Hay lugares de los que no tenemos referencias y que sin embargo son curiosos, singulares, diferentes, bellos. Solitaire y el campamento de Yuri son dos de esos lugares. Los descubrí en los primeros días en Namibia e hicieron que el viaje fuera increíble.
Solitaire es uno de esos sitios que ver en Namibia que no te deberías perder. Está en el desierto del Namib, donde el camino siempre te sorprende. Por ejemplo, el día que íbamos hacia Solitaire, avanzábamos por la carretera y de repente vimos a unos chacales de orejas grandes.
Yo conocía estos simpáticos chacales por un libro de mi infancia dedicado a los animales de África con preciosas ilustraciones. Lo que no sabía (o mejor, no recordaba) es porqué tienen esas orejas, su principal distintivo.
Resulta que las orejas de los chacales del desierto son su medio de subsistencia. Con ellas cazan. Sí, sí. Dotados de un finísimo oído y gracias a su forma redondeada y ampliada, pegan sus orejas al suelo para escuchar los ruiditos que hacen los insectos bajo tierra. Así localizan su alimento: escorpiones, gusanos, etc. Ya sólo les queda escarbar y comer 😊

Solitaire, cruce de caminos en el desierto de Namibia
Continuamos por la carretera hasta que llegamos a un pequeño desvío donde la señal reza «Solitaire» (Solitario). Si te preguntas cómo llegar a Solitaire, te diré que la ruta depende de dónde vengas, y que las carreteras no son las mejores del mundo. Te aconsejo muchísimo que lleves un 4×4.

¿Qué es Solitaire? ¿Un pueblo? ¿Un asentamiento? No sé cómo llamarlo. Te dan la bienvenida unos cuantos coches antiguos, de los años 30 del siglo XX. Y algunos estorninos metálicos encaramados a los postes y carteles. Éstos fueron otra presencia bastante común en nuestro viaje, por cierto, y son realmente preciosos.

Los coches, situados artísticamente entre algunos cactus, parece que te están llamando para que les hagas unas fotos. En el cartelón de bienvenida a Solitaire, al más puro estilo far west, se informa de la evolución de su población. Parece que ha ido creciendo…



Un poco más allá hay una gasolinera. La única en muchos kilómetros a la redonda. También una tienda y… una pastelería llena de deliciosas viandas. Resulta que esta es la principal atracción de Solitaire, junto con los coches.
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Una pastelería en medio del desierto y los ecos del pasado
La pastelería de Solitaire está regentada por todo un personaje: un afrikáner que tuvo que huir de Zimbawe en los años de la independencia. Cuando el pueblo sometido por la minoría rica y blanca se rebeló. Cuando se perseguía a todos aquellos granjeros terratenientes que de la noche a la mañana tuvieron que salir corriendo.
Este fue otro capítulo triste de la Historia, ya que la persecución fue bastante cruenta. Recuerda a las matanzas de Ruanda, haciéndose con lo que tenían a mano. Machetes y aperos de labranza.
Precisamente iba leyendo por el camino una novela de Henning Mankel El ojo del leopardo donde relata esos años.
No sé cómo mirar a la gente que en su día detentaba el poder frente a cientos de miles de personas que sobrevivían con lo que ellos quisieran darles a cambio de su esfuerzo.
A veces esas desigualdades estallan, y con razón. Pero también tengo claro que así no se deben solucionar las cosas. No con esa violencia. También me gustaría creer que no todos eran iguales, y que habría gente decente.
En cualquier caso (no sabremos si era de los «decentes» o no), el señor McGregor acabó aquí, donde se gana la vida haciendo pasteles en su «pastelería del desierto» y alegrando el día a los sufridos viajeros que pasamos por allí.

Me hubiera encantado escuchar su historia a fondo, pero estaba demasiado atareado tras el mostrador y nosotros teníamos que seguir camino. Quizá no habría querido contármela. Quizá está cansado de contarla.
Sí quiero enviar un recuerdo especial a su cocinero o ayudante. Un simpatiquísimo señor de rasgos bosquimanos que bregaba en el horno y nos saludó con muchísima simpatía cuando nos íbamos.
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Encuentros en la tercera fase o confusiones divertidas
Un buen rato después, cuando el sol ya calentaba mucho más, nuestro guía se volvió loco pidiendo al conductor que parara. Acabábamos de pasar junto a un árbol seco y yo había creído ver una forma inmóvil parecida a un búho. No hice caso porque era muy grande y estaba muy inmóvil, no sé. Tampoco lo reflexioné mucho.
El caso es que él también lo había visto, así que nuestro camión pegó un frenazo a unos 100 metros de distancia. Nos pidió silencio. Estaba muy emocionado porque siempre ha querido ver un búho. Sí, hay búhos en el desierto. Y por fin tenía una oportunidad.
Dimos la vuelta lentamente, bajamos las ventanas, y cuando llegamos a su altura enfocamos con las cámaras. Fue entonces cuando descubrimos que era ¡¡un búho artificial!! Muy bien hecho, eso sí. Juas, juas, juas. Nunca sabremos si aquello fue una broma o una confusión de un guía experimentado que lleva años rodando por allí. Él jura que estaba convencido de que era un búho de verdad. Aquí la foto del famoso búho:

