mercado de yarkand china

Actualizado el 9 julio, 2019

Yarkand, en Xingiang, región Uigur de China, es otro de esos enclaves semiperdidos y un tanto eclipsado por la fama de Kashgar, que jalonan la Ruta de la Seda.

Esta es una ciudad-oasis, y nuestra idea era utilizarlo como puerta de entrada al desierto del Taklamakan para pasar una noche en sus dunas. Sin mayores objetivos que éste ya que no teníamos muchos días para disfrutar de la zona. 

Día de mercado en el oasis de Yarkand

carro con enormes troncos entre la gente oasis de yarkand

Estamos en un oasis junto al desierto del Taklamakán. Se alimenta del río Yarkand, que viene de las montañas Pamir. Aquí se cultivan multitud de cosas: algodón, maíz, frutas como el albaricoque o las granadas, y nueces.

Resultó que era día de mercado y aun en contra de nuestro guía uigur, que consideraba que no era un lugar «seguro» para los guiris, decidimos parar y dar una vuelta. La supuesta inseguridad residía en que aquí el Islam es más ortodoxo y no están acostumbrados a las visitas de los extranjeros.

niño en motocarro con otros alrededor oasis de yarkand
señor con gorrito bordado y grandes mostachos oasis de yarkand

En contra de lo esperado, el paseo por el mercado fue genial.

Nos encontramos con que los lugareños nos miraban llenos de curiosidad y no hacían más que mostrar gestos amables y hospitalarios hacia nosotros.

mujeres eligiendo telas en un puesto del mercado oasis de yarkand

Siendo un mercado quizá más humilde que el de Kashgar, no por ello deja de tener su interés. Más cuando uno lee que aquí llegaban las caravanas procedentes de Kabul dispuestas a seguir hasta el reino de Cathay. Se organizaban siempre y cuando consiguieran permiso para entrar en el lejano y poderoso reino.

También era lugar de parada y fonda para las que venían del otro lado y querían descansar aquí antes de entrar en Kashgar. O antes de ir directamente hacia el Karakorum para cruzarlo y seguir ruta a Occidente.

hombre con barba blanca y cabeza afeitada oasis de yarkand

Seguramente muchas cosas han cambiado desde aquellos tiempos, pero aún quedan costumbres y maneras de aquellos entonces.

En la zona de las telas, donde las mujeres se afanan en elegir, regatear y por fin llevarse sus mercancías para elaborar esos coloridos vestidos y prendas del hogar que utilizan por allí.

La zona de las especias, a veces cruzada por tractores del año de la Polca que escupen humazo y gasóil puro.

Y la zona de los animales, con esas ovejas «marco polo» (llamadas así porque este gran viajero las describió en su relato, o los equinos, que directamente se examinan, compran, venden y trasladan hasta el vehículo familiar con una gran sonrisa.

carro soltando mucho humo oasis de yarkand
carros de mercancías aparcados y una pareja sentados oasis de yarkand
dos hombres llevando en brazos corderos en el mercado oasis de yarkand

A esas alturas hacía ya mucho calor y en un momento dado decidimos parar un poco a la sombra.

Enseguida las personas que estaban allí sentadas, todas mayores, insistieron en cedernos sus taburetes a pesar de nuestras protestas. Con grandes sonrisas y delicadeza. Les hice unas fotos que luego les mostré y  con las que quedaron encantados. Nunca olvidaré la franqueza de sus miradas. 

retrato de dos mujeres vestidas de colores muy sonrientes oasis de yarkand
etrato de hombre con gorrito bordado oasis de yarkand

El grandioso pasado de Yarkand

mujer andando con tela de rejilla cubriendo rostro en oasis de yarkand

Yarkand tenía aún más cosas que mostrarnos.

La Mezquita Altyn, en el centro de la ciudad, con su extenso cementerio lleno de tumbas de los Khanes de Yarkand, es considerado un lugar de interés arqueológico por la decoración de las mismas, por lo visto único en la región.

En su interior destaca la tumba de una mujer. Es la poetisa y músico Aman Isa Khan o Amanisahan (1526-60), esposa de uno de los khanes locales. Venerada hoy en día.

tumba islámica de piedra con aleyas del corán oasis de yarkand
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La noche en el desierto de Taklamakan

Al fin, con algo-bastante de retraso por estas paradas, nos encaminamos a las afueras del oasis para ir al desierto que arrancaba allí mismo.

mujer vestida de azul y hombre con traje negro montado en bici vieja oasis de yarkand

Aun tuvimos un pequeño encuentro con una de las familias campesinas del lugar. Gentes sencillas, curiosas y entrañables.

padre y tres hijos posando oasis de yarkand
posando con la familia del oasis de yarkand

Después, a bordo de unos carritos tirados por burros, llevamos nuestras cosas para la cena y algo de dormir hasta el comienzo de las dunas. Cenamos allí mismo y emprendimos la marcha cuando ya caía el sol, con un guía local. Estuvimos andando aproximadamente una hora y media por las dunas, a la luz de las linternas. Por ése desierto sobre el cual circulan muchas leyendas.

Cuentan que la desaparición de caravanas e incluso de grandes ejércitos en el Taklamakan no era extraña. Ni lo sería ahora si alguien quisiera cruzarlo. Los djin o genios se levantan por la noche y desorientan a los viajeros con sus ruidos extraños, los remolinos de arena que son capaces de levantar aun sin haber viento, y sobre todo su capacidad para volver locos a los hombres con sus aullidos y ululares.

dunas semicubiertas de vegetación oasis de yarkand

Nuestro guía uigur, sin dejar de pegar buenos lingotazos a una botella de un licor de más de 60 grados típico de la zona, nos contó alguna que otra historia de este tipo al amor de la lumbre, antes de acostarnos.

Dicen que es fácil encontrar ciudades enterradas. De hecho las hay, pero se han investigado poco. Y esqueletos de caravanas enteras, con sus animales y sus hombres.

Pero aquellos que se aventuran a buscarlas corren un riesgo muy alto de no volver y acabar como ellas. 

Historias para dar ambiente a la noche, como poco!

camello bactriano en el desierto oasis de yarkand

Personalmente, este pedacito de Taklamakán que pisé no me pareció especialmente atractivo. La arena era más bien blanca, había muchos matorrales (para ser un desierto) y quizá el tiempo no acompañaba.

Pero sé que hay otros rincones mucho más interesantes en este vasto arenal y seguramente más adelante, en el futuro, los acabe visitando ;-).

dunas al atardecer oasis de yarkand

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