Benín es un país de gran riqueza antropológica, como toda África Occidental. Los fon o o dahomey representan casi el 40% de las etnias de Benín, pero el resto se reparte entre más de 50 grupos. Entre ellos, los mahi y los holi que viven en el sur, cerca de la costa, y hoy te los quiero presentar ¿Te vienes? 😊
Etnias de Benín
En una población de más de doce millones de habitantes, las etnias de Benín superan el medio centenar y se reparten entre los fon, los adja, los yoruba, los fulani o peul, los taneka y los somba en el norte, entre muchas otras.
Hace ya tiempo que la población de Benín no tiene que esconderse de los esclavistas, pero fruto de esa historia tan bochornosa, y del reparto de fronteras, las gentes de Benín tienen mucho que ver con las de Ghana y Costa de Marfil.
Como reminiscencia de aquél pasado esclavista, los mahi, uno de los grupos tribales más pequeños de Benín, siguen viviendo allí donde fueron a esconderse de los que buscaban seres humanos para usarles como fuerza de trabajo. O eso cuenta su propia tradición oral.
Los mahi de la isla Agonve
El Lago Azili es una laguna interior que está cerca de la ciudad de Cove, nuestra base de operaciones por unos días. La laguna es bastante grande y cuando llegamos el sol está alto. Tengo que decir que en el mes de abril hace un calor de mil demonios.
Unas barcas nos esperan para transportarnos a la isla Agonvé, que está a un rato navegando a remo y tiene sólo un kilómetro cuadrado de superficie. En ese kilómetro cuadrado viven unas 300 personas de la etnia mahi, y esta es la única forma de llegar hasta ellas. Remando.
La leyenda de los mahi
Según su tradición oral, un cazador llegó a este lugar huyendo de los esclavistas de Dahomey. Buscaba un lugar retirado donde esconderse con su familia. Llegaron al lugar donde nos encontramos, aunque por aquél entonces no existía el lago, sólo un pequeño río y caza. Lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas.
Un día apareció un hombre que estaba muy enfermo. El cazador lo acogió y le trató con amabilidad. Unos días después el hombre enfermo desapareció, y justo al día siguiente las tierras que rodeaban el lugar empezaron a inundarse poco a poco. Esto dejó aislado el asentamiento y con el agua llegaron los peces. Es decir, les procuró un lugar seguro y con recursos para alimentarse.
Dicen que ese hombre era una persona mística que decidió ayudar a quienes le habían tratado bien. Poco a poco vino más gente huyendo de la esclavitud y se fueron instalando con el cazador y su familia. Se hicieron pescadores y así sigue siendo a día de hoy.
El lago es un lugar sagrado para los mahi, y cada año hacen ceremonias y sacrificios al fetiche para dar apertura a la temporada de pesca.
La visita al pueblo mahi
Durante el trayecto hasta la isla Agonvé navegamos plácidamente por un canal rodeado de hierbas altas. También nos cruzamos con dos o tres barcas que van a tierra firme, algunas construidas con troncos de árbol vaciados. Casi no se oye nada, aparte de los pájaros. Las aguas están muy quietas.
Después de dejar las barcas en el pequeño y solitario embarcadero, nos encaminamos hacia la aldea. Antes de llegar nos encontramos con un pequeño laberinto de redes colgadas de palos. La gente las está desenredando con la paciencia de toda la vida, mientras más allá las ropas de colores se secan al sol.
El pueblo de los holi es muy coqueto. Está construido con adobe y cañas en su mayor parte, aunque también usan ladrillos y no es un estilo especialmente tradicional. Además los tejados de chapa se han impuesto.
Sin embargo, está limpísimo, no hay ningún tipo de tráfico rodado y las estrechas calles se retuercen hasta desembocar en pequeñas plazas.
La gente nos recibe muy bien y parecen mostrar un carácter dulce y acogedor. Mientras continúan con sus quehareces, nos saludan con una sonrisa franca y nos preguntan de dónde somos.
