Piensas en Oriente Medio y visualizas desiertos, camellos y señores y señoras tapadas de arriba a abajo. Dices Líbano y piensas en guerra, bombardeos, y musulmanes más bien radicales. Por desgracia a veces es así, aunque no siempre. Yo tuve la oportunidad de visitarlo hace pocos años en una ventana de paz, y aquí tienes parte de lo que aprendí.
Me dispongo a intentar actualizar este post en diciembre de 2024, cuando se acaba de alcanzar una tregua entre Israel y Líbano, un derivado del conflicto en la Franja de Gaza. No puedo cambiar todo el texto que escribí a mi vuelta de un viaje fantástico realizado en 2019, pero voy a intentar renovarlo un poco.
Líbano es un país pequeño encajonado entre el Mediterráneo, Siria y la Palestina ocupada por Israel. En ese pequeño territorio conviven al menos las 18 religiones y sectas que están representadas en su parlamento.
Si hay un país que contradice los clichés, es Líbano.
Líbano es un país verde, montañoso, con costas rocosas y algunas playas. Ni una pizca de desierto tiene. Hay vacas, ovejas y cabras. En honor a la verdad sí que vi un camello para que se monten los turistas junto a las ruinas de Baalbek. De ruinas, por cierto, Líbano sabe mucho.
Fenicios, griegos, romanos, bizantinos, mamelucos, otomanos, cruzados… todos han codiciado estas tierras fértiles y con excelentes puertos de mar. Todos quisieron la madera de sus cedros, el tinte del múrex (un molusco marino del que se obtiene el color púrpura) y el vidrio de sus canteras.
Bienes de lujo que los fenicios supieron explotar y difundir por todo el Mediterráneo y parte del extranjero, como se suele decir.
Líbano en la actualidad
En 2019 empecé este apartado afirmando «Líbano está en paz. Es cierto que es una paz es precaria, guardada por soldados nacionales y de la ONU fácilmente visibles en carreteras, monumentos y zonas concurridas. Israel está en el sur, siempre amenazante. Siria con su guerra, dicen que ya terminada, a tiro de piedra…»
Ahora, a finales de 2024, ya no puedo decir lo mismo. De momento ya van unos 3.000 muertos en sólo dos meses. Asesinatos realizados por el ejército de Israel. Ciudades como Tiro, también Baalbek, y la misma Beirut, han sido bombardeadas.
Decía que la amenaza de Israel siempre está ahí. El último conflicto grave que hubo, antes del de 2024, fue el del año 2006, en el que bombardearon un campo de refugiados palestinos en Sidón.
Sidón es territorio de Hezbollah. Y contra ellos iban las bombas. Siempre van contra ellos.
Hezbollah, nombre que significa el «Partido de Dios» es una organización político y militar chiíta formada en 1982, cuando Isarel invadió Líbano para eliminar la Organización de Liberación Palestina del territorio. Su espejo es la Revolución Iraní de 1979, y este país es quien, principalmente, alimenta sus huestes con recursos armamentísticos, entrenamiento y educación teológica. Entre sus ambiciones están proclamar un estado islámico en Líbano, pero en sus estatutos, o como los quieras llamar, insisten en que sólo se hará por consenso. Si una mayoría elige el Islam. Algo que está muy lejos de suceder en Líbano.
El enclave es complicado y la vida en este pequeño país no es fácil
El sueldo medio (funcionarios) es de unos 700-800 dólares al mes, y esto es lo que puede costar, fácilmente, alquilar un piso en Beirut. Este es un dato del año 2019, y seguramente haya empeorado.
El gobierno es un ejemplo de convivencia interreligiosa en esta zona del mundo tan convulsa, pero es complicado. Hay muchas leyes que son distintas según la confesión religiosa.
