Este es el relato de una de las experiencias más intensas de mi vida viajera. 24 horas con los Musgum de Chad. Veinticuatro horas en las que recibí un cariño y generosidad como hacía mucho tiempo. Cientos de personas se volcaron en mostrarnos su cultura y tradiciones. Nosotros éramos cuatro blancos con mucha curiosidad. Pero para ellos éramos una puerta a la esperanza de abrir nuevos caminos.
Cómo llegamos a los Musgum de Chad
Alonso de la agencia Kumakonda conoció, hace unos años, a Joseph y Rahel en el alojamiento de la Misión Católica de Kabalay de Djamena. Una pareja compuesta por un chadiano y una suiza siempre es motivo de curiosidad, y Alonso no se resistió a conversar con ellos, aunque en general habla con todo el mundo 😜.
Le hablaron del proyecto que llevan a cabo en la región de Bongor, llamado Akwada, y él les preguntó por los sitios y culturas de interés que podría haber allí. Los musgum aparecieron en el horizonte de esa conversación.
Alonso quedó con ellos en que un día iría a conocer la zona. Y ese día llegó. Alfons, James y yo nos apuntamos a hacer una exploración de tres días al sur de Djamena entre los cuales iríamos a visitar a los musgum y pasar al menos una noche con ellos.
Los Musgum es uno de los pueblos que, igual que los Massa, quedaron divididos entre Chad y Camerún cuando las potencias coloniales hicieron el reparto de África. Este es un pueblo cuya gran diferencia frente a otros “primos” cercanos es la arquitectura de sus casas tradicionales. Una arquitectura en vías de extinción, de momento.
La necesidad de sobrevivir en el siglo XXI y la dejadez del sistema educativo está haciendo que los jóvenes no conozcan y en principio no quieran mantener su historia. Y aquí entra la visión de Joseph y Rahel, estimulados por la curiosidad de Alonso: ¿por qué no atraer al turismo como forma de motivación para recuperar estas tradiciones y su valor entre los musgum de Chad? ¿y si probamos?
El proyecto Akwada
Antes de entrar en la experiencia con los musgum de Chad sí quiero explicarte qué es el proyecto Akwada de Joseph y Rahel.
El proyecto Akwada es una asociación chadiana cuyo principal propósito es contribuir a la mejora de las condiciones de vida de las poblaciones rurales desfavorecidas en el Valle del Logone. Sus máximas son: Formación, Cultura y Desarrollo.
En unos años Joseph y Rahel han impulsado y construido:
- Una escuela infantil con más de 200 alumnos escolarizados.
- Talleres de formación profesional, pensados de una forma realista y adecuada a las salidas profesionales del entorno: mecánica, fontanería, construcción, autoescuela de camiones y motos. En la actualidad, y con mucha paciencia, están ampliándose.
- Talleres de nutrición que imparten en las distintas comunidades de alrededor de Bongor: consejos para que los padres entiendan cómo procurar una alimentación más equilibrada a sus pequeños, combinando los alimentos que están a su alcance.
- Mediación de conflictos: no son pocos los conflictos que surgen entre pastores y agricultores, o por el sentido del honor que hay en estas comunidades. Joseph y Rahel imparten talleres para tratar de promover el valor de la mediación y de la convivencia en paz.
- Festival de los pueblos del valle del Logone: un festival en el que se exhiben y recuperan los bailes y oficios tradicionales de los pueblos del valle del Logone. Precisamente para contribuir al mantenimiento de su memoria.
Y un largo etcétera, porque ayudan a construir pozos de agua potable, infraestructuras sanitarias y escolares, organizan talleres de debate, teatro, proyección de cine, conciertos, y mantienen una biblioteca.
Una labor increíble que llevan adelante con una gran sonrisa, ilusión y determinación. Y con ayuda de donaciones de ciudadanos europeos, fundaciones y ONGs.
👉 Te dejo aquí su página web. Está en alemán y francés, pero puedes traducirla con el navegador.
La llegada al pueblo de los musgum con una bienvenida increíble
Nos esperaban en Muhuna, la aldea musgum en la que pasaríamos la noche. Llegamos unas tres horas tarde. Era casi de noche porque nos entretuvimos por el camino visitando a los nómadas fulanis y contemplando el río Logone, que a esa hora era todo un espectáculo.
