Cerca de Lomé, la capital actual, está Togoville, la conocida como primera ciudad de Togo. Además de este dato histórico, esta ciuda es centro de peregrinaje de dos religiones: el vudú y el cristianismo. Sin duda, una visita imprescindible si viajas a este país. Aquí tienes una pequeña guía para saber cómo llegar y qué ver 😉
Cómo llegar a Togoville
Para llegar a Togoville o bien cruzas el lago, o bien das una gran vuelta por carretera. La elección más bonita es, sin duda, ir por el lago.
Togoville está a unos 50 kilómetros de Lomé, la capital de Togo. Esto supone un viaje en coche o en taxi de, aproximadamente, 1 hora, aunque ya sabes que el tiempo en África es relativo y depende de muchos condicionantes.
La forma más común de ir a Togoville desde Lomé es tomar un taxi o un taxi compartido. Puedes negociar un precio para un taxi privado, o bien optar por un taxi compartido (conocidos como «bush taxis»), que son más económicos pero pueden implicar esperar a que se llenen y hacer paradas adicionales. Estos últimos suelen salir de puntos específicos de Lomé y te dejarán en Agbodrafo, desde donde puedes cruzar el lago Togo.
En Agbodrafo, que está a 30 kilómetros de Lomé (por eso te ahorras una buena vuelta), puedes contratar una piragua (una pequeña embarcación local, a menudo impulsada por remos o pértigas) para cruzar el lago hasta Togoville.
El viaje en piragua suele durar unos 30-45 minutos, dependiendo de las condiciones del viento. Es una forma tranquila y escénica de llegar, pasando junto a pescadores o sus redes, y disfrutando del paisaje del lago.

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El lago Togo
El lago Togo es de poca profundidad y está «ocupado» por filas y filas de redes para pescar cangrejos. Además los hombres se mueven andando entre sus aguas, con las redes que sólo ellos saben lanzar tan bien.
La barca en la que montamos no tiene motor y es impulsada por una pértiga, algo que me gusta mucho más que la experiencia de Ganvié en Benin, porque así no se asusta a los peces ni se contamina el agua.
Antes de subirnos, el barquero ha achicado como un palmo de agua del fondo. Pienso: menos mal que la profundidad no pasa de la cintura. Si hay que mojarse, nos mojamos (así cualquiera, pensarás, y tienes razón).



Al llegar a la orilla de Togoville, es posible que unos chicos vayan corriendo a cogerte en brazos para que no metas los pies en el agua. Hay que ser rápido si no quieres verte en una pose algo ridícula, casi secuestrado en los brazos de alguien que quizá hasta es más pequeño que tú -aunque más fuerte-.
Yo anduve lista y no me cogieron, je, je, así que metí los pies en el agua y tan a gusto. Si no lo logras, prepara el bolsillo para una propina (aparte de la experiencia).


Qué ver en Togoville
En Togoville hay una Asociación de Turismo que dispone de guías para recorrer la ciudad, y es bastante necesario si quieres visitarla con tranquilidad y entender su historia.
Los altares vudú
Una de las primeras cosas que se suele hacer es dar una vuelta por Togoville, haciendo una especie de ruta del vudú, de fetiche en fetiche, de altar en altar.

Además de ser un centro sagrado del vudú de primer orden, en Togoville hay escuelas para sacerdotes de esta religión.
Entre esos altares, el que más recuerdo es el del altar del Dios Supremo, que aún tenía colgado de su cuello un gallo abierto en canal tres días antes, según nos contó el guía.
En el camino pasamos por la «plaza de la esclavitud», adivina por qué se llama así. Y muchas casas de la época colonial bastante derruidas, pero que a mí se me antojan preciosas por ese color anaranjado de la tierra.
Aquí hay un punto importante: el Árbol de la Palabra, un lugar vudú reconocible por las sábanas blancas. Cada una distingue a un sexo: hombre y mujer. Se trata del lugar donde se invoca a los ancestros y se realizan rituales relacionados con la memoria de aquellos que fueron víctimas de la trata de esclavos.




La Catedral de Togoville
La Catedral de Togoville es el otro sitio importante que ver en la ciudad, y centro de peregrinaje para los cristianos.
Este recinto sagrado fue visitado por el Papa Juan Pablo II en la década de 1980 porque, dicen, es uno de los lugares donde se apareció la Virgen María. Concretamente, una década antes de la visita de este Papa, en 1970. Pidieron su canonización y la Iglesia la aprobó tras examinar las pruebas presentadas.


Un mural cuenta la historia que el mismo guía nos cuenta también. La historia de cómo la Virgen apareció en medio del lago y muchísima gente pudo verla, e incluso, dicen, hacerle fotos.
¿Dónde están esas fotos? ¡Yo querría verlas, que no todos los días se fotografían estas cosas!

