
Este es el resumen, imágenes y sensaciones de un viaje “de tránsito” por 10 países de África Central y Occidental. Un viaje loco, intenso, en el que sobre todo me he traído una imagen global de esta parte del continente africano y ganas de profundizar en muchos sitios ¿Te apetece seguir leyendo cómo he pasado 45 días en África?
Es difícil ordenar todas las ideas y sensaciones que te traes de un viaje largo, y más si ha sido tan variado como este. Podría resumirlo en un par de párrafos, diciendo que hemos pasado largas jornadas de carretera, descansado en playas preciosas, intercambiado muchísimos saludos y ejercitado nuestra paciencia. Personalmente, además, me he reencontrado con Chad y algunas personas que conocí allí. La sensación de familiaridad es tan agradable como la de descubrimiento 😊

Pero resumir tanto las cosas no es mi estilo. Así que no sé si lo lograré, pero voy a intentar explicar mucho más, y antes de todo empiezo por los antecedentes o el plan de viaje.
45 días en África: qué y por qué
1️⃣ Austerio Alonso tiene una agencia de viajes llamada Kumakonda y se especializa en África Central y del Oeste.
2️⃣ Empezó comprando y tuneando un camión para acondicionarlo como vehículo de viaje en grupo.

3️⃣ La agencia sigue y goza de muy buena salud, pero desde la pandemia el camión se quedaba “en casa” una y otra vez por muchas razones que no voy a explicar para no enrollarme mucho. Cuando digo “casa”, me refiero a Djamena, la ciudad donde estaba aparcado.
4️⃣ Después de varios años, Alonso sentía que había llegado el momento de deshacerse de él. Kumakonda continúa, por supuesto, pero con viajes como el que yo misma viví en Chad un año antes: con equipos locales y 4×4 u otros vehículos.
5️⃣ Al poner el camión en venta, un tipo llamado Emiliano Matesanz contactó con él. Emiliano es diseñador y constructor de juguetes con materiales reciclados. Su proyecto se llama Lila Juguetes Reciclados y desde hace tres años trabaja con niños de la calle en el área de Freetown, con la ONG Don Bosco Fangul. Su objetivo es construir espacios para el juego y enseñar a algunos jóvenes a construir juguetes con diversos materiales. Les enseña un oficio. Y eso es mucho para la vida de estos niños, que es espeluznante. Las cosas que pasan en Sierra Leona (y en otros países del entorno) con una parte de su población son horribles. El caso es que Emiliano buscaba un vehículo para trasladarse por las aldeas de Sierra Leona con todos sus ingenios.
6️⃣ Ya “sólo” se trataba de trasladar el camión desde Chad hasta Sierra Leona.

7️⃣ Fue entonces cuando Alonso decidió que por qué no ofrecer un viaje en su agencia para no hacer este recorrido él solo. Una expedición que serviría para aportar, a aquéllos que quisieran unirse, una mirada global de África Occidental, y para hacer prospección en los países por los que pasaría. Dicho y hecho, hizo la propuesta y el grupo se formó en muy poco tiempo. Hay mucho loco suelto por ahí, ja, ja.
8️⃣ Un tiempo después me ofreció formar parte de esta expedición para documentar el viaje, y me lié la manta a la cabeza.
El plan que se planteó y realizamos
El plan para el grupo se trataba de un viaje de 40 días entre Chad y Sierra Leona pasando por Camerún, Nigeria, Benin, Togo, Ghana, Costa de Marfil, Liberia y Sierra Leona. Nueve países. Más de 5.000 kilómetros. Sobra decir que no es un viaje en el que uno se entretenga mucho en cada país. Adicionalmente, algunos volvimos desde Conakry (Guinea), porque para volar a España es mucho más conveniente que desde Sierra Leona, y de ahí la cuenta de 45 días en África / 10 países. En realidad fueron 46 días porque la compañía aérea retrasó 24 horas el vuelo de vuelta.
“No importa el destino, sino el camino”. Esta es la frase que se suele utilizar para describir el espíritu de los viajes “overland”. Viajes de larga duración que transcurren por muchos países con esta máxima: lo importante es hacer camino, transitar por el mundo. Un concepto que a mí me genera sensaciones encontradas.
- Por una parte, estos viajes son una gran oportunidad de observar los contrastes entre tantos países y sí, de obtener una mirada global de una parte del mundo.
- Pero por otra parte, confieso que muchas veces eché de menos pasar más tiempo en cada uno, y por encima de eso eché de menos viajar con objetivos: conocer una serie de lugares, culturas, fauna o lo que sea.