Las leyes de divorcio de los musulmanes no tienen que ver con las de los cristianos. Si una persona se casa con otra de otra religión, uno de ellos debe renunciar a su fe. No existe el matrimonio civil, pero es legal si se realiza fuera de sus fronteras. Las herencias y muchos otros temas, igual.
Un país con múltiple personalidad que aplica al día a día de sus habitantes. Cada vez que te cuentan algo de esto, la cabeza da vueltas ¡¡Menudo lío!!
Cuando en 1946 llegó la independencia de facto (se proclamó tres años antes, pero hasta que no se fueron las tropas francesas no llegó a ser tal), se construyeron las bases del estado que es hoy.
Una república y democracia parlamentaria donde se guarda un estricto equilibrio entre las confesiones religiosas según su proporcionalidad en la población.
El Presidente debe ser un cristiano maronita, el Primer Ministro un musulmán sunní, y el Presidente del Parlamento un musulmán chií. Los ministerios y los 128 escaños del parlamento se reparten entre las facciones cristianas y musulmanas teniendo en cuenta las diferentes sectas. Las elecciones se celebran cada cuatro años y votan todos los ciudadanos libaneses de más de 21 años [información de mi viaje en 2019].
La década de los 60s y 70s del siglo XX fue la «época dorada». Beirut era conocido como el París de Oriente Medio. Había una prosperidad económica que era la envidia del entorno, el turismo estaba en alza.
Pero la cosa se empezó a torcer mucho, muchísimo. Aunque no se puede dejar de lado lo que sucedía en los países de alrededor, porque entraba también en Líbano lo quisieran o no (la Guerra de los Seis Días, por ejemplo), ellos mismos tenían un conflicto entre cristianos y musulmanes chiítas que estalló en 1975.
Empezaron los ataques entre unos y otros, las masacres, y todo cayó en el caos. La guerra civil se prolongó hasta el año 1990. Quince años de guerra que segaron entre 100.000 y 200.000 mil vidas, aparte de los heridos y desplazados. Aún hoy no les gusta hablar de esa guerra.
Los olvidados
En Líbano hay una sobrepoblación de “olvidados”. Los refugiados palestinos que llevan décadas, generaciones, allí. En campos de refugiados amurallados y vigilados. Pueden estudiar incluso en la universidad, pero no trabajar legalmente, ni muchas otras cosas. La mayoría han sido despojados de su nacionalidad, por nacer en un sitio que hoy se llama Israel ¿Te imaginas? Yo no, pero sí recuerdo que eso es lo que hizo Franco con los refugiados españoles que huyeron a través de los Pirineos al acabar la guerra.
Después llegaron los refugiados sirios. Por cientos de miles. En 2019 ya estaban empezando a volver a su país, recién terminada la guerra, y con el tiempo se fueron casi todos.
En 2024 muchos libaneses han huído al territorio sirio durante los bombardeos de Israel. Sin embargo, de repente, el conflicto de Siria se ha reavivado y de nuevo muchos han hecho el camino contrario. Demasiada gente atrapada entre uno y otro conflicto. Qué horror. Qué ratonera.
La gente de Líbano es amable, simpática, acogedora
Los libaneses son, no cabe duda, mediterráneos. Tranquilos, pero no «dormidos». Un poco fenicios. Es decir, desde mi imaginación: inteligentes, negociadores, comerciantes, buenos anfitriones, amigos de la buena vida o dolce vita.
La conversación fluye fácilmente, aunque todo depende del idioma que compartas. Con los mayores puedes hablar en francés, ya que esta era la lengua extranjera que se estudiaba en sus días de colegio. Con los jóvenes, en inglés, aunque fuera de Beirut hay mucha gente que no lo habla.
El árabe es el idioma común a todos y ojo, que esto no significa que sean musulmanes.
La verdad es que a los occidentales nos cuesta disociar las dos ideas. Puedes caer en la trampa de preguntar a un árabe si cumple con el Ramadán, y puede resultar que es cristiano, o druso, y por tanto te responde con un «no» muy claro. Una pregunta bastante fuera de lugar, en la que tú has dado por hecho que si cree en algo, será en Allah.
