Actualizado el 13 abril, 2019
Tras la visita y viaje a la terrible historia reciente del Callejón de Huaylas llegamos a la Comunidad Humacchuco, a los pies de dos de los grandes nevados de la Cordillera Blanca, el Huascarán y el Huandoy. Muy cerca ya de la entrada al Parque Nacional del Huascarán que visitaríamos al día siguiente. Esta es la crónica de una tarde y noche viendo cómo viven estas gentes.
La Comunidad Humacchuco y el Turismo vivencial
Aquí estaba nuestro alojamiento, en las casas de los aldeanos humacchuco. Ellos y ellas son indígenas que buscan y trabajan por mejorar su existencia en este pequeño paraíso mediante el Turismo Vivencial.
Esta nueva actividad es para ellos un buen complemento a sus medios de vida tradicionales: los cultivos y la ganadería.
¿Qué es esto del turismo vivencial?
Se trata de una fórmula de turismo sostenible, rural, y como su palabra indica vivencial, que se está desarrollando en varias zonas de Perú, como comprobaríamos más adelante.
Convivir durante uno o varios días con la comunidad indígena no siempre es fácil, rápido, ni posible en muchos países. Pero en Perú se están abriendo este tipo de oportunidades y poco a poco van creciendo en número.
La iniciativa suena inteligente. Sólo queda esperar a que se mantenga en el nivel de equilibrio necesario para que siga siendo sostenible y respetuoso con ellos y con los viajeros.
Los Humacchuco nos recibieron con cariño, un ramito de flores y un discurso de bienvenida
Un discurso que da fe de la capacidad oratoria de los peruanos. A mi me parece bonita y enternecedora, y suele ser difícil dar la réplica, cosa que suele tocar hacer.
La bienvenida sigue con una ronda de nombres para presentarse y música, invitándonos a bailar con ellos.
La ilusión y las ganas de hacer las cosas bien se palpaba claramente
Reconozco que me emocioné un pelín con su discurso, pero no tanto como con el de despedida, al día siguiente.
Estaban presentes las familias que iban a darnos cobijo. Cada casa puede albergar a tres o cuatro personas. Incluso algunos ya han construido unos pequeños bungalows, muy arregladitos y coquetos.
Imitan a las viviendas circulares tradicionales del pasado, pero he de advertiros que no es lo general y que dependerá mucho de la disponibilidad del momento.
Lo que más se podría echar en falta es una estufa o similar, porque dormir a 3.200 metros, aunque haga buen tiempo, implica soportar temperaturas bastante bajas. De todas formas las mantas no faltan y tengo la clara convicción de que merece la pena la experiencia.
No todas las familias del pueblo participan en el Turismo Vivencial. Lo hacen sólo las que quieren y desean entrar en la iniciativa. Parte de los beneficios van a la Comunidad.
Las mujeres humacchuco se presentaron arregladas, coquetas, con su traje típico. Nos cuentan que es el que utilizan todos los días, aunque nos encontramos con otras mujeres faenando en el campo que no vestían igual.
La camisa aquí se llama «monilla» (tela brillante y bordada) y la falda es la «saya», siempre roja. Hoy en día llevan leotardos o mallas pero antes no era así -han ganado en confort -.
Además, su sombrero característico -diferente a los que habíamos visto en los pueblos del valle- está adornado con los colores del Arco Iris.
Mientras nos hacían la cena les pregunté si esas cintas de colores tenían algún significado. Me dijeron que no, que sólo era estética.
Las niñas pequeñas, como una perfecta imitación de sus madres y abuelas en la indumentaria, eran preciosas y muy simpáticas.
Los hombres y niños humacchuco parece que han abandonado su indumentaria clásica. Esta se compone de camisa blanca, chaleco y sombrero, pero ya no renuncian a un forro polar o una chaqueta de cuero que les proteja del frío.
Conociendo un poco de la vida humacchuco en la montaña
Lo primero que hicimos fue dar una vuelta con uno de nuestros anfitriones. Él es el responsable de la recepción y estancia de los visitantes.
Descubrimos que a más de 3.000 metros se puede cultivar, sin invernaderos, orquídeas destinadas a la venta en los mercados del valle, ¡¡¡fresas!!!, tomates, una especie de guisantes y quinoa. También diferentes variedades de papas y boniatos, y por supuesto algunas variedades de maíz.
