Actualizado el 3 febrero, 2023
Llegué de noche y me refugié en la pensión que había reservado en la calle Londres. Estaba feliz, comenzaba un viaje que prometía todo. Al día siguiente salí temprano. Estaba pisando las calles de Santiago de Chile por primera vez y era consciente de ello.
Era un día laboral, no demasiado temprano, pero la ciudad se desperezaba lentamente. Tras un café y una tostada de palta (ahuacate) en un sitio recién abierto, caminé hacia la Alameda, la gran arteria que cruza el centro santiaguino.
La luz era brutal en ese momento pero yo timideaba con la cámara. Las advertencias sobre la seguridad (robos) que ya me habían hecho en las escasas horas que llevaba en la ciudad, me frenaban. No conseguí desprenderme de ellas nunca porque se repitieron una y otra vez. No ver turistas a mi alrededor ni gente con cámara al cuello tampoco ayudaba.
Guardo en mi memoria esa luz avanzando entre neblinas a punto de disiparse. La registro aquí por escrito para que no se me olvide. Y no, la foto de aquí arriba no hace justicia porque la hice unos minutos después del momento mágico.
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Pisando las calles de Santiago de Chile por primera vez me di cuenta enseguida de las diferencias con mi ciudad: Madrid
Los autobuses de Santiago de Chile son distintos. Muchos son más largos, todos con una pátina “viejuna”. Parecen el atrezzo de una película de los años 80. Su diseño, los cristales tintados, la suciedad exterior que les invade.
Las tiendas llaman a los clientes en el español de Chile. ¡Rico!, Señor cliente! El número de farmacias es abrumador.
La misma avenida Alameda está llena de puestos de venta ambulante. A todo esto, las calles están limpísimas tanto en el centro como en barrios más periféricos, pero no abundan las papeleras.
El camino me lleva enseguida a la Plaza de Armas
¡Me recordó tanto a las plazas de Quito y Lima!
Palmeras altísimas en el centro, bancos en los que algunas personas aún dormían, un kiosco de música de hierro forjado.
Con todo, hay una gran diferencia entre la Plaza de Armas de Santiago de Chile y las de las otras ciudades latinoamericanas que conozco. Siendo el centro simbólico de la ciudad desde su fundación en 1541, la Plaza de Armas de Santiago convive hoy con rascacielos de cristal muy próximos.
Es curioso esto de los rascacielos de Santiago. Siempre los imaginé así como de lejos. Pero no, están ahí, en el mismo centro histórico de la ciudad. Echándose encima de la arquitectura de otros tiempos. Incluso haciendo de espejo. Y no es un efecto feo. Es como natural, distinto, fotogénico.
Esa primera mañana encontré la plaza bastante vacía. Observo a los policías en la plaza y decido sacar la cámara de su funda para hacer algunas fotos. Al mismo tiempo me fijo en quién me mira o no, sin llegar a sentirme segura. Qué tontería más grande! ¿o no? Comienzo mi viaje de varias semanas en solitario y no quiero que me pase nada. Lo mismo me ocurre cuando estoy a punto de volver a casa, la verdad.
Entrado el día este pequeño universo cambia totalmente. Bulliciosa, suele estar llena de gente sentada mirando al infinito. Descansando, charlando con los suyos, tomando un helado o un mote. Hay algunos limpiabotas, y mesas con señores y alguna señora jugando al ajedrez. También pintores que te dibujan en un rato, como en tantos otros sitios del mundo. Si tienes suerte puedes ver a una banda de jazz o de otros estilos tocando en el kiosco de música mencionado.
La estatua de Pedro de Valdivia montado en su caballo marca uno de los hitos de la plaza.
Enfrente, ocupando uno de los lados de la plaza, presidiéndolo todo, está la orgullosa Catedral Metropolitana de Santiago de Chile, de estilo neoclásico. No abre hasta por lo menos las 10 de la mañana. Cuando pude entrar me quedé impresionada por el tamaño de la nave, el altar y el ambiente sombrío y regio. No será de mis favoritas, pero la recordaré como uno de esos impactos insospechados que recibes en los viajes. Que hacen que los viajes cobren más sentido aún.
