La ciudad antigua de Byblos (Jbail en árabe) está a medio camino entre Beirut y Trípoli. En 40 kilómetros desde la capital te plantas en uno de los yacimientos arqueológicos que más alegrías han dado a los científicos y por ende a nosotros. Su nombre se cree que puede venir del dios fenicio Baal, pero también es un nombre cercano a la palabra Biblia, que significa “papel”. En cualquier caso Byblos es el nombre que le dieron los griegos precisamente por esto, porque aquí se comerciaba con el papel. Con estos antecedentes ya puedo afirmar que este lugar es otro de los imprescindibles de Líbano :-)
La historia y cronología de Byblos
Como escapando de la tormenta vivida en Trípoli esa misma mañana, llegamos a Byblos con un cielo mucho más potable. Aún nublado, pero prometiendo sol, andamos por la antigua avenida que da paso al yacimiento arqueológico principal. La ciudad antigua de Byblos es fascinante no sólo por lo que ves, sino por lo que fue.
Byblos fue habitada ininterrumpidamente desde el neolítico. Dicen que es, de hecho, la ciudad más antigua del mundo habitada sin interrupción. Hace seis o siete mil años comunidades pesqueras y agrícolas decidieron quedarse en este agradable punto costero. Y se sabe porque se han encontrado cimientos de casas circulares con unos seis mil años de antigüedad, además de otros restos.
Se dice que en Byblos se fabricaba el papel a partir del papiro con el que los faraones egipcios pagaban la madera de cedro. El papel era uno de los productos que se exportaban a otros lugares del Mediterráneo. Hace unos 5.000 años de esto.
Al mismo tiempo, se cree que en Byblos se inventó el primer alfabeto. Es decir, un sistema de escritura con un sonido específico para cada letra. Un gran invento de la humanidad de este lado del globo terráqueo que facilitó la comunicación con otras naciones, porque así se popularizaba aprender a leer y escribir. Sí, sé que te lo conté en otro post, pero no me he resistido a volver a hacerlo aquí. Al fin y al cabo no todo el mundo va a leer todos estos artículos ;-)
Después vinieron los persas, que querían tener la flota de barcos fenicios a su disposición para conquistar o dominar a los griegos. Les duró un tiempo, pero al fin los griegos, de la mano de Alejandro Magno, se impusieron.
Los romanos les sucedieron y cuando llegaron los árabes Byblos empezó a caer en el olvido. Hasta que llegaron los Cruzados. Estos reconstruyeron las fortalezas bizantinas y árabes. Las que hoy podemos pisar, pero no es lo único que hay que ver.
Visita a la ciudad antigua de Byblos ¿qué puedes ver hoy en día?
Las ruinas junto al mar tienen un no sé qué que las hace más especiales, más bonitas, más lucidas. Si además cobras conciencia de que son raras, una puerta a un pasado casi inimaginable, la emoción es mayor.
El yacimiento arqueológico de Byblos es uno de los pocos lugares del mundo donde pisas suelo fenicio directamente. Donde contemplas restos de sus casas y templos. ¿No es suficiente para emocionarte?
De aquí provienen muchas de las piezas que se exhiben en el Museo Nacional de Beirut, como el precioso sarcófago del rey Ahiram que contiene la inscripción más antigua encontrada hasta la fecha del famoso alfabeto.
El acceso se hace por una antigua avenida romana donde las columnas corintias y los restos de la calzada te dan la bienvenida.
Después atraviesas un zoco. Las casas son de piedra, las puertas de las tiendas de madera, pero todo es nuevo, renovado. Está hecho con gusto, así que no es para quejarse y es un buen sitio para comprar algún recuerdo. Regateando con paciencia.
Byblos, y no me refiero a las ruinas sino a las calles de alrededor y su coqueto puerto, son como una isla en el caótico Líbano. Todo está más limpio, nuevo. En algunos rincones puede confundirse con cualquier sitio turístico mediterráneo, restándole autenticidad, pero en general no pierde su sabor oriental. Tiene pinta de ser un buen lugar en el que quedarte unos días descansando del resto del país si viajas con tiempo.
