Se llamaba Filomena. Un nombre épico para una borrasca épica que trajo una gran sonrisa a Madrid. Durante cuatro días todo cambió y no podía resistirme a dejar constancia en el blog de cómo ha sido la nieve en Madrid esta vez. Por excepcional y porque ha supuesto un viaje en sí mismo, sin salir de Madrid, ni tan siquiera del barrio. Precisamente este año. Gracias Filomena 🥰
Nieve en Madrid: una promesa cumplida
Los que vivimos en esta ciudad solemos ser bastante escépticos ante los anuncios de nieve en Madrid. Han sido muchas las veces que los servicios metereológicos avisan de que va a nevar (con unos centímetros nos vale, somos así de humildes), y luego esa previsión se desinfla. Cae poco, no cuaja… o cuaja pero por muy poco tiempo, apenas unas horas que fastidian el tráfico y poco más. Que no dan ni para un triste muñeco de nieve.
Hacía muchos años que no nevaba así en Madrid, una gran ciudad
En concreto hacía 50 años que no se había visto una como Filomena. Y con respecto a ese récord, “la Filo” lo ha superado.
Hace muchos años, cuando yo era pequeña, había una nevada “importante” cada año. Y mi padre me hablaba de las nevadas mucho más copiosas de su infancia y adolescencia, entre las que está la del récord anterior.
De las mías recuerdo que los montones de nieve eran bastante altos. Para mi estatura de entonces al menos. Hay alguna que otra foto por ahí que da testimonio de ello pero no la tengo a mano, lo siento.
Con el correr de los años, sin embargo, el acontecimiento excepcional fue languideciendo y se hizo cada vez más raro. El calentamiento global está aquí y esta es otra prueba más. También las borrascas excepcionales lo son ¿Se convertirán en frecuentes?
El caso es que las previsiones «han acertado” en este enero de 2021. La borrasca Filomena chocó con una masa de aire frío en el centro de la Península. Nuestro escepticismo -pobres meteorólogos- dio paso a la sorpresa y la ilusión. Era difícil aguantarse y no salir a la calle.
Me encontré con una atmósfera de ensueño donde reina el blanco y un rastro de color destaca más que nunca. Añade música de piano y soy toda tuya.
Por qué somos tan exagerados con la nieve en Madrid
Si vives en un lugar donde la nieve es algo normal en invierno, incluso siendo una gran ciudad, pensarás que qué exagerados somos. Puede que no te falte razón, pero para nosotros es todo un acontecimiento. El frío nos muerde todos los inviernos pero ¿la nieve? cada vez en más raro que nos visite. Y esta es una ciudad grande, enorme y por tanto compleja. Una alteración de este calibre la desequilibra. Nos desequilibra. Llámanos locos.
Cuando nieva en Madrid nos comportamos como los hombres del desierto cuando llueve. Cambia el paisaje, la apariencia de las cosas, las texturas, el color, los ruidos, la temperatura. Todo. Y en pocas horas. Como si nos hubieran metido en una máquina de teletransportación.
Olvidamos las tareas, los problemas. Muchos nos quedamos hipnotizados ante la ventana y sentimos que podríamos pasar horas mirando caer copos, desconectando al cien por cien.
Que conste que cuando llega algo así en día laboral se hace bastante duro aguantar las ganas y la ilusión hasta que llega tu tiempo libre. Sólo quieres estar en esa atmósfera completamente diferente. Por eso lo siento como un viaje a otro lugar, otro planeta.
Pues bien, Filomena ha multiplicado por mil estas sensaciones frente a cualquier otra nevada. Ha sido tanta y durante tantas horas…
La cara bonita de tres días de nevada y uno de propina en Madrid
Filomena ha dejado tanta nieve en Madrid que no nos lo creíamos. Fue impresionante.
Llegó con poco viento y temperaturas soportables, lo que permitió salir al exterior sin morir en el intento, y fue de menos a más, y luego otra vez a menos pero con sol (el cuarto día no nevó pero salió el sol). No sabría decirte con qué día me quedo, si con la sorpresa inicial o con el día grande 🤗.
