Actualizado el 5 abril, 2019
Ir a Chinchero en día de mercado fue el primer paso de nuestra inmersión en el Valle Sagrado de los Incas, una región llena de posibilidades en cuanto a yacimientos arqueológicos, villas y comunidades indígenas, y en medio de un paisaje maravilloso. Un nombre curioso el de esta localidad. Significa «Hombres Valientes», y guarda mucho más que un mercado.
Chinchero en día de mercado, una promesa mal entendida
Ya tenía yo ganas de andar de nuevo por un mercado local, así que mis expectativas eran bastante elevadas. Quizá fue por eso que no comprendí bien el lugar, estando allí. Luego os lo cuento.
Primero, visitamos una cooperativa textil
Desde Cuzco nos trasladamos por la mañana hasta Chinchero, que está bastante cerca. Nada más llegar, entramos a ver una exhibición de cómo hacen sus tejidos (Urpi), pues aquí son famosos por ellos. También lo son por ser una tierra rica en agricultura y ganado. De hecho, a Chinchero lo llaman «el granero de Cuzco».
Hay varias cooperativas repartidas por el pueblo, completamente dedicadas a recibir a grupos de turistas (y a la producción de tejidos para la venta a los mismos) y con una organización milimétrica al respecto.
En la que estuvimos: un par de zonas donde te explican de dónde extraen los tintes, la lana y cómo se trata todo esto. Otro par de zonas para mostrar cómo tejen. Y una última para que compres. De esta manera, reciben a dos grupos simultáneos y en cuanto terminas en el primer nivel, ya puede entrar el siguiente grupo.
La chica que nos tocó de guía parecía un robot. Recitaba con voz atiplada y tono monocorde el texto que se aprendió de memoria, y que sin embargo cuenta los secretos de una cultura ancestral.
Así y todo, a pesar de que es un mini parque temático, la visita tuvo interés para mi porque… ¡me vuelven loca los tintes y los colores!
Precisamente los colores extraídos de la naturaleza son los que más me gustan, y aquí pude ver por primera vez de cerca la famosa cochinilla. Este es un parásito que vive en las chumberas y de donde se extrae el color rojo y todas sus tonalidades. Por este bichejo ha habido guerras, los piratas se daban de tortas en el mar por conseguir apresar barcos que transportaban esta preciada mercancía allá por el siglo XVII. Los mantos de los obispos de la Iglesia, y de los reyes de todas las monarquías europeas, esperaban este colorante. Hoy en día se sigue utilizando tanto en cosmética como en alimentación.
Después, por fin, salimos a disfrutar de las calles de Chinchero
Salimos en dirección a su Iglesia y la sorpresa que hay junto a ella. Por el camino nos cruzamos con señoras cargadas. ¿Se dirigen al mercado? probablemente.
Las casas se alzan sobre bases incas. Los mismos cimientos, con las mismas piedras, de aquél imperio. Restos de la destrucción perpetrada por los españoles. Gracias a ello podemos contemplarlas, y por culpa de ellos no ha llegado el resto a nuestros días.
Fue así porque los españoles mandaban echar abajo todo lo que pudiera ser inca, según llegaban a un sitio, a fin de aniquilar la identidad de este pueblo y reafirmar su poder ante los sometidos. Pero claro, estas construcciones estaban muy bien pensadas para los terremotos tan comunes en la zona, así que en cuanto se dieron cuenta, los propios destructores decidieron conservar los cimientos y parte del muro original de las casas.
Igualmente, el adoquinado y sistema de zanjas para canalizar las aguas también se conservó en buena parte en las calles.
En Chinchero, el inca Túpac Yupanqui se construyó un palacio de descanso en 1480.
A la historia ha pasado el final de este rey. No murió de muerte natural, sino que fue envenenado por su concubina favorita. ¿Adivináis por qué?
Una intriga palaciega, como en tantas otras ocasiones se han dado en la historia de la humanidad: quería que su hijo fuera el sucesor del trono, y no el hijo preferido del difunto… pero se ganó el exterminio de toda su familia, y el hijo por el que había actuado en su favor para ganar la sucesión del trono, condenado a prisión perpetua allí mismo.
Cuando los españoles estaban en Cuzco en 1536, el inca que reinaba en ese momento, Manco Inca, intentó reconquistarla. No lo logró y fue perseguido. En su huida pasó por Chinchero y decidió arrasar la ciudad para que los españoles no pudieran abastecerse.
Llegamos a la iglesia de Montserrat, que se abre a la Plaza de Armas.
Enfrente de la iglesia hay una torre y una capilla, separadas por unas decenas de metros. Eran para los indios, ya que no eran admitidos en los templos de los españoles.
El interior está lleno de frescos antiguos en los que se observa claramente el sincretismo entre la religión católica y las antiguas creencias incas, pero está prohibido hacer fotos así que no os lo puedo mostrar. Además estaba llenísima de gente y empezaba la misa en esos momentos.
Las ruinas arqueológicas de Chinchero
Y… junto a esta plaza alfombrada de hierba, sorpresa! La ladera de la montaña está llena de construcciones agrícolas incas. Una auténtica pasada por el tamaño y perfección de los muros y piedras labradas. Pensé «madre mía, y este es el aperitivo de lo que viene», pensando en los siguientes días.
Observamos a unas mujeres poniendo a secar papas. Los incas ya hacían esto en el siglo XV, cuando llegaron los españoles. Mediante un proceso totalmente natural las papas son desecadas al sol y completamente deshidratadas pueden guardarse durante años… incluso siglos! Cuando se van a comer, se rehidratan y listo. Un buen sistema para hacer frente a los años de malas cosechas.
El mercado de Chinchero, ahora sí
Volvimos a internarnos en el pueblo para ir al famoso mercado. Es un mercado semanal, y yo pensaba que estaría dedicado en su mayor parte a productos agrícolas y ganaderos.
Pero cuando llegamos, después de pasar por un par de calles llenas de tiendas de artesanía, nos encontramos con que también el mercado es, en al menos en un 60%, de puestos de tejidos en diversas formas: bolsos y monederos, ropas, tapices, etc.
Pensé que era un «mercado turístico» que poco a poco está comiéndose a lo que yo entendía que era el mercado local: verduras y frutas, carne, chicha, pescado, y puestos de comida.
Pero no, resulta que el mercado de Chinchero -según me dijeron- es así, y siempre ha sido así. Aquí vienen a comerciar gentes de otros pueblos y comprar los textiles que necesitan, pues son muy apreciados.
Camino por los puestos, y al fondo me encuentro con uno donde sirven a los locales una bebida blanquecina. ¿Será chicha? me quedo con la duda, pues me da cosa preguntar y que me inviten a un trago… la verdad es que no me apetecía nada probarla, ja, ja.
También me topo con un par de puestos de carne, junto a los pescados, hortalizas y frutas.
Las que llevan la batuta son las mujeres. También son las que vienen y van por estos puestos, mirando qué comprar. Muchas cargando a los bebés perfectamente embutidos en las mantas de ricos colores.
¿Por qué será que en muchísimas culturas son ellas las encargadas de casi todo?
Muchas llevan el sombrero de Chinchero, de ala ancha y por supuesto con mucho color… como ya os dije, se podría hacer una ruta temática dedicada a los sombreros de las comunidades indígenas!
Además, lucen larguísimas coletas, con su pelo totalmente trenzado. Quizá parte del mismo sea pelo artificial, pero no lo parecía!
Para ir a Chinchero puedes hacerlo con un tour desde Cuzco. Aquí te dejo el link a GetYourGuide donde puedes ver una amplia oferta, a combinar con otros lugares.
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Es un mercado ancestral donde aún dse conservan la forma y manera de hacer el mercado, que lleva una historia desde la época de los incas.
así es ¡Gracias!
Hola Alicia, me estoy preparando para viajar al Pero en el proximo Septiembre y con tus articulos estoy escogiendo algunos lugares que voy an visitar, me gustan mucho tus articulos ya son bien detallados , gracias , os escribire luego
Qué bien, me alegro!!!