Actualizado el 6 febrero, 2023
Mis recuerdos de Amman eran difusos. Estuve dando un paseo por allí en el año 2000 junto a dos amigos cuando nos dirigíamos a India. Al volar con la compañía Royal Jordanian teníamos una escala de 12 horas o así. De aquél entonces recuerdo la mezquita Rey Hussein y sobre todo el Teatro Romano. Recuerdo también que la gente (fundamentalmente hombres) no parecía muy agradable, sino más bien tosca y huraña. Hasta el punto de que prácticamente no hicimos ninguna foto. En mi segunda visita, todo ha cambiado! 😊
Todos mis recuerdos de Amman se han dado la vuelta en este viaje a Jordania
Me he encontrado con una ciudad bulliciosa, divertida y muy acogedora. Cierto que su aspecto ruinoso no ha cambiado, pero hay que quererla así ¿no? 😊
No, Amman no promete. Las casas cuadradas y de aspecto descuidado, sobre todo en la ciudad vieja, sucias y llenas de cables, no ayudan. No demuestra ser una ciudad bella, pero su belleza está en el interior, en su alma.
Es por eso que Amman, la ciudad que toma nombre del dios egipcio Amon, se ha quedado en mi corazón. Solo fueron dos tardes, sobre todo por la avenida Al-Hashemi y sus aledaños, pero no dudaría en volver.
¿Qué hacer en Amman?
Amman tiene un montón de lugares interesantes. El teatro romano ya mencionado, la mezquita del rey Hussein, la Colina de la Ciudadela donde encontrar ruinas del pasado romano, y el Museo Arqueológico de Jordania.
Sin embargo, quizá porque llevábamos cinco días recorriendo el país y sus monumentos, a nosotros lo que nos pedía el cuerpo era disfrutar del contacto con la gente y tomar el pulso a la ciudad a golpe de zapatilla. Sin rumbo fijo y sin horarios ni objetivos concretos.
Callejear en Amman es seguro
La primera tarde-noche, ya había caído el sol cuando llegamos al centro. Nos alojábamos en el Larsa Hotel, un hotel cómodo que está un barrio muy tranquilo junto a la calle King Hussein II, pero un poco a desmano, a unos 4 km de dicho centro. Eso en taxi nos costó unos cuatro dinares y medio, con el taxímetro.
Cuando llegamos nos pusimos a andar por la calle principal observando el tráfico y la cantidad de gente que a esas horas iba y venía. Entre los carteles luminosos y los escaparatismos imposibles. Maniquíes de infarto, espumillones de Navidad y bombillitas de todos los colores, puestos llenos de cintas de cassette, etc. La sonrisa se nos fue ensanchando, cada vez más.
Mucha gente te saluda espontáneamente con un «welcome» o una sonrisa
Y me di cuenta de que era una ciudad diferente a la que recordaba. Que me sentía muy bien allí porque la gente nos recibía y miraba con curiosidad. Y sobre todo con simpatía. Porque el ambiente árabe te envuelve con más exotismo del esperado. Porque reírse está permitido y el estrés parece que no invade el paisaje como en otros lugares. Lo que no quiere decir que no exista.
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El teatro romano, todo un símbolo en pleno centro
Poco a poco nos acercamos al Teatro romano, que yo conocía de mi anterior visita, aunque ahora había un gran parque delante que yo no recordaba. Estaba lleno de familias y parejas tomando algo… y es que ¡era viernes, el primer día de su fin de semana!
Este teatro formaba parte de la antigua Filadelfia, el nombre romano de Amman. Con una capacidad de 6.000 espectadores sigue estando en uso. Si quieres leer más sobre su historia, aquí te dejo un breve resumen.
Precisamente esa noche las gradas estaban llenas de gente. Aunque buscábamos un sitio para cenar algo, decidimos acercarnos a la puerta del teatro a ver «qué se cocía allí». La entrada estaba guardada por policías. Muchos jóvenes, chicos y chicas, entraban y salían. Pensamos que quizá era un concierto de música o algo así.
El clamor del público llegaba al exterior con muchos silbidos y aplausos. Nos movimos hacia una entrada lateral que estaba cerrada con una reja, a ver si podíamos ver algo. Resulta que ahí estaban los responsables del espectáculo que estaba a punto de comenzar: kick boxing! Qué curioso, no tenía ni idea de que gustara ése tipo de espectáculos pero así era.
Comer en Amman a bajo coste
Satisfecha nuestra curiosidad, decidimos continuar en nuestra búsqueda de algún picoteo. La verdad es que aparte de la pastelería Habibah, habiendo cruzado la calle, no veíamos otra cosa. Pero no era dulce lo que queríamos.