Y no, no van anunciando a qué fe o cultura pertenecen. Seguramente ellos se distinguen más o menos fácilmente entre sí, y nosotros… pues no, salvo algunos casos claros.
Líbano pone a prueba tus clichés a cada paso.
Recuerdo al taxista que nos enseñó las fotos de sus hijos y su mujer tras cinco minutos de conversación y risas, sin apenas hablar inglés.
O las chicas que tenían un centro de estética unas calles más allá y nos hablaban en árabe. No nos entendíamos pero nos morimos de risa durante un rato mientras admirábamos su estilo kadarshian.
Las mujeres que pelaban verduras en el zoco de Trípoli, el hombre que nos daba a probar pastas de sésamo y pistachos cada vez que pasábamos por delante de su pastelería en la calle Hamra de Beirut. Siempre con una sonrisa ancha.
La mujer que andando por la acera nos empezó a hablar en un español titubeante porque había vivido aquí unos años. El niño de ojos verdes (¡cuántos ojos verdes hay en Líbano!) que vendía una especie de algodón dulce con almendras.
La amabilidad se responde con amabilidad, sonrisas, y hospitalidad.
Puede que sea porque Líbano es un país de emigrantes. Entre diez y catorce millones de libaneses y sus descendientes viven fuera. Y no olvidan a su país, vuelven por vacaciones e invierten en su economía, construyen casas de veraneo, etc.
Buena parte de Líbano se sostiene con las remesas de los emigrantes.
Volvamos a la historia…
He pasado muy por encima unos párrafos atrás, pero la historia de Líbano se escribe con mayúsculas y es apasionante. Muchos pueblos y civilizaciones se establecieron en este pequeño territorio.
Desde los Cananeos, que ya vivían allí tres mil años antes de Cristo, hasta los Fenicios que llegaron aquí hace más de 4.500 años.
Eligieron estas costas, islas y bahías rocosas para dar impulso a su expansión por el Mediterráneo. Una expansión basada en el comercio, pero repleta de regalos para la cultura y civilización occidentales.
Las primeras colonias fenicias del Líbano fueron Tiro, Sidón, Byblos y Beirut
Tiro, Sidón, Byblos y Beirut fueron ciudades independientes, cada una especializada en uno o dos tipos de productos con los que comerciar.
Por ejemplo, en Tiro se dedicaban a la producción y teñido de telas con el color púrpura. Apasionante la historia de los colores, por cierto. En Sidón se dedicaban a la extracción y trabajo del cristal. Tiro comerciaba con Egipto, y Sidón con Persia (hoy Irán).
Hay mucho más que decir de los fenicios. Ellos desarrollaron el primer sistema de alfabeto. Con vocales y símbolos que representan sonidos y no ideas, como los jeroglíficos.
De hecho fue en Byblos donde se encontró la inscripción más antigua del alfabeto más antiguo que conocemos. Está en la tapa del sarcófago de Ahiram, en el Museo Nacional de Beirut. Emociona verlo ahí, delante de ti.
Tanto como las estatuillas de los dioses Baalbek e Ishtar. El Zeus y Afrodita de los fenicios. Nunca los había visto, ni mis compañeros de viaje. Fue todo un descubrimiento y hasta me indigné un pelín porque las menciones a los fenicios en las lecciones de historia de antaño eran muy superficiales.
Los fenicios fueron sometidos al imperio de Egipto y, aunque recuperaron la independencia, después vinieron los asirios, los persas, Alejandro Magno, Pompeyo el Grande y con él el Imperio Romano.
Fueron los romanos los que edificaron una de las joyas Patrimonio de la Humanidad de Líbano. El yacimiento de Baalbek, que es cosa fina, fina. Lo más impresionante que he visto en mi vida. Un conjunto de templos y plazas con dimensiones de gigantes que te extasía.
