Era 8 de marzo. El Día Internacional de la Mujer. Salimos a las seis de la mañana de Djamena y pusimos rumbo al sur. La tierra de los Moussey, una de las más de 200 etnias de Chad, nos esperaba.
En busca de una de las etnias de Chad: los Moussey
Llegamos a Bongor a mediodía y allí nos esperaban Joseph y Rahel en la Asociación Akwada. Hacía poco más de un año que les había conocido, y nunca imaginé que en tan poco tiempo volvería a encontrarme con ellos. Comenzábamos la aventura Africa Overland e íbamos a conocer otra de las etnias de Chad.
Aunque la primera idea era ir a ver a los musgum, que yo ya conocía del año anterior, nos informaron de que no era posible. El jefe con el que habíamos hablado en nuestra anterior visita acababa de fallecer 😥. Aun así los recibimientos, discursos, bailes y sobre todo algarabía general me recordaron muchísimo a mi primera experiencia. Es algo realmente especial y muy emocionante.
El paisaje del camino, entre los ríos Chari y Logone, estaba mucho más seco que el año pasado. Sólo había un mes de diferencia, pero las aguas de la temporada de lluvia se habían retirado. Y eso que en 2022-2023 hubo fuertes inundaciones.
Por el camino, nos encontramos con una pequeña manifestación de mujeres. Sí, en Chad también se celebra el 8 de Marzo. Sobre todo de la mano de las organizaciones humanitarias que operan en el país, así como las misiones cristianas.
Tras la comida, nos fuimos a Djodo Gasa parando antes en la prefectura de la ciudad más importante de la región. Antes de pasar la noche en un lugar, hay que registrarse. En Chad es siempre así. Control y más control.
Ya es noche cerrada y los Moussey llevan horas de fiesta. Nos llevan a un edificio con un gran patio que, según creo entender, es como el ayuntamiento del pueblo. Allí acamparemos, pero antes nos agasajan con una cena a base de cabra asada, buñuelos, okra y fufu.
Después salimos a ver los bailes. Con la oscuridad casi no vemos nada. La gente se agolpa a nuestro alrededor mientras suena la percusión frenética y bailan a ritmo endiablado. Los hombres a un lado, las mujeres al otro. Hace muchísimo calor y acabo agobiándome.
El primer momento mágico con los moussey
Decidimos ir a descansar, pero alguien había llamado al griot, una oportunidad que nunca hay que despreciar. Por muy cansado que estés.
Los griot son como los trovadores medievales. Músicos que cantan historias al ritmo de una cítara que suele estar fabricada por ellos mismos. Son los guardianes y transmisores de la tradición oral de su pueblo, que hasta hace muy poco no tenía escritura. Están muy presentes en las etnias de Chad y de toda el África occidental.
Sentados en un tronco cerca del griot, le preguntamos por su historia, por la historia de los Moussey.
Mientras empieza a hablar, uno de los acompañantes se apresura a encender un fuego porque, nos dicen, “si se cuentan historias tiene que haber fuego” 🥰.
La historia de los Moussey, una de las 200 etnias de Chad, contada por el griot
Los Moussey son un pueblo originario de Camerún. Tuvieron que emigrar a Chad, Nigeria e incluso Burkina Faso en el siglo XIX, huyendo de la esclavitud.
Hoy en día, la mayor parte de los Moussey viven en Chad.
Todos los años se realiza el festival Kodomma, cuya fecha se establece por el calendario lunar. Vienen moussey de todos esos países y es un encuentro que fortalece su identidad.
La mayoría son cristianos, pero un tercio de ellos siguen siendo animistas.
En su tradición hay tres danzas Moussey: Fulina (mujeres), Kotomna (hombres), y Dina (hombres con el sitar o laúd).
Entre las tradiciones perdidas, parece ser que ya no hacen iniciaciones (ritos de paso). Según sus palabras, dejaron de hacerlas tras la muerte del anterior presidente de Chad. Imagino que tiene que ver con la política de islam ortodoxo que trata de imponer el actual gobierno. También han dejado de utilizan máscaras en sus ceremonias, pero no quieren contarnos más porque estos temas son top secret (cita textual).
