¿Te suena haber visto fotografías o algún documental de un festival llamado Gerewol, en el que los hombres se pintan la cara con colores y hacen muecas? En mi segunda visita a Chad he podido conocer a los nómadas Wodaabe, también conocidos como Bororo, uno de los grupos más singulares de la gran familia Peul. Y no, no fui en la temporada del Gerewol, pero al menos he podido compartir un buen rato e incluso campamento con ellos. Hoy te lo voy a contar 😊
Buscando a los nómadas Wodaabe en plena estación seca
Eran los inicios del viaje Africa Overland de 45 días en el que me había embarcado. Llevábamos unos días en Djamena tramitando el visado de Camerún y haciendo preparativos, y otro par bajando hacia el sur del país.
Alonso había contactado con un peul con el que suele ir al festival Gerewol, para que nos dijera si había algún campamento en nuestra ruta. No era la mejor época del año, ya que la estación seca estaba muy avanzada y por tanto las familias se habían dispersado en busca de agua para su ganado. Pero algo se podría hacer, y así fue.
Localizamos un campamento con varias familias de nómadas wodaabe a pocos kilómetros de Moundou. Creo que fue allí donde recogimos al guía peul para que nos llevara al campamento wodaabe.
¡Por fin les iba a conocer! Reconozco que iba emocionada y expectante, mientras disfrutaba del paisaje saheliano que tanto me gusta.
Cómo son los wodaabe de Chad y por qué me hacía tanta ilusión conocerles
Los nómadas wodaabe son, como he dicho al principio, uno de los grupos más singulares de los fulani, fulbé o peul.
Se diferencian muchísimo de otros grupos por el tipo de tatuajes que llevan en el rostro, además de por organizar el festival del Gerewol del que, si aún no sabes nada, puedes leer y ver algunas fotos en el blog de Kumakonda.
Los tatuajes wodaabe incorporan la técnica de la escarificación (piel cicatrizada). Suelen ocupar todo el rostro y forman dibujos geométricos.
Su estética singular no acaba ahí. Además lucen peinados muy característicos, tanto los chicos jóvenes como las mujeres, mientras que los hombres más mayores suelen llevar el pelo corto o más bien rapado. Puede que los peinados tengan que ver con la diferencia entre casados y solteros, pero no lo sé a ciencia cierta. Sí sé que las trenzas que enmarcan la cara de las mujeres es una protección mágica contra los espíritus y las maldiciones.
El caso es que los nómadas wodaabe son conocidos por el hecho de que dedican bastante tiempo a su apariencia. O dicho de otra forma ¡son muy presumidos! Por ejemplo, andando por el campamento vimos cómo un chico joven se aplicaba una mascarilla casera que, según nos dijo, le “limpiaría la cara”.
Sus rasgos son finos, nobles, y el color de su piel suele ser más clara que la de otros africanos de los países por donde circulan. Esta es una característica que ha supuesto un desafío a los antropólogos que les han estudiado.
¿Cuáles son los orígenes de este pueblo?
Parece que la hipótesis que cobra más fuerza es que esta gente son los descendientes de la población que ocupó todo el norte de África, procedente de la actual Etiopía, hace unos 5.000 años. Antes de la llegada de los bereberes. Una ocupación obligada por la desertificación de sus tierras.
De ser así, los bororo o nómadas wodaabe serían los descendientes directos de aquéllos humanos que pintaron el arte rupestre de este gran desierto ¿Te imaginas?
Además de los tatuajes, destacan los ojos. Grandes como los de las gacelas, de mirada profunda, parecen atravesarnos. Nos miran fijamente y muy serios. Especialmente ante la cámara.
Los niños y niñas del campamento son los primeros en acercarse curiosos. No pasan ni dos minutos y una de ellas ya me está pidiendo una pulsera masai de bolitas de colores que llevo en la muñeca desde hace varios años.