El mismo paisaje, el mismo parque, la misma calle, cambiaba radicalmente de un día para otro
Además del panorama, sorprendió el buen ambiente. En la calle todos entablamos conversación con todos. Nos saludamos entre desconocidos como nunca lo hacemos. Si alguien necesita ayuda, se presta. Los vecinos sacan sus ingenios para limpiar la nieve del portal o de los caminos, en espera de los disminuidos servicios del Ayuntamiento. La falta de inversión en lo público se nota en estas lides más que nunca.
Pero sobre todo compartimos sonrisas, risas, carcajadas y exclamaciones de admiración. Compartimos la excitación por lo raro. Nos reconocemos como personas sin más apelativos. Personas que comparten gratuitamente la felicidad, la sensación de plenitud que nos llena el alma un hecho como éste. Se relajó el ambiente, algo que nos hacía mucha falta, por cierto. Viviríamos mejor con este espíritu, con este talante.
La ciudad normalmente ruidosa y ajetreada parece pararse. La nieve amortigua los ruidos y junto al manto blanco cae otro de silencio, roto de vez en cuando por los gritos de júbilo de los que juegan a tirarse bolas o hacen muñecos de nieve. Las risas de unos contagian a otros.
Viajando sin salir de casa
El parque por el que salgo a caminar todos los días que puedo se convierte en un reino blanco después de unas horas nevando. El día 1 termina con un cielo un poco despejado y una luz espectacular. Somos muchos los que salimos a la calle. Otro paseo al parque y la magia está servida 🥰
El día 2 de Filomena amaneció casi despejado y luego cayó algo de agua. La nieve parecía deshacerse rápidamente pero a media mañana volvió a empezar a nevar. No me aguanté y fui al centro de Madrid por la tarde, un ratito antes de que cerraran el Parque de El Retiro, pero no me dio tiempo a mucho. Llegaba lo peor del temporal, estaban desalojándolo y las autoridades pedían que la gente se fuera a casa.
Me hubiera encantado ver las plazas y monumentos emblemáticos de Madrid que tanto me gustan con esa atmósfera irreal, pero tocaba poner un poco de cabeza.
Por suerte hay grandes fotógrafos como Ignacio Izquierdo que nos han regalado imágenes espectaculares y un relato que ya me hubiera gustado a mí escribirlo 😌
El día 3 de Filomena fue impresionante. Ya la noche lo fue, en mi caso preocupada porque el señor árbol que me da sombra en verano ¡se venía encima de las ventanas por el peso de la nieve!
Sonrisas embobadas, andares torpes y cautos, deslizamientos atrevidos con cartones o con los mismos pies. Andamos por la calzada de los coches, inservible para ellos, recuperando el espacio. Los peques no perdonan subirse al columpio, los perros corren como locos arriba y abajo
El día 4 es el que llamo «de propina». Filomena se había ido a otras tierras, salió el sol y de nuevo todo cambió. Así se quedó durante al menos una semana más, por cierto, sólo que congelado por las bajas temperaturas que ahora sí, llegaban para quedarse unos cuantos días. Otra cosa a la que no estamos acostumbrados cuando cae la nieve en Madrid: su permanencia y los problemas que ello acarrea.
Problemas de movilidad, de suministro en las tiendas de alimentos, basura acumulada porque los camiones no podían acceder para su recogida, caídas y las consiguientes fracturas, etc.
He visto cosas que no creerías…
En esos días he visto paisajes de alta montaña con esquiadores, llanuras traídas de Islandia, desiertos blancos con dunas impolutas, muñecos de nieve de todo tipo y condición, un iglú perfecto, esculturas de nieve con mucho humor. Todo sin salir de Moratalaz, mi barrio.
Como poseída, a ratos con Síndrome de Stendhal, intenté capturar la belleza con la cámara. Son cientos las fotos que hice con menos fortuna de lo que me hubiera gustado y con menos paisaje impresionante como lo sería el centro de Madrid, pero no me quejo. Son un buen recuerdo de una experiencia increíble.
No me olvido de la cara mala de toda esta situación
Gente ingresada en hospitales sin acceso a comida (le pasó a mi tía, que estuvo ¡dos días sin comer! junto con el resto de pacientes y la propia plantilla del hospital) porque la gestión privada de lo público tiene estas cosas, hospitales sin cocinas ni almacenes propios.
