Hoy no me va a salir un post muy feliz precisamente. No puede ser cuando se trata de recordar uno de los peores capítulos de la Humanidad (y seguimos acumulando, desgraciadamente). La historia de la esclavitud en Benin es palpable, visible, rememorable, tocable, respirable en Ouidah.
En Ouidah se ha mantenido la memoria con el recorrido «señalizado» de los últimos 4 km que debían realizar todos los capturados antes de subirse a un barco rumbo hacia lo desconocido, o hacia la muerte.
Ouidah es una ciudad interesante
No sólo por la impronta de la historia de la esclavitud, sino porque es una ciudad agradable con un centro de casitas bajas de color naranja por el polvo del suelo. Además muchas de estas casas son de la época colonial, con sabor añejo.
Y lo bueno de Ouidah, a diferencia de muchas otras poblaciones africanas, es que tiene unas cuantas «cosas que ver». Además de su mercado y de la vida pasar.
El recorrido por la historia de la esclavitud en Benin se desgrana en una ruta por Ouidah con varias paradas que ponen los pelos de punta.
El fuerte francés de Ouidah
Podemos empezar el recorrido por la historia de la esclavitud en Benin visitando el fuerte francés de Ouidah.
Este fue uno de los 5 fuertes que llegó a tener la ciudad. Cada uno de una nacionalidad: el fuerte belga, el danés, el inglés, el francés y el portugués. Y no, no es un chiste.
Los fuertes eran un mundo aparte, al margen de la vida local.
En estos complejos de varios edificios residían los extranjeros. Encerrados, cumpliendo las órdenes de los administradores europeos que sobre todo tenían que ver con el comercio de esclavos.
Todos (las cinco nacionalidades y otras más, como españoles y alemanes) comerciaban con seres humanos.
El comercio de personas fue autorizado por el Papa Nicolás V de Roma en enero de 1454
¡Que se sepa y se diga bien alto!
A partir de ahí la «fiebre esclavista» se disparó. No es que no existiera antes, pero entonces se oficializó y comenzó su versión a gran escala, administrada y dirigida por los Estados.
En este fuerte hay un pequeño museo de la esclavitud que te explica uno de los guías locales de forma breve y clara ¡como a mi me gusta!
También hay una colección de fotografías y objetos sobre la religión vudú y sus diversas manifestaciones en los países donde acabaron aquellos esclavos: Brasil, Haití…
Porque si a algo se aferraron aquellos desdichados fue a sus creencias. Eran lo único que podía mantenerles en pie y no suicidarse (como sí llegaron a hacer muchos, dicho sea de paso). Así, las convicciones religiosas siguieron practicándose «allí», mezclándose con los de los nuevos lugares y dando como resultado otros vudú.
En un lateral del complejo de edificios es donde guardaban a los esclavos hasta que se les transportaba para la venta, marcaje y almacenamiento o desecho si finalmente no estaban en condiciones de emprender el largo viaje. Así tal cual.
Empecé a representar mentalmente a esa gente allí, en la hilera de cobertizos que parecen cuadras. Y los pelos empezaron a ponerse de punta. Ya no bajarían hasta el final.
Los europeos no pagaban dinero sino que comerciaban con cañones, cuentas de cristal, cacharros de bronce y cerámica, cosas así, fruslerías así. A cambio de vidas humanas.
La ruta de los esclavos propiamente dicha, antes de embarcar en Ouidah
A continuación, hacemos el recorrido de esos últimos 4 km. hasta la playa y el lugar donde embarcaban a la mercancía.
Primero, la plaza Chacha, el punto neurálgico del comercio. El destino de miles y miles de personas que después de recorrer cientos de kilómetros, eran subastados aquí.
Todas las «mercancías» de La Costa de los Esclavos que ocupaba el Golfo de Guinea pasaban por aquí. Sólo 200 años nos separan de aquello, que duró unos tres siglos.
Como os decía, en la plaza Chacha todavía se yergue el mismo árbol bajo el cual se exhibía a los esclavos, se escogían y eran negociados.
Allí mismo sigue estando la casa de los descendientes de Souza, y allí mismo siguen viviendo.