El campamento de Yuri
Entre unas cosas y otras, fuimos llegando a nuestro siguiente campsite. Ya era prácticamente de noche. El camping está en una gran depresión del terreno, protegido del viento que afortunadamente esa noche no soplaba.

Este es el campamento de Yuri, una japonesa que se enamoró de Namibia y su desierto, y que ni corta ni perezosa se estableció aquí hace unos años. Cuando llegamos, preguntamos por ella, pero resulta que estaba fuera así que no pudimos conocer personalmente a esta mujer 😥
Cuando yo visité este camping era el año 2012 y seguía en construcción. Cada año iba tomando forma con nuevas reformas, como unas duchas más acabadas. No sé cómo estará cuando leas este artículo, si lo encuentras…

Tierras con poca gente, pero variada y muy interesante ¿Pequeños locos? ¿Audaces? ¿Enamorados del desierto?
Corrimos a las duchas. Contaban con agua caliente gracias a un depósito que había en el terraplén de al lado, calentado «a mano» con una fogata de carbón. Duchas precarias pero muy limpias ¡un gustazo!
¡Cómo se agradece un poco de humedad en la sequedad del desierto! ¡Cómo se aprecia la limpieza que te proporciona! Aunque dure aproximadamente cinco minutos porque enseguida vuelves al polvo y la arena.
Después de asearnos fuimos a tomar algo al pequeño bar. Era el único edificio del valle pero tenía una nevera con ricas cervezas Windhoek y sidra namibia. Probé la sidra y no está mal, quizá un poco dulce, pero bastante parecida a nuestra sidra natural.
Salí al pequeño jardín que tenían delante porque vimos cómo unas sombras, animales de cierto tamaño, acababan de pasar corriendo en la oscuridad. Pensé que eran hienas, pero no.
Resulta que allí tienen un pequeño abrevadero al que los animales se acercan a beber. Lo que habíamos visto pasar (luego volvieron) eran cebras de montaña, o cebras de Hartmann. Esa noche nos acompañaron con sus extraños relinchos alrededor de las tiendas. Y las hienas también, que conste.
Mi primera noche de fotografía nocturna en el desierto
Aquí la primera noche de mi vida en la que hice fotos a la Vía Láctea yo solita. ¡Y fue todo un éxito! Claro, que los cielos de Namibia ayudan muchísimo. De hecho, cuando estaba tomándome esa sidra, miré al cielo e inmediatamente decidí sacar el trípode y probar suerte con las estrellas.
La noche era magnífica y aunque había mucha arena y polvo en suspensión, que el haz de mi frontal iluminaba fantasmalmente, busqué una ubicación atractiva.
Justo allí al lado hay una cuesta pedregosa donde crecen unos árboles característicos de esta zona, los Aloe Dichotoma Masson, nativos de Sudáfrica. Me servirían de modelo ya que justo detrás de ellos la vía láctea se empezaba a desplegar en todo su esplendor.

Las noches de África son espectaculares
Las noches en lugares como estos son impresionantes. Los cielos suelen estar muy despejados en la época seca (llevábamos días sin ver una sola nube, y los que quedaban). La oscuridad es prácticamente total, excepto las pequeñas luces de las instalaciones del camping. Nada que ver con nuestra iluminadísima Europa.
Sudé un poco al principio porque la cámara no disparaba. Supuse que era por la falta de enfoque. Al fin logré hacerlo. No me enrollo más con esto, aquí tienes un post donde explico cómo fotografiar estrellas.

Cuando vi el resultado en la pantalla empecé a dar saltos de alegría. Y a partir de ahí las cosas fueron mejor. Probé muchas veces, claro, hasta que logré un par de fotos majas y que reflejan un cielo increíblemente bello, con todos sus colores -esos que el ojo humano no es capaz de captar-.
No puedo contar con palabras la satisfacción que tuve en ese momento. Me puse contentísima y por supuesto pensé en mi padre, mi gran mentor!!