De museo en museo por Santiago de Chile
Barrio Bellas Artes
Miro mi mapa y decido caminar hacia algunos de los museos que tengo en la lista para ver. Sigue siendo temprano y descubro que algunos no abren hasta las 11 h., así que me dirijo en primer lugar al Museo Nacional de Bellas Artes, que es el más tempranero abriendo a las 10 de la mañana.
También es un “2 en 1” porque en el edificio neoclásico que ocupa también está el Museo de Arte Contemporáneo. La entrada es gratuita.
Todo está muy tranquilo aún mientras atravieso el parque Forestal. Ya dentro me encuentro con algunos estudiantes de Bellas Artes poniendo a prueba sus dotes de dibujo bajo la atenta mirada de su profesor.
El patio principal es precioso. Con un techo de cristales emplomados, muy de art noveau, exhibe una exposición llamada «Tránsitos». Una colección de esculturas que muestra la evolución de esta disciplina en el Arte.
La idea me parece muy chula. Viéndolas todas juntas puedes estudiar las diferencias y también las similitudes. Neolítico, Antiguo Egipto, Grecia y Roma, Renacimiento, Barroco, también las culturas indígenas… Un paseo diferente por la Historia.
El sol va subiendo y se cuela por el techo emplomado. Me quedo mucho más tiempo del que preveía. Estando, admirando.
Paso también por una sala dedicada a pintura y objetos religiosos. Me sorprenden las vírgenes enjoyadas y la dominancia del color, fruto del sincretismo entre el arte indígena de latinoamérica y el religioso que trajeron los misioneros.
Barrio Lastarria
Salgo de nuevo a las calles de Santiago, que siguen tranquilas en esta zona de la ciudad. En cinco minutos me planto en las calles del Barrio Lastarria y me dirijo al Museo de Artes Visuales.
La entrada cuesta muy poco dinero y a cambio puedes ver las instalaciones y obras de artistas jóvenes chilenos. Incluso están sometidas a votación. Participo metiendo mi papelito en la urna. He votado por una obra feminista que me llega a emocionar.
De este museo puedo decir que es un espacio moderno y muy agradable. Se está bien, a gusto.
Me siento a ver un audiovisual del Salar de Atacama y el simbolismo de sus tradiciones. Al fondo, como escondido, está el Museo Arqueológico de Santiago (MAS). Es sólo una sala con luz tenue que reúne una colección de joyería mapuche, tallas de la Isla de Pascua y cerámica de San Pedro, Molle y Diaguita. Poco, pero selecto. Me gusta el contraste entre las raíces y la modernidad.
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Descubro que estoy junto al Cerro de Santa Lucía y no me lo pienso dos veces
La mañana se ha despejado de la neblina del amanecer. Ya luce el sol y también calienta. No todos los días de invierno son así de despejados en Santiago de Chile, así que tengo que aprovecharlo.
Subo por los caminos de este cerro que parece ahogado entre los cercanos rascacielos. Otra vez los gigantes de cristal, que aún no he decidido si me gustan o no. Pero a medida que asciendo el horizonte se abre.
Sin ser mucha su altura, el Cerro de Santa Lucía es una perfecta atalaya desde la que contemplar la gran ciudad. Y más allá, los Andes. Altísimos, con algo de nieve, mucha menos de la que me esperaba. Pero ahí están, majestuosos. Ya sólo por eso merece la pena dar una vuelta por este agradable parque en el que me relajo haciendo fotos y comiendo un tentempié.
En el camino hacia la cumbre encuentro la piedra en la que una placa recuerda las palabras que Charles Darwin pronunció o escribió en su visita a este lugar. Por un momento mi mente se va a los recuerdos de las Islas Galápagos, y a la novela Hacia los confines del mundo de Harry Thompson.
Museo de Arte Precolombino
El Museo de Arte Precolombino de Santiago de Chile es probablemente el mejor de la ciudad. Lo cobran como tal a los extranjeros: unos 7,5 € al cambio, pero la inversión merece la pena.
La colección de cerámica, estatuillas, estelas de piedra, joyas, etc., de las culturas precolombinas es maravillosa. Salas y salas de exposición bien cuidada que culmina con la planta baja. Allí las Chemamülles, estatuas funerarias de los mapuches, te saludan al llegar.