Por señas y sobre todo tirando de la pulsera, la niña me hace entender que la quiere. Sintiéndolo mucho, tengo bastante apego a dicha pulsera así que me niego. Lo intentará más veces. No se rinde fácilmente, pero yo tampoco cedo a su capricho. Como no lo haría con un niño de mi país, así porque sí 🤷🏽♀️.
En ese pequeño forcejeo me doy cuenta de cómo son sus gestos y observo un poco más cómo se relacionan entre ellos, no sólo entre nosotros.
Brusquedad, rapidez, fortaleza, decisión y orgullo son palabras que me vienen a la mente para tratar de describir lo que veo. También sumisión y obediencia cuando alguien más mayor o de más autoridad dice algo. Ojalá entendiera su idioma, el fulfulde.
Hoy en día los wodaabe son musulmanes. Y bastante ortodoxos, por lo que me han contado.
Cada hombre puede tener varias mujeres y estas bajan la mirada ante ellos, aunque no se tapan el rostro ante los extraños, o no tanto como en otros lugares. La vida nómada les da una cuota de libertad que en otras sociedades y culturas les es negada más fácilmente. Pero no nos confundamos, ellas no lo tienen fácil.
Los wodaabe no son gente pobre
Puede que muchos wodaabe no sepan leer y escribir y viven con lo mínimo, pero esto tiene mucho que ver con la vida nómada que llevan, aunque juegue en su contra.
Los nómadas wodaabe tienen vacas y el ganado se cotiza bien en los mercados. De hecho tener ganado significa ser rico y gozar de una posición que muchos otros, los realmente desposeídos, no pueden ni soñar. Es una riqueza en especie, pero es riqueza.
Otro tema es que quieran venderlo para obtener dinero contante y sonante con el que comprar o pagar. Por ejemplo, la atención sanitaria.
Precisamente en este campamento nos llevaron ante un bebé que estaba enfermo. Nos dijeron que le dolía mucho el oído, y querían que les diéramos algún medicamento para curarle. Les dijimos que debían llevarlo al hospital, que además no estaba muy lejos, pero el padre no hizo ningún gesto al respecto y repitió su petición. Lo más probable es que tuviera una infección de oído, pero nosotros no somos médicos.
Si le hubiéramos dado un antibiótico, teniendo en cuenta que es un niño muy pequeño, podría ser peor el remedio que la enfermedad. Y si le pasa algo al niño, la culpa sería nuestra.
Lo habitual es esperar demasiado tiempo para acudir a un médico. Se resisten a vender una vaca para pagar esa atención sanitaria, y cuando deciden ir al hospital ya no hay nada que hacer. La mortalidad infantil es altísima en Chad y seguramente es mayor entre los nómadas. Para nosotros, es una cuestión de falta de educación. Para ellos, es otra cosa.
La mentalidad de estos pueblos es harto complicada para nosotros. Sus prioridades, sus valores, su forma de afrontar determinadas cuestiones de la vida, no tienen nada que ver con las nuestras. Viven en paralelo al resto de la sociedad, tanto por supervivencia como por apego a sus tradiciones, que al fin y al cabo también es una forma de supervivencia identitaria.
Estando allí me vienen a la cabeza los gitanos y cómo nos cuesta entenderlos. Lo comento con Alonso, y le digo que de alguna forma esta gente se parece mucho a ellos. Nómadas (si pensamos en la comunidad gitana histórica), con una manera decidida y valiente de afrontar la vida, acostumbrados a buscarse las castañas cada día, sin dar importancia a sus posesiones ni a las de los demás. Generosos con lo suyo, no entienden por qué nosotros no lo somos con lo nuestro. Están claramente enfrentados a los “otros”, los sedentarios, que siempre han recelado de ellos.
En Chad te previenen contra los nómadas. Te dicen que tengas cuidado si duermes en su campamento, que no dejes las cosas fuera de la tienda de campaña por la noche, no vaya a ser que te las roben. ¿Ves el parecido con los gitanos? Yo sí.