Cuando estábamos a menos de un kilómetro, una moto con tres o cuatro pasajeros nos adelanta y se pone delante de nuestro coche. Toca la bocina y uno de ellos levanta los brazos. ¿Es una bienvenida? ¡Lo es! 🤩
De repente aparecen muchos niños y niñas corriendo, gritando ¡bonjour! y riendo. Se unen las mujeres y algunos hombres. Llega un momento, cuando salimos de la pista para entrar en el pueblo, que una multitud rodea al coche. Decidimos parar ir andando con ellos el resto del camino.
Chocamos todas las manos que podemos. Sonreímos todo lo que podemos. Estoy a punto de ponerme a llorar de emoción. Totalmente abrumada por este recibimiento lleno de expectación, alegría y cariño. A pesar de nuestro retraso. El tiempo en África es más plástico que en nuestro mundo y no sabíamos que nos esperaban con esta recepción, pero no dejé de sentirme culpable por ello.
Cuando llegamos a la casa tradicional musgum que va a ser nuestro alojamiento, nos encontramos con mucha más gente reunida a su alrededor. En la puerta hay músicos tocando tambores y una especie de flautas de barro que producen un sonido precioso. Algunos bailan, otros nos buscan con la mirada. El festival musgum ha comenzado.
Muy a nuestro pesar, primero debemos ir a presentar nuestros respetos al jefe, el yaya de los musgum. Un anciano venerable que nos espera en una casa apartada, con unas sillas en el patio. Nos descalzamos, entramos, saludamos y se sucede uno de los primeros discursos de estos días.
Joseph le explica que la idea es traer más turistas y con ello motivar al pueblo musgum a que cuide su memoria histórica, incluyendo la construcción de casas tradicionales que sirvan de alojamiento.
Curiosamente, Joseph y Rahel no conocían a este anciano jefe hasta el año pasado. Fue cuando Jean Bindschedler, un viajero suizo de 90 años, murió en Muhuna. Te cuento su historia porque es maravillosa.
Jean Bindschedler se enamoró del valle del Logone cuando viajó por primera vez allí a la edad de 70 años. Durante diez o quince años, es decir, hasta los 85 años, viajó a Chad pasando largas temporadas en este su particular paraíso. Se enamoró de los paisajes, la luz y las gentes. Estaba convencido de que tenía un potencial turístico que sin embargo no llegaba a despegar. Sólo consiguió que vinieran unos turistas italianos, aparte de los cooperantes de las ONG de la zona. Cuando se aproximaba su final, a la edad de 90 años, dejó su Suiza natal y volvió al valle del Logone para morir en su tierra prometida. Así ocurrió en el año 2021, en el hospital de Bongor.
A raíz del fallecimiento de Jean las autoridades chadianas avisaron a la embajada de Suiza y estos se pusieron en contacto con Joseph y Rahel para que se encargaran de los trámites. Jean había dejado bien claro en su testamento que quería ser enterrado allí. Sus familiares, que siguen en contacto con el pueblo, estaban de acuerdo. Los musgum estaban de acuerdo. Se cumplió su voluntad y en Muhuna reposan los restos de este romántico viajero. Me hubiera gustado mucho conocerle.
Quiénes son los musgum: retazos de historia contada por su archivista
Cuando ya es de noche y los entusiastas musgum se han ido a dormir, nos quedamos en la casa tradicional en compañía de algunos musgum. Han hecho un fuego en el centro del patio y han puesto esteras en el suelo. Nos sentamos y comienza la conversación. Y nos cuentan su historia, la historia de los musgum.
En esa atmósfera mágica, mientras me dejo hipnotizar por las llamas, entiendo las cosas un poco a medias porque es necesaria una traducción del musgum al francés y luego al inglés. Me concentro en los sonidos de la lengua musgum y en las inflexiones de la voz profunda del hombre que habla. A mi alrededor hay un buen grupo de hombres arropados en sus mantas, todos escuchando atentamente.
El que habla es Ibrahim. Es el archivista, el hombre-biblioteca. Quien guarda la memoria del pueblo musgum. Si él muere y no ha transmitido sus conocimientos a un sucesor, la biblioteca se perderá irremediablemente. Como si ardiera. ¿Te suena?
Musgum o Moussgoum significa “cambiando de lugar”. Siempre fueron un pueblo de pescadores, agricultores y cazadores, aunque la población ha crecido mucho y por tanto ahuyentado a la caza. Sus tierras se extienden a ambos lados del río Logone, en Chad y Camerún. Siempre han vivido junto al agua, ya sea río, lago o mar.
Hoy se definen como musulmanes y animistas aunque dicen que ya no creen en los dioses de antaño. Su dios principal se llamaba Maná, y el diable se llamaba Mat. También creían en la Mami Wata, muy presente en el vecino Camerún y otros países de África Occidental, central y del sur, así como el Caribe y algunas otras zonas de América.
