Actualizado el 7 agosto, 2023
Salimos de Beirut por primera vez, y tengo mucha curiosidad por saber qué hay más allá de los altos edificios de la ciudad. Vamos a hacer una excursión de un día a Tiro y Sidón, dos ciudades famosas tanto por su historia antigua como por, tristemente, la más moderna.
De camino hacia el sur de Líbano
El día está muy nublado, la primavera libanesa es como la de todo el Mediterráneo. A medida que avanzamos por la carretera, entre cultivos de plátanos junto al mar y de cítricos en el lado de la montaña, me imagino que son ciudades históricas y seguramente bonitas. Mi gozo en un pozo. Es cierto que tienen edificios históricos, y sobre todo en lo que pudimos ver de Sidón, un casco histórico para pasear. Pero todo está pasado por el caos, los cables, los carteles descoloridos, cascotes. Los recuerdos de la última guerra, tan reciente…
Estamos en el sur de Líbano, a un puñado de kilómetros de los territorios ocupados por Israel. Esto también estuvo ocupado por los israelitas. Entre 1978 y el año 2000 más concretamente.
Después volvió a ser parte del Líbano permanentemente amenazado y sigue siendo territorio de Hezbollah. Esto se nota. Hay muchas más huchas para recaudar fondos para los mártires y heridos, carteles con rostros de mártires, banderas, y sobre todo mucha presencia militar. Incluyendo coches de la ONU. De hecho hay un destacamento español por ahí. Ellos son los que tratan de evitar que vuelva a suceder lo de la última guerra, la de Julio de 2006.
Por todo esto la región de Tiro y Sidón es posiblemente la más deprimida del país en términos económicos. Todo el aura de conflicto y tensión implica eso, un gran frenazo económico y no digamos turístico. Esto no impide que su gente sea tan o más amable que la de otros lugares.
Tiro, la ciudad fenicia que sólo Alejandro Magno consiguió conquistar
Tiro está a unos 80 kilómetros de Beirut. Prácticamente no la vimos, ya que fuimos derechos a los yacimientos arqueológicos de la antigua Tiro. La ciudad fenicia de la que Heródoto y Homero escribieron.
Los fenicios construían en estas costas de una manera peculiar. No lo hacían en el continente, sino que aprovechaban las islas cercanas para edificar sus templos y fortalezas. Esto les permitía tener un acceso para sus barcos más metido en el mar, sin depender de que la costa ofrezca buenos fondeaderos, y por lo que he leído también aprovechaban así el cambio de los vientos. Ni que decir tiene que a nivel defensivo es mucho mejor porque se podía evitar el acceso a las murallas.
Fue en el siglo diez antes de Cristo cuando la ciudad alcanzó su época dorada. Por aquél entonces era la ciudad fenicia más importante, y el Rey Ahiram la comandaba logrando una importante expansión geográfica y económica.
Su éxito radicaba en el comercio de productos de lujo, en especial el tinte de color púrpura, y en la calidad de los barcos construidos en sus astilleros.
En el año 814 antes de Cristo la princesa Dido (¿no te encanta este nombre?) salió de Tiro y navegó hacia el oeste hasta llegar a lo que hoy es Túnez. Allí fundó la ciudad de Cartago.
Un buen ejemplo de esa construcción inteligente de los fenicios es que hacia el final del siglo siete antes de Cristo el rey babilonio Nebuchadnezzar asedió Tiro durante 13 años, y no logró conquistarla.
Después llegaron los persas, pero estos prefirieron establecer relaciones de colaboración y no de sometimiento, así que Tiro se convirtió en el proveedor de barcos y soldados para la flota persa durante las guerras con los griegos.
Todo terminó cuando Alejandro Magno llegó dispuesto a conquistarla, en el año 333 antes de Cristo. Acababa de someter al Rey Darío en la batalla de Issus, así que venía con ganas… Teniendo en cuenta lo que les había pasado a los babilonios, Alejandro Magno decidió destruir la ciudad que se extendía en la costa y con los escombros unió la isla de Tiro al continente. Así pudo atacar y asediar a sus habitantes con saña durante siete meses, entre enero y julio, hasta que no pudieron más.
Alejandro entró en Tiro y masacró a su población, que alcanzaba ya los 30.000 habitantes. La ciudad se sometió a las leyes griegas y se adoptaron las costumbres y cultura helenística. Luego vinieron los romanos, que por cierto les gustaba imitar a los griegos en eso de las artes y las buenas maneras, sobre todo los ricos… Y después les siguieron los bizantinos.
La UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad de arquitectura romana a Tiro en 1984. En verano se hace un festival internacional de música y artes en los mismos yacimientos.
Los restos de toda esta historia son visibles en varios puntos alrededor de la ciudad. Los más importantes son dos: Al-Bass y Al-Mina. Son muy distintos y están llenos de sorpresas, así que no te recomiendo saltarte ninguno. Ahora mismo te los cuento :)
Yacimiento de Al-Bass
Llegamos a la entrada y se advierte poca cosa desde fuera. Empieza a lloviznar un poco, y empiezo a dudar del interés del sitio. Qué equivocada estoy. En cuanto nos aproximamos me doy cuenta de que este es un lugar muy especial.