Cómo es un viaje en camión por África, y con 14 personas a bordo
Teníamos un plan trazado con algunos puntos u objetivos a cubrir, además de la dirección a tomar. Pero también había mucha parte en el aire, de improvisación y de margen para los imprevistos.
Contar con un margen es muy importante en un viaje así ¿El camión se comportaría bien? ¿Y si había una avería gorda? ¿Cómo estarían las pistas o carreteras por las que íbamos a ir?
Por suerte no hubo ningún problema mecánico a destacar y que nos dejara varados en algún sitio. Sí nos pasó que coincidimos con las elecciones locales de Nigeria y tuvimos que estar confinados en un hotel dos noches y un día completo por seguridad y por ley.
Cuando hay elecciones prohíben que la gente viaje o se mueva entre ciudades para evitar posibles fraudes en las urnas. Toma ya.

La cara B
En un viaje de carretera, se ve sobre todo mucha carretera. Y la vida que transcurre en ella. Pequeños comercios, el saludo de la gente que cambia según regiones, países, paso de fronteras. Muchos checkpoints, pistas de tierra hechas polvo, nuevas infraestructuras construidas por los chinos. Los kilómetros no cunden en esta parte de África, porque a las condiciones de la ruta hay que añadir las consabidas paradas en los controles.

Mientras tanto, tratamos de convivir con los otros en un espacio reducido. Además hay que organizarse para preparar la comida o cena para todos, desplegar y recoger el campamento, mantener el espacio limpio, gestionar el fondo común para los gastos del grupo (¡Gracias Elena!).
Teniendo en cuenta las circunstancias, no nos llevamos nada mal, aunque tampoco he vuelto con grandes amigos, la verdad sea dicha.
Levantarse muy pronto es preceptivo para que el día se pueda aprovechar. Hay que salir al amanecer para terminar un poco antes del atardecer, ya que viajar de noche no es nada recomendable. En ciertas zonas hay asaltos o asaltantes, también hay más riesgo de tener un accidente. Antes de que llegue dicha noche, además, hay que montar el campamento o encontrar un hotel donde dormir.


No siempre sabemos si vamos a encontrar un sitio donde comer. Ha habido jornadas de hasta 24 horas sin comer nada aparte de un puñado de cacahuetes o, con suerte, un plátano. La mayoría de las veces, forzado por las circunstancias. Otras, por no organizarnos bien, por querer avanzar lo máximo posible, por no encontrar ningún sitio mínimamente fiable para comer en áreas especialmente desabastecidas o que estaban en pleno Ramadán. Por cierto, el Ramadán no ha sido un gran obstáculo ya que en estos países también hay población cristiana y animista.
Aguantábamos bebiendo refrescos con azúcar (¡no he bebido tantas coca colas y fantas en mi vida!) y mucha agua para llenar el estómago. Qué menos que subir el nivel de glucosa, en un ambiente de muchísimo calor y humedad. Pero reconozco que en otras ocasiones simplemente no podíamos con la escasa oferta de comida local.

Confieso también que no comer me pone de muy mala leche. Puedo llevarlo mejor si lo sé de antemano, pero cuando es algo que “va sucediendo” me enfado mucho. Pido perdón a mis compañeros por alzar la voz en según qué momentos. Cuántos africanos se reirán de mí por esto con razón.
Me sentí mal por querer comer varias veces al día, cuando en muchos de estos sitios la gente no puede.