Por allí unas madres están friendo pequeñas carpas, por aquí cocinando fufú que envuelven en hojas, dos chicos están haciendo ropa con una máquina de coser, una niña vende pan de molde llevándolo en una bandeja sobre la cabeza, dos cabras juegan entre sí, un anciano está tejiendo una especie de bandejas circulares con cañas de distintos colores. Todo el mundo tiene algo que hacer, pero la tranquilidad que se respira en este sitio es maravillosa.
Recuerdo en especial a una mujer que estaba limpiando pescado a las afueras del pueblo. Hablamos con ella un poco, nos permitió hacerle fotos, y antes de irnos nuestro guía nos dijo que en realidad era “un hombre que se siente mujer” y que allí todos la respetan 🥰🥰.
Hay una iglesia, no recuerdo si anglicana, baptista o católica, que se yergue grande en un extremo del pueblo, pero nosotros no vamos allí. Nos interesa mucho más asistir a una misa vudú.
Es domingo, así que coincide que van a celebrar una.
La misa vudú se hace en un templo pequeño que a simple vista no se diferencia del resto de casas, excepto por las pinturas que decoran su fachada. Dentro hace un calor igual o más sofocante que en el exterior, seguramente por el tejado de chapa. Apenas hay muebles, tan sólo una mesa sencilla para el sacerdote que va a oficiar y unos bancos de madera.
El sacerdote lleva un traje que podría recordar un poco a las casullas de los curas católicos, pero hasta aquí las semejanzas con la iglesia. Detrás, por cierto, hay una tela con una escena pintada que narra la leyenda del origen de este pueblo.
Durante la misa vudú suenan los tambores y las mujeres con sus niños cantan y bailan.
Tras un rato entrando y saliendo para tomar aire, continuamos con nuestro paseo y nos vamos hasta la orilla del lago.
El País Holi, los últimos antropófagos
Cuando salimos del lago Azili, nos vamos a conocer a los holi o ije. Esta es una de las etnias de Benín originarias de Nigeria que destacan por algunas costumbres curiosas.
Por cierto, los holi emigraron a Benín porque los yoruba les expulsaron, ya que vivían en la zona fronteriza con el reino de Dahomey con el que estaban en guerra.
Cuando los holi vinieron de Nigeria, aún eran antropófagos. Sí, comían carne humana, aunque sólo lo hacían cuando alguien fallecía. Se comían una parte del cadáver en lo que imagino era una especie de fusión con la persona que les había abandonado.
Esta es una práctica anterior a la época colonial, y por lo visto la han seguido haciendo hasta que en 1984 el gobierno de Benín prohibió este tipo de rituales. Al menos oficialmente.
Otra de las características de los holi son los tatuajes de las mujeres, una práctica en vías de extinción porque las jóvenes ya no quieren (y no necesitan) decorarse el cuerpo de esta manera.
Sólo las mujeres mayores lucen unos tatuajes con escarificaciones muy elaborados que llenan su pecho, barriga y parte de los brazos. Los motivos son geométricos y comenzaban a hacérselos cuando eran pequeñas. A lo largo de su vida el cuerpo se iba llenando de esa decoración que es realmente distinta a las escarificaciones y tatuajes de otras tribus de esta parte de África.
Además, llevan escarificaciones en el rostro con líneas verticales y horizontales.
Los tatuajes-escarificaciones de las holi eran una condición para conseguir marido. Cuantos más tatuajes, más atractivas resultarían para los hombres. Después he leído que también pueden tener que ver con el embarazo, y que de hecho se los hacían durante el mismo para decir que llevaban una nueva vida.
El pueblo que visitamos está en un campo que antaño fue bosque. La culpa de la deforestación de la zona la tiene una enorme cementera que hay al otro lado de la carretera y que es una visión rara en estos andurriales.
Con la ausencia de bosque, la vida de los holi es más dura que antes. El bosque, la naturaleza, es sinónimo de recursos.
Las casas de los holi están hechas de cañas y paja por entero, tanto las paredes como los tejados, y resultan muy pintorescas.
El pueblo está compuesto por varios grupos de casas separadas entre sí por unos cientos de metros. Cada grupo corresponde a una unidad familiar porque los holi practican la poligamia y cada casita es propiedad de una esposa y sus hijos.
Espero que estas dos etnias de Benín te hayan resultado interesantes y, quién sabe, igual te animas a viajar a este precioso país 😊.
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