Un lugar que tengo grabado en la memoria por la experiencia que allí viví, es el lago Song Kol, en Kirguizstan o Kirguistán, en el centro de este país.
Kirguistán es un país precioso, abarrotado de naturaleza, con una altura media que supera los 2.500 metros. Cada tramo, cada vuelta del camino, es un descubrimiento.

Consejos prácticos
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De camino al lago Song Kol o Son Kol
Después de superar una carretera que más bien trepa por las montañas, con muchas curvas y un paisaje lleno de bosques de coníferas, el relieve se suaviza y los árboles desaparecen.
Asistimos al paisaje encantados, sin saber dónde acabaremos, aunque sabemos que vamos a un lugar llamado lago Song Kol o Son Kol.
Merece la pena detenerse un momento en las fotos del paisaje. Fueron unas cuantas horas de ruta 😊





El lago Song Kol es un lugar «perdido», inmenso
Cuando llegas al lago Song Kol, alucinas.
Este es uno de esos lugares donde puedes sentirte libre y casi solo. Difícil de habitar más allá de la primavera y el verano porque la nieve llega pronto, a finales de Agosto o principios de Septiembre.

A 3.016 metros de altura el lago se enmarca en una gran depresión del terreno. Un valle donde el agua ocupa una buena parte de su extensión.

Agua donde se reflejan las altas montañas del macizo de Tian Shan y lomas que lo circundan, las escasas yurtas que dan la bienvenida al viajero (muchas son albergues), y las ovejas de Marco Polo que nos recuerdan que estamos en la Ruta de la Seda.

Algunos datos sobre el lago Song Kol
- Su nombre, Song Kol, significa “último lago”.
- Sus dimensiones son de 30 kilómetros de largo por 12 kilómetros de ancho, y su profundidad máxima es de sólo 6 metros.
- Se congela en invierno y durante esa época nadie vive allí, como ya he apuntado.
- El lago Son Kol está entre cuatro provincias, y entre ellas se reparten los pastos para el ganado, que son muy apreciados.
- La gente de los pueblos encargan a las familias de pastores que lleven allí el ganado durante el verano para su engorde, y les pagan por ello.
- Los pastores viven en el lago Song Kol entre mayo y septiembre, aunque los que tienen niños pequeños vuelven a la ciudad a finales de agosto para preparar la vuelta al cole.
- Los lugareños no quieren que se convierta en un sitio de vacaciones y que se llene de turistas y alojamientos. Para ellos es un lugar de pastos y punto.
- Si viajas allí en junio y julio, verás muchos más rebaños que a finales de agosto, que es cuando la hierba ya está más seca y las nevadas muy próximas. Sí, puede nevar a principios de septiembre.
- En el lago Song Kol hay varios campamentos donde alojarse. Algunos tienen baños y duchas comunes, y otros nada de eso, pero todos disponen de yurtas con estufa para pasar la noche.


Qué se puede hacer en el lago Song Kol
Quien va hasta el lago Song Kol suele pasar un par de días. Aunque no haya nada más concreto que ver que el paisaje, es lo más parecido a un balneario natural y puedes:
- Dar largos paseos: tan largos como quieras, si subes a las lomas cercanas obtienes casi instantáneamente panorámicas aéreas del lago.
- Leer, escribir, cantar al amor de la lumbre por las noches.
- Relacionarte con las familias seminómadas de kirguises que pasan aquí el verano.
- Descubrir petroglifos en las rocas de las colinas que lo rodean.
- Asistir a una demostración de la habilidad de los jinetes kirguises, de la que luego te cuento más.
- Y aprender cómo es el montaje de una yurta.



Otra cosa que puedes hacer, mejor si vas con un guía, es acercarte a alguna yurta de pastores. Suelen estar aisladas de los campamentos más grandes.
Será fácil encontrarles fabricando productos con la leche de yegua y vaca, y quizá te den a probar. Te advierto de que la leche de yegua tiene un sabor fuerte, ácido y salado, pero es una experiencia que no debes dejar pasar.

Cabalgar a lomos de un caballo kirguis en los prados
Los kirguises que tienen el negocio de las yurtas-albergue te ofrecen paseos en sus caballos.
Esta fue una experiencia nueva para mí. No era la primera vez que montaba a caballo, aunque no es un deporte que suela practicar, la verdad 😅, pero todo me resultó nuevo aquí más que en ningún otro lugar ¿Por qué?
Los caballos kirguises no son muy altos, pero son resistentes y están perfectamente adaptados en el medio que les vio nacer y crecer. Son muy similares a los que hay en Mongolia.