Félix de Souza, brasileño hijo de portugueses colonialistas, llegó a amasar una de las mayores fortunas con el tráfico de esclavos clandestino, pues ya se había abolido en Benin.
Según el antropólogo Joan Riera:
Muchos de los esclavos que volvieron a Brasil cuando se abolió la esclavitud (en el Golfo de Guinea, no en Brasil), se instalaron en estas costas. Los reyes de Abomey les concedieron tierras y se dedicaron en ellas a diversos menesteres, especialmente al cultivo de aceite de palma. Sin embargo, otros se ocuparon en el comercio y bajo este nombre o con este pretexto se relacionaron con la trata clandestina de esclavos -que seguía practicándose aún después de la abolición oficial-, e hicieron una gran fortuna.
A esta clase de nuevos ricos les concedió la corona el monopolio de ejercer el oficio de corredor de comercio, lo que aumentó aún más su poder e influencia. El más célebre de todos ellos fue Félix de Souza. Como muchos de sus compañeros, llegó muy pobre, pero se dedicó a las transacciones comerciales y, fundamentalmente, al tráfico clandestino de esclavos, hasta amasar la mayor fortuna conocida en Ouidah en todos los tiempos.
Souza llegó a ser tan rico que prestó mucho dinero al rey Ghezo para sus campañas militares, y por tanto fue su acreedor.
Estamos hablando de la primera mitad del s. XIX. Una historia muy reciente, eh?
Transcribo una cita extraída de la muy recomendable guía Benin de Joan Riera (Edt. Laertes) acerca de este personaje. Es el testimonio del francés príncipe de Joinville que en 1843 viajó a Ouidah y le conoció:
Pequeño anciano de ojo muy vivo y figura expresiva, es padre de ochenta hijos varones, no habiéndose contado las chicas. Todos estos hijos están criados convenientemente y tocados con sombreros de Panamá; son, en general, unos mulatos muy guapos. Al atardecer cené en su casa en una vajilla plana teniendo como iluminación candelabros de iglesia. A esta cena asistieron la mayor parte de los hijos de Chacha y varios capitanes negreros cargados de relatos aventureros. Chacha me regaló una caja de puros de la Habana como nunca los ha fumado el rey de todas las Españas…
También está ahí mismo, en esta plaza, la casa donde los esclavos eran llevados para ser marcados con fuego, como al ganado. Marea sólo de pensarlo.
Después hay que bajar por la calle que entonces era un camino dentro del bosque.
Por allí les llevaban haciéndoles parar en el Árbol del Olvido
Donde los hombres daban 9 vueltas y las mujeres 7 para que, según la tradición vudú, olvidaran todo, incluso sus orígenes. Ya no están esos árboles pero sí una estatua que los recuerda.
Los hombres ya habían sido separados de las mujeres y los niños. ¿Pensamos en el drama, el miedo, la impotencia, la desesperanza? ¿Nos hacemos una idea?
¿Prestamos atención a los telediarios y vemos algo quizá similar en los emigrantes y refugiados que atraviesan el Mediterráneo en manos de mafias? Menos mal que ahora no es legal. Oh, wait…
Hacia la mitad del recorrido hasta el mar, hay una casona enorme. La Casa Zomai que significa «donde la luz o el fuego no llegan».
Allí se les almacenaba en la oscuridad, incluso durante 2 meses, hasta que llegaba un barco. Se les alimentaba a base de agua y pan, igual que en la travesía de alta mar que duraba varios meses más.
Al fondo de un jardín, tras una valla donde se han hecho unos bajorrelieves con símbolos que ilustran cómo eran hacinados en los barcos, está esa casa que hoy no se puede visitar.
Está cerrada y es oscura. Las malas hierbas parecen estar apoderándose de ella, y sólo espero que así sea.
Los que salían vivos de este almacén, pero en malas condiciones, eran arrojados a la fosa común que hay más adelante y que se llama Zoungbodji.
Aquí llegaban también los que no habían superado el dolor del hierro al rojo vivo, o los enfermos.
Hoy hay un mural hecho por un artista local y erigido en 1992, pero antes se hicieron trabajos arqueológicos que han dado testimonio de que allí perecieron miles de personas.
Y llegamos al final, la Puerta del No Retorno.