De vitrina en vitrina, vuelvo a recordar viajes anteriores. Guatemala, Honduras con las estelas de Copán, Perú con la magnífica cerámica Nazca y objetos de Chavín de Huántar. Y anticipo lo que está por llegar en este viaje a Chile: Isla de Pascua, desierto de Atacama.
Se puede hacer fotografías sin flash en todo el recinto excepto en la sala de tejidos, que es formidable y no por eso vas a dejar de ir. Además hay wifi gratuita.
El Mercado Central de Santiago de Chile
Se acerca el mediodía y vuelvo a la Plaza de Armas para dirigirme a otro punto anotado en mi lista hace tiempo. Quiero comer un plato de marisco en el Mercado Central de Santiago de Chile.
Me encuentro con un edificio antiguo pero bien remozado, mucho más pequeño de lo esperado. Supongo que el nombre “Mercado Central” me había preparado para otra cosa.
Con forma casi circular en su interior, las pescaderías se suceden en el pasillo exterior. Observo almejas y vieiras gigantes, así como pescados muy grandes traídos del cercano Pacífico.
En el centro del recinto, alrededor de una fuente de piedra, se sitúan varios restaurantes con clara vocación turística. Manteles y servilletas rojas, camareros uniformados. Cerca de los puestos de pescado hay algunos sitios más populares. Son más tipo “tasca”. Humildes, pequeños. Allí los platos son más baratos y me gustaría creer que más sabrosos.
Pido una paila marina, un guiso con distintas piezas de moluscos y pescado en su propio caldo. Me gusta pero lo siento, no me parece nada del otro mundo. Junto con el refresco y la propina pago unos 7€. Al final no resultó tan barato como esperaba, pero justo es avisar de que la bebida sube mucho.
En las calles alrededor del mercado hay puestos de fruta, verduras y algo de vidilla a observar.
Palacio de la Moneda
Me acerco al área del Palacio de la Moneda con reverencia y cierta emoción. Sensaciones que aumentan en las calles aledañas, donde me recorre un escalofrío. Hay tanquetas del ejército o la policía. Vehículos blindados negros, oscuros. Hasta las ventanucas son opacas. Parecen ataúdes. Hay militares alrededor, con el arma a punto.
Un despliegue que no termino de entender, aunque he leído que de vez en cuando hay pequeños atentados que atribuyen a grupos anarquistas en las calles de Santiago. A mí me parece que he retrocedido a los años de la dictadura de Pinochet.
Llego a la Plaza de la Constitución y enseguida encuentro el monumento en memoria del Presidente Salvador Allende. Justo a su lado hay un grupo de señores vestidos con trajes negros y gafas de sol. Conversan relajados, pero no cabe duda de que son policías secretas o algo similar.
Allende, aquél presidente que decidió no abandonar el palacio. Dicen que se suicidó allí mismo. Cuando los golpistas entraron para arrebatar el poder al pueblo. Otros siguen sin creer que fue así, afirmando que le asesinaron. Sea como fuere, aquél hombre que quiso cambiar la deriva del país murió allí mismo.
El Palacio de la Moneda sigue siendo las dependencias oficiales del Presidente chileno. Se puede visitar, pero enviando un correo electrónico al menos con una semana de antelación a visitas@presidencia.cl
En la otra fachada, la que mira a la Plaza de la Ciudadanía, está el acceso al Centro Cultural Palacio La Moneda, que se extiende en los bajos de dicha plaza. Un lugar de entrada gratuita, con dos salas de exposiciones, un tienda de comercio justo, algunos cafés y la cineteca. Otro lugar de tranquilidad por el que dar todas las vueltas que quieras cuando la gran ciudad te agobie.
Museo de la Memoria y los Derechos Humanos
Reservé el último día de mi estancia para ir a este museo. No caí en la cuenta de que era lunes y por tanto estaba cerrado. Aun así, como no quedaba lejos de mi alojamiento, decidí caminar hasta allí. Efectivamente estaba cerrado pero me colé en el patio porque la verja estaba abierta.