Tras un par de calles que a mediodía están muy muy tranquilas porque es la pausa para la comida, llegas a una mezquita de cúpula azul, con un antiguo estanque delante. Está edificada sobre un antiguo templo romano.
Del castillo de los Cruzados a los templos fenicios y romanos
La entrada al yacimiento, y donde está la taquilla, es el acceso al poderoso castillo de los Cruzados, del siglo doce.
Vamos al revés en la historia, porque este fue el último edificio de la ciudad antigua de Byblos, y hoy lo domina todo. Dentro hay un pequeño museo con algunas cerámicas, estatuillas votivas e información sobre la arquitectura del lugar.
Pero lo mejor está fuera. Desde sus murallas y torres se contempla toda la ciudad y el mar. Una vista semi aérea de las murallas fenicias de 25 metros de espesor, claramente recortadas entre la vegetación; la bonita casa de los arqueólogos junto a las rocas de la orilla, el pequeño teatro romano, y el templo donde se encontraron las estatuas de dioses fenicios que tanto me sorprendieron en el museo de Beirut…
Los muros del castillo, una vez bajas para recorrer la antigua ciudad fenicia, están hechos con restos de columnas romanas, utilizadas como elemento decorativo y de refuerzo. El efecto es cuanto menos curioso.
Paseando por las calles de los fenicios
Salimos del castillo de los Cruzados y ahora sí, piso suelo fenicio. Hasta me pongo un poco nerviosa. Estás ahí, en sus calles.
El Templo de los Obeliscos
El Templo de los Obeliscos está un poco apartado. Esta no es su ubicación original. En realidad estaba junto a una de las puertas de la ciudad.
Me conmueven las escaleras de piedra que hoy no se pueden pisar. En su día serían utilizadas por los peregrinos, feligreses y sacerdotes, en su camino a pedir deseos a los dioses.
Es pequeño, de planta cuadrada o rectangular, con un montón de obeliscos en forma de pináculo despuntando por encima del murete que marca su perímetro.
Aquí es donde se encontraron cientos de estatuillas de dioses. La mayoría son de bronce y están revestidas de láminas de oro. Por eso digo que la gente vendría aquí a pedir deseos a los dioses, ya que se cree que estas estatuas eran ofrendas con las que agradarles a cambio de conseguir un buen negocio, quedarse embarazada, o volver vivo del siguiente viaje.
Este pequeño templo tiene más de cinco mil años y es de la época en que los egipcios andaban por aquí. Uno de los obeliscos está erigido en honor al rey de Byblos Abichemou, en el siglo diecinueve antes de Cristo. Otro, según la inscripción que tiene en la base, está erigido en honor a Resheph, el dios de la guerra fenicio.
La fuente del Rey (Ain al-Malik)
Andando hacia el mar desde el templo de los obeliscos nos encontramos con una gran depresión del terreno. Está revestida de bloques de piedra perfectamente dispuestos en lo que parece una enorme fuente que termina en un pozo.
En efecto esta fue la principal fuente de agua potable de la ciudad. Fue utilizada hasta los romanos, quienes decidieron aprovechar el agua de las montañas construyendo acueductos. La verdad es que cada civilización tuvo sus grandes ideas, no me digas que no.
Según la mitología, las sirvientas encontraron a Isis en esta piscina. Lloraba por Osiris.
Los romanos no dejaron de lado este aljibe-pozo, pero lo reservaron para los rituales sagrados del templo de Baalat Gebal que está un poco más allá.
El templo de Baalat Gebal
Seis columnas en pie nos dicen dónde estuvo el templo más antiguo de la ciudad antigua de Byblos, construido en el año 2.700 antes de Cristo. Se erigió en honor a Adonis y la diosa Astarté. Siglo tras siglo fue reconstruido y acabó siendo dedicado a Afrodita en la época romana.