Otra perspectiva
Por otro lado, viajando en camión la perspectiva del mundo cambia con respecto a un coche. Se ve un poco desde arriba, desde más lejos. Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por una parte te da más perspectiva, una mirada “privilegiada”… pero por otra te hace sentir más lejos, y eso no me convence.

Yo pensaba que al viajar en camión seríamos muy llamativos y que eso no iba a ser bueno. Quizá despertaríamos miradas de recelo o sospecha entre la gente de a pie, no sé.
Pero resultó ser el efecto contrario. Resultamos muy llamativos, eso sí, pero éramos un entretenimiento a juzgar por la cantidad de caras de sorpresa y diversión que nos íbamos encontrando. Y si alguien miraba de reojo con cara de pocos amigos, le lanzábamos un beso o una sonrisa que generalmente era respondido con otra gran sonrisa 😉
Siempre lo digo, con la sonrisa por delante las cosas van mejor.
Los checkpoints
He mencionado los checkpoints de pasada, pero hay más que contar de ellos.
En cualquier viaje de 45 días en África, o de tres meses, los ves de todos los tamaños y colores. Tanto del ejército, como de las distintas fuerzas policiales o de muchachos armados con machetes. Alguien nos contó que los chicos de estos controles no oficiales trabajan para los policías, librando a estos de las horas de guardia tan tediosas. No, no es muy oficial el asunto, pero es una de las modalidades de checkpoints que hemos visto.
Con unos palos, con bidones, piedras y cuerdas, establecen barreras ante las que no hay más remedio que parar.
Temíamos que fuera una sangría para el bolsillo. Alonso ya hizo este recorrido hace cinco años y fue así. No había control en el que no tuviera que claudicar para no pasar allí horas o días. Pero esta vez no.
Las peticiones o maniobras para conseguir una “mordida” y permitirnos seguir camino han sido poquísimas frente al número de controles por los que hemos pasado. Y con eso hemos ahorrado mucho tiempo.
Parece que África no cambia, pero no es cierto. Sí lo hace y se nota cuando vuelves al continente después de un tiempo. No te quedes nunca con la foto fija de tus recuerdos.

Eso sí, examinar el pasaporte lo han examinado unas cuantas veces, y preguntarnos de dónde somos, de dónde venimos y a dónde vamos, muchas más. Estas son, de hecho, las tres preguntas que nunca faltan. Es un protocolo no escrito. Y teniendo en cuenta que éramos 14 personas de 8 nacionalidades distintas, en algunos casos fue bastante pesado.
Recuerdo uno o dos días de la ruta en Nigeria que fueron especialmente intensos en cuanto a número de checkpoints. La mayoría de las paradas se redujeron a pocos minutos, pero teníamos que parar cada… ¿dos kilómetros, tres kilómetros? ¡!
✍ No te olvides de viajar con un buen seguro de viajes. Yo te recomiendo IATI porque son los que más cobertura dan, con mejor precio, y su servicio es muy bueno. ¡¡Tienes un 5% de descuento en todos sus seguros si lo haces desde aquí!! ¡Haz click en la foto! 👇👇👇

La logística más importante: visados y monedas
Lo que sí es un dolor de cabeza y una gran herida para el bolsillo son los visados. Si te planteas hacer un viaje que abarque varios países, reunir la información y tramitar los que se puedan antes de partir, es un trabajo nada desdeñable.
En ruta se pueden ir haciendo algunos, pero resultan más caros. La fórmula online va llegando poco a poco y ya funciona perfectamente para el visado de Benin, por ejemplo, pero aún no está muy generalizada o puede ser una trampa, como en el caso de Guinea.
Es complicado, pero con paciencia y un margen de tiempo disponible las cosas salen adelante. Aunque tengas que invertir 10 horas en una embajada para conseguirlo 😅.
Las fronteras terrestres han sido otra sorpresa. No hemos tenido mala suerte en casi ninguna, llegando a emplear un máximo de cuatro horas en el tránsito entre países. Teniendo en cuenta el número de personas que éramos, y que hay que sumar el cruce del camión con la potencial revisión de carga y equipajes, no ha estado nada pero que nada mal.