Total, que decidimos probar en unos de los sitios de comida rápida jordana que había un poco más adelante. Acabamos comiendo pollo frito al estilo de la famosa marca estadounidense, patatas y refresco.
La gracia del sitio fue que nos indicaron que subiéramos al tercer y último piso, y de hecho no nos permitían quedarnos en el segundo piso. Extrañados continuamos, y nos hallamos en un salón antiguo con pantalla de cine en la pared del fondo y salida a una terraza. Todo bastante friki. Hasta que descubrimos que ése es el lugar reservado para las mujeres y familias. No sería ésta la última vez que observase esta sutil segregación. Lo hacen así para «prevenir molestias» a las chicas y mujeres que acuden a comer allí.
La verdad es que el pollo estaba realmente rico, las raciones enormes y el sitio muy barato. Ah, y teníamos las mejores vistas del teatro romano que podíamos imaginarnos.
La mañana siguiente la pasamos recorriendo el extremo Norte de Jordania en una excursión a Um Qays y Ajlun, y a eso de las 15.30 h estábamos de vuelta en Amman. Nos fuimos directamente al centro para comer y pasar la tarde de nuevo.
Al pobre conductor le hicimos una faena que compensamos con una propina porque el tráfico a esas horas era horrible, pero nos ahorramos ir hasta el lejano hotel.
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Muertos de hambre aunque con un poco de recelo, nos acercamos a un sitio al que yo había echado el ojo el día anterior. Es el Pizza Roma Café, junto al hotel Amman Pasha. El restaurante forma parte del mismo establecimiento.
Un maniquí de los que dan miedo y una terraza destartalada llena de cachivaches nos desanimó, pero entramos. ¡Y nos encontramos con un sitio genial! Una decoración ecléctica, fotografías de grandes personajes (algunos de admirar y otros no, como Gadafi) y actores de Hollywood. Monedas y billetes de muchos lugares del mundo, sofás y telas de vivos colores. Al poco rato nos sentíamos bien allí.
Aún a las 16.00 h servían comidas (dato a tener en cuenta, porque no, no eran horas).
Probamos las pizzas al estilo jordano y están realmente ricas. También el plato de kebab, que fue lo que yo elegí, y digo lo mismo que de las pizzas. Además el precio fue mucho mejor del esperado y de lo experimentado en los días anteriores. Comimos por unos 7 € cada uno.
Los pasteles de Habibah hay que probarlos, sí o sí
Ya que estamos, y ya que la he mencionado… vamos a la pastelería Habibah!! Toda una institución de Amman, está a escasos metros del restaurante Pasha y frente al teatro romano.
Aquí se hacen y venden los mejores pasteles árabes que he probado. Bueno, que me perdonen los iraníes pero ha pasado mucho tiempo desde que saboreé los suyos ;)
La pastelería es un local clásico que recuerda a un antiguo café. Un lugar muy limpio y con una atención muy agradable. Dicen en su web que el fundador empezó a trabajar en la pastelería en 1947, en Jerusalén. Después emigró a Jordania y en 1951 inauguró su pastelería.
Hay que probar, sí o sí, el dulce llamado Kinafa. Es como un pastel templado o caliente, hecho con una base de queso de cabra, bizcocho de almendra con miel y pistacho. Es para comer allí, en el piso alto si eres mujer o vas acompañado de ella/s.
Con el pastel te sirven un vasito de agua mineral precintado como los de los aviones, pero lo puedes acompañar con un té o café. De todas formas, aviso a navegantes, es bastante dulce!
La otra gran opción son los baklabas. Hay de muchos tipos y son exquisitos. Los puedes comprar para llevar o en una lata, lo que puede ser un gran regalo para traer a la familia y amigos. Ya las tienen preparadas, hay de varios tamaños y todos son surtidos de diferentes tipos. Son espectaculares y en la nevera duran varias semanas sin problema. Los precios van desde los 7 a los 14 €, y puedes llevarlo en el equipaje de mano sin problemas. Esto parece un publireportaje pero es que ¡me encantó!
Mezquita del rey Hussein
Volvamos a las calles de Amman, ja, ja! 😉
Vagabundear por los puestos de frutas, verduras, zapatos, especias y frutos secos que se extienden por las calles aledañas a la avenida Al-Hashemi es genial.
Observar cómo cuidan la disposición de la mercancía, sus conversaciones y gestos plagados de saludos afectuosos a los conocidos, vecinos y amigos, y responder a las sonrisas, es lo que buscábamos y lo que encontramos en ambas tardes.
Y es allí donde está la pequeña mezquita del rey Hussein, construida en 1924 sobre los pilares de la antigua. Coqueta, en un cruce de calles con una minúscula plaza donde los hombres dejan los zapatos antes de entrar a rezar, contrasta con el resto de edificios decrépitos que parecen amenazarla.