El relato deriva hacia algo muy interesante: los moussey utilizan las adivinanzas para educar a los niños. Y nos pone este ejemplo:
Un padre le dice a su hijo pequeño: “ve a buscar cuernos de liebre”.
El niño va a buscar cuernos de liebre y para ello pregunta a los vecinos, a los mayores.
Siempre le dicen no, que nunca han visto cuernos de liebre.
El niño, sin embargo, continúa buscando. Si su padre le ha pedido cuernos de liebre es porque existen, ya que él confía en su padre.
Sin embargo, las horas van pasando y mientras va yendo de puerta en puerta para preguntar, llega un momento en que se da cuenta de que ¡las liebres no tienen cuernos!
Entonces vuelve a su casa y se lo cuenta a su padre, quien le felicita por haber resuelto la adivinanza.
Se trata, pues, de enseñar al individuo que debe pensar por sí mismo y no confiar ciegamente en lo primero que le digan o le pidan.
Conociendo un poco más a este pueblo
Por la mañana nos llevan a dar una vuelta por el pueblo. Entre las casas, de vez en cuando aparecen unos círculos hechos con troncos cortados. Preguntamos qué son, y nos dicen que son tumbas de personas relevantes para la comunidad.
Los Moussey son agricultores y pastores, y como muchos otros tienen conflictos con otras etnias de Chad. En 2022 tuvieron un problema serio. El conflicto estalló entre los moussey, los árabes y otras etnias del norte por el arrendamiento del ganado de los más ricos. Se saldó con muertos. En muchos aspectos Chad sigue en la Edad Media.
Hablando de sus cultivos, nos cuentan que el algodón es la primera economía de los moussey. En la época de la recolección sus pueblos se llenan de grandes montones blancos como la nieve.
Antes de la siembra, el adivino se encarga de hacer una consulta a los espíritus para saber cómo van a ir las lluvias ese año. Por supuesto se hacen sacrificios, ya sea con pollos o con cabras.
El adivino se sirve de una serie de palitos de color claro que dispone en forma radial a su alrededor. La técnica es la misma que la de los musgum, que también son originarios de Camerún.
Las danzas Moussey
Mientras damos una vuelta por el pueblo, los moussey preparan una gran danza para nosotros. De repente, vemos llegar a las mujeres y algunos hombres cantando y bailando. Su atuendo me recuerda mucho al de los Massa, otra de las etnias de Chad que vive en la región del río Logone.
Nos llevan a la plaza que está delante del lugar donde habíamos pasado la noche. Se ha concentrado muchísima gente.
La danza que representan es la de las mujeres moussey que, según nos cuentan, es la danza del fuego.
Un hombre alto es el jefe de la ceremonia. Su esposa se sitúa en el centro. El hombre lanza por los aires un gran recipiente hecho con una calabaza. Lo lanza en vertical delante de él. Si le cae en la cabeza, significa que no tiene conocimiento suficiente.
Tras un par de horas o más, no lo sé porque en estas cosas es fácil perder la noción del tiempo, volvemos a Djodo Gasa.
Resulta que nos está esperando el prefecto, sentado con aire señorial bajo un porche de paja. Nos vemos obligados a tomar algo con él y, cuando nos queremos dar cuenta, las cosas se van un poco de madre.
Han preparado otra danza con mucha más gente que la de la mañana. Los bailes son distintos, protagonizados por hombres y un niño que es todo un fenómeno. No termino de aclarar qué danza es.
Después tenemos que ir a comer con el jefe un plato de arroz y fufú que han preparado sus esposas. Sólo son las 11 de la mañana, hace un calor tremendo y no nos apetece mucho, pero es lo que hay.
El jefe lo observa todo sentado delante de una mesita, aislado de los demás, presidiendo todo.
La parafernalia del jefe Moussey nos supone un gran retraso. Teníamos previsto ir a conocer a otro pueblo en la zona de Toupori, junto al río, pero está más lejos de lo esperado y cuando llegamos ya es de noche. La gente lleva horas esperándonos, están muy bebidos y nos echan la bronca con razón. Conseguimos salir de allí en medio de la oscuridad y encontrar un sitio tranquilo donde dormir, siendo ya muy tarde. Terminaba otro día conociendo a algunas de las etnias de Chad de las que nunca me canso.
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