Otra “cosita” a tener en cuenta es el cambio de moneda. En cada frontera hay cambistas del mercado negro, y menos mal porque para sufragar los gastos de un grupo tan numeroso, esta era la mejor solución. Eso sí, si vas a cambiar cierta cantidad de dinero, hazlo en un sitio discreto. Nosotros teníamos, por suerte, el camión.
Así, durante o justo después del proceso de salida o de entrada, cambiábamos la moneda sobrante del país que dejábamos + los euros o dólares que pensábamos nos harían falta.

💡 Una buena idea puede ser para cambiar algo de moneda local antes de salir de viaje o llevar una provisión de dólares USA, porque en algunos países como Nigeria es lo único que admiten o cuesta mucho cambiar euros. Yo te recomiendo Exact Change, y puedes comprar online en su página web o por teléfono en 900 103 740 / 683 597 459. Si lo haces por teléfono, o si entras en su web otro día, añade el código VIAJESDEALI para que sepan que vas de mi parte.

45 días en África observando
Cuando viajas tanto tiempo por carretera, tienes varias opciones. Dormir, leer si no te mareas, o mirar por la ventanilla. La última es mi preferida, aunque ha habido días que el vaivén del camión me sumía en el sueño 😅.
Mirar por la ventanilla es un ejercicio de observación muy sano. Y los detalles saltan a la vista. Ver cómo cambia la arquitectura por regiones y países, los rasgos y expresiones de la gente, la cantidad o ausencia de mercancías, la luz, la vegetación.


Quisiera pararme en los welcome o bienvenidas. Han sido tantos, que es imposible contarlos. El saludo en África sigue siendo algo sagrado y es para todo el mundo, no sólo para los conocidos.
Los que más me han emocionado son aquellos que nos dan las gracias por hacer el esfuerzo de venir desde tan lejos para conocer su país, su cultura y a ellos mismos. ¿Recuerdas haber agradecido su visita a España a un japonés, una americana o un italiano? ¿Recuerdas haber reconocido su esfuerzo por viajar miles de kilómetros para venir a tu país y conocer tus fiestas, tradiciones, gastronomía o sitios más y menos emblemáticos? África sigue dando lecciones de humanidad.

Hablando de saludos, en algunos de estos países, especialmente en Nigeria, el saludo más habitual es alzar la mano con el puño cerrado. Creo que es por el movimiento Black Power de Estados Unidos, aunque a mí me llevaba a pensar en “lucha obrera” 😀
Los cambios entre un país y otro, como decía antes, son bastante perceptibles. Y es que África no es un país.
Para empezar, el nivel económico se ve a simple vista. La cantidad y variedad de mercancías que hay disponibles para el consumo es muy diferente en un lado y otro de cada frontera. Los cambios en la arquitectura, la calidad de los materiales, el tamaño de las casas. También los precios, el valor de cada moneda. Y la gente. Los saludos, bienvenidas, sonrisas, gestos, tono en que te hablan… cambia, siempre cambia.

Hasta el pan cambia. O la ausencia del mismo. En los países que fueron colonia francesa es fácil encontrar ricas barras de pan (incluso sabrosos croissants como los de Costa de Marfil), pero en los de herencia anglosajona sólo hay pan de molde, y no siempre. El pan es un gran recurso para llenar el estómago, más si puedes acompañarlo de aguacate o sardinas, así que se echa de menos cuando no está.

En este viaje, sobre todo a partir de Nigeria, hemos parado en bastantes ciudades. En principio no me gustan las ciudades africanas porque son más sucias y peligrosas que los pueblos, en mi opinión. Sin embargo, he abierto mi mirada a ellas y me he encontrado con que guardan muchas cosas interesantes. Ojalá fueran un poco más amigables a nivel de seguridad.

