el sod etiopia

Actualizado el 28 julio, 2019

Cerca de Yabello, la localidad principal de la región de los Borena, un pueblo seminómada y musulmán en su mayoría, se ubica uno de los lugares más espectaculares que he visto nunca. Espectacular y duro. Es el Sod, la casa de la sal, en el sur de Etiopía.  

Yabello, cruce de caminos para ir a conocer El Sod

Yabello no tiene mucho atractivo en sí, al menos es lo que me pareció, pero este es el cruce de caminos para las principales rutas. Tiene dos gasolineras y algunos otros servicios como la estación de autobús.

parada de autobús hay mujeres con telas de colores y sacos el sod
especie de choza con paredes de esterilla donde hay hombres y mujeres sentados en taburetes pequeños el sod
carrito con bidones amarillos tirado por burrito y niños en yabello el sod

Junto a los buses, en pleno cruce de carreteras principal, se halla el Yabello Motel, un sitio más que decente, de los mejores de todo el viaje. Al menos en lo que se refiere a las habitaciones nuevas, porque también tenía unas más antiguas con pintilla más chunga.

hotel de yabello con habitaciones dispuestas en torno a un jardin el sod

Las habitaciones se reparten en bungalows adosados, con techo plano, y en ellas encontraréis camas con edredones blanquísimos (parecen recién sacados de Ikea, ji, ji). Se agradecen un montón porque aunque estemos rodeados de lo que parece un paisaje saheliano, es decir, predesértico y lleno de acacias «de pinchos», estamos a más de 1.800 m. de altitud y por la noche la temperatura baja bastante. Vamos, que no me sobró el edredón, no  :-).

También puede ser que me quedara prendada de este sitio porque la noche anterior habíamos dormido en otro realmente cutre, en Konso, en el que directamente desistí de ducharme.
El Yabello Motel cuenta también con un bar-restaurant donde por las tardes-noches vienen los locales a tomar algo o a cenar. Ellos visten vestimenta occidental, con chaquetas de cuero clásicas. Ellas lucen muy arregladas, como si fueran a una discoteca…

Yabello Wildlife Sanctuary

A unos kilómetros se encuentra el Yabello Wildlife Sanctuary. Atravesándolo, aunque no paramos mucho, avistamos unas gacelas preciosas pero muy lejanas y muchos pajaritos de colores chillones.

grupo de gacelas entre la vegetación con acacias al fondo el sod
paisaje con acacias y nidos cerca de el sod

Las acacias lucían nidos de pájaro tejedor, algo que después he visto en Namibia, entre otros lugares. Pajaritos que llegan a construir verdaderas ciudades que logran tumbar al árbol, literal.

nidos en acacias el sod

El Sod, la Casa de la Sal

No tenía mucha idea de qué era esto… Sabía que era un cráter de un antiguo volcán, y por eso había imaginado que subiríamos una montaña o algo así.

Sin embargo, al llegar a un pueblo de casas de adobe y gentes vestidas de alegres colores y rasgos somalíes, y aparcar al lado de la mezquita, a unos pasos, se abrió ante nosotros un gran cráter.

Enorme en perímetro. Muy vertical en sus pendientes. Con un lago de color oscuro casi negro en el fondo. Una visión singular.

niño sobre una roca y el lago salado al fondo del cráter el sod

El lago, efectivamente, es «la casa de la sal» (todo su perímetro, como podéis observar, está compuesto de una capa de sal gris).


Allí abajo, con un calor infernal, se afanan las buenas gentes por sacar la sal de las profundidades del lago. Equipados sólo con trapos para taparse los agujeros de la nariz y las orejas, porque la sal es muy corrosiva…


Y seguramente porque no son aguas «puras» sino que están compuestas de otros elementos que le dan ese color negro.

Nadan hasta el fondo de esta guisa y salen cargados de una sal muy impura (de color gris oscuro), que por lo visto se utiliza para dar de comer a los animales. Por un mísero sueldo.

lago el sod con hombres en el agua
recua de burritos cargados con sacos de sal al borde del cráter
Los burritos suben la sal. El borde del cráter y su contenido no se advierten hasta que te asomas.

Todo esto me lo contaron, pero no lo vi de cerca. Ante la propuesta de bajar y subir andando a aquel «infierno», dado que estaba bastante resfriada y que me encontraba un poco floja, decidí quedarme y dar una vuelta por el pueblo. Me acobardé, en otras palabras. Otros sí bajaron, y me lo contaron.

cráter con el lago el sod al fondo

Pasando el rato en el pueblo junto a El Sod

En el pueblo, quedándome con un par de compañeros, nos recibieron en una casa justo enfrente de la mezquita con un té con leche que estaba realmente rico, y enseguida nos sacaron unas sillas.

Hacía mucho calor así que decidimos sentarnos a la sombra un rato, y por supuesto empezaron a venir niños y jóvenes a vernos.

anciano con turbante en la cabeza y una manta de colores en los hombros el sod
niña con ojos negros en forma de almendra y trencitas el sod

Después me di una vuelta, pero el pueblo no daba mucho de sí. La mayoría de las casas están construidas a los lados de la carretera principal, y las calles que discurren entre ellas no están pavimentadas y nadie circulaba por allí (en realidad, la «carretera» tampoco estaba pavimentada).

calle del pueblo con futbolín y niños jugando el sod
mujeres sentadas con cabras el sod
alminar de la mezquita el sod
mujer apoyada en la puerta lleva una tela y turbante verde lima y la pared es del mismo color el sod

Sin embargo, la sonrisa de sus gentes, su amabilidad, los saludos, el colorido de su vestimenta, la belleza de las  mujeres, los futbolines al aire libre, la llamada a la oración desde la mezquita… hacen que siempre recuerde este lugar como uno de los más especiales del viaje.

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