A su alrededor hay alguna columna más, y sobre todo antiguos sarcófagos. Es la Necrópolis Real, donde se encontraron nueve tumbas incluyendo la del rey Ahiram.
En este sector hay un pozo profundo de paredes de piedra perfectamente cinceladas. Una inscripción fenicia reza: “cuidado! tu muerte está aquí abajo”. Terrorífico, pero ¿quién se resiste a pasear y mirar de cerca las moradas de los antiguos muertos?
Observando las piedras, en busca de detalles (ya me conoces, y si no ya te lo digo yo: ¡me encantan!), me encontré con fósiles incrustados. ¡Uau!
Más tarde, de vuelta al bazar, encontré una tienda que vende fósiles de peces y otros animales marinos. Parecen de mentira pero no, son auténticos según nos explicó la dependienta. Tienen hasta un fósil de pulpo, algo rarísimo porque los pulpos son invertebrados. Parece ser que esta zona es tan rica en fósiles que incluso los venden así.
El teatro romano
Puedes terminar la visita en el lugar más poético de la ciudad antigua de Byblos. El teatro romano, que allí nos explicaron que es un Odeón, un pequeño teatro destinado a competiciones de canto.
No es fenicio, pero no por eso deja de ser un rincón bellísimo. Su emplazamiento original fue junto a la puerta de la ciudad y el Templo de los Obeliscos, pero los arqueólogos lo trasladaron a este otro lugar. Mirando al Mediterráneo. Uno de esos lugares en los que apetece sentarse y ver la puesta de sol, dejar que pase el tiempo, engancharse al azul del agua y del cielo.
Byblos más allá del yacimiento arqueológico
Byblos no termina en las ruinas fenicias y romanas. Ni en su castillo de los cruzados.
Desde la entrada al yacimiento, bajando a la izquierda en dirección al puerto, está la iglesia de Nossa Senhora Da Penna (¿Nuestra señora de la Pena?). El pórtico terminado en cúpula de la puerta principal es digno de admirarse, y el interior… bueno, era Semana Santa y había algún tipo de evento así que nos encontramos con la iglesia iluminada con colorinchis varios.
El puerto de Byblos
Un poco más adelante, siempre en dirección al mar, claro, está el puerto de Byblos. El mismo que utilizarían en su día los barcos fenicios. Una bahía bastante cerrada y por tanto segura contra las tormentas.
El torreón antiguo reivindica su carácter histórico, los pescadores disfrutan con sus cañas y paciencia, y los barcos pesqueros se mezclan con los de recreo frente a restaurantes que ofrecen pescado fresco, una oferta bastante creíble teniendo en cuenta dónde estamos.
Hay más Byblos, pero teníamos que volver a Beirut. Si vuelvo a Líbano, le dedicaré al menos un día y una noche.
Si quieres seguir leyendo sobre Líbano, no te pierdas el resto de artículos!
- 8 sitios que ver en Líbano, un país sorprendente
- Información práctica para viajar a Líbano
- Excursión a la ciudad antigua de Byblos
- Trípoli, la ciudad de los zocos junto al mar (Líbano)
- Montañas de Líbano: de la cascada de Afka al Valle de Qadisa
- Las ruinas de Baalbek, la morada de los dioses en Líbano
- Valle de Bekaa, el granero de Líbano
- Excursión a los alrededores de Beirut: Beiteddine y Deir el Qamar
- Tiro y Sidón, excursión de un día desde Beirut
- Pequeña guía de Beirut para dos días
- Museo Nacional de Beirut, un imprescindible en tu viaje a Líbano
- Viaje a Líbano, un país que rompe mitos
➡️ Este post NO ha sido escrito por la IA (Inteligencia Artificial).
➡️ Este post contiene enlaces a sitios afiliados. Esto significa que si haces una reserva desde dichos enlaces, yo ganaré una pequeña comisión. En ningún caso tú pagarás más y en alguno conseguirás un descuento, como en IATI Seguros. Puedes leer más en este artículo.