Celebrando el Año Nuevo Chino en Madrid, el año del mono de fuego

Actualizado el 1 marzo, 2019

Te cuentan que se celebra el Año Nuevo Chino en Madrid y no te lo crees. Te cuentan que hay dos semanas de desfiles, actuaciones, menús gastronómicos en restaurantes de más y menos postín, y un sinfín de actividades, y no te lo crees. Bueno, te lo crees porque lo has visto