En el yacimiento de Al-Bass confluyen de forma muy visible las épocas romana y bizantina, y es único por varias cosas.
Empezamos andando por una antigua calzada bizantina. A los lados hay sarcófagos de mármol y piedra con algunos relieves e inscripciones. También hay casas, templos y capillas de distintas épocas. Muchas con habitaciones que aún lucen suelos cubiertos de mosaicos, o de baldosas de distintos mármoles.
Detrás de las ruinas empiezan las casas modernas. Se las ve algo destartaladas. Hay un minarete que llama a la oración a las horas correspondientes, y algunas banderas. Es uno de los campos de refugiados palestinos más extensos de Líbano. Allí viven, encerrados en el guetto, unas diez mil personas. Probablemente más.
Seguimos en la calzada bizantina. Mirando hacia delante, al fondo, un gran arco de triunfo del siglo II marca la “frontera” con la antigua ciudad romana. Pudo ser levantado durante el reinado del emperador Adriano. Está totalmente reconstruido porque un fuerte terremoto lo tiró abajo allá por el año 551.
A partir del arco la calzada está a un nivel más bajo. A continuación se despliegan dos hileras de pórticos y columnas que albergaban las tiendas del mercado de entonces. Como en la antigua Jerash.
A la izquierda se extienden los restos de un antiguo acueducto. Servía para llevar el agua a las fuentes de Ras Al-Ain, a seis kilómetros de distancia.
Y junto al acueducto, el Hipódromo. Una extensión enorme de hierba alrededor de la cual quedan algunas gradas. Allí se sentaba el público para disfrutar de las carreras de carros. Estos tenían que rodear una gran columna que hay más o menos en el centro. Dicen que es el hipódromo más grande del mundo, o el segundo más grande, según la versión, con una capacidad de 30.000 personas.
Hoy puedes subir a las gradas como entonces y contemplar las ruinas desde arriba. Y andar por los bajos de las mismas. Allí donde los corredores y carros se prepararían, se encomendarían a los dioses…
Volviendo hacia la salida caminamos de nuevo por la zona bizantina y observamos más y mejor la enorme necrópolis. Hay cientos de sarcófagos que siguen ahí, mojándose bajo la lluvia o tostándose bajo el sol, según el día. Impresiona.
Yacimiento de Al-Mina
Después de comer en la ciudad moderna de Tiro, cerca de la playa, nos vamos a Al-Mina. Estamos frente a la costa y en realidad esta fue la isla que Alejandro Magno conquistó con su estrategia de unirla al continente a base de escombros.
La entrada ya promete mucho. Al final de una pasarela se alzan varias columnas enormes recortándose en el horizonte de mar. Entre ellas hay un mosaico enorme, en una colina cercana destaca un sarcófago con la cabeza de Medusa exquisitamente cincelada en el mármol…
Incluso hay una “arena” donde hasta dos mil espectadores disfrutaban de espectáculos de lucha y boxeo. Me acuerdo de un espectáculo de kik boxing que atraía a muchos espectadores en la noche de Amman, en el antiguo teatro romano. No hemos cambiado tanto.
Un poco más allá, donde las nueve columnas, había una palestra que más tarde pudo ser una fábrica de tinte de púrpura. Al lado se extienden los baños romanos, en los que se distingue claramente las pequeñas columnitas formadas con discos de arcilla que sostenían el suelo y dejaban un espacio vacío para que pudiera circular el aire caliente. ¿Quién dijo que el suelo radiante es un invento moderno? repito: no hemos cambiado tanto…
Andando por aquí y por allí descubrimos restos de escoria del vidrio que también fabricaban aquí los fenicios. Aprendo que el color le viene de los minerales que hay en los materiales naturales con que se hace. Si hay cobre, tornará a verde. Si hay hierro, a rojo. Fascinante el mundo de los colores.
El mito de Tiro y la púrpura
Cuenta la leyenda que el dios fenicio Melqart se encontraba un día paseando por la playa con la ninfa Tiro, a la cual pretendía. Les acompañaba el perro de ella, que mordió un molusco. La boca del animal se volvió de color púrpura y la ninfa decidió que le encantaría tener un vestido de ese color así que aprovechó la coyuntura y le dijo a Melqart que o le regalaba un vestido de color púrpura hecho para ella, o no la volvería a ver…
Sidón (Saida)
Nos trasladamos a la Edad Media en 40 kilómetros, volviendo hacia Beirut. Es hora de caminar por una ciudad medieval. No es que Sidón no fuera fenicia, ni griega, romana y bizantina. En realidad también fue todo esto, empezando por ser uno de los puertos fenicios de más nombre. Los avatares que sacudieron a su vecina del sur hicieron lo propio aquí, incluido el paso de Alejandro Magno.
