La Península de Mani es uno de esos lugares que ha sufrido las consecuencias de la despoblación. Sin embargo, este apéndice de la costa sur del Peloponeso está lleno de lugares increíbles. Aquí tienes la ruta de 1 día por la Península de Mani que hice en noviembre 😊
En 1958 Patrick Leigh Fermor, un escritor de viajes que te recomiendo, narraba sus andanzas por las tierras de la Península de Mani en el libro “Mani. Viajes por el sur del Peloponeso”. Cruzó los montes Taygetus a lomos de burro, que era el transporte de aquéllos tiempos. Lo hizo con la compañía de su mujer y de otro amigo escritor, y volcó todo lo que leyó y aprendió de esta península remota en dicho libro que, dicho sea de paso, está en mi lista de pendientes.
Un poco de historia de la Península de Mani
La Península de Mani siempre fue un bastión contra el que no pocos se dieron de bruces.
Delimitada por las montañas en el norte, y por una costa muy abrupta que sólo cede con algunas playas y calas resguardadas, fue la última región de Grecia en aceptar el cristianismo, allá por el siglo IX. Más adelante, los otomanos desistieron de conquistar este pedazo de tierra llena de señores que se atrincheraban eficazmente en sus atalayas.
El hermetismo de la Península de Mani no implica que fuera una región pacífica. Los conflictos entre clanes estaban a la orden del día y sus habitantes desarrollaron una arquitectura defensiva.
Este es uno de los rasgos que la hacen más especial y distinta a otras zonas de Grecia, puesto que en todos los pueblos hay casas torre construidas en piedra que se alzan como si fueran fragmentos de castillos antiguos.
Los clanes se disparaban los unos a los otros desde las torres. Intentaban que su torre fuera más alta que la de los vecinos para poder catapultar rocas a sus tejados. Sólo se hacían treguas para ocuparse de la cosecha, y ganaban los que conseguían que los otros se rindiesen.
Ruta por la Península de Mani en coche
Estamos en el siglo XXI, así que la opción de Patrick Leigh Fermor, romántica y bizarra, de hacer una ruta por la Península de Mani sobre un burro como que no 😅
Nosotros decidimos recorrerla en coche, algo más que recomendable, sobre todo en temporada baja que es cuando el transporte público es muy escaso. Normal.
En la península de Mani vive muy poca gente, y de hecho hay muy pocas carreteras. Incluso, a partir de un punto concreto, te encuentras con el aviso de que estás pasando junto a la última gasolinera y por tanto debes prever si necesitas repostar o no.
Antes de continuar, decirte que la Península de Mani se divide en dos: Mani exterior y Mani interior.
Mani exterior es la que se continúa con el resto del Peloponeso, siento Oítylo en el lado oeste y Gitio en la costa este, sus límites con Mani interior o Lacónica, que abarca el sur de la península. Y nuestro gran objetivo del día era, precisamente, recorrer todo lo que pudiéramos de Mani interior.
Lo que queríamos visitar (y lo hicimos) era:
1️⃣ Vathia: quizá el pueblo más famoso del sur de la Península de Mani, prácticamente abandonado.
2️⃣ Cabo Tenaro: este cabo es el punto más septentrional de la Grecia continental, y además un faro.
3️⃣ Gitio: la ciudad donde decidimos dormir para poder salir de Mani al día siguiente sin deshacer mucho camino, en dirección a Esparta.
Pero el camino, como siempre, nos mostró mucho más. De hecho, casi desde el principio no pudimos resistirnos a hacer miniparadas para hacer fotos. El paisaje es una pasada.
Arrancamos desde la ciudad de Kalamata, donde habíamos pernoctado un par de noches. La carretera recorre la costa oeste de la Península de Mani con unas enormes montañas de piedra caliza pobladas de pinos y abetos.
En las tierras más bajas, los olivares son los protagonistas y en el mes de noviembre es posible ver a los agricultores recogiendo su preciado fruto. También a algún pastor solitario cruzando la carretera con sus ovejas.