Todos los días, a cualquier hora, los fieles se acercan a pedirle cosas. Prueba de ello es el anfiteatro lleno de bancos frente a la puerta de la iglesia, con una estatua de la Virgen, donde se celebran las ceremonias más multitudinarias.
La verdad es que cuando entré en el edificio me entraron muchas ganas de salir. Quizá fuera por el calor, o por la sensación de que, de repente, no estaba en África.
Desde la valla que hay detrás de la virgen, las vistas del lago son estupendas, eso sí.

Un pequeño cementerio se alza en la parte trasera. Ahí están enterrados los antiguos sacerdotes, algunos europeos, y las tumbas parecen sobrevivir entre la maleza a duras penas.

El Centro Artesanal
Muy cerca está el Centro Artesanal de Togoville, en la calle junto al muro de la Iglesia.
Observo cómo un hombre labra la madera con calma, paciencia, mucho esfuerzo y sudor, mientras trato de guarecerme del implacable sol. Según la hora a la que vayas, verás más o menos actividad. En nuestro caso era a media mañana y hacía demasiado calor.

El mercado semanal de Togoville
El día que visitamos Togoville coincidió con el mercado semanal, así que tuvimos suerte. Si tu visita también coincide, debes saber que ya no se celebra en las calles del pueblo como antaño. Creo que por razones de salubridad decidieron hacerlo en un recinto un poco apartado.
El caso es que hay que ir a su encuentro siguiendo un camino de arena, hasta que llegamos a una pequeña explanada donde varios edificios además de chamizos acogen los puestos.

Aprovecho para visitar al zapatero
Una de mis sandalias está en las últimas. La suela está a punto de caerse -y yo metiéndola en el agua-. Es la segunda que remiendo en estas tierras (la del otro pie, en un mercado anterior). 300 CFAs y 10 minutos aproximadamente para un cosido impecable. Decido no regatear, aunque unos días antes cosí la otra que estaba en peor estado, por 200 CFAs.
¿Cuánto es en Euros? pues estamos hablando de entre 30 y 40 céntimos de euro.
Mientras espero, observo la mesita de los utensilios, perfectamente dispuestos como si fuera una mesa de instrumental cirujano. Con esa presentación estaba claro que haría un buen trabajo.


El mercado está tranquilo hasta que de repente estalla una bronca en un puesto de sujetadores y lencerías varias.
El vendedor va contra una mujer joven que estaba junto a otras tratando de elegir entre la mercancía… o de afanar algo. No sabemos muy bien qué ocurre, pero casi llegan a las manos. El tipo es alto y fuerte, pero ni ella ni él se achantan ante la posibilidad de darse un par de hostias. Alguien consigue calmarles, alejar a la mujer y poco a poco las cosas vuelven a su sitio.
Estos brotes violentos es de las cosas que menos me gustan de algunos de los sitios que he visitado en África, aunque no podría decir que en todos es igual.
Los gestos, las discusiones, suelen ser más agresivos. Es un mundo de supervivientes y en estas cosas es cuando se nota. Al mismo nivel, son capaces de ser hospitalarios y protectores, y sus sonrisas son tan francas como sus miradas.

Como en tantos y tantos mercados, la mayoría de las mercancías se disponen en pequeños montoncitos listos para la venta, o para pesarlos a granel. Siempre con una presentación cuidadosa, ordenada, intentando hacer que todo sea lo más atractivo posible a la vista del cliente.
Para mí es una demostración de trabajo, esfuerzo, cariño y esperanza de vender lo máximo posible para llegar a casa con un buen jornal que asegure la comida del día o de la semana.
Esto sí que tiene valor, y no los lineales de nuestros supermercados, aunque sigan el mismo principio.
Aquí todavía se venden los cauríes, esas conchas de mar que ejercieron de moneda en casi todo el continente, hasta la llegada de los europeos. Aún se pueden encontrar en muchísimos ornamentos y utensilios no sólo de los países costeros, si no también del interior.

Un poco de historia de Togoville
El nombre de Togoville fue dado por el alemán Gustav Nachtigal en 1885, tras firmar un tratado con el rey Mlapla II. Parece ser que Togo viene de Toa-Go que significa algo así como «el sitio opuesto al agua». Y sí, el país toma su nombre de este gran lago de poca profundidad.

La población de Togoville, unas 10.000 personas, son cristianos, animistas o ambas cosas. Además, Togoville es conocida por sus High School, a las que acuden jóvenes de todo el país e incluso de otros países.

Resumen: Togoville es un lugar de peregrinaje de dos religiones importantes en este país, que conviven pacíficamente bajo el mismo sol. Lugar también conocido por la calidad de sus instituciones educativas. Me gusta.

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Que ganas de volver a Africa. A Irene le va a encantar cuando lo conozca.
Tienes fotos increíbles Ali, y un texto que dan ganas de elegirlo como próximo destino.
Y decir que ese tono Africano, que incluso cuando están de acuerdo parece como si discutieran. :)
Un besazo
Gracias David!! siempre dan ganas de volver, aunque no todo es idílico, pero sarna con gusto no pica ;P
Seguro que a Irene le va a encantar!! :D
Un besazo y nos vemos prontito!