Frente a la playa, un monumento también del año 1992 señala el lugar, al menos simbólico, donde se embarcaban.
El monumento moderno está hecho por africanos, a su gusto… y a mi también me gusta. De todas formas aunque hubiera un simple monolito me habría emocionado igual porque la fuerza de este lugar. Además después del recorrido hecho, el lugar resulta tremendo.
Algunos escaparon, los menos, pero lo consiguieron. Se refugiaron en los bosques cercanos y a lo largo de las partes interiores de la costa. Y sus descendientes siguen ahí mismo, extrayendo sal del agua y pescando para subsistir.
Parece que esta rememoración de la historia de la esclavitud en Benín fue armada alrededor del año 1992 . ¿Os suena? pues sí, justo cuando por aquí andábamos conmemorando los 500 años de la arribada de Colón a las costas de América.
Se organizó porque varias asociaciones de afroamericanos pusieron dinero tras ver que cada vez venía más turismo para conocer el origen de sus tatarabuelos.
Incluso unos años después un médico africano decidió abrir el Museo del esclavismo en Ouidah (2003). No lo visité y parece que no merece mucho la pena, pero ahí está.
El mes de marzo es cuando llega el mayor número de estos «turistas» atípicos de los que yo no tenía ni idea. Me recordaron a esos otros norteamericanos que viajan a Vietnam. ¿Por qué vuelven? aunque en este caso son las víctimas y no los agresores. Quizá buscando sanar heridas del alma. Buscando comprender por qué somos capaces de hacer algo así. Buscando la redención.
La historia de la esclavitud en Benin se escribe con vudú
Ya lo he dicho al principio, si algo tenían esas pobres gentes con lo que sostenerse, guardar y llevar consigo, eran sus creencias, su forma de interpretar el mundo: el vudú.
En Ouidah se celebra cada 10 de Enero el Festival de Vudú y Religiones tradicionales de origen africano. Se celebró por primera vez en 1992 (¡qué raro!), de nuevo con apoyo de colectivos afroamericanos. Y fue entonces cuando se proclamó también el Día Nacional del Vudú.
Ouidah se ha convertido poco a poco en un centro cultural
Gracias a iniciativas como esta, o como la de la comunidad cristiana celebrando un importante carnaval. También hay un festival de cine internacional y muchas manifestaciones de artistas locales por toda la ciudad. ¿Alguno sabíais algo de todo esto? yo, ni idea, y me da mucha rabia que centros culturales en un continente como el africano no lleguen a conocerse ni por asomo en otros países, porque al revés sí.
Pequeñas plazas adornadas con esculturas hechas en su mayoría con objetos reciclados es el paisanaje de Ouidah. Bien curioso :)
Si volvemos al tema del vudú… nunca olvidaré dos grandes hitos de la ciudad: el Templo de las Pitones y el Bosque Sagrado de Kpassé. Vamos con ellos!
Templo de las Pitones de Ouidah
Aquí se guardan más de 20 serpientes, todas pitones.
Aquí viven estas pitones hasta el día en que, una vez al mes, las sueltan por la ciudad. Eso es lo que nos aseguró el guía que nos mostró el templo (obligatorio para la visita).
Las sueltan por la noche y se comen a los ratones y ratas que encuentran. También los lagartos van al buche… y cuando terminan, vuelven ellas solitas a casa. Eso dicen.
Entro con una mezcla de aprensión y divertimento. No sé por dónde van a salir las serpientes de marras…
Primero visitamos el altar que está en un rincón al fondo. Una sábana con manchas amarillas de vaya usted a saber qué. Las pitones no aparecen por ninguna parte.
Escuchamos pacientemente las explicaciones del guía, y cuando parece que ya nos vamos a ir sin ver serpientes… nos conduce a una casita que está ahí mismo, cerrada con candado.
Abre la puerta adornada con relieves de serpientes y una cabecita asoma… ¿nos está dando la bienvenida, de buen rollito? espero que sí!
Entramos con cautela.
Y de repente me veo ahí, ante un pequeño foso, rodeada de serpientes
como si estuviera dentro de una peli de Indiana Jones, aunque no tengo que saltar ni suben por mis piernas (tampoco hay cientos, sólo unas decenas) ¡menos mal! Me dedico a hacer fotos y de alguna forma así me protejo, como los avestruces cuando entierran la cabeza, de la mezcla de miedo y respeto que me dan estos bichos. Tras el visor.