La Mami Wata es una diosa del agua, una especie de sirena de gran belleza, pelo muy largo y color de piel más clara de lo normal. Seduce a los hombres y después del acto sexual ella les pide fidelidad absoluta. De no hacerlo, la desgracia cae sobre ese hombre y su familia en forma de ruina económica. Si obedece, la Mami Wata le protegerá otorgándole buena salud y riqueza.
Les preguntamos por los ritos de iniciación de niños y niñas, si es que se siguen celebrando. Ritos de paso de la infancia a la edad adulta. Nos cuentan que cada dos años forman un grupo con niños de entre 14 y 15 años. Se van fuera de casa por dos meses. En ese tiempo les cuentan la historia de su pueblo, que por supuesto no se estudia en la escuela. No nos quieren contar más porque lo que pasa en esos dos meses y nadie habla de ello. Ni siquiera entre ellos.
Las mujeres son las responsables de educar a las hijas. Les enseñan todo lo relativo a la casa y el matrimonio. El día de antes de la boda la novia debe aprender a preparar el bul, las bolas de mijo que son el alimento principal, con la salsa que lo acompaña. Si la novia no lo hace bien, la devuelven a su casa.
Ellas no están incluidas en las discusiones ni en las decisiones de la comunidad.
Katoa, la capital del antiguo reino musgum
Para completar esta historia, al día siguiente vamos a la ciudad de Katoa. Es la capital de los musgum de Chad y la cabeza de una prefectura que agrupa a 37 pueblos con más de 50.000 habitantes en total.
Allí visitamos al sultán y jefe del cantón. Nos espera en una plaza junto a las murallas del antiguo castillo, bajo un tejado de paja. Es un hombre muy mayor que nos recibe con amabilidad y nos dice que es un honor que vengamos de tan lejos para conocer su cultura. Esta es la bienvenida que nos dan en todos los discursos de estas 24 horas con los musgum. Y de alguna forma te lo crees. Sabes que no es una fórmula de cortesía. Ellos saben que vivimos a miles de kilómetros y reconocen el esfuerzo de viajar a tanta distancia “sólo para conocerles”.
El sultán de Katoa tiene 94 años. Ha sido profesor y habla muy bien el francés, aunque con nosotros se comunica a través de un traductor. Por aquello del rango.
Se encarga de mediar en conflictos, mantener la paz dentro de la comunidad, e insiste en la importancia de la educación de los jóvenes de la comunidad.
Termina su discurso ofreciéndonos tierras para que vengamos a vivir al país Musgum y les ayudemos en lo que necesitan «para desarrollarse» 😳🥰
Me encantaría decirles una y otra vez que el honor y el agradecimiento es nuestro. Me siento una privilegiada y sigo abrumada a cada paso que doy.
El castillo de Katoa se construyó en el año 1764 y era el epicentro de un reino que abarcaba parte de Chad y de Camerún. Con la división de países por parte de las potencias coloniales, tuvieron que duplicar todo su sistema de jefaturas y otras autoridades tradicionales. Ha habido once generaciones de reyes que se han encargado de conservarlo, pero hoy es claramente una ruina.
Las casas Musgum o Moussgoum
Como decía, uno de los principales rasgos diferenciales de los musgum frente a otros pueblos es su arquitectura. No es que sea el único, pero muchas de las costumbres, oficios y creencias tienen muchos elementos comunes con otros pueblos.
Estas casas son realmente curiosas. Con forma de obús o cápsula, están hechas completamente de adobe siguiendo técnicas y patrones propios. Levantar una de estas casas cuesta seis meses de trabajo.
Su nombre en el lenguaje local es Tolek. Cada casa es un recinto de varias tolek unidas por un muro de dos o tres metros de altura. Corresponden a una unidad familiar contando con el hombre y las esposas.
Cada esposa tiene su propia tolek en la que vivir con sus hijos, así que cada casa musgum estará compuesta por tantos habitáculos como esposas haya en la familia. El patio, por otro lado, es el espacio compartido donde se hacen todas las tareas del hogar incluyendo la cocina, y donde se recoge el ganado por la noche.
Si nos acercamos a una de estas casas, enseguida vemos que el exterior se reviste con unos relieves. Por lo visto es una fórmula para que el agua de lluvia resbale y drene, pero también permite trepar cómodamente hasta el punto más alto, tanto para su construcción como para otear el horizonte. En sus tiempos servían de torres vigía y para comunicarse con otras casas mientras sus habitantes permanecían seguros en el interior.