Pero lo que más nos llama la atención son esos pueblos con casas torre que se pueden ver desde grandes distancias. Contrastando con las montañas de color gris claro, con el mar, o con los olivares según desde donde los veas.
Paramos en Lagkada para hacer una foto panorámica del pueblo y después en una pastelería para comprar algo de comer. Ya habíamos visto en el mapa que a partir de Oytilo, donde empieza Mani interior, no hay casi nada abierto. Un poco más adelante de esta localidad, que es una de las más importantes de Mani, fue cuando vimos el cartel que advertía de la última gasolinera. Y no pudimos evitar pensar en que empezábamos un pequeño viaje a lo incógnito.
Continuando por la costa, paramos en un mirador que hay sobre Limeni. Este es uno de los rincones más bonitos que vimos. Desde la carretera se ve un pueblo lleno de torres de piedra y un puerto pesquero donde las barcas flotan en las aguas turquesas de este litoral.
Vathia, un pueblo fantasma e inquietante
Vathia está a unas dos horas y media en coche desde Kalamata. Cuando llegamos, nos quedamos encantados. Ya desde la carretera se ve un conjunto compacto de casas torre. Situado en un alto de la montaña, a sus pies se extienden las empinadas laderas que terminan en el mar. Desde allí se divisa una buena parte de la costa maniense.
Llegamos al pequeño parking que hay a la entrada de Vathia. Las primeras construcciones parecen estar recién arregladas. Dicen que los jubilados de raíces maniotas están volviendo y transformando las atalayas en pabellones de caza para la temporada de la codorniz y la tórtola.
Un par de gatos enormes se acercan a pedirnos comida o una caricia. No serán los únicos que veamos.
Cuando empezamos a andar entre las casas, nos damos cuenta de que el interior de la mayoría está en ruinas. Poco a poco nos invade cierta inquietud por la soledad del lugar. Son ruinas extrañas.
Muchas puertas y ventanas están abiertas. En el interior hay restos de una vida cotidiana no muy lejana. Mesas puestas, retretes, incluso cajas de cervezas con las botellas y todo. Es como si sus habitantes hubieran huído. Una especie de Pompeya moderna.
Hacemos fotos como si no hubiera un mañana ¡hay tantos rincones, tantos encuadres! Damos toda la vuelta al pueblo y callejeamos todo lo que queremos sin cruzarnos con nadie. Sólo al final nos encontramos con la iglesia, claramente reformada, donde una pareja de jubilados está descansando al sol. Hablan en francés entre sí, y apenas cruzan su mirada con la nuestra.
Después continuamos por la misma carretera rumbo al sur, no sin antes parar en otro mirador desde donde hay una panorámica perfecta de Vathia.
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El Cabo Tenaro
Un rato después llegamos al Cabo Tenaro, o más bien al lugar donde termina la carretera. Allí hay un espacio para unos cuantos coches, también un restaurante que en el mes de noviembre está cerrado, y delante, mirando al mar, una construcción en piedra sobre las rocas.
Es la Puerta de Hades, el Infierno, o donde los antiguos creían que estaba el acceso al mismo.
Bajamos del coche y nos preparamos para caminar hasta el faro. El camino se adivina sinuoso en la ladera que hay a nuestra derecha, aunque también consultamos el mapa e incluso preguntamos a una pareja que venía de esa dirección. Nos confirman que sí, que se puede llegar.
Llegar al faro del Cabo Tenaro supone una caminata de algo más de dos kilómetros en cada dirección. El camino es de cabras, con muchas rocas puntiagudas y arbustos espinosos. La inclinación no es mucha excepto en un par de tramos.
👉 Conviene ir preparado y no olvidar llevar agua y algo de comer, aunque es una actividad bastante sencilla no hay nada allí.