Recuerdo que Alejandro, nuestro guía, se enfadó (me echó la bronca!) porque nos desperdigábamos cada dos por tres y no escuchábamos sus explicaciones.
Traté de decirle que en un sitio así el cuerpo te pide eso, ir y venir, vagar con la mirada y los sentidos y no atender a nada más. Bueno, sí, a tu cámara. Antes o después habrá tiempo de entender el sitio, leer o escuchar de su historia. Pero siendo un lugar tan increíble, o le dedicas todo un día para tener tiempo de emborracharte y de escuchar, o estás a lo que estás, que es estar allí.
Líbano es un nombre semítico que está presente en el Antiguo Testamento y que se refiere al Monte Líbano, el más alto de la cordillera próxima a la costa con sus 3.200 metros de altitud.
Líbano significa “blanco”, y como no puede ser de otra forma, habla de la nieve que está en la cumbre gran parte del año. Si tenemos en cuenta que esta cordillera y la del Antilíbano separan el desierto de la costa, la imagen de una montaña nevada debía de ser muy poderosa para los que venían del interior.
Unas montañas codiciadas también por las gentes de los territorios que hoy son Siria y Palestina. Hay agua en abundancia, tierras fértiles, elevaciones que permiten adquirir posiciones estratégicas.
En esas montañas se refugiaron y sobrevivieron algunas minorías religiosas. Los maronitas, drusos, alauitas, cristianos. El difícil acceso a muchos de sus valles, que hoy recorren carreteras a tope de curvas, las hacían perfectas para el refugio de la persecución.
Hoy en día siguen viviendo allí. En pueblos pulcros, de casas con tejados rojos, revestidas de piedra y bonitos jardines. Más o menos arracimados en torno a las iglesias que despuntan siguiendo la misma estética de las viviendas.
Siento que voy dando pinceladas de historia y vivencias casi sin ton ni son. Haría falta escribir un libro, y ya los hay. Líbano da para muchas letras, así que perdona si este texto te resulta muy superficial. Sólo pretendo darlo a conocer un poco más.
Un país de contrastes
Pasear por Beirut es darte de bruces constantemente con los recuerdos de la guerra civil que asoló el país entre 1975 y 1990. Al mismo tiempo te topas con una modernidad rabiosa. Bueno, me temo que después de los bombardeos de 2024 tendrá más heridas y serán más visibles.
Rascacielos vacíos con señales de bombas y disparos en sus fachadas se alternan con los nuevos, a veces también vacíos, de cristales impolutos. Todos altísimos. Y entre unos y otros, aún quedan en pie muchas casas de la antigua colonia francesa, de aires románticos.
Las mezquitas se alternan con las iglesias. La abundancia de unas y otras cambia según en qué población o región estés, pero no suele faltar ninguna de las dos. Edificios con antiguas columnas romanas, románicos, medievales, bizantinos… Todo se mezcla y convive.
El árabe suena a tu alrededor, a menudo salpicado de inglés y francés. Solo hay que poner un poco de atención y hasta puede que entiendas algunas cosas.
Hay mujeres con hiyab, con chador, y también con melena suelta y minifaldas o escotes de infarto. En la misma calle.
En algunas ciudades no consigues beber una cerveza, y en otras encuentras hasta las tres marcas locales: Almaza (la más suave), Beirut (más amarga y graduada) y Colonel. Casi nunca baratas, eso sí.
Puedes salir de fiesta por locales hipster en Trípoli y en Beirut, sin problemas. Y andar sola, tranquilamente, por todas partes. Bueno, tranquilamente excepto por los pitidos constantes de los taxis llamando tu atención. Hay que ganarse la vida.