También hay constantes, y aunque ahora hablaré de ellas, quiero destacar una en particular que me ha entristecido mucho.
La basura, especialmente los plásticos, está en casi todas partes. Pueden ser recogidos, y me consta que hay muchos pueblos cuyos suelos aparecen impolutos porque se esmeran en mantener limpias las calles. Pero sólo un poquito más allá se amontonan los desperdicios. No hay un sistema de destrucción de residuos aparte del fuego, y el plástico se usa para todo y por todo. Seguramente mucho más desde el covid. Te lo explico un poco más.

Cada mercancía se empaqueta pulcramente en plástico. Se consume en pequeñas cantidades que siempre van envueltas en plástico, como las minibolsitas de agua potable o las de cacahuetes. Mucha gente no se puede permitir comprar, por ejemplo, 2 litros de agua de golpe. De hecho, cuanta más pobreza hay en el país, más abundan las mercancías en pequeñas cantidades. La cantidad de envoltorios que se tira cada día es enorme.
A propósito del covid, las mascarillas sanitarias y los guantes de plástico se siguen utilizando a discreción, aunque muchas veces las mascarillas van en la barbilla y están más negras que el palo de un churrero 🙈. Los guantes siguen siendo utilizados por muchas vendedoras y vendedores como muestra de higiene de cara al cliente. Y cuando se acaba su vida útil, van al suelo.
Ojo, no lo critico, sólo señalo el problema. La diferencia entre ellos y nosotros es que en nuestro «mundo limpio» la basura se esconde mejor. De hecho sólo reciclamos una parte. Exportamos basura a países con menos recursos. Esto es literal, puedes darte una vuelta por la prensa buscando esto.
Más detalles que se quedan en la retina y que no quiero olvidar
Los paisajes
Recuerdo la sequedad de Chad y cómo el paisaje cambió a la exuberancia de los bosques y montañas de Camerún, seguido de la erosión de esas mismas montañas en el lado de Nigeria por la agricultura intensiva.

Recuerdo los árboles de mango gigantes (entre otras especies), que en marzo y abril dan sus frutos a todo aquél que quiera cogerlos. Desde Chad hasta Guinea.

También recuerdo los kilómetros y kilómetros de plantaciones de aceite de palma y caucho que cubren Costa de Marfil a cuenta de las multinacionales. Esto, la minería y la pesca a gran escala, sustenta el saqueo de un continente muy rico. Poco se queda en esos países, o poco en la gente de a pie.

Y las playas de postal, que suelen ser más bonitas en la distancia. Muchas reciben demasiada basura que puede venir tanto de sus ciudades, como de las nuestras, traída por las corrientes del océano Atlántico. Muchas también tienen fuertes corrientes y es imposible bañarse sin jugarte la vida. Pero la arena blanca, las palmeras orgullosas, los atardeceres en el mar, la brisa… no te los quita nadie.

El mercadeo y el movimiento
Algo que no suele cambiar de un país a otro es el mercadeo. Mujeres y hombres llevan muchas cosas en la cabeza. Barreños llenos de plátanos, mangos, aguacates o cualquier otra fruta. Ropa o telas. Botellas de refrescos y agua fresca para los conductores y viajeros. Leña. Garrafas de agua de 25 litros o más.

Los encontrarás en las calles, en las carreteras andando por el arcén o vendiendo sus productos entre los coches y camiones. Jugándose la vida por un posible atropello, y cargando con un peso de muchos kilos haga calor, frío o llueva.

Y es que la economía de muchas personas se basa en mercadear con algo, por pequeño que sea. Hay puestos de recarga de teléfonos por todas partes. Pequeñas casas de comidas, bares, tiendas minúsculas que ofrecen dos o tres productos en las ya mencionadas bolsitas.
Están tan acostumbrados al menudeo, que algunos se asustan al tener que atender a 10 o 14 personas de golpe (y encima, blancos) 😅.