Al poco de empezar a caminar en esa dirección, aparece una pequeña cala de guijarros redondeados. A continuación, un poco tierra adentro nos encontramos con una de las grandes sorpresas del día: los restos de unos baños romanos que aún conservan mosaicos con preciosos dibujos.
Después ya sólo toca andar siguiendo el perfil de la montaña, ascendiendo poco a poco y disfrutando de la flora tanto como del sol. Las vistas de la costa con el mar delante son maravillosas.
El faro, situado justo en la punta, ofrece una visión majestuosa. A la derecha la costa oeste de la Península de Mani transcurre hacia el norte. A la izquierda, la costa este. En el horizonte ocupado por el mar los cargueros pasan en dirección a Atenas.
Comimos nuestro picnic bajo el faro y volvimos por donde habíamos venido. Justo cuando llegaba un grupo de jóvenes a los que les dimos el relevo.
📍 Tardamos una hora y media incluyendo la pausa para comer.
Gythio, Gitio o Gitión
Gythio es la ciudad que elegimos para dormir en la Península de Mani, con la idea de continuar nuestra ruta por el Peloponeso al día siguiente. No porque no quisiéramos quedarnos más tiempo recorriendo Mani, que conste, sino porque teníamos un tiempo limitado y queríamos ver más cosas del Peloponeso.
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Desde el Cabo Tenaro, el camino a Gythio es de una hora y cuarto aproximadamente. Buena parte es por la misma carretera por la que habíamos venido, pasando de nuevo por Vathia, pero en Areopoli (la ciudad de Ares) tomamos el desvío para cruzar la Península de Mani entre montañas.
Nos alojamos en el hotel Pantheon City con una oferta conseguida en Booking. Además, al llegar, nos hicieron upgrade y nos dieron una habitación con vistas al mar. Este hotel está muy bien y supera bastante la media de alojamientos del Peloponeso, por un precio incluso inferior, ya que pagamos 41€ por la habitación doble con desayuno.
Dicen que Gythio es una de las ciudades costeras más atractivas del sur del Peloponeso, y todo un referente histórico porque fue base naval de la antigua Esparta.
En tiempos de los romanos, la ciudad se hizo rica con la exportación del múrex, los moluscos morados que se usaban para extraer el tinte de color púrpura tan apreciado en el Mediterráneo. También exportó, hasta la II Guerra Mundial, bellotas para el curtido del cuero.
La ciudad de Gythio me defraudó un poco, no lo voy a negar. Quizá es que estábamos cansados, que el atardecer se precipitaba demasiado rápido, o que mis expectativas eran demasiado altas.
Pero sí voy a reconocer que la ciudad es muy agradable. El muelle es amplio y las casas solariegas del siglo XIX le dan un aire muy señorial. Los barcos de pesca se arraciman en él, hay restaurantes especializados en pescado, y cierta vidilla cuando cae la noche. Seguro que mucho más en la época estival.
Enfrente, el islote Marathonisi, que en la antigüedad se llamaba Cranae, es el lugar donde se sitúa la primera noche de amor de los amantes Helena y Paris, fugados de Esparta. Por culpa de dicho amor estalló la guerra de Troya.
En dicho islote está la torre Tzanetakis que ahora alberga el Museo de Mani, pero no llegamos a ir porque a esa hora estaba ya cerrado. Por lo visto expone un recorrido por la época medieval de Mani y la historia de las atalayas.
Al día siguiente, mientras desayunaba con vistas a la bahía, me fijé en la zona de costa que hay más al este. Una gran playa llamada Valtaki se extiende por varios kilómetros, y justo allí hay un buque encallado. Es el naufragio “Dimitris”, que aporta una buena excusa para ir a hacer fotos. Está a una hora andando desde Gythio, o a 10 minutos en coche.
Hasta aquí esta ruta por la Península de Mani que espero te sirva para planear la tuya propia. Si vas al Peloponeso, creo que esta es una de las zonas más recomendables, con permiso de sus riquezas arqueológicas 😉 ¿Qué te ha parecido? ¡Me encantará leer tu comentario!
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