Sales de Beirut y esperas encontrar algo distinto, y es un sí pero no. Hay mucha edificación desastrosa, mucha maraña de cables, carteles que publicitan lencería sensual junto a rostros de mártires y líderes chiítas. Según dónde. Pero cuesta encontrar ciudades de pinta más tradicional y cuidadas. Esta fue otra expectativa que se vino abajo, sin que me suponga un problema. Líbano es así y así hay que quererlo.
Puedes cruzar una población de aire totalmente europeo, con casas donde se respira dinero, iglesias, jardines muy cuidados y gente que viste como tú y como yo… Y unos kilómetros más adelante, no muchos, una ciudad que parece que no se sostiene en pie o donde parece que el tiempo se ha detenido, a pesar de los cables colgando.
En todo este batiburrillo alcanzas a pasear por bazares que evocan las imágenes del Oriente que tanto fascinó a los viajeros (y viajeras) de finales del siglo XVIII y principios del siglo XX.
Artesanos de la madera y los colchones. Joyerías. Dulcerías. Carnicerías. Fruterías y pescaderías. Tiendas de lencería, siempre presente, y de ropa islámica. Khans o caravanserais, madrasas, mezquitas y antiguos hammans. Todo cabe en los bazares, los zocos. Un universo en sí mismo en el que pasar horas, puede que días, tratando de entenderlo. Ojalá hubiera tenido más tiempo.
Salpicándolo todo están las fortalezas de los cruzados, palacios y pueblos de aire más o menos medieval.
Las montañas de Líbano son soberbias. Es allí donde crecen los cedros, que haberlos haylos, aunque muy poquitos y en reservas para protegerlos de la extinción. El comercio de los fenicios arrasó con los bosques de esta especie porque era una buena madera para construir barcos, casas y muebles. Y es un árbol de muy lento crecimiento, así que las cuentas no salen.
Los sabores de Líbano
Seguro que has oído hablar de la cocina libanesa, si es que no la has probado ya. Tienen platos muy célebres como el hummus, del que me declaro muy fan, y la pasta hecha con berenjenas. Pero hay otros menos conocidos e igualmente sabrosos como los panes que a modo de pizza se aderezan con la mezcla de especias zaatar y aceite de oliva. Los pescados, la carne cruda y cocinada a la brasa, las salsas de frutos secos, las empanadillas de carne o de queso y espinacas, los encurtidos…
La comida libanesa se suele servir en pequeños platos llamados mezze. La versión oriental de nuestras tapas. Algo que sólo nos puede dar satisfacciones 🥰
El capítulo de los dulces es otro «no parar»
En Líbano es costumbre que te den a probar las cosas. No hay más ni mejor tentación para que compres. Pasas por delante de una pastelería y te pares o no, alguien te ofrecerá algo.
Recuerdo las pastas de sésamo con pistachos, finísimas y nada dulces. Los baklabas que tanto me recordaban a mi pastelería favorita del centro de Amman. Higos secos con una nuez pelada dentro, empanadillas dulces, pastas gruesas. Hay mil variantes para los más y menos golosos.
Y ya he dicho que el ejército anda por todas partes ¿no?
Aunque hay zonas más reforzadas que otras, el ejército está en todas partes. Donde más omnipresentes son es en las ciudades territorio de Hezbollah y otras facciones similares.
Por eso además del ejército libanés y las fuerzas de la ONU, están las milicias. Están ahí, y salen a patrullar la ciudad por la noche, como vi en Baalbek. Me asusté un poco (aunque me atreví a levantar la cámara), igual que cuando escuchamos unos cohetes que por lo visto eran de una fiesta, pero sonaban a otra cosa.
El caso es que todo forma de ese precario equilibrio, de acuerdos soterrados, de tolerancias extrañas.
Confieso que cuando llevaba un par de días en Líbano me di cuenta de que había normalizado bastante la presencia de casetas defendidas con sacos y alambres de espino donde se apostaban uno o dos soldados con el arma a punto. Y la presencia de tanques, verdaderos tanques, junto a un hotel o un puesto de control de la carretera. Viví algo así en Cachemira, pero esto lo supera.