La puerta se abre en el muro frontal con un marco también de barro en forma de escudo, símbolo de protección. No hay más ventanas que el agujero de la parte más alta del techo.
El aventurero y periodista polaco Kazimierz Nowak relata su encuentro con las casas de los musgum en su fantástico libro «A pie y en bicicleta por el continente negro». Él llama a los musgum “guay”, a comienzos de la década de 1930:
“Una de las estirpes de la tribu banana, los guay (musgum), que en sus tierras no disponen de madera para la construcción, erige sus casas exclusivamente con barro. Estas casas son los cacharros más grandes del mundo y llegan a medir entre ocho y doce metros de altura. Las casas-cacharro no forman aldeas. Están desparramadas por la sabana a ambos lados del río Logone, que jamás ha sido ni será una frontera para los banana. No están esparcidas de una en una, porque la costumbre local es disponer de un espacio separado para cada esposa y otro para los niños, también divididos por sexo. (…) Los ornamentos exteriores, aunque muy parecidos, difieren en detalles pequeños, de modo que no hay dos iguales. Esto se aplica también a la distribución de los edificios”
Cuando pasas dentro, resulta que ese marco se prolonga un poco hacia el interior dejando dos huecos a los lados. En caso de que viniera el enemigo, los habitantes de la casa podían esconderse en esos huecos y sorprender al intruso. Como si tú te escondes en el espacio que queda entre la puerta abierta y la pared. También nos cuentan que las casas del lado camerunés tienen una habitación oculta para poder protegerse de los ataques.
Entre sus bondades:
- Las paredes gruesas de barro permiten que la temperatura sea constante y agradable con respecto al exterior. Tanto frente al frío del invierno, como frente al calor del verano. Nosotros mismos lo comprobamos durmiendo allí esa fría noche de febrero y puedo decir que se estaba de cine sin necesidad de encender fuego.
- El barro segrega un olor que mantiene alejados a los mosquitos. En efecto, aunque la puerta no tuviera ni una esterilla, los mosquitos no entran. Lo vi con mis propios ojos. Viviendo cerca del agua y habiendo malaria esto no tiene precio.
- Por último, con la combinación de la puerta y el agujero del techo circula el aire suficiente para que esté siempre bien ventilada.
Sin embargo, las casas Musgum ya no se hacen en Chad desde 1975. Ese año hubo unas inundaciones enormes que se llevaron todo por delante y ante la perspectiva de volver a empezar a construir y lo que cuesta levantarlas, decidieron pasarse a las edificaciones más modernas. Es decir, casas de ladrillos de adobe cuadradas o circulares, de un solo piso y con techo de paja de mijo.
Las tolek en las que dormimos fueron construidas con ayuda de musgum cameruneses que conocen las técnicas de construcción. En el lado chadiano casi se han olvidado. Se hicieron con la ayuda y esponsorización de Jean Bindschedler, con la intención de atraer el turismo.
En nuestro camino hacia Katoa vemos otro pequeño grupo de casas musgum. Su aspecto es ligeramente distinto, un poco más achaparrado que las nuestras y sin muro que las una, pero son claramente musgum. Nos acercamos a hacer unas fotos y de repente sale gente de unas casas vecinas increpándonos ¡Quiénes somos y qué hacemos allí! Efectivamente, la peor manera de entrar en un sitio es con la cámara alzada. Después de que Joseph hable con ellos y les calme, explicándoles quiénes somos, todo cambia.
Estas casas son de Eljuma y Ali. Nos explican que son las casas de sus antepasados y que han decidido arreglarlas porque les da pena perderlas. Aceptan posar con su obra y nosotros les agradecemos mucho que nos permitan hacerlo.
✍ Para leer más sobre las casas musgum puedes ir a este enlace.
El festival Musgum
Entre unas conversaciones y otras, el festival musgum, preparado con apenas un par de días desde que anunciamos nuestra visita, está listo.
Volvemos a nuestra tolek y nos encontramos con una concentración de gente mucho más grande que la de la tarde anterior ¿Cuántas personas habrá, 500, 600? ¡Es impresionante!
Mujeres y niñas vestidas de colores brillantes, hombres, gente que ha venido de sitios que están a 10 kilómetros de distancia. Sólo para vernos y para participar en un festival que promete mostrarles sus tradiciones. Hay jóvenes que nunca las han visto y así nos lo dicen, dándonos las gracias. No hay palabras.