Allí hay también una fuente llamada Ninfeo, donde los hombres se lavan antes de la oración.
Me encontré con una niña que portaba un bebé. Acabó llevándome de la mano a cruzar el umbral para que hiciera una foto al patio de la mezquita. La historia la encontrarás en la sección del blog Gentes del mundo. Siempre la recordaré
Este es sin duda uno de los rincones de Amman que más me gustan. Lleno de detalles, tanto de día como de noche cuando los alminares se iluminan de color verde, el color del Islam.
¿Se puede visitar el interior de la mezquita?
Nos habían dicho vagamente que no. Pero si no es la hora de la oración y te vistes adecuadamente (las mujeres cubriéndonos el cabello además del cuerpo), parece que se puede entrar. De todas formas es en el exterior donde está la vida.
Pequeño anecdotario con los taxistas de Amman
Moverse en taxi por Amman: las distancias son más grandes de lo que uno piensa a primera vista. Hay algunos buses y taxis compartidos, pero mucha gente se mueve en taxi. Son los de color amarillo. Los precios del taxímetro son asequibles así que olvídate de concertar un precio antes porque puedes salir perdiendo. Tampoco te extrañes si el taxista para en la gasolinera durante la carrera (y se deja la radio encendida mientras reposta, por ejemplo), o a tomar un café con los amigos (rápido, eso sí).
Bueno, mejor no lleves mucha prisa!!
Lo más difícil es entenderse con ellos. Muchos sólo hablan árabe y no saben leer nuestro alfabeto. Aunque les muestres la tarjeta de tu destino (un hotel, un restaurante) y la miren, en realidad no saben dónde es y te pedirán en árabe que se la leas. Seguramente acaben llamando por teléfono móvil a algún colega que sepa hablar inglés y te lo pasen para confirmar la dirección. Así nos pasó en un par de ocasiones. Si no, pedirán ayuda a los transeúntes y con un poco de paciencia todo se arreglará y te llevarán donde necesitas ir.
Sí tengo que decir que son gente seria y responsable. Al menos mi experiencia fue ésta. Ah, en hora punta, como por ejemplo en Madrid, conseguir taxi no es fácil.
Chicas, no os extrañe que si vais acompañadas de hombres, sea su palabra la que está por encima de la vuestra. Por ejemplo, pidiendo las bebidas en el restaurante que he citado antes, el camarero se quedaba quieto mirándome y parecía que no arrancaba. Se lo repetí un par de veces, hasta que Martín, uno de los chicos que venía conmigo, le dijo la misma retahíla «2 aguas, 2 cocacolas» y entonces sí se movió ¿?!! No era la primera vez que nos ocurría.
Con un taxista la noche anterior discutimos por el precio hasta el hotel (todavía no sabíamos que con el taxímetro no nos iban a timar). Yo llevaba la voz cantante y estaba sentada detrás de él. Nos mirábamos fijamente por el retrovisor y yo le decía «5 dinares» y él «10». Así un rato, mientras avanzábamos. Le dije que ok, que parase que nos bajábamos, y él seguía con la retahíla. Entonces Jose dijo «5 dinares», y ahí sí paró y nos dijo que nos bajáramos del coche. Por cierto que al bajarnos nos dijo adiós con un guiño y sonrisa. Ante todo, buen rollito, ja, ja.
Si buscas más consejos aquí tienes la guía de Jordania en 6 días que publiqué con anterioridad.
Sólo me queda enviar un saludo abierto a los jordanos y palestinos de Amman, gente que acoge al viajero con gran amabilidad. Gente que te hace sentir en tu casa aunque sea tan diferente. Prometo volver y descubrir más de sus encantos, algún día :)
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Me ha encantado tu relato y las fotos que son magníficas. Tengo muchísimas ganas de conocer Jordania y leyéndote sobre Amman han aumentado. Un saludo
Qué bien, Alicia! me alegra mucho saber que te he inspirado aún más para ir a Jordania! pues ya sabes, resérvate un día o más para Amman, te lo pasarás muy bien y es una gran oportunidad para interactuar con la gente, lo mejor de los viajes! :)
Un beso
Alicia
Hola! Me ha gustado tu post sobre Amman! Te pregunto, cuanto tiempo crees que me tomará visitar la Ciudadela de Amman (Citadel)?
Te lo agradeceré!
Hola! Lo siento Carlos, pero no llegué a visitarla por falta de tiempo. Imagino que no te va a llevar mucho tiempo, pero no sabría decírtelo a ciencia cierta.
Saludos
Alicia