Me puse frente a los cientos de fotos de víctimas de la dictadura y a su vez las fotografié. En el muro de enfrente la Declaración de los Derechos Humanos está «escrita» con letras de metal oxidado. Algunos pasajes tienen un clavel rojo prendido.
Al rato un funcionario viene a decirme que no puedo estar allí, que es lunes y está cerrado. Me voy con la desazón de no haber planificado bien y por tanto no haber podido visitar este museo. Volveré.
✍ El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile está en la calle Matucana nº 501. Abre de martes a domingo de 10 a 18 h y la entrada es gratuita. Puedes consultar su página web aquí.
Para los que no sepan qué pasó en Chile entre los años 1973 y 1990, aquí va un resumen
¡Espero no cometer errores!
- Todo empezó cuando en 1970 Salvador Allende ganó las elecciones al frente de Unidad Popular (UP), una coalición de partidos de izquierda. Como siempre en estos casos, esa unión funcionaba a medias. Las izquierdas nunca se ponen de acuerdo, quizá sea la principal razón de su fracaso perenne.
- La política económica de Allende se centró en la nacionalización de empresas privadas de sectores clave como la minería, la banca, etc. Cuando Allende llegó a la presidencia el país estaba en franca recesión económica. Sus medidas funcionaron durante un tiempo pero el sector privado -el capitalismo- lo boicoteó. Las empresas vendieron todo a bajo precio. Ganado, maquinaria, acciones… La producción industrial cayó en picado. Hubo desabastecimiento. El Gobierno tuvo que importar alimentos.
- EEUU no estaba quieto tampoco. No quería un gobierno de base marxista que se llevaba bien con Cuba. Era la época de Nixon y Kissinger aunque daría lo mismo que hubiese sido la época de cualquier otro presidente norteamericano, me parece a mí.
- Y por otro lado, según las memorias de un disidente soviético, el KGB retiró su apoyo a Allende porque este no quería instaurar una dictadura comunista. El país se tambaleaba.
- En 1972 hubo una huelga general de camioneros apoyada por los democristianos y el Partido Nacional. Allende designó al general Carlos Prats como ministro del Interior.
- Las elecciones de 1973 demostraron que, aun con todo, el apoyo a Allende había crecido. Aun así el país seguía muy dividido. Hubo otra huelga de camioneros y los acontecimientos se precipitaron.
- El general Prats dimitió y fue sustituido por el general Augusto Pinochet, al que creían leal al Gobierno Constitucional. Pero no.
- El 11 de septiembre de 1973 Pinochet realizó el brutal golpe de estado. En esos primeros días detuvieron a miles de izquierdistas, simpatizantes, o sospechosos de serlo. A muchos les encerraron en el Estadio Nacional de Santiago, y allí se les torturó y ejecutó. Santiago fue el centro del golpe de Estado de 1973. Por toda la ciudad se abrieron centros de tortura y cárceles clandestinas. No fue el único lugar…
- La Caravana de la Muerte viajaba en helicóptero de una ciudad a otra en busca de opositores. Estaba formada por un grupo de militares. Algunos se entregaron voluntariamente. Muchos de ellos acabaron siendo asesinados.
- El Centro Nacional de Informaciones (CNI) y la Dirección General de Inteligencia Nacional (DINA) llegaron a cruzar las fronteras. El general Prats murió en Buenos Aires por un coche bomba un año después del golpe. El ministro de Exteriores de Allende, Orlando Letelier, murió en Washington al explosionar su automóvil en el año 1976. El democristiano Bernardo Leighton sobrevivió a un tiroteo en Roma en 1975.
- Se han contabilizado 40.000 víctimas de torturas y ejecuciones en este periodo. Cientos de miles de chilenos salieron al exilio. En Chile se violaron los derechos humanos hasta límites insospechados, y en este museo te lo cuentan.
Después de ser restaurada la democracia en 1990, Pinochet, el infame golpista, siguió al mando del Ejército. Ejerció de senador hasta su retiro del ejército en 1997, disfrutando de la inmunidad que le correspondía como miembro del gobierno.
En septiembre de 1998 fue detenido en Londres a instancias del juez Baltasar Garzón, que investigaba la muerte y desaparición de españoles tras el golpe de 1973. Empezó un largo periodo de idas y venidas en los tribunales. Se le declaró demente, hasta que apareció en televisión muy lúcido.