Todo se desarrolla en varios actos. Al llegar me cuelo en el patio de la tolek y veo los ensayos generales de la lucha con escudos y lanzas, así como los de las mujeres mostrando las técnicas de pesca tradicionales. Son personas mayores porque los jóvenes no conocen todo esto. Fuera se oye el gentío y la música que no cesa. Los niños trepan a los muros y observan todo con atención. Ojalá lo recuerden por mucho tiempo.
Me llaman a comer, así que volvemos a la casa donde cenamos la noche anterior. Degustamos las bolas de mijo rojo con un guiso de carne de cabra que han matado para nosotros. La cena fue a base de pollo asado con salsa muy sabrosa y estas mismas bolas, y el desayuno fue a base de mijo con azúcar en una especie de papilla de aspecto un poco raro pero de sabor muy agradable. Además estaba calentita, lo que se agradece por la mañana 😊
Al volver, todo está listo y ¡empieza el espectáculo! Los musgum han preparado un recinto cuadrado, perfectamente delineado con postes y cuerdas, para que todo el mundo pueda ver los bailes y luchas. Además de fotografiar y filmar como si no hubiera un mañana, me entero de que la danza y música de las flautas es la danza de la lluvia.
Los bailes se alternan con un espectáculo de lucha libre. El público ríe encantado cuando uno de los luchadores cae al suelo y es levantado en volandas para sacarlo del recinto. Igual que cuando Rahel se arranca a bailar con las mujeres provocando un arranque de paroxismo general. Me lo pasé pipa, pero los musgum ni te cuento 😂😂
A continuación nos llevan a una especie de laguna, bastante baja de agua por la época, para mostrarnos cómo pescan las mujeres musgum.
La pesca tradicional se hace con unos conos de cañas que utilizan como trampas para atrapar los peces. Atrapan unos cuantos pero ya están muertos, aunque no se lo hacemos notar para no quitarles la ilusión 😇. Es una demostración.
Y por último todos, y cuando digo todos, es todos… nos trasladamos al río Logone porque hay ¡carreras de piraguas! De orilla a orilla las piraguas corren como balas. Algunos no resistimos la tentación y nos montamos en esas piraguas para cruzar el río y ver la siguiente carrera desde la orilla camerunesa (sin visado ni nada, claro). Ya puedo decir que sumergí mis pies en el Logone, y que he vuelto a pisar tierra Camerunesa 😜
La tarde termina con una entrega de premios a todos los equipos y una serie de discursos, además de una nueva visita al anciano yaya para darle las gracias y despedirnos. Antes, en la tolek, cada uno de nosotros decimos unas palabras. No recuerdo bien qué dije, sí que estaba a punto de llorar porque si algo han conseguido los musgum es llegar a mi corazón.
Quiero insistir en que todo esto lo prepararon en tan sólo dos o tres días, el tiempo con el que nosotros confirmamos que íbamos para allá, entre otras cosas por la dificultad de las comunicaciones. Es sencillamente increíble su capacidad de organización y coordinación.
Desde aquí agradezco enormemente el tiempo, esfuerzo, entrega, acogida y generosidad de este pueblo. También el de Joseph y Rahel de la asociación Akwada, que espero siga su rumbo con la alegría y buen hacer que nos demostraron en esos días compartidos.
Si vas a visitar Chad, no dejes de plantearte ir a conocerles.
Termino con un vídeo con el que, además de las fotos, espero que entiendas mejor la atmósfera de lo vivido con los musgum de Chad.
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Gracias Alicia! Fue un privilegio participar de esa aventura y es un lujo poder leerlo tan bien contado y fotografiado!
Gracias Alfons!! Es que vaya viaje hemos hecho!! 🤩
Alicia, no te conocía, pero vaya blog. Te felicito y te agradezco que compartas toda esta fantástica información, sencillamente es espectacular. Muchas gracias.
Muchas gracias Gabriel!! Y saludos desde Chad!!
Espectacular blog y la manera como relatas y muestras las experiencias de tu viaje.
Muchas gracias!
Gracias por compartir esta información , soy docente de arte escénico en la ciudad de Ushuaia Argentina, buscando material de construcción antiguos y cosas así ( trabajo que hago el de buscar estas cosas ) hace 17 años, me encontré con esto. Algún día iré a Africa y seguramente la emoción invadirá mi alma como a tantos otros. Nuevamente gracias
Muchísimas gracias Raúl, ojalá puedas ir, es fascinante y es un patrimonio muy precario que quizá desaparezca pronto
Saludos
Alicia