Una vez aprendidas las «órdenes» verbales para avanzar y frenar, con más o menos habilidad, sales a cabalgar por la llanura y las lomas.
Y es entonces cuando te das cuenta de que tienes prados de hierba rala y flores Edelweiss, lomas suaves, y ninguna valla, carretera ni señal que coarte tu libertad para andar a lomos de tu caballo. Por aquí y por allí, con más o menos prisa según gustos o habilidades. Eso es lo que me fascinó.

Fue una sensación de libertad que me impresionó y se quedó en mi recuerdo de forma indeleble.
Además, hay que montar como ellos, con unas mantas por sillas y poco más. Es decir, sientes al caballo sudar, latir, moverse. Una sensación extraña y grata a la vez.

Observar las habilidades de los kirguises sobre sus caballos
En uno de los atardeceres que pasé allí, los anfitriones kirguises decidieron mostrarnos sus habilidades montando. Para ello organizaron un juego. Hay que decir que ya llevaban unos cuantos vodkas en el cuerpo, bebida a la que tienen gran aprecio desde los tiempos en que eran parte de la URSS, y que me temo es un problema social.
El juego consiste en acelerar el caballo al máximo en unos pocos metros. El jinete tiene que recoger un billete (dinero contante y sonante) sin bajarse del caballo y sin frenar, claro está.
¡¡Lo consiguieron en la mayoría de las ocasiones!! Por supuesto, los billetes los poníamos nosotros y ellos se los quedaban (si los cogían), je, je, pero valió la pena 😊


Alucinar con las puestas de sol… y los amaneceres
Las puestas de sol y la luna que pudimos disfrutar en esos días son otra de las maravillas de este lugar tan sencillo y a la vez tan maravilloso.
Observar cómo el cielo cambia de color, cómo se tiñen las nubes, cómo asciende la luna sobre las lomas que rodean el campamento de yurtas, es sublime.




El paso de los 33 papagayos y la cascada de Naryn
Una opción para salir del lago Song Kol y poner rumbo a la ciudad es ir por el Paso de los 33 papagayos. Este nombrecito es otro alarde del humor kirguís, por cierto.
Se llama así porque tiene 33 curvas que se repiten, como hacen los papagayos con las palabras. Resulta gracioso, teniendo en cuenta que en Kirguistán hay pocos papagayos o ninguno, ja, ja, ja.

Al llegar abajo te recomiendo que pares y vayas a ver la cascada de Naryn o cascada de Song Kol.
Son sólo diez minutos de camino por un senderillo que va pegado al río, y cuando llegas te encuentras con una cascada de altura nada despreciable que cae en un acantilado rocoso precioso. Este es el único río que sale del lago Son Kol, por cierto.

Epílogo: en busca de los protagonistas de mis fotos
He visitado dos veces en mi vida el Lago Song Kol, y en ambas ocasiones me he sentido encantada en este lugar.
La segunda vez, en agosto de 2023, me alojé en un campamento distinto, pero como estaba a 2 o 3 kilómetros del primero, fui a ver si podía saludar a la familia que conocí en el año 2007.
Habían pasado muchos años, pero quería intentarlo y para ello llevaba en el móvil las fotos aquí publicadas.
No tuve suerte porque justo la semana anterior se habían vuelto a la ciudad, pero pude saludar a la hermana de la mujer de la foto. Fue bonito ver cómo iba reconociendo a todos los que salen en mis fotos mientras me contaba que ahora esos niños están casados y tienen sus propios hijos.
Nos despedimos con un fuerte abrazo. Ojalá les siga yendo muy bien😊.

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Excelente, otras culturas, otros paises.
A la pregunta de "que se puede hacer en un lugar como este"…..pues eso, pasear, meditar y aprender.
El vodka?…..jejeje, tendrán que alegrar el corazón de alguna manera.
Buen post, buenas fotos.
Saludos
Muchas gracias, Gildo! sí, el vodka… de la mañana a la noche, difícil decir que no después de comer o cenar para no despreciar a los anfitriones… lo beben a temperatura ambiente (no, no está frío a pesar del frío que puede llegar a hacer), y está bastante más rico que el que llega aquí, pero en fin, me temo que beben demasiado.
Un abrazo