Pero quedan pocos restos de aquella época, y algo más de los siglos siguientes. De cuando los Cruzados, que no estuvieron mucho tiempo pero sí el suficiente para dejar su huella. Hasta que les echaron los Otomanos.
Sidón nos recibe bajo una lluvia fina, y a una hora poco conveniente porque todo está prácticamente cerrado. Es la pausa del mediodía, que como buen sitio mediterráneo y también árabe, se respeta. Deberíamos haberla visitado por la mañana, pero no fue así.
Al llegar tuvimos suerte porque, a punto de cerrar, el vigilante del Khan de los Francos nos permite entrar. Este es un edificio del siglo XVII. Compacto, se asoma al puerto. Entre sus muros se compraba y vendía algodón y seda, se hablaba y fraguaba la independencia de los otomanos, y servía de hotel para los comerciantes. Todo en uno.
Fue embajada de Francia en el siglo XIX, de ahí el nombre actual.
Muros gruesos, columnas y arcos en el clásico patio rodeado de un pórtico corrido, y establos soberbios donde se guardaba a los camellos y caballos.
El zoco de Sidón
Tenía tantas ganas de perderme en sus callejuelas y contemplar a los artesanos que siguen trabajando como toda la vida en los bajos de las casas de piedra! Lo hice, pero como he contado antes, siendo las tres o las cuatro de la tarde la mayoría de talleres y tiendas estaban cerrados.
Aun así pude atisbar un poco de su encanto, y comprobar de primera mano que la gente es muy muy amable. Por ejemplo, cuando pasas delante de una pastelería raro será que no te ofrezcan probar alguna de sus especialidades, desde los dulces turcos hasta los baklaba o pastas de muchos tipos como las galletas sanioura.
Entre unas y otras cosas se anuncian hammans, caravanserais, mezquitas e iglesias. Parece un lugar al que dedicar unas cuantas horas.
El castillo de los Cruzados
En una isleta comunicada por un puente de piedra, construido por los árabes, se alza el castillo de los Cruzados. Esta es una de las postales más características de Sidón. Es de pequeñas dimensiones, y como ya estaba cerrando, no pudimos entrar.
Se construyó sobre los cimientos de un templo fenicio dedicado a Melqart, el dios del mito de Tiro. Cuando los Otomanos ganaron la batalla a los Cruzados, construyeron una mezquita en el lado oeste.
A su izquierda está el puerto pesquero, que por lo visto tiene mucha actividad por las mañanas (hasta las 11 h.), y algunas barcas que esperan turistas para dar una vuelta por la bahía.
Datos prácticos para la visita a Tiro y Sidón
Esta excursión a Tiro (Sour es su nombre actual) y Sidón (Saida) en un día resultó ser un poco apretada para ir y volver de Beirut. Quizá hubiera estado bien dormir en Sidón, o invertir el orden de las visitas (cuidado con los horarios de los yacimientos).
Para ir al yacimiento Al-Bass, el de la necrópolis bizantina, lo mejor es que cojas un taxi en Tiro si no vas con vehículo propio, porque está en un barrio al este de la ciudad. De todas formas creo que hay una plaza al lado en donde paran muchos buses, así que si tienes tiempo y quieres investigar, puede que sea más fácil de lo que yo creo.
Una buena opción es apuntarse a una excursión guiada desde Beirut. Te recomiendo estas dos opciones:
- Excursión de 1 día a Tiro, Sidón y Maghdouche desde Beirut.
- Excursión privada desde Beirut a Tiro y Sidón.
El precio de la entrada tanto en Al-Bass como en Al-Mina es de 6.000 libras libanesas por persona (abril 2019). Es decir, que necesitarás 12.000 libras libanesas.
En cuanto a instalaciones, cada yacimiento cuenta con baños, pero nada más. Si vas en época calurosa asegúrate de llevar agua porque no hay ni un quiosco.
Para la visita a Sidón no creo que tenga que darte ningún consejo especial, salvo el que te puedes imaginar: ve por la mañana para disfrutar de la vida del zoco y visitar sus monumentos.
En resumen, la excursión a Tiro y Sidón es muy interesante y recomendable, aunque si dispones de tiempo es mejor que hagas una noche en Sidón en vez de ir y volver a Beirut.
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Hola Alicia, navegando entré a tu blog, y me gusto su contenido sobre Tiro y Sidon, pienso viajar para alla con mi esposo en octubre de este año. Tendrás aun le link para la separación del tour que hiciste a esos lugares? Lo describes tan bonito que no quisiera dejar pasarlos. estaremos 5 noches y 4 días en Beirut, no se si alcanzara el tiempo, pensamos también ir a Balbeeck y Byblos y conocer las grutas.
Muchas gracias.
un abrazo
Betty
Hola Betty! Muchas gracias! Tienes razón, actualizo el post en unos minutos y ahí encontrarás link para dos opciones de excursión a Tiro y Sidón desde Beirut. Son dos lugares importantes y a mí me gustaron mucho. ¡Espero que lo disfrutéis mucho!!
Un abrazo