En el corazón de Asia Central, Kirguistán no es uno de los países que se distinga por sus restos arqueológicos. Pero haberlos, haylos. Aquí tienes información de dos de las visitas más populares y cercanas a la capital de Kirguistán: la torre Burana, testigo de la Ruta de la Seda, y los enigmáticos petroglifos de Cholpon-Ata.
La torre Burana de Balasagun
👉 Para llegar a la Torre Burana tienes que dirigirte a la población de Tokmok y desviarte hacia el sur. Tanto si vas desde Bishkek, como si vas desde el Lago Issyk Kul hacia la capital. En ambos casos circularás por la autovía que une estos dos puntos de Kirguistán y pasarás por Tokmok.
Nosotros hicimos una parada en un supermercado mediano de Tokmok para comprar algo de comer. Está junto a una glorieta grande, y desde ahí se coge la carretera que lleva al lugar donde permanece la torre Burana. A su alrededor no hay nada más que campos de labor.
Tokmok es una ciudad mediana y capital de la provincia de Chuy. Su nombre significa “golpe” y tiene 70.000 habitantes. En la época soviética, fue uno de los centros industriales de Kirguistán.
Después de un trayecto de 12 kilómetros desde Tokmok, llegamos a lo que fue la antigua Balasagun, una parada importante de la Ruta de la Seda durante los siglos VII y VIII que, además, aparece representada como el centro del mundo en un mapa del siglo XV.
Balasagun fue construida por los sogdianos, un pueblo originario del actual Irán, que ocupaban parte de Uzbekistán y Tayikistán (país cuya frontera está muy cerca de este lugar).
Cuando llegaron los mongoles, ya en el siglo XIII, la bautizaron como Gobalik, “ciudad bonita”. Esto nos da un indicativo de lo que se encontraron. Sin embargo, a partir de ese momento la prosperidad de la ciudad cayó en declive.
Nuestro guía nos contó que fueron los mongoles los que arrasaron la ciudad, aunque no debieron de hacerlo de inmediato porque en otros sitios he leído que Balasagun quedó en ruinas en el siglo XIV.
El caso es que Balasagun debía de ser una preciosa ciudad amurallada, con palacios, mezquitas y caravanserais para los comerciantes que transitaban las rutas de la época. De todo ello apenas queda nada excepto la Torre Burana, que se alza como testigo silencioso de los siglos de historia.
La torre Burana es una imponente estructura que data de los siglos X y XI. Se trata del minarete de la mezquita de Balasagun, y en su día llegaba a alcanzar una altura de 45-46 metros, terminando en cúpula. Hoy en día “sólo” tiene 23-24 metros de alto.
Edificada con ladrillos horneados que forman dibujos geométricos, me acordé muchísimo de los edificios de Khiva, en Uzbekistán.
Si atendemos a la explicación que me dieron allí: ¿Por qué los mongoles no arrasaron las ciudades uzbekas como Khiva, y sí las kirguisas como Burana?
La respuesta es que Uzbekistán es un país desértico y las ciudades, edificadas en los ocasis, eran vitales para la supervivencia, incluida la de las tropas de los mongoles.
En Kirguistán, en cambio, se podían proveer de agua y alimentos frescos en todos sus valles.
Otra cosa que me contaron es que el nombre original de la torre Burana es, en realidad, Murana, que significa minarete. Fueron los rusos los que lo cambiaron a Burana porque no eran capaces de pronunciar bien Murana. Bueno, eso dicen los kirguises 🤔
Un imprescindible de esta visita es subir a la terraza superior de la torre Burana ¿o debería decir trepar?
Los escalones del primer tramo se han sustituido por una escalera de metal pero, a partir de cierta altura, precisamente donde está la puerta original, ya puedes pisar los de verdad. Estos son estrechos y muy altos. De hecho el pasillo que forman las escaleras en el interior es realmente estrecho. Si tienes claustrofobia, tenlo en cuenta. Mis gemelos y triceps quedaron un tanto dañados, je, je.
La recompensa, cómo no, está arriba, desde donde se obtienen unas vistas geniales del valle y las montañas Tien Shan en el horizonte, además de una «vista de dron» del complejo arqueológico.