La Cruz del Sur
La Cruz del Sur es una de las constelaciones de estrellas más fácilmente visibles en el cielo del Hemisferio Sur. Para mí este siempre ha sido un símbolo de los tuareg, un talismán que les protege del mal de ojo. No obstante, es curioso que ellos vivan y se desplacen por el Hemisferio Norte. Y además ¿realmente se corresponde con esta constelación de cuatro estrellas?
Haciendo una búsqueda exhaustiva por Internet no me queda nada claro. Mmm, siempre me había preguntado, dando por hecho la relación entre la constelación y el simbolismo de este pueblo que he admirado desde niña: ¿Cómo es que tienen este símbolo en su tradición, desde no se sabe cuándo?
Una vez más pregunté a mi padre y me contó que en realidad este conjunto de cuatro estrellas en forma de cometa se puede ver desde Níger, que está en el Hemisferio Norte. Probablemente no durante todo el año, y seguramente bastante cerca de la línea del horizonte, pero suficiente para que fuera utilizada por los nómadas, junto con la Estrella Polar, en sus travesías por el desierto. Así localizarían el Polo Sur.
Fascinante. Y por fin la veía en directo.
De hecho, no hubo ninguna noche en que no la divisara ya que siempre era de las primeras en salir, como aquí la Osa Mayor. Una gran compañía a la que saludaba cuando se ponía el sol.
Una mañana en el desierto del Namib
Al día siguiente nos aguardaban nuevas sorpresas. Prácticamente recién salidos a la carretera, después de contemplar otro grandioso amanecer, un rebaño de cebras de montaña o cebras de Hartmann aparecían corriendo en la llanura bastante cerca de nosotros. No sé si serían las mismas que nos rondaron por la noche, pero ahí estaban.

Preciosas, estas cebras son diferentes a las comunes porque tienen más rayas en su piel y un morro más achatado, con una mancha de color anaranjado en el mismo.
Nos observaron, las observamos, y cada grupo continuó su camino 😀

Cruzando el Trópico de Capricornio
El paisaje se fue tornando muy agreste. Nos dirigíamos a la costa, hacia el norte, parando en el Trópico de Capricornio señalado por un cartelón junto a la carretera. Esta es una parada clásica para todo el mundo. No todos los días pisas una de esas líneas con las que el hombre divide el mundo para organizarlo. Una de las aprendidas en el colegio… Así que allí, por supuesto, había que hacerse una foto.

Cuando me quise dar cuenta estábamos rodeados por un paisaje lunar fantástico. Parece ser que en esta región hay minas que extraen diamantes y piedras semipreciosas, pero su rastro desde la carretera es prácticamente inadvertido. Y en principio no conviene acercarse a curiosear (ni lo permiten). Ése mundo oscuro, el de las minas de diamantes.
Paramos en Gramadula, un mirador señalizado. Observamos el paisaje de colinas que parecían rotas, ya que los estratos se observan perfectamente. Lástima que fuera mediodía. Seguramente en otras horas la fantasía de colores con el sol dorando las piedras sería otro cantar 😊



Salíamos del desierto y llegábamos de nuevo a la «civilización», a la limpia y rectilínea Swakopmund, y yo casi lloraba por dentro al abandonar el desierto. Aunque una cama y una ducha no me sobrarían, tampoco las echaba tanto de menos. Solitaire y el campamento de Yuri quedan en mi memoria y en mis ganas de volver.
Sigue leyendo sobre Namibia
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Es cierto, Ali,
!nunca sabremos si el desconcertante Eric nos quiso gastar una broma con el búho!
Ana Margarita
Ja, ja, "probablemente nunca lo sabremos" Ana, aunque entre tú y yo, yo creo que el bueno de Eric se confundió, porque si no, digo yo que habría confesado en algún momento :)
Hola Ali. Gracias por dejarnos la información de tu viaje. Estoy interesado en el campamento de Yuri’s y de momento no seexactamente donde esta ¿podrias darme las coordenadas o alguna referencia para encontrarlo?
Gracias.
Hola! gracias Carlos! pues tras una intensa búsqueda, porque realmente no lo tengo anotado, lo encontré!!! Te paso el link de google maps: https://www.google.com/maps/place/Sossus+On+Foot+Bushman's+Desert+Camp+%2F+Cha-re+Camping+%2F+Cha-re+Farm/@-23.6255566,15.8657917,17z/data=!4m8!1m2!2m1!1ssossus+on+foot+camp+namib!3m4!1s0x1c737472c9f196bb:0x3f6886528a35d9d7!8m2!3d-23.6255566!4d15.8657917
Y si no funciona, búscalo por Sossus On Foot Bushman’s Desert Camp, he revisado las fotos y no hay duda, es el sitio :) Al norte de Solitaire, por la C14.
Saludos
Alicia
Muchas gracias Alicia por tu esfuerzo. Espero que en Septiembre pueda estar allí
Espero que sí!