Yo nunca había visto un campo de quinoa, y descubrí que es un cereal cuyos tallos tienen un color cercano al color rosa. Precioso.
Avanzamos por las lindes de los campos. Aquí y allá, ovejas cargadísimas de lana, algún burrito, vacas y toros.
Durante el paseo, nuestro guía humacchuco puso el acento en el respeto ancestral de su pueblo a la Naturaleza. Sin la Pachamama no podrían vivir, cuidarla es parte de su ADN, y todos ganamos con su cuidado. Un mensaje claro y contundente.
Cenamos a base de sopa de quinoa, arroz, trucha y un mate de menta y manzanilla natural que me cayó fenomenal. Y después, nos reunimos alrededor de una hoguera, con más música y algunas risas. No duró mucho, pues había que madrugar y ellos mismos son de acostarse pronto y levantarse al alba, como en todos los campos de todo el mundo. Así que nos fuimos a dormir bajo un manto de estrellas maravilloso, andando un poco a tropezones por los oscuros caminos sin pavimentar del pueblo.
Recuerdo que hacía muchísimo frío y las emociones del largo día no me permitieron aguantar para hacer fotos nocturnas, aunque hice alguna cuando estaban preparando la hoguera, junto al comedor.
Junto con mis compañeras Inés y Begoña, nos enviaron a dormir a la casa de Armando, quien nos acompañó. Éste acababa de cantar una pequeña cancioncilla chistosa que hablaba de su soltería, je, je.
Despertarse en la comunidad humacchuco
Nos despertamos muy temprano. Excepto algún ladrido del perro de la casa, nada se mueve ni se oye. Un ratito después nos encontramos con Armando y nos conduce a su cocina. Allí está su madre, ya en los fogones. Ha preparado unas tortas riquísimas hecha con harina y huevo, fritas en una sartén. Las acompañamos con miel de la zona, mate de coca y antes una bebida templada de quinoa. Mientras, hablamos un poco con ellos de su vida allí.
Después nos pide que firmemos en un libro de registro como el de los hoteles. Ahí descubrí que todas las anteriores huéspedes eran féminas y «singles». Ja, ja, ja, Armando y/o sus vecinos lo intentan! quizá algún día encuentre así su media naranja :)
Ecotours Yungay
Este es el nombre que le ha dado la comunidad a su empresa de turismo vivencial. No es especialmente barato. Más bien lo contrario porque creo que ronda los 50$ la noche. Por este precio incluyen la cena, desayuno y comida en caso de que os quedéis más tiempo, así como el «servicio» de guía. Y el alojamiento, claro.
También se puede contar con ellos para acceder y visitar el cercano Parque Nacional de Huascarán, que desde luego es un imperdible de esta zona y en mi opinión de Perú.
En la web de los Humacchuco tenéis la información y también podéis contactar con ellos directamente. Si queréis hacerlo «in situ», tienen oficina en la Plaza de Armas del pueblo de Yungay, en el valle.
Deciros que la despedida me dejó un poco «tocada».
Es curioso cómo en tan poco tiempo uno puede encontrarse tan bien con sus anfitriones, y la pena de partir hacia otro lugar y saber que no volvería a verles hasta cuando -quién sabe-, vuelva por allí, era más fuerte de lo habitual. Un pequeño vacío quedaba en mi corazón.
En pocas horas me ganaron. Sin grandes conversaciones ni gestos especialmente llamativos. Con un par de discursos, suavidad y respeto en el trato, infinita educación, sonrisa franca, cuidado en las atenciones, mimo. Sólo hace falta eso.
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Bellisimo, para alla ire en mi proximo viaje a Peru. Gracias Alicia !
Si, no dejes de hacerlo!! 🙂
Estuve hace poco en una comunidad cerca de La Unión y es tal como lo cuentas. Nos recibieron también con música de la banda del colegio para darnos la bienvenida. Fue una gran experiencia vivir con ellos
Me alegro, sí que lo es! 🙂
Hola buenas noche, soy peruano y del departamento de Ancash al cual pertenece el pueblo que Ud. visitó (Humacchuco)al cual no tengo el gusto de conocerlo, pero he quedado impresionado con su relato por cierto es muy amena y descriptiva que tuve las ganas de leerlo todo de principio a fin. Que tambien expresarle mi profundo agradecimiento por hablar tan lindo de un rinconcito de mi país.
Qué bien,me alegro mucho de que te haya gustado!