Dicen que los niños eran los encargados de subir a lo alto de la torre Burana para llamar a la oración por ser personas más «puras» que los adultos.
Además de la torre se puede visitar un pequeño museo con algunos hallazgos del yacimiento y una zona con estelas funerarias de piedra (balbals). Estas tienen rostros y figuras de los fallecidos. Además hay algunas piedras con petroglifos.
Debes saber que una parte de estas estelas y petroglifos se han encontrado en otras localizaciones de Kirguistán y se han reunido aquí para formar esta especie de museo al aire libre. Es decir, no es que ese campo estuviera lleno de estos vestigios cuando Balasagun se extinguió.
Además, puedes subir a los restos del Palacio de Balasagun. Están en una pequeña colina que hay al lado de la torre de Burana. Sospecho que la colina en sí misma esconde los antiguos muros, pero no se ha excavado mucho… En cualquier caso, ya que estás ¿cómo no explorarlos? 😊
Información práctica para la visita a la Torre Burana
💶 Entradas: la entrada para visitar el complejo de la Torre Burana son 60 som, unos 0.60€ (verano 2023)
🕒 Horarios de la Torre Burana: en principio está abierta de 9 de la mañana a 19 h todos los días de la semana.
Si viajas por tu cuenta a Kirguistán y no tienes vehículo propio, una buena idea es apuntarte a una excursión desde Bishkek que incluya la visita a la Torre Burana. Y sois un pequeño grupo, os puede salir muy a cuenta.
- Tour privado desde Bishkek con precio por grupo (Civitatis).
- Excursión privada desde Bishkek para visitar la Torre Burana y el Cañón de Konorchek (GetYourGuide). Si quieres leer antes sobre el cañón de Konorchek, echa un ojo a mi post Desiertos de Kirguistán.
Los misteriosos petroglifos de Cholpon-Ata
Dejando atrás la Torre Burana, nos dirigimos hacia las orillas del lago Issyk Kul, donde nos esperan los petroglifos de Cholpon-Ata.
Cholpon-Ata, el “Jardín de Piedra”, es un lugar que a simple vista puede resultar anodino y poco atractivo, dejando aparte el horizonte montañoso. Un campo lleno de piedras de distinto tamaño y redondeadas, con las montañas al fondo y el lago Issyk Kul a nuestras espaldas.
Resulta que estamos en lo que fue la morrena de un glaciar que desembocaba en el gran lago y, en cuanto fijes la vista, ya antes de entrar, te darás cuenta de que muchísimas de las piedras tienen petroglifos.
Tras pasar por la taquilla, toca seguir los senderos, en el orden que quieras, entre dichas piedras.
Algunos petroglifos son muy sencillos y otros están deteriorados porque algunos arqueólogos aplicaron productos demasiado agresivos en su día. También porque no todos los visitantes son respetuosos, aunque al menos ahora hay un cartel a la entrada que informa de las multas que te pueden poner si no respetas las normas.
Pero hay otros que forman un conjunto espectacular. En concreto hay dos que me resultaron especialmente llamativos y bonitos: un conjunto de cabras montesas, y otra cabra aislada en una piedra de tamaño medio.
Los petroglifos de Cholpon-Ata datan del 800 a.C. al 1.200 d.C., por lo que abarcan distintas épocas de la historia. Muchos están bastante desdibujados o son de trazo muy esquemático, mientras que otros, como los que he destacado, son mucho más bonitos.
Parte de estos petroglifos son de los Escitas, uno de los pueblos nómadas de Asia Central que vivieron en la zona hace varios milenios. He dicho nómadas, pero quizá te suenen más los Escitas sedentarios de otras zonas del mundo.
Los Escitas ocuparon Asia Central hasta Kazajastán, desde Mongolia hasta el mar Caspio. Uno de sus mayores éxitos fue vencer al rey Ciro II de Persia, que murió en una batalla contra ellos.
Los persas, de hecho, dejaron mucho escrito sobre cómo vivían los Escitas, qué comían y cómo era su apariencia: hombres fornidos y temibles.
