El Norte de Pakistán es un viaje que no deja indiferente. Desde las enormes montañas hasta los valles, la región está dominada por las fuerzas de la Naturaleza sin discusión. Sus pueblos y gentes son tan resilientes como amables con el extranjero. Vamos con unas imágenes y sensaciones de un viaje que me ha dejado huella. Sin discusión 😊
Pakistán, un país complejo
- Nombre oficial: República Islámica de Pakistán.
- Población: 250 millones de personas (estimación 2024).
- Moneda: Rupia pakistaní (PKR).
- Idiomas oficiales: urdu, inglés.
- Capital: Islamabad.
- Territorio: más de 880.000 km2
- Sistema político: República Islámica Federal Parlamentaria.
- Clima: continental en el norte, tropical y subtropical en el centro y sur.
Después de 21 días trepidantes circulando por el Norte de Pakistán, las ideas, sensaciones e imágenes aún «bullen» dentro de mí como un remolino 😅
La cantidad de nombres extraños, accidentes geográficos, variantes del Islam y un montón de detalles que voy a intentar desarrollar aquí, me han dejado exhausta. Tanto como encantada, que conste. Mucho que procesar y que echar de menos.
Pero empecemos contextualizando un poco.
👉🏼 Si lo que estás buscando es una guía práctica, te aconsejo que leas mis consejos para viajar al Norte de Pakistán.
La historia política de Pakistán
La historia política de Pakistán es tan compleja y abrupta como la geografía del Norte. De hecho, no puedo evitar pensar que es un país construido sobre profundas cicatrices que marcan su carácter. Aunque… ¿Qué país no se ha levantado sobre las cenizas, muerte y destrucción de un pasado más o menos lejano?
Pakistán, o más bien la República Islámica de Pakistán, declaró su independencia el 14 de agosto de 1947. Fue cuando finalizó el Raj Británico, la colonización inglesa que ocupaba todo el subcontinente indio.
La India, por aquél entonces, era un territorio inmenso que agrupaba distintos pueblos, reinos y religiones. La comunidad musulmana tenía cierta fuerza, pero estaba por detrás de la hindú en las altas esferas, así que, al ver cerca la independencia, presionó reclamando «su lugar». Y los británicos decidieron hacer una maniobra de “divide y vencerás” que desató una verdadera debacle humana.
Decidieron separar la región en dos estados: Pakistán para los musulmanes, India para los hindúes (y sijs, budistas…). Un proceso que fue bautizado como «LA PARTICIÓN».
La separación de India y Pakistán fue realmente terrible, ya lo he dicho. Pero no lo he concretado.
Hasta 12 millones de personas tuvieron que desplazarse entre ambos países. Se dice que es el movimiento migratorio más grande de toda la Humanidad.
Bajo la idea de «limpieza» en ambos bandos, pueblos o comunidades que convivían pacíficamente se vieron desmembrados. Parejas, familias, vecinos de toda la vida que eran como de la familia, tenían que separarse. De repente los unos odiaban a los otros, o les temían y «había que defenderse».
A la suma de los desplazados hay que añadir la de los muertos. La cifra oficial es de un millón. Las matanzas se sucedieron. Hubo trenes y ríos llenos de cadáveres, violaciones, por supuesto robos.
La novela Tren a Pakistán de Khuswant Singh, un clásico de los años 50, lo cuenta muy bien.
Pakistán significa “la tierra de los puros” en urdu y persa.
El nombre contiene las cinco regiones del norte de la India Británica: Punjab, Afgania, Cachemira, Sindh y Baluchistán.
La disputa de Cachemira
En la Partición hubo una esquinita del territorio que no quedaba clara. Se trata de Cachemira.
Con un 75% de población musulmana, los británicos decidieron que se quedaba dentro de India, pero la región se levantó en armas para unirse a Pakistán. El Rajá que gobernaba pidió ayuda al Estado de India y hubo un primer conflicto que se saldó con la Línea de Control.
La Línea de Control entre Cachemira y Pakistán es una frontera no reconocida. Por su causa, ya se han sucedido varias guerras entre ambos países. El conflicto sigue vivo. Yo misma lo viví cuando hice el viaje a Ladakh y Cachemira. Te lo cuento en el post Srinagar, sueños y conflicto de Cachemira.
Si quieres más información sobre el conflicto India-Pakistán y sus fronteras, no sólo las del norte, te dejo este link de la Wikipedia.
¿Sabías que la frontera entre India y Pakistán es una de las pocas que son visibles de noche desde el espacio? Esto es así porque los indios instalaron enormes focos para evitar que se introduzcan “armas, municiones y combatientes”.
Casi recién aterrizada en Pakistán, una de las cosas que más me llamaron la atención fue la cantidad de carteles que apelaban al apoyo del pueblo de Cachemira. Todos mostrando fotos de la violencia policial que el gobierno indio infringe sobre los cachemires.
Faltaban dos días para la conmemoración del aniversario del 5 de agosto de 2019, una de las crisis más importantes de los últimos años. Ese día el gobierno de Delhi anuló el estado de semiautonomía de Cachemira y confinó a sus 7 millones de habitantes durante meses para evitar protestas. La tensión entre India y Pakistán se elevó.
Aunque el punto de vista pakistaní no sea imparcial, es innegable que el atropello a los Derechos Humanos de la población cachemir existe. Toques de queda, detenciones poco legales, torturas, persecuciones y muertos se suceden cada cierto tiempo en la región.
Más allá de buscar noticias, te invito a leer El Ministerio de la Felicidad Suprema de Arundhati Roy, una gran novela que habla de esta situación entre otras historias.
Pakistán a día de hoy
La solución a este y otros conflictos está difícil. En India hay una radicalización del nacionalismo hindú muy importante, y ambos países tienen la bomba atómica. Eso es (supongo), lo que les sujeta para no enzarzarse en una gran guerra.
Por otro lado, como el 14 de agosto es el día de la Independencia de Pakistán, la exaltación nacional nos acompañó durante todo el viaje. Había venta de banderas, camisetas, pines e incluso uñas postizas con la bandera de Pakistán. Quien más y quien menos llevaba una banderita en el coche o la moto. No sé si será así el resto del año, pero me da que los paquistaníes (o el gobierno y ejército) necesitan reafirmar su nación una y otra vez. Las cicatrices del pasado…
Pero si buscas un poco en las redes sociales, algunos “influencers” del país denuncian la corrupción política, militar y policial que existe en Pakistán.
No obstante, tengo que decir que nosotros no vimos ningún signo de esa corrupción. No la niego, pero si piensas viajar allí, puedes estar bastante tranquilo. El comportamiento de los polis fue, en general, muy educado e incluso cálido, además de mostrar su curiosidad hacia nosotros. Y parece que no pidieron «mordidas» para acelerar trámites.
De hecho, hay una Policía Turística que, al menos en las regiones del norte, parece tener bastante presencia. En las carreteras hay carteles con un número de teléfono al que puedes llamar para recibir asistencia, y en algunas ciudades los policías te ayudan a cruzar la calle parando el tráfico caótico 😅
No quiero que esto se entienda como un alegato a favor de las fuerzas armadas, ya sea el ejército o la policía de Pakistán, porque no es mi intención. De hecho me siento más insegura en su compañía, en este y cualquier otro país.
Sencillamente cuento la impresión que me dio, que siempre será superficial. Haría falta vivir allí o visitar el país durante años para ver y entender cuál es su realidad.
Entre las “peculiaridades” de la política paquistaní, también te puedo contar que el ejército de Pakistán y el ISI (servicio de inteligencia) tienen un gran poder fáctico. Tanto, que funcionan de manera independiente al gobierno y están por encima de él.
Te voy a dar un dato interesante: ningún gobierno paquistaní ha llegado a completar la legislatura hasta el día de hoy. El Ejército los ha ido anulando sucesivamente, por las razones que hayan considerado en cada ocasión (corrupción, crisis económica…). Inquietante.
Por otro lado, a pesar de su pretendida homogeneidad musulmana, en Pakistán confluyen muchos pueblos y creencias diferentes entre sí.
Casi todos son musulmanes excepto alguna minoría como los Kalash, pero las visiones del Islam son muchas y variadas. Desde los ismaelitas, que tienen una mirada mucho más abierta hacia la libertad del individuo, incluida la mujer, hasta los suníes y chiíes que a su vez se dividen en distintas ramas con más o menos ortodoxia.
La mayoría de estas diferencias no son distinguibles para nosotros, excepto en algunas cosas como la presencia de la mujer en la calle, su atuendo y participación en la vía pública.
Por otra parte, la economía de Pakistán tiene grandes retos, por no decir que sufre una crisis rampante y crónica para gran parte de su población.
Sin embargo, en Islamabad y quizá otros lugares del Punyab que no he llegado a conocer, en las zonas de restaurantes y centros comerciales se advierte una vida de clases medias y pudientes. Además, en el Norte del país los turistas punyabíes son casi legión.
Yo fui pensando que Pakistán se parecería mucho a la India, un país que me fascina como te conté en el artículo de Imágenes de India: un viaje a su intensidad. Al fin y al cabo, fueron el mismo «país» durante muchos siglos. Pero no es así. Al menos en parte. El Islam y las peculiaridades de las montañas lo desmienten. Quizá, si un día viajo al sur de Pakistán, encuentre ese reflejo. Quién sabe.
Las relaciones de Pakistán con otros vecinos
Pakistán hace frontera con India, China, Afganistán e Irán. De India ya hemos hablado… ¿Qué pasa con los otros, se lleva bien con ellos?
Con China parecen estar de luna de miel.
El gigante asiático se está encargando de poner mucha pasta para revitalizar la Ruta de la Seda, modernizando infraestructuras como la Karakorum Highway, construyendo túneles para cruzar montañas y acortar la ruta, o aportando recursos cuando hay grandes desastres naturales.
A cambio, claro está, los chinos consiguen una jugosa participación en el comercio de materias primas y la exportación de sus productos al país vecino. Y a saber qué más. Pero no seré yo quien lo critique, que si no fueran los chinos, sería otra potencia o quedarían abandonados a su suerte 🤷♀️
Con Afganistán las cosas tampoco están bien. Desde Occidente siempre se ha considerado a Pakistán como un aliado de los talibanes, pero esto es relativo.
Es cierto que el movimiento talibán nació en Pakistán con los hijos de los refugiados afganos de las guerras anteriores. También que prosperaron con el apoyo de EEUU (ahí lo dejo). Pero…
Cuando los talibanes llegaron al poder tras la retirada de las tropas de la OTAN, amenazaron a Pakistán porque consideran que no está yendo por la senda extremista que ellos quieren. La amenaza decía algo así como que “Pakistán se sumirá en el caos” en un futuro próximo.
En relación a esta amenaza hay que tener en cuenta que en Pakistán opera el Movimiento de los Talibanes Pakistaníes (TTP). En los últimos años han cometido atentados terribles en el país. En especial, en la zona de Peshawar y en el Valle de Swat.
En esta noticia del atentado de enero 2023 puedes leer más información sobre ellos.
Por último, no menos importante, tenemos a Irán. Con una relación también difícil y que viene de largo.
Ya cuando viajé a Irán en el año 2001, al ir a visitar Bam, casi en la frontera con Pakistán, las guías advertían de que era una zona peligrosa.
La frontera entre Pakistán e Irán abarca parte del territorio de Baluchistán, un pueblo que se halla repartido entre ambos países y Afganistán. Esta frontera siempre ha visto un tránsito de drogas, inmigración ilegal y ataques terroristas que han tensionado la relación entre ambos países. De hecho, cada uno ha construido su propio muro fortificado.
A principios de 2024 la cosa estuvo a punto de liarse muchísimo. Los iraníes lanzaron misiles a Pakistán diciendo que iban contra un grupo armado islamista. Pakistán devolvió el ataque dos días después, con un argumento similar. «No es por ti, es por esos».
Te dejo aquí otro link de Wikipedia con el relato completo. Creo que es interesante, pero no puedo enrollarme más con esto, ja, ja.
Ante todos estos datos ¿es peligroso viajar a Pakistán? Yo te diría que no, eligiendo bien la ruta. Y asumiendo una cuota de riesgo que también está presente en otros países. Incluso en Europa. De todas formas, en las montañas del Norte estos conflictos quedan un poco lejos y creo que la seguridad es más que razonable.
Continúo con los aspectos que más me han llamado la atención de Pakistán, o que más tengo a flor de piel tras el viaje. Pero antes, una sugerencia:
¿Qué tal si te pones de fondo el tema Breath of Life de Sina Bathaie? Este es un músico iraní que descubrimos en el restaurante Yak Grill de Passu. Enseguida se convirtió en “la canción del viaje” ❤️
¡Dale al play y sigue leyendo!
Geografía que apabulla
La Naturaleza del Norte de Pakistán es implacable. Te queda claro en cuanto contemplas los precipicios y te encuentras con los “típicos” desprendimientos de rocas y barro sobre las carreteras.
Una tormenta y zas! Carretera cortada, casas derribadas. Un día de mucho viento y zas! Rocas enormes obstaculizando el camino.
Son muchas las veces que piensas “menos mal que no nos ha caído encima esa roca”.
La belleza que desprenden es directamente proporcional a su dureza.
Los ríos son tan bestias como las montañas. Sus aguas bajan con enorme violencia, a menudo teñidas de la enorme cantidad de barro y limo que arrastran, además de grandes rocas de ese mundo mineral. Incluso trozos de hielo de los glaciares.
El mítico río Indo es un gran ejemplo, pero hay muchos más. El Astore, el Hunza… Su visión es formidable e inquietante al mismo tiempo. Ver los remolinos y trenes de olas da miedo. Angustia incluso.
No puedes evitar pensar en la muerte segura que supondría caer a sus aguas. Más cuando los vehículos tienen que circular a escasos centímetros del abismo que termina en esas corrientes.
Cuando nos encontrábamos con un río de aguas limpias, de color azul turquesa o transparente, respirábamos aliviados ¡Qué relax después del barro tormentoso!
De las montañas de más de 7.000 metros e incluso ochomil como el Nanga Parbat, no vamos a hablar… O sí 😀
Estas montañas impresionan muchísimo. Es otro nivel.
Cuesta apartar la mirada de ellas y encontrar las palabras que expresan lo que se siente a sus pies. Somos hormigas ante su inmensidad. Llenan el horizonte y parece que las puedes tocar, que están al alcance de la mano, aunque es falso. Las distancias son muchísimo mayores de lo que aparentan.
Imposible no pensar en aventuras épicas, en los montañeros que sí las han escalado. En la fascinación que ejercen hasta el punto de arriesgar tu vida por llegar a sus cimas.
Lo mismo ocurre con las agujas y conos de roca de los valles de Hushe y Passu. Dios, qué belleza tan perfecta. Tan espectacular.
En medio de todo ello, los seres humanos luchan cada día, cada mes, cada año, por hacerse un hueco en esa Naturaleza.
Cada porción de terreno viable es aprovechado para cultivar los alimentos que les sustentarán en invierno. Parte de su vida se hace en vertical, subiendo y bajando por cuestas pronunciadísimas para llegar a los huertos de más arriba.
Se cultiva mucho maíz, trigo, árboles frutales, lechugas, tomates y todo lo que pueda aportar alimento. Bueno, ejem, también un poco bastante de marihuana en algunos valles 😅
Durante el verano, la mejor época para viajar al Norte de Pakistán, la cosecha de cereales y algunas frutas se sucede laboriosamente. Y eso es como un festival para nuestras miradas. Un viaje en el tiempo. Una especie de celebración de la vida natural, de la de siempre, aunque para ellos sea un trabajo tan necesario como duro.
Para poder moverse en esas tierras se construyen puentes colgantes que parecen más frágiles de lo que son. Sujetos por enormes cables de acero y torres, son muy flexibles y se bambolean mucho a nuestro paso, ya sea andando o en coche. Pero eso es lo que les hace ser más resistentes, aunque no infalibles, a los embates de la Naturaleza.
Cuando no hay opción de construir un puente por lo escarpado del terreno o por la falta de medios, se usan vagonetas colgadas de cables que bailan sobre los abismos. Con ellas cruzan personas y objetos varios.
No me gustaría tener que “volar” en una, pero yo puedo elegir. Ellos no.
Los valles angostos y las cumbres rocosas no son los únicos paisajes del norte de Pakistán. También hay altiplanos.
Allí donde subes hasta los 4.000 metros, de repente te transportas a una especie de Suiza. Los bosques menguan o desaparecen para dar paso a los prados altos, en algunos casos con muchas flores y marmotas.
Los pastores llevan a sus rebaños de ovejas, vacas y yaks para que pasten en verano, o hasta que la nieve les expulse a las tierras más bajas. Fabrican queso y mantequilla en esta estación para, una vez más, poder consumirlos en invierno.
Los autos locos de Pakistán
En Asia en general, y en Asia Central en particular, el gusto estético nos resulta muy chocante. El brilli brilli y los colores vivos, casi explosivos, contrastan con los tonos grises, azules y ocres de las rocas.
Y en el caso de Pakistán, esto parece culminar en la decoración de los camiones y otros vehículos, como los rickshaws de gran tamaño.
Pinturas de animales, flores, símbolos o retratos de futbolistas. Borlas de colores, varillas larguísimas, espumillón, grandes plumeros, campanillas, objetos cromados… ¡¡Hasta las ruedas se decoran!! Y el interior de las cabinas igual o más.
Rojos chillones, naranjas, azules, verdes… todo vale y más. Imposible no querer fotografiarlos una y otra vez. Imposible no querer posar con ellos, sobre ellos (con permiso del camionero, obvio)😊
Hace mucho tiempo leí una novela cuyo título no logro recordar. En ella contaba cómo el protagonista soñaba con abrirse camino como decorador de camiones. Quería ser el mejor. Hablaba de la importancia de escuchar al cliente, entender sus deseos y su personalidad para trasladarlo a la decoración del camión. Puede que sea ficción, pero me da que tiene un fondo de verdad.
De entre todos, hay unos camiones míticos: los que sustituyen casi toda la cabina del conductor por una estructura de madera. Las puertas, las escaleras para subir, el techo alzado… todo es de madera labrada y pintada. Únicamente respetan la parte del motor, me imagino que porque no hay opción, que si por ellos fuera… 😂😂
Lo que está claro es que en esas decoraciones, sobre todo si hablamos de camiones, se llegan a gastar miles de dólares.
No hay que perder de vista a la industria del tuneo de vehículos en Pakistán. Me encantaría visitar un taller de esos 😎.
Ciudades y pueblos llenos de alma
Las ciudades de Pakistán me han resultado, en general, bastante feas. Me refiero a la arquitectura.
Se pueden resumir en: hormigón, tejados de chapa, millones de cables entrelazados y paredes ruinosas.
En las calles principales, a menudo las únicas asfaltadas, el tráfico es una verdadera locura. Cada uno se abre paso por donde puede. Suelen aprender a conducir ellos solos, nada de autoescuelas, y no tienen seguro de coche ni nada parecido. Incluso, hay muchos coches que no llevan matrícula o ponen la que les da la gana.
Pero son ciudades con alma. La de sus gentes, de las que luego hablo más. A nada que te detengas en sus calles, la experiencia humana está asegurada.
Los bazares se disponen en las calles céntricas y principales, ayudando a olvidarte de su fealdad. Fruterías, carnicerías, farmacias, tiendas de cachivaches, frutos secos, alguna tetería, locales de comida hecha al momento, panaderías con horno de barro.
Los olores y escenas, para nosotros diferentes, se suceden al mismo ritmo que las sonrisas.
Es cierto que no hay muchas mujeres, a veces ninguna, y eso se hace raro. En un par de ocasiones me encontré sola vagando por ahí y… bueno, no pude dejar de sentirme intimidada, aunque haya poco o nada que temer.
Los pueblos de montaña son otra cosa. La arquitectura de adobe, piedra y madera te sumerge en un ambiente ancestral. Hay mezquitas de estilo ladakhí y palacios-fortaleza de los tiempos en que cada valle era un reino. El que puede, pinta su casa de colores, quizá para ser visibles cuando la nieve lo inunde todo. Y siempre hay canales de agua corriendo. A veces con demasiada basura, otras limpios.
Los paquistaníes
Dejo para el final una de las cosas que más me han impactado y que más prejuicios ha tirado abajo en mi cabeza. La gente. Los paquistaníes.
Había leído que son muy hospitalarios y amables, pero la mayoría o todos los que me habían transmitido ese relato eran hombres.
En mi cabeza, y a pesar de que ya he viajado a unos cuantos países musulmanes, no dejaba de pensar en los libros y novelas que relatan historias de matrimonios forzados y maltratos.
Entre mis miedos estaba, básicamente, el no ser respetada por ser mujer. Me refiero a experiencias como las que tuve en Omán (con la población bangladeshí y otros emigrantes asiáticos, no con los omaníes) y en la India. Tipos que intentan meterte mano con la excusa de hacerse una foto contigo, miradas babosas aunque vayas vestida de forma discreta…
¿Sería así en Pakistán? Pues no. Nada que ver. El respeto ha sido general y tranquilizador día tras día. Ningún problema, aunque con esto no afirmo que no pueda haberlos.
Repito: la amabilidad de los paquistaníes ha sido constante y a veces emocionante. Sus rostros la reflejan, sus intentos de conversación también. Saludos, bienvenidas al país o la ciudad, peticiones de selfies y “tik toks”, sonrisas, hospitalidad en forma de pequeños regalos. Quieren saber de dónde vienes, qué te parece su país.
Si te ven en apuros, te ayudan. Da igual que tengan muchísimo menos que tú. Te ayudan. Te invitan a un chai o un refresco en su casa si ven que llegas cansado o acalorado. Te regalan un chapati cuando pasan a tu lado. Te ayudan a cruzar una carretera llena de barro. De verdad que no dejan de sorprenderte.
Hablo de los hombres y los niños. Con las mujeres y niñas a partir de cierta edad, la cosa va por barrios. Según la zona en la que estés, son más visibles y abiertas, o están más sometidas a las reglas masculinas del honor y por tanto casi no puedes acercarte. Aunque si las pillas solas y tú también vas sola (o con otra mujer), no serán pocas las veces en que se asomen a la ventana y te inviten a un chai en su casa.
Los hombres visten, en su gran mayoría, con el shalwar kameez masculino. Shalwar es el «pantalón» y kameez es la «camisa». De un solo color, siempre discreto. Blancos, beiges, azules, grises y marrones.
Ellas también visten el shalwar kameez pero suele ser estampado y de colores, con variaciones más claras según las regiones. El conjunto suele llevar un gran pañuelo con el que se cubren la cabeza.
Rasgos paquistaníes
Tengo que detenerme en este tema porque de verdad que me ha sorprendido muchísimo.
Los rasgos de los paquistaníes no se pueden describir. Constantemente te cruzas con pelirrojos, rubios, morenos… con ojos azules, verdes o profundamente negros. Con pieles oscuras o muy blancas.
Rostros que podrían venir de Italia, Noruega, Mongolia o Nepal. Por supuesto, también de India.
Cada día es una sorpresa. En cada grupo de amigos, incluso dentro de una misma familia, los rostros son tan distintos que no te lo puedes creer.
Los ecos de la leyenda de la semilla que plantó Alejandro Magno parecen sobrevolar sobre algunos de estos rostros. Las migraciones entre territorios y países casi se palpan en los ojos rasgados, las narices aguileñas o las chatas, las distintas estaturas y complexiones.
Sangres mezcladas que dan lugar a bellezas rotundas, dulces o peculiares.
Mujeres de Pakistán
El asunto de las mujeres, que ya he mencionado varias veces, también se merece un pequeño apartado en este post.
Honor, tradición y religión. La mezcla de estos conceptos o formas de ver la vida produce una mezcla explosiva. Sin generalizar al cien por cien porque hay variaciones y no todos son iguales, sí que parece que la mayoría de las mujeres paquistaníes están realmente sometidas a las órdenes, restricciones y deseos de los hombres. Y si no lo hacen, que se preparen.
El tipo más amable del mundo (contigo) puede estar dispuesto a hacer entrar en razón a su hija a base de golpes, si esta se niega a ponerse el velo en la cabeza para salir a la calle. O cosas muchísimo peores, según la «afrenta». Aún hay lugares donde les cuesta enviar a las niñas a las escuelas, o donde hasta hace un par de décadas no iban. Así están las cosas.
La expresión más radical es la de la zona pastún, fronteriza con Afganistán. Allí es habitual ver a las mujeres llevando el burka por la calle.
El burka es una cárcel de tela que no permite ver su rostro ni adivinar su cuerpo. Da igual la edad que tengan. Cuando te cruzas con ellas y las saludas, no alcanzas a oír su respuesta, si es que la emiten.
El burka es un muro. Una de las peores formas de despersonalizar a alguien. Y duele. Impacta. Estremece. Da miedo.
Trato de imaginar vivir sometida a esas reglas y no lo consigo. Da miedo pensar en el poder, el terror que ellos son capaces de imponer. Individual y colectivamente.
Minorías étnicas: Kalash
Tampoco puedo dejar de mencionar a los Kalash, una minoría étnica singular de la que escribiré más adelante.
Los Kalash viven repartidos en tres valles del Norte de Pakistán. Hasta hace no muchos años, casi aislados. Tratando de sobrevivir a las presiones del Islam.
Son los últimos kafires o «infieles» que una vez habitaron Afganistán, parte de China y más territorio del norte y centro de Pakistán que el actual. Se les llama infieles porque son animistas. Adoran a los elementos de la Naturaleza y por tanto no siguen las normas del Islam. Incluso producen y consumen vino.
Sus pueblos de montaña son casi de cuento, dispuestos en cascada sobre las laderas.
Las mujeres mantienen la vestimenta tradicional en su día a día. Es tan colorida que parecen flores que estallan en los campos o en la puerta de sus casas. Además, lucen largas trenzas bajo los pequeños tocados que llevan en la cabeza y que parecen coronas.
Hoy en día están sobreviviendo casi gracias al interés turístico que se ha generado en torno a este pueblo. Espero que no «mueran de éxito».
Podría seguir y no parar, pero me temo que este artículo ya se me ha ido de las manos superando con creces las 4.000 palabras y 40 fotos 😅.
Espero que te haya resultado interesante. Para mí, vuelvo a decirlo, este viaje al Norte de Pakistán ha sido impactante y muy enriquecedor. Un país al que volveré seguro.
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Hola Alicia, tu relato me ha transportado a Pakistán. La envidia me corroe. ¡¡Enhorabuena!!
Se nota que has disfrutado del viaje.
Hasta la próxima aventura,
Un abrazo.
Hola Carlos!
Muchas gracias por tu comentario. Lo he disfrutado muchísimo, sí! 😊😊
Un abrazo
Querida Alí, me has hecho viajar a este país. Tú haz hecho una excelente narrativa y tomado fotos maravillosas de lugares que no sé si llegaré a visitar algún día… Me encantó y continua viajando y gozando de lo maravilloso de la naturaleza y de su gente.
Se te admira, un cariñote desde Alemania. Yra
Hola Yria! Muchísimas gracias! Te envío un gran beso!