Sin embargo, les miramos con una buena dosis de romanticismo. O sin tantos prejuicios inculcados. Estamos en un país lejano y exótico, los antropólogos famosos han escrito sobre estos pueblos de África, y la National Geographic les ha dedicado documentales. Que conste que yo también caigo en ese imaginario.
El campamento de nómadas wodaabe en el que dormimos
Llegamos a un campo cercano al río Logone a través de campos y pistas. El terreno está salpicado de palmeras muy altas y rectas. Entre ellas, esparcidas, hay varias casas de nómadas wodaabe.
Cuando llegamos saludamos a los hombres que vienen al encuentro de nuestro guía, con quien ya han hablado antes para autorizar nuestra presencia.
Más tarde me entero de que no debemos ir a visitar a unas familias que están acampadas algo más lejos. No se ha llegado a un acuerdo con ellos y podemos tener problemas. En Chad casi nada es gratis para un blanco, y mucho menos si pides el derecho a compartir su espacio y hacer fotos.
Los hombres nos dicen que son wodaabe Ndjapto, originales de Chad, y que pertenecen a los Kawa, una de las tres familias de Ndjapto. Las otras se llaman Sibo y Bipe yaye. La organización por linajes es muy complicada 😅
Después, cuando nos lo autorizan, nos acercamos a las casas. Allí es donde tenemos un primer encuentro con las mujeres y los niños, así como con un par de jóvenes. Todos nos miran con recelo, con algo de fastidio. Los pequeños, ya lo he dicho, nos piden cualquier cosa que les llame la atención. Las mujeres nos piden algo de comer llevándose la mano a la boca.
Las casas de los wodaabe se parecen a las de otros grupos fulani, pero al mismo tiempo son diferentes. También se basan en una o dos plataformas alzadas donde disponen sus enseres a salvo del suelo y los animales, así como sus dormitorios. Uno para cada esposa e hijos. Delante humean los fuegos y las cacerolas de hierro con las que preparan la comida del día.
Pero como decía, las viviendas de los nómadas wodaabe son diferentes. Están más acabadas, parecen más robustas y sobre todo lucen una decoración mucho más refinada que las casas de otros pueblos fulani. Está hecha a base de pequeños patrones geométricos pintados de colores. También decoran así algunas de sus calabazas, que son parte del ajuar de las mujeres.
Pasamos la noche en nuestras tiendas de campaña. Las instalamos donde nos indican, a cierta distancia de sus casas. Durante toda la noche suenan los mugidos de las vacas, los rebuznos de los burros y los crujidos de las palmeras que tenemos al lado.
Por la mañana, el paisaje se viste de nieblas a ras del suelo mientras el sol asciende entre las nubes.
Las mujeres están preparando comida en las ollas. Es una especie de pasta blanca, hecha con mijo o harina de maíz. Resulta que van a celebrar un nacimiento, que según su costumbre se tiene que hacer siete días después del parto.
Tras el desayuno nos despedimos y continuamos camino.
Un encuentro muy oportuno con los fulani Bagirmi
Volviendo hacia Moundou vemos un poblado situado en una ensenada del río, que baja con poca agua en esta época del año. Las casas son de forma semicircular u oval y están cubiertas de esteras y lonas. Nos dicen que son fulani Bagirmi, otro de los grupos nómadas que circulan por aquí.
Tenemos la gran suerte de llegar justo cuando están haciendo cruzar el río a sus vacas para llevarlas a los pastos.
Pasamos un rato observando hasta que ya no podemos retrasar más nuestra marcha porque queremos llegar a las inmediaciones de la frontera de Camerún.
Chad siempre deja buen sabor de boca, al menos si te gusta el Sahel. Espero volver a cruzarme con los nómadas wodaabe en el futuro 😊.
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