En algunos de estos países la gasolina para las motos e incluso para coches y camiones no se vende sólo en las gasolineras oficiales, también en puestos que exhiben las botellas y garrafas que atesoran. El mercado negro está a la orden del día y a la vista. Cuando no es así, es un signo de mayor prosperidad o “desarrollo”.
En ese mercadeo constante se ha puesto de moda anunciar la mercancía con un megáfono que lanza de manera insistente y repetida la misma cantinela. Es una grabación machacona, que taladra los oídos y que se cruza con las de al lado. Al guirigay de siempre, ahora se unen estas voces pregrabadas, así que el lío es fenomenal 😂😂
Las furgonetas, autobuses, carromatos, motos y bicicletas van abarrotados de gente, equipajes y animales. Se aprovecha hasta el último rincón. Siempre hay sitio para uno más, para una cosa más.

Los ves por todas partes. La gente espera en la cuneta de la carretera, bajo el sol o la lluvia, con la paciencia que se merece esa vida. Aunque de vez en cuando estallan las disputas, me sorprende que no estén todo el día a gritos y palos. Vivir allí es duro. Muy duro.

Lo viejo y lo nuevo
Las casas coloniales a punto de derrumbarse están en muchos sitios de la costa oeste de África. La huella de los europeos que se establecieron aquí entre los siglos XIX y XX sigue en pie, aunque parece que por poco tiempo.
Vegetación, humedad, tierra… todo se lo va comiendo. De momento son atractivos que los turistas miramos con curiosidad. Para algunos de nosotros, su estado de ruina tiene un encanto especial. La estética apocalíptica puede quedar muy bien en las fotos.


La arquitectura nueva y flamante de algunas ciudades se va abriendo paso entre la colonial y/o entre las chabolas de los pobres que se mantienen pegadas a esas islas de modernidad. Resulta muy chocante ver esos dos mundos tan juntos. Impacta tanto como ver la publicidad de dispositivos tecnológicos y alimentos precocinados anunciados con brillo y glamour, junto a un basurero humeante donde hay gente buscándose la vida.


El negocio de la muerte
La muerte es celebrada hasta la saciedad. Grandes carteles de tipo publicitario anuncian los funerales de tal o cual persona, indicando su edad de fallecimiento y las fechas de las celebraciones.

En Ghana tiene su punto máximo, donde incluso un visionario empezó a fabricar ataúdes de fantasía con la forma del objeto o animal que quiera el muerto o la familia. Por ejemplo, a alguien que le gusta mucho la cerveza le pueden hacer un ataúd con forma de botella (con la marca y todo, si así lo quiere). O si fuiste fotógrafo, te pueden enterrar en una cámara fotográfica.

En Accra, además, no es nada raro ver cómo pasean un ataúd por la calle, cantando y bailando. Esto suele hacerse los sábados y los domingos, así que si planeas un viaje a Ghana y vas a pasar unos días en la capital, intenta coincidir con el fin de semana ¡Vas a flipar!

Los estilismos y la libertad
Otra cosa que me llama mucho la atención son los arreglos personales, y en África te encuentras con estilismos imposibles cada dos por tres.
Aunque haga mucho calor y humedad, no es raro ver gorros de lana, fieltro, tejido polar, o abrigos ribeteados de peluche. Los complementos -caseros o no-, también abundan. Volviendo a las mascarillas, yo creo que en muchos casos se han incorporado como un complemento estético más, sobre todo las de tela con algún estampado publicitario 😅

Un peine fijado a la cabeza, unas gafas de sol molonas, pequeños abalorios para adornar las trenzas del peinado, un reloj de pulsera enorme, etc.
La estética y el arreglo personal son una oportunidad de libertad que no se niega a nadie.
Otra cosa son los velos islámicos, los tatuajes y escarificaciones de la etnia a la que se pertenece, o que alguno de esos complementos se utilicen para tapar las señales de una tortura. Eso también existe.

Las tradiciones y su competencia
Hay una enorme presencia de iglesias de todo tipo y condición, así como mezquitas. La presión es muy potente en países como Nigeria o Ghana, está claro.
Iglesias y más iglesias se suceden ante nuestros ojos. Pentecostales, testigos de Jehová, baptistas, católicos, anglicanos, protestantes, etc. Los domingos se celebran misas llenas de música y trajes para la ocasión, y en las zonas más musulmanas la oración suena una y otra vez.

