Actualizado el 7 abril, 2019
Aquél día no nos lo montamos bien, las cosas como son. Nos levantamos muy temprano para subir a la Cruz del Cóndor, el punto que sobrevuelan todos los días algunos cóndores. El punto de reunión de toda la fauna turística de la comarca. Algunos únicamente vienen para esto. Después se marchan corriendo en dirección a Machu Picchu. El Cañón del Colca es uno de los lugares más turísticos del Perú, pero también, de nuevo las cosas como son, es un lugar que lo merece.
Digo que nos lo montamos mal porque en vez de ir directamente y plantarnos allí lo antes posible, paramos en uno de los pueblos del Valle y se nos fue un buen rato. ¿De quién fue la idea?
En fin, recuerdo que íbamos subiendo por la carretera que lleva a la Cruz del Cóndor y el paisaje era espectacular, pero aún no alcanzábamos a ver la parte más profunda del cañón.
Algunos datos sobre el Cañón del Colca
El Cañón del Colca tiene 100 km de longitud ¡¡!!
Está escoltado por varios volcanes. La separación de las dos orillas es casi total, y en ambas hay pueblos habitados. Chivay y Yanque son los únicos pueblos que ofrecen un puente transitable para vehículos.
Los que viven «al otro lado», el que no tiene carretera, tienen que medir sus visitas a éste. Cuando nieva o llueve se quedan incomunicadísimos. Creo que este mismo año (2014) se está construyendo otra vía de acceso. Esto supone, en teoría, acceso a los médicos y las escuelas, además del comercio, y el turismo.
Probablemente en poco tiempo vean cambiar sus vidas. Los primeros visitantes asistirán a un viaje al pasado. Esperemos que lo encajen bien, y que no se los lleve por delante. Quizá emigre menos gente o quizá sea la gran oportunidad que esperaban para salir de esa ratonera.
Tras una curva, observamos que «el otro lado» está bellamente esculpido por terrazas agrícolas. Son andenerías preincas, aún hoy utilizadas, y que me recuerdan que Colca significa «depósito de grano».
Emocionante pensar que en esos mismos campos, después de ser construidos manualmente tras años y años de trabajo, los propios incas y los pueblos que les precedieron cultivaban sus papas y maíz igual que hoy.
La famosa Cruz del Cóndor
Por fin llegamos al famoso Mirador. Mi primera visión es que está lleno de gente. De turistas y de puestos de artesanías de los collauas y cabanas actuales, los pueblos de esta región.
Pienso y por la noche escribo en mi diario «¡vaya romería!», mientras avanzo tratando de conseguir una buena posición desde donde ver e intentar fotografiar a los cóndores. Sumergiéndome en el sarao y engrosando el volumen de gente.
Alguien nos dice que «ya ha salido uno», y por supuesto las mejores «plazas» (las rocas que más se asoman al abismo) están cogidas desde hace tiempo.
De todas formas, no creáis que hay miles de personas. Calculo que seríamos unas 300 o así.
Que éste sea el sitio de referencia no es porque sí. Este es uno de los puntos más profundos del Cañón del Colca, cuyas paredes tienen una altura media de 3.400 m. Una gran montaña pero hacia abajo.
En dichas paredes anidan los cóndores.
Estos emprenden el vuelo por la mañana para salir a cazar y comer, a veces a varios cientos de kilómetros.
Desde aquí llegan a la costa de Paracas, donde pueden conseguir alguna foca muerta devuelta a la orilla. También vuelan a los cercanos Andes. Esto sólo los adultos, porque los pequeños únicamente hacen vuelos cortos cerca del nido para entrenarse.
Estamos hablando del ave de mayor envergadura del planeta. Carroñera, y no demasiado guapa desde mi punto de vista. Dicen que no es de la familia de los buitres, como podríamos pensar, y que no tiene subespecies. Su nombre viene del quechua cùntur.
Llegan a vivir hasta los 50 años, pero ponen un huevo cada dos o tres años, así que siendo tan lento en su reproducción, y la mano del hombre por supuesto, está bastante amenazado.
Dicen que los cóndores se dejan ver entre las 8 y las 10 de la mañana, una vez que sus cuerpos hayan sido calentados y secados del rocío de la mañana. Es decir, una vez que están preparados para volar. Nosotros llegamos a las 9 y pico así que teníamos poco margen…
Se recomienda estar en silencio, como siempre que vamos a observar fauna salvaje. Pero allí había una mujer que llamaba a gritos a un hombre con tanta insistencia, que llegué a gritarle yo también: ¡¿por qué no te callas?! (sí tuve un buen maestro, el ex rey, je, je).
También había unos yanquis muertos de la risa y con su verborrea habitual en alto volumen. Decimos que los españoles vamos gritando por el mundo pero cuanto más viajo, más ejemplos me encuentro de que no somos los únicos. Y a veces ni siquiera somos nosotros.
