Actualizado el 17 octubre, 2019
El trayecto entre Baalbek y Trípoli discurre cruzando la cordillera del Monte Líbano entre cumbres nevadas, carreteras llenas de curvas, valles vertiginosos y preciosos lugares donde se sitúan mitos como el de Adonis, aquél hombre guapo que hizo suspirar a la diosa Ishtar o Afrodita. Estamos en la tierra de los maronitas y es como otro mundo dentro del puzzle libanés.
La ruta entre Baalbek y Trípoli por las montañas de Líbano
Abandonamos Baalbek y de nuevo ascendemos por la cordillera del Monte Líbano, en dirección Este.
Poco a poco nos vamos acercando a la nieve de las cumbres. El paisaje es espectacular. Sufro porque no paramos a hacer fotos, aunque es cierto que no hay muchos lugares para hacerlo, ya que la carretera es estrecha y vetusta…
Como siempre que veo la nieve cerca, sonrío como una niña pequeña y algo se mueve en el estómago. La visión del blanco impoluto siempre emociona.
A medida que descendemos por la cordillera se abren valles enormes con sus bosques y cultivos en terrazas. Son como heridas en la montaña con grandes cortados verticales.
Cascada de Afka
Nuestra primera parada del día es la cascada de Afka, el lugar donde se sitúa el mito de Adonis.
Cuentan que Adonis era un hombre muy muy guapo. Tanto, que la diosa Afrodita, o Ishtar, según quién te lo cuente, se enamoró locamente de él. Un día Adonis andaba de caza y un jabalí le atacó. Murió en el acto. El ataque no fue casual, como nada lo es entre los dioses, claro. Dicen que fue Artemisa la que envió al jabalí porque se quería vengar de Afrodita, al estar esta implicada en la muerte de Hipólito. La mitología es un puro culebrón de historias enredadas.
El caso es que Afrodita lloró muchísimo y sus lágrimas se mezclaron con la sangre de su amado dando color a las anémonas, una flor parecida a la amapola. Dicen que es la flor del amor intenso. Un detalle: la palabra “lágrima” en árabe significa “dolor del querido”. Afrodita no se conformó y pidió a Zeus que resucitara a su amado, pero este lo hizo parcialmente. Desde entonces, Adonis muere en otoño y resucita en primavera.
Subimos y bajamos buscando una buena vista del agua corriendo impetuosa montaña abajo. Hay un bar con terraza que está cerrado en espera del verano y los turistas locales. Una mujer y varios niños se acercan a intentar vendernos bolsas llenas de orégano.
Y si la cascada no te emociona, te diré que las vistas son impresionantes.
Continuamos subiendo y bajando entre montañas con retazos de nieve. Un rebaño de cabras nos sorprende y me acuerdo muchísimo de los que vi en Cachemira.
Hacemos una parada técnica junto a la cascada “Three points”. Hay que andar unos 20 minutos para llegar a ella, pero es una visión fascinante. El agua cae por detrás de varios puentes naturales de roca caliza, dando la impresión de que tiene tres niveles.
Nos tomamos un café árabe al sol, en un chiringuito junto a la carretera. Hay un árbol con huevos de Pascua y muñecas de trapo colgando de sus ramas. El conjunto parece un altar chamánico.
Valle de Qadisa
Nos adentramos en el Valle de Qadisa. Sigue habiendo algunas banderas e insignias de Hezbollah, pero los militares casi han desaparecido en esta zona.
En su lugar aparecen los pueblos maronitas. Llenos de casas nuevas revestidas de piedra, grandes, y coches nuevos. Los emigrantes libaneses vuelven a su patria por vacaciones y quieren estar cómodos. Se lo pueden permitir, y el boom inmobiliario es patente.
Las iglesias maronitas despuntan en todos los pueblos. De piedra también, con tejados rojos, parece que se encaraman en los cortados de las montañas.
La maronita es una de las 24 iglesias sui iuris integradas en la Iglesia Católica. Su fundador es San Marón, y el Valle de Qadisa su lugar sagrado. Para más información… aquí te dejo en enlace a la wikipedia.
Deir Mar Elisha, el monasterio más importante del valle de Qadisa
Por su geología kárstica las montañas libanesas están llenas de cuevas, ideal para construir apartados monasterios y lugares de retiro para los ascetas.
Si los paisajes hasta llegar aquí te han parecido bonitos, ahora llega el gran redoble de tambores. Este valle es pura belleza, empezando por su forma de uve profunda y altísima.
Bajamos por una carretera minúscula con al menos un par de curvas de infarto. Nos quedamos como a medio camino del acceso oficial, porque hay un sendero que te permite llegar al monasterio disfrutando durante un buen rato del bosque y la montaña. ¿Una hora? no recuerdo, sólo sé que caminé encantada.
Árboles que te refrescan con su sombra, un torrente que da vida y sonido, cascadas que se precipitan en las enormes paredes de roca, florecillas… un lugar idílico e impresionante que no tiene nada que envidiar a las cordilleras europeas y balcánicas.
El monasterio de Elisha no tiene mucho que ver, en mi opinión. Pero el camino hasta allí, ya lo estás viendo :)
Es un lugar mítico para los maronitas porque dicen que aquí es donde se fundó la orden libanesa de los monjes maronitas en 1695. La mayor parte está excavado en la pura roca, aprovechando las cuevas naturales del lugar. Al lado del edificio principal hay una tumba. Es la del monje François de Chasteuil, que murió en 1644.
Las reservas de cedros
Subiendo de nuevo por la cordillera, vamos a otro de los hitos turísticos de Líbano. La reserva de cedros de Bcherri, donde están los ejemplares más antiguos.
Los libaneses tuvieron que crear las reservas de cedros para evitar que el árbol nacional se extinguiera.
El cedro es un árbol de lento crecimiento. Crece a más de mil metros de altura y llega a cumplir más de mil años. El más grande registrado mide 35 metros de altura y unos 12 metros de ancho, pero no se sabe qué edad tiene… hasta que no muera y puedan estudiar sus anillos, no hay nada que hacer.
La madera de cedro era muy apreciada en el mundo antiguo, y los fenicios comerciaron con ella exportando a Egipto muchas toneladas. Demasiadas. Su nombre en árabe es ariz.
Pasamos junto a la reserva de Tannurine, pero nuestro destino es Bcherri, en las faldas del mismísimo Monte Líbano, a 1.800 metros de altura.
Los cedros son preciosos, aunque la reserva de Bcherri me decepciona.
Allí mismo hay una estación de esquí cuyos remontes se sitúan junto a los cedros, un buen puñado de tiendas de souvenirs hechos de madera, en general bastante horteras, y algunos restaurantes. Comemos en uno de ellos, bastante bien por cierto, mientras contemplamos la nieve y los cedros. Después salimos a dar una vuelta corta. Y es que no hay mucho más… un pequeño sendero que está cerrado a mediodía y las vistas desde la carretera.
Me hubiera gustado caminar por los de Tannurine, la verdad. Tenía pinta de ser un lugar más “natural”.
En Bcherri nació el famoso poeta Khalil Gibran, que emigró a Estados Unidos y vivió en Nueva York hasta que en los años 30 volvió a su pueblo.
Un día me preguntarás qué es más importante, si mi vida o la tuya. Yo te diré que la mía y tú te irás sin saber que mi vida eres tú.
Khalil Gibran
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