Pero al mismo tiempo se sigue consultando a los espíritus de los ancestros. Sigue siendo posible encontrarte con una ceremonia de máscaras en la carretera, los brujos siguen en activo y las técnicas de adivinación como la geomangia también se utilizan.


Aún se guardan los antiguos tam tam con los que, de vez en cuando, siguen avisando a la población del fallecimiento de alguien importante.
Son tiempos de teléfono móvil, pero para según qué cosas el tam tam es lo que hay que usar.
Y los griot aún tocan su música cantando sus historias. Son verdaderos trovadores medievales y se les sigue respetando. Sentarte con uno de ellos a escucharle y conversar sobre su historia, mientras encienden un fuego porque “si se cuentan historias, tiene que haber fuego”, es algo mágico que hemos podido vivir en este viaje.
Las ciudades africanas
Ya he dicho que a priori no me gustan las ciudades africanas. Son lugares donde suelo sentirme insegura, donde hay que tomar más precauciones, y son mucho más agotadoras. Sin embargo, reconozco que algunas de las visitadas en este viaje sí merecen una estancia incluso de varios días. Ahora lo explico.
Los slums de las grandes ciudades son tremendos. Hemos tenido la oportunidad de conocer Makoko, en Lagos, y Westpoint en Monrovia.
Son lugares realmente tristes, donde la gente que vive allí sale a flote no sé muy bien cómo. La basura se acumula en todos los rincones a donde ellos no llegan con sus escobas. Respiran los vapores de la descomposición de dicha basura desde que se levantan hasta que se acuestan. Apenas hay escuelas o centros sanitarios, a no ser que ellos mismos se organicen o alguna oenegé se fije en su barrio.


Pero es ahí y desde ahí de donde surgen iniciativas de arte y movimientos sociales que quizá algún día trasciendan mucho más. Lo consiguió el afrobeat, quién sabe si lo conseguirán otros.
La cultura urbana, underground o a contracorriente de lo oficial y tradicional es la respuesta a las dificultades y el saqueo de los poderosos. Lo que Xavier Aldekoa llama “resistencia social”, merece la pena ser conocido. Así, la música y el arte urbano están tomando las calles de muchas de estas grandes ciudades africanas. En Lagos, por ejemplo, hay que intentar asistir a algún concierto en el New African Shrine, un lugar muy muy interesante.

En algún momento tengo que terminar este artículo, pero antes me gustaría decir que si algo aprendes en África es que siempre hay un hueco para el color y la sonrisa.
Muchas veces me pregunto por qué es así, y creo que es porque sólo así se sobrevive. Hay que mantener el ánimo, combatir lo gris para llenarse de fuerza vital. La otra opción es caer en la depresión, suicidarse, o huir hacia la tierra prometida arriesgando la vida.

Para ir terminando ¿te apetece ver un vídeo que espero te transporte a las imágenes y sonidos de este viaje? (son sólo tres minutos y medio)
Quiero agradecer a Austerio Alonso su trabajo y profesionalidad conduciéndonos por todos estos países al volante de ese camión que empieza una nueva vida. Gracias por «llevarnos sanos y salvos», como se decía antaño, hasta el final de este viaje de 45 días en África, y por abrirnos la mirada a esas otras realidades africanas que muchas veces se dejan de lado en los viajes turísticos más convencionales 🤗
Si quieres seguir leyendo sobre esta zona de África, aquí tienes algunas sugerencias
- Viaje a Chad: imágenes y sensaciones de un país increíble
- Consejos para viajar a Chad
- Lago Chad: entre vacas kuri y la amenaza terrorista
- Consejos prácticos para viajar a Camerún
- El extremo norte de Camerún empieza por Kousseri
- Hacia los montes Mandara
Este post contiene enlaces a sitios afiliados al blog. Esto significa que si haces una reserva desde dichos enlaces, yo ganaré una pequeña comisión. En ningún caso tú pagarás más y en alguno conseguirás un descuento, como en IATI Seguros.
¿Quieres seguirme en redes sociales? ¡Aquí las tienes! 😊