El «show» para turistas se hace invitándote después a ponerte una de estas alrededor del cuello o en las manos, lo que usted prefiera, pero yo me hago la sueca, no me atrevo y aún recuerdo el pequeño ataque del guepardo de Namibia.
¿Por qué serpientes? porque son la representación de Dangbé, la deidad serpiente que como todos los dioses, tiene poderes. Desde luego el poder de limpiar una ciudad de ratas y ratones es más que loable y razonable. Una muestra más de veneración hacia la naturaleza que ha estado desde siempre con el ser humano.
Frente al templo, por cierto, se alza la iglesia, que además fue la primera de Benin. ¿Un desafío? es probable.
Bosque sagrado de Kpassé
Una porción de antiguo bosque se ha conservado en forma de parque, al que se accede previo pago (igual que en el Templo, hay que pagar aparte por el derecho a hacer fotos pero en cualquier caso no son entradas caras).
Es precioso. Árboles enormes dan sombra a las estatuas que representan a los dioses del Vudú, como el del Trueno (Legba). Bueno, precioso y un tanto inquietante, sobre todo al principio cuando aún no has reconocido/conocido el terreno y según avanzas van apareciendo las estatuas.
De nuevo un guía local te lleva de estatua en estatua, hablándote de sus poderes y atributos.
Hay zonas tabú que no pueden ser pisadas, y ruinas que aún hoy son utilizadas como templo de iniciación… y también esculturas de artistas benineses famosos en su tierra, hechas con todo tipo de materiales: cables y hierros varios, cemento, madera…
De los atributos de este dios no hace falta hablar ¿no? (guiño, guiño)
Con todas estas emociones en el cuerpo, terminamos el día en la playa, junto a nuestro hotel, que está habitado por familias tanto de Benin como del vecino Togo, pasando el fin de semana.
El camino hasta la ciudad no es seguro y nadie -nos dicen- se aventura por la noche ni siquiera en vehículo. Toca digerir lo visto y escribirlo en el diario. Junto al mar, eso sí.
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Esto está totalmente equivocado: «Félix de Souza fue un esclavo que volvió de Brasil cuando la esclavitud se abolió. Y cuando llegó, se dedicó al mismo comercio de personas, ilegalmente.» La abolición de la esclavitud en Brasil se tardó mucho, fué uno de los últimos paises a abolir-la. Francisco Félix de Souza jamás fue esclavo, era un brasileño mestizo, hijo de europeus. Hay que tener atención y cuidado con la información equivocada que está transmitiendo, és un desrespecto con las victimas de esa tragedia decir que de Souza fué escravo.
Hola, buenas tardes. Después de consultar la principal fuente en la que me he basado para escribir esa parte del artículo, y contrastarlo con otras fuentes, te doy la razón en que tal y como lo escribí, lleva a equívoco. La abolición de la esclavitud se refiere a la de Benin, no a la de Brasil que en efecto ocurrió unas décadas más tarde de que Souza muriera (unos veinte años después, en 1871, mientras que Souza murió en 1849).
He modificado el texto para que no lleve a error, copiando directamente la versión del antropólogo Joan Riera acerca de este personaje. Tal y como lo escribe, parece que afirma que Souza fue un esclavo que regresó a Benin desde Brasil, pero es cierto que en otras fuentes la versión es la que citas, que era hijo de portugueses colonialistas y que nació en Brasil.
En cualquier caso, me gustaría que quedara claro que nunca ha sido mi intención faltar al respeto por las víctimas de esa tragedia. Intento poner la atención debida cuando escribo y transmito la información que puede ser de interés, pero efectivamente algunas veces cometo errores, ya sea a la hora de escribirlos, o por no contrastar debidamente las fuentes de donde obtengo la información.
Buenas tardes de nuevo y gracias por la atención prestada al texto de este blog, y también al hecho de que señales aquéllo que consideras no está bien porque así me das la oportunidad de corregirlo y de aprender.
Lo que no te agradezco es el tono empleado, que considero que no es necesario.
Atentamente,
Alicia