Pero la historia de Cholpon Ata no se reduce a los Escitas. Después de ellos llegó otro pueblo, los Hunos, que también dejaron su huella en las piedras de este lugar.
Según me contó el guía kirguís, los Hunos, pueblos nómadas y seminómadas, vivían en Mongolia y siempre estaban luchando contra China. Parece que los primeros siempre ganaban al Imperio porque les llevaban a su terreno y tenían mejores caballos, más adaptados a la geografía de Mongolia. También se sabe que para ellos era una vergüenza morir a manos de un chino, así que estaban muy motivados para luchar.
Cuentan que uno de sus reyes llegó a un acuerdo con China para lograr la paz. Para ello, intercambió a su hijo con el del Emperador. El príncipe de los hunos vivió dos años en la corte china, pero se escapó y volvió a su casa. Allí formó a un ejército de élite de entre 200 y 300 soldados destinado, cómo no, a combatir a su gran enemigo.
Sin embargo, a pesar de sus frecuentes victorias gracias a la estrategia guerrillera que seguían, los Hunos perdieron una gran batalla contra China y tuvieron que irse del territorio.
El camino hacia nuevas tierras que conquistar fue el oeste y de hecho Atila, el Rey de los Hunos (seguro que te suena como aquél que dijo “donde pisa mi caballo no crece la hierba”) nació ya en Europa, en las llanuras del Danubio.
Atila se hizo fuerte en lo que hoy es Bulgaria, batalló contra el Imperio romano y trató de imponerles los tributos más altos posibles para poder mantener a sus huestes. Dicen que murió de un infarto estando en la cama con su mujer.
Puedes leer más sobre los Escitas y los Hunos en este artículo de la Enciclopedia de la Historia del Mundo.
Los símbolos de las piedras de Cholpon-Ata
Se cree que la profusión de tantos petroglifos en un mismo lugar obedece a que Cholpon-Ata debía de ser considerado como un lugar muy sagrado. Quizá era un lugar de peregrinaje de la Antigüedad.
Todos los símbolos grabados en los petroglifos tienen su significado, aunque ya no estamos en condiciones de descifrarlos.
La figura de la cabra montesa es el principal motivo de estos grabados rupestres, o el más repetido, y los historiadores consideran que este protagonismo es porque la cabra montesa era el principal objeto de caza y adoración.
La cabra montesa es, efectivamente, uno de los animales sagrados de los antepasados kirguises. Según su tradición esto es así porque la cabra montesa es capaz de subir muy alto y controlar el mundo desde arriba.
Ojo, que aunque fuera sagrado, también lo cazaban para comer. La necesidad manda 🙃
Otra figura bastante frecuente es la del ciervo. Se cree que este símbolo tenía que ver con rememorar el origen de los pueblos venidos del sur de Rusia, ya que no se tiene registro de que estos animales hayan existido en Kirguistán.
Y oh, sorpresa, hay algunos grabados de camellos montados por jinetes. Incluso hay uno donde se ve una fila de camellos, y se cree que es una de las primeras representaciones de las caravanas de la Ruta de la Seda.
También se conservan y se pueden ver las huellas de los lugares, quizá templos o casas de sacerdotes, donde se hacían sacrificios y libaciones, así como algunas tumbas y estelas funerarias similares a las de la Torre Burana.
Información práctica para la visita a Cholpon-Ata
📍El museo de Cholpon-Ata está junto a la ciudad del mismo nombre, en la orilla norte del lago Issyk Kul. Se ubica dos o tres kilómetros al norte del centro urbano, en dirección a las montañas. Por cierto, está prácticamente en el centro de la orilla norte del lago ¿casualidad?
💶 La entrada a Cholpon-Ata cuesta 80 som, poco más de 0,80 € (verano 2023)
🕒 Horarios: no he conseguido averiguarlos, lo siento.
En resumen, si viajas a Kirguistán, no dejes de visitar algunos de los vestigios de la Antigüedad porque te van a aportar una visión un poco más amplia de la historia antigua de este país, además de un punto de variedad sobre la naturaleza y paisajes kirguises. La Torre Burana y los petroglifos de Cholpon-Ata son dos ejemplos, pero hay algunos más.
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