Sin embargo, nunca llegó a sentarse en el banquillo y murió con 91 años de edad, el 10 de diciembre de 2006. Algunos lo celebraron, otros no. Chile, como España, está demasiado dividido en su memoria.
Recuerdo una conversación con una mujer de Santiago de Chile, de unos 70 años. Me dijo: yo no niego que se cometieron crímenes, pero no fueron tantos como dicen. Por ejemplo en mi familia, amigos y vecinos, no hubo ningún desaparecido. Yo creo que no fueron tantos…
Barrio Brasil y Barrio Yungay
Más a mano del Museo de la Memoria que de la Plaza de Armas, los barrios Brasil y Yungay son totalmente diferentes.
Aquí no hay rascacielos sino edificios bajos y pequeños palacetes. La mayoría en ruinas, cerrados. Hay mucho streetart, un movimiento que está revitalizando estas zonas que dicen siguen siendo inseguras por la noche. Se están abriendo bares y restaurantes “cool”. Le auguro un futuro más turístico.
Durante el día son barrios normales, con vida de barrio. Tranquilos. Hay algún borracho, sí, y algún “pintas”, pero nada del otro mundo. Los murales y las casas de colores te acompañan, sucediéndose uno detrás de otro. De vez en cuando despunta alguna iglesia coqueta.
Desde allí puedes enfilar la Alameda y andar hasta Bellavista, cruzando el río Mapocho.
Cerro San Cristóbal y Patio Bellavista
El Patio Bellavista es un sitio muy cool. Un pequeño laberinto lleno de restaurantes con todo tipo de propuestas gastronómicas, tiendas de artesanía, alguna galería de arte.
De ahí tienes un pequeño paseo hasta el Cerro San Cristóbal. Como es el primer lunes de mes, tanto el teleférico como el funicular están cerrados por mantenimiento. Menos mal que hay un bus que también te sube hasta la cumbre.
El parque tiene muy buena pinta pero mis fuerzas ya están agotadas, así que lo tomo.
La estatua de la Virgen de la Inmaculada Concepción, de 14 metros de altura y color blanco, remata el punto más alto del cerro.
El lugar no es nada del otro mundo pero las vistas de Santiago de Chile son increíbles. De nuevo hace un día claro, no me puedo quejar en absoluto. La primavera se abre paso en los inicios de Septiembre con temperaturas cercanas a los 30 grados, flores de almendro y árboles que empiezan a verdear.
Pruebo allí arriba el mote con huesillos por 1000 CLPs, un euro y medio aproximadamente. Es un vaso de maíz pequeñito (huesillos) y una especie de sirope con sabor a caramelo muy dulce. Me gusta, pero se me hace raro y un poco largo. Quizá si hubiera tomado más me habría acostumbrado. Es posible.
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Mapa de situación
Termino dejándote aquí el mapa del centro de Santiago con todos los puntos que visité en lo que al final fueron dos días completos.
Quedan grandes pendientes en el tintero, soy consciente. ¡Hasta la próxima Santiago de Chile!
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Buenas Ali, soy Álvaro. Me voy de viaje tres semanas a Chile de viaje. ya trabaje allí, en la VII región en santa cruz, pero ahora voy de turismo. Me gustaría que me dieras los datos de los lugares donde te alojaste. Por lo menos, dime dónde podemos dormir mi mujer y yo en santiago. Luego iremos para atacama, valparaiso y el sur…pero si me dices en santiago para empezar pues te lo agradecería mucho.
Hola Álvaro, de los dos sitios en los que dormí sólo recomiendo uno: Guest house Mery (General Baquedano 546). Lo reservé por internet unos días antes, en Booking, y estaba de oferta. Suerte y a disfrutar de las vacaciones!
Hola! Me encantó la descripción que hiciste.
Solo una aclaración el mote con huesillo es trigo con duraznos (albaricoques) deshidratados y cocidos en agua. El huesillo no es el mote, sino el durazno.
Hola! Muchas gracias por la aclaración y me alegro mucho de que te haya gustado 🙂🙂