdan a las bailarinas de ballet. Picotean en el agua unos minúsculos crustáceos que son los causantes del color rosado de sus plumas, en una perfecta simbiosis natural. Van y vienen en perfecta sincronía de dos en dos, o de tres en tres. Parece que lo hayan ensayado, tal es la perfección de sus movimientos. Lo dicho, como un ballet.

Cuando echan a volar, recortándose en el horizonte de volcanes, es maravilloso. Emociona.

A tener en cuenta para la visita del Salar de Atacama
Conviene madrugar. Mucho. Llegar de los primeros tiene premio.
Es decir, no más tarde las ocho de la mañana (en invierno). Así podrás ver a los flamencos, casi con seguridad, más cerca de la pasarela por donde puedes andar. Una vez llega más gente se van al fondo de la laguna. Son huidizos, y no es de extrañar.
Además el amanecer es el momento preferido por los flamencos para comer, por eso es mucho más fácil verlos.

La entrada se paga allí, en un pequeño centro de visitantes, y cuesta 2.500 CLP por persona (agosto 2018). Este es un pago que no se suele incluir en el precio de los tours y debes llevarlo en efectivo.
Si tienes vehículo propio y por tanto subes por tu cuenta, hazlo. Así estarás el tiempo que quieras.
Si no es tu caso, elige un tour que salga de los primeros. Yo lo hice con Denomades y sólo se nos había adelantado un pequeño grupo, así que estuvo muy bien. Cuando nos íbamos llegaban otros buses y los flamencos ya casi brillaban por su ausencia.
Abrígate bien, pero que muy bien. No hay lugares para protegerse del viento.
Si te gusta la fotografía… ánimo y a por ello!! Quitarte los guantes para manejar la cámara o el móvil es toda una prueba de resistencia. Además tendrás que ser rápido de reflejos si quieres retratar a los flamencos en vuelo, y eso con el frío y la altitud, no siempre es posible. Yo no me quedé nada contenta con las fotos que hice, aunque ahora puedo mostrarte una selección más o menos potable. Pero no, no transmiten más que una pequeña parte de lo que vi y sentí.

¡Ni se te ocurra hacer eso de meter el dedito en el agua o tocar la sal del suelo para probarla! Recuerda lo que he dicho antes, este agua es altamente tóxica. No para los flamencos, pero sí para nosotros.
Guarda silencio durante la visita y no hagas movimientos bruscos. Hay que evitar alterar el lugar. Además así no les espantarás y por tanto podrás observar a los flamencos más de cerca.
Volveré pa contarte que he soñado
colores nuevos y días claros
– Chambao –
Por supuestísimo no dejes ni un residuo. Esta es una zona protegida en la que está prohibido comer, fumar, y desde luego tirar cualquier tipo de basura.
Otros lugares de interés para completar la excursión a la Laguna Chaxa
Después de esa visión onírica nos fuimos a la Quebrada de Jere.

La entrada son 1.500 CLP por persona. Este lugar es un cortado horadado por el río Toconao, donde los habitantes del pueblo del mismo nombre cultivan árboles frutales y huertos como se hacía hace siglos.

El lugar no me pareció especialmente llamativo. De hecho me decepcionó un poco, pero veníamos de donde veníamos y además en invierno los huertos no tienen actividad. Ni los árboles tienen hojas o frutos.
Las casas tradicionales se hacen con liparita, una piedra que igual que el adobe mantiene una temperatura más o menos constante, evitando el frío y el calor extremos del desierto. Una fórmula inteligente que hoy en día se ha abandonado en gran medida, a favor del cemento y los tejados de chapa.


Andamos un ratito por los huertos y canales de riego de la Quebrada, que me recordaron al sistema de los falaj de Omán, y después nos acercamos al pueblo de Toconao.
El principal atractivo de Toconao es la iglesia hecha de piedra volcánica que se yergue en la plaza central. La iglesia de San Lucas. Hay también un par de casas donde trabajan con la lana de llama y alpaca, y puedes comprar jerseys, bufandas y gorros a mejor precio que en San Pedro. En la propia casa y taller de los artesanos.


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