Una de mis pequeñas obsesiones era fotografiarles para mostrarlo aquí. Tenía que hacerlo con cuidado y discreción. Nunca me dijeron nada aunque recibí alguna mirada de mosqueo, pero a otros sí les preguntaron si les habían hecho una foto y bueno, es cierto que no insistieron en ver la cámara o el móvil.
Extraño cómo te acostumbras, y tan rápidamente, a verles con todo el equipo. Muchos son muy jóvenes, demasiado. Como si la madurez fuera una garantía de seguridad en estas cosas.
Pero sí, iba mentalizada para ello y quizá fue por eso que, aunque nunca dejaron de llamarme la atención, de alguna manera lo integré en la experiencia.
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Mi balance final de este viaje a Líbano es que es un país lleno de tesoros, vida, contrastes, y por tanto más que interesante. Termino, como es ya tradición cuando vuelco aquí mis primeras sensaciones de un viaje con un vídeo para mirar e inspirarse. Son dos minutos y medio, no hagas pereza y espero que te guste!
Sigue leyendo sobre Líbano
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Sin duda que despierta las ganas de visitar ese país del que siempre he escuchado y del que casi no sé. Muy pero muy interesante todos los tópicos que nombras y que espero que escribas mas sobre algunos de ellos y nos muestres mas fotos que debes tener un montón. Fue un viaje organizado o se puede hacer por solo?. Gracias Alí me encantan todos tus blocks de viajes…
Hola Yra!! Pues sí, muy interesante! Por supuesto contaré más y enseñaré más fotos, aunque intento ponerme al día con otros viajes también 😂 Y sí, este fue un viaje organizado. Lo contaré, pero básicamente no me atreví a ir sola. Creo que hoy lo haría, pero con más días. Se puede hacer por tu cuenta, sí! Puedes alquilar coche o moverte en buses colectivos. Lo único es que es un país al que conviene ir lo más informado posible.
Besos
Alicia
¡Ay, madre! ¡Menudos fotones, amiga! Hacía tiempo que no saludaba por aquí y es que no tengo tiempo de leer! Pero en mi lectura diagonal, me quito el sombrero ante mi descubridora de lugares desconocidos. ¡Besotes, guapa!
Welcome again Ara! Muchas gracias por el piropo a las fotos, a mi me encantan las tuyas también, ya lo sabes 😀
Y nada, añade a Líbano como futuro destino que merece la pena! 😘😘😘
Ali, muchas gracias por estos magníficos artículos sobre el Líbano. Están muy bien montados y con unas excelentes fotos, que son mi gran hobbie ligado a los viajes. La verdad es que me han venido muy bien para el viaje que voy a iniciar por el Líbano, para tener un mejor conocimiento de lo que me voy a encontrar y poder disfrutar más del viaje. Muchas gracias de nuevo.
Genial, Alfonso, me alegra muchísimo de que te sean de ayuda y te gusten. ¡Espero que disfrutes mucho de Líbano!!!!
Muchas gracias por las recomendaciones, una pena que sea un poco complicado viajar a ese país ahora, pero pienso ir y hacer muchas de las cosas que recomiendas en cuanto lo vea más seguro. Otro de los planes que me parecen interesantes es visitar alguna de sus grutas, algunas tienen una pinta espectacular
Hola! sí, parece que está un poco revuelto de nuevo, aunque con Líbano nunca se sabe. Espero que las cosas se tranquilicen, siempre y cuando sea para el bien de su gente en cualquier caso. De lo que comentas de las grutas, sí, yo visité las de Jeita y son bastante espectaculares, aunque la visita es bastante cara y no permiten hacer fotos. Si vas con tiempo limitado, yo priorizaría otras cosas, pero en gustos e intereses de cada cual no me voy a meter :)
Saludos
Alicia