Hay dos plataformas construidas y un largo camino, también construido con cemento y piedra, que las une. Todo ello da un aspecto de «sitio de recreo», de «parque temático», de artificialidad. Y es realmente irónico ir a ver ése escenario de naturaleza inmensa desde una plataforma así, aunque sé que no es el único lugar del mundo que se lo monta así. En fin, es lo que hay.
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Y entonces… apareció
Llevaríamos como unos 10 minutos mirando hacia todos los lados. Especialmente hacia abajo, donde se supone que están los nidos (en la misma pared vertical y por tanto imposible de ver desde donde estamos). Entonces alguien emitió una exclamación y sí, ahí estaba, enorme y pasando muy muy cerca de nosotros. Dio una o dos vueltas sobre nuestras cabezas, tomando velocidad y a la vez altura, y desapareció.
¡Qué difícil que no salga movido ni desenfocado, más con el teleobjetivo!! Traté de hacer algunas fotos y también de observarle. Confiando un poquito en que fuera el inicio de alguna «procesión» de cóndores.
Seguimos esperando, pacientemente y bajo el sol que cada vez calentaba más. Vimos algún aguilucho o halcón, muchos colibríes gigantes que estaban recolectando en los cactus San Pedro y otras plantas. Algún lagarto enorme y precioso que me recordó a los vistos en Jordania el pasado mes de Abril. Y ya está. Después de más de una hora y media esperando pacientemente, y casi en silencio, no salió ningún cóndor más.
Trekking por el Cañón del Colca
En fin, nos dimos con un canto en los dientes porque podíamos no haber visto ninguno, y nos fuimos a iniciar el trekking por el Cañón del Colca unos kilómetros más adelante.
Antes de emprender la bajada, observamos la fauna y flora cercana al precipicio. Los agricultores aran hasta donde les es posible, y a partir de ahí, caminitos de cabras permiten subir y bajar para ir al otro lado del cañón.
Aquí vino lo bueno, y mi reconciliación con el Cañón. Un paseo por un caminillo-cornisa. Un sendero de infarto, una gran prueba para mi vértigo. Decidí moverme mirando atentamente al camino y a dónde ponía los pies, y sólo miraba el paisaje parándome antes.
Seguíamos en la zona más profunda del Cañón, y la pared caía a pico junto a nosotros. Primero con una ladera muy pronunciada, y un par de metros más allá con el vacío. Por supuesto, ni barandillas ni nada!!
Un arroyuelo corre junto al camino. Es el agua que han canalizado los campesinos de la zona para poder regar los campos de más allá, los que acabábamos de cruzar para llegar al camino.
El paisaje era precioso, con las cumbres de exiguas nieves y hielos. El río Colca allá abajo, también escaso en esta época del año, golpeando las piedras y aislando a los pueblos del otro lado.
Una hora y media después llegamos al final del camino y nos fuimos a comer a casa de la señora Filomena, junto a la carretera que nos había traído hasta aquí.
Deciros que para hacer un «paseo» así, lo mejor es contratarlo antes porque hay varios caminos y uno se puede perder. No me gustaría acabar subiendo y bajando por los caminos que los campesinos utilizan y que son una especie de laberinto del que hay que conocer la salida. Y no os digo nada si os caéis porque si eso ocurre, poco podrán hacer por vosotros.
Igual que otros vecinos, poco a poco la gente va haciéndose un huequito en esto del turismo poniendo pequeños negocios de alojamiento y restauración. En este caso, un comedor muy humilde nos recibe. En el patio nos lavamos las manos con una manguera, al sol, mientras la sopa se termina de hacer. Y descubrimos al pequeño de la casa, que anda medio escondido, tímido ;-)
Terminamos el día en Chivay, en las aguas termales de las cercanías y comprando algo de comida para el día siguiente ya que el mediodía nos pillaría en medio de la pampa, donde sólo el viento y algunas tristes historias habitan…
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Hola los felicito por el blog, soy nuevo leyéndolos y la verdad que me llamo mucho la atención. Cuando visite el cañón no recuerdo el sendero por el que atravesaron, probablemente fue porque me distraje mirando la magnitud natural. Les pregunto si saben en que otros lugares de Suramerica se pueden observar Condors. Muchas gracias y saludos.
Hola Bernardos! gracias por pasarte, y me alegro mucho de que te guste el blog :)
No sé en qué otros lugares se pueden observar cóndores con tantas "garantías" como en la Cruz del Cóndor, pero seguramente en otros puntos andinos es posible. Si me entero, te digo ;)
Saludos
Alicia
Muy buenas crónicas que narras, con respecto a lo que pregunta Bernando, pues no se si te contaron cuando estuviste en Perú, pero en Nazca, en la Reserva de San Fernando, puedes ver condores en la playa, es de los pocos sitios en que puedes ver algo así. También escribí sobre eso en mi blog. Saludos.
Hola Axl! qué bueno que te gusten mis crónicas :)
Sí, me contaron en Paracas que se pueden ver cóndores yendo a por comida (focas muertas, pescado…) aunque no tuve esa suerte :)
Me paso por tu blog!
Saludos
Alicia