Profesionales sanitarios atrapados en su lugar de trabajo sin posibilidad de relevo. Personas bloqueadas en sus casas que no han tenido acceso a los servicios de urgencias, o en sus coches cuando volvían del trabajo esperando llegar a tiempo antes de la gran debacle. Personas sin techo.
Trabajadores esenciales que han tenido que enfrentarse a esta dificultad añadida a la que les impone todos los días la covid-19.
Árboles rotos, muertos, que espero sean repuestos pronto o nuestra atmósfera se hará más irrespirable aún. De momento, se queda en una pérdida irreparable y me temo que este verano vamos a pasar más calor.
Pero sí, confieso que yo hoy quería centrarme en lo bonito, sensacional y épico de la borrasca Filomena.
Consejos para hacer fotos en la nieve
Antes de que llegaran los primeros copos decidí pedir unos consejos para hacer fotos y aprovecho para dejar aquí registrados los que me han dado y los que he aplicado fruto de aprendizajes anteriores. Muchas gracias a Ignacio Izquierdo y a Miguel Galmés por los vuestros, se agradecen muchísimo, aunque no creo que llegue a la altura de las vuestras 😊
Consejos técnicos para hacer fotos en la nieve
- Histograma a la derecha: con tanto blanco la cámara cree que recibe más luz de la que en realidad hay si está nublado, nevando o es de noche, así que va a falsear el resultado en el fotómetro. Lo mejor es sobreexponer las fotos uno o dos pasos y mirar el histograma, siempre cuidando de no llegar a los extremos para no quemar grandes zonas que después son irrecuperables.
- Utilizar la medición puntual porque suele haber un contraste de luces muy alto, sobre todo cuando hay sol.
- Evita disparar en A/S porque lo dejará en tono gris. Lo mejor es disparar en M (manual) si controlas un poco la cámara.
- Atención a la corrección del WB (Balance de blancos): prueba con los modos semiautomáticos (yo utilicé el de sol porque era el que mejor recogía los colores que yo veía).
- Utiliza el formato de archivo RAW ya que, entre otras bondades, podrás afinar el balance de blancos en el procesado posterior, aunque esto depende de la pericia y el gusto de cada uno.
Consejos de composición
- Aprovecha el color que contrasta con la nieve: esa flor que quedó atrapada en el blanco, la chaqueta roja o el paraguas amarillo de un transeúnte (¡gracias a todos los que os vestís de colores!), las luces de posición de un coche, los semáforos encendidos…
- Fotografía detalles: las fotos generales están muy bien pero si haces todas así te quedará una colección bastante homogénea, puede que aburrida.
- Recuerda la regla de “menos es más”: trata de lograr estampas sencillas, limpias, con pocos elementos. En la ciudad no es nada sencillo pero se puede.
- Trata de captar la textura de la nieve, las preciosas formas de su cristalización.
Consejos de equipo
- Lleva baterías de recambio: con el frío se gastan antes.
- Revisa el espacio de tu tarjeta de memoria o lleva una de repuesto ¡que nos conocemos! 😀
- Protege la cámara si está nevando. Un paraguas puede venir bien para que no se cubra de nieve y aun así se mojará. Busca una protección adicional para protegerla aún más con alguna entre disparo y disparo, por ejemplo la funda impermeable de la mochila, un gorro de ducha o sencillamente una bolsa del supermercado. Lleva también algún paño para secarla de vez en cuando y cuida sobre todo de que el objetivo no se llene de gotas. El parasol también ayuda así que pónselo.
- Un trípode te puede venir muy bien. Con él podrás hacer fotos de larga exposición sin subir la ISO o si no quieres que salgan los copos cayendo. Es verdad que a nivel de movilidad te pone un poco más difícil las cosas. Confieso que lo llevé al Retiro pero como no pude estar casi nada de tiempo me volví a casa sin usarlo y después, lo reconozco, he hecho pereza en otras salidas.
P.D. Filomena, gracias por descargar tanta nieve en Madrid y traer con ella una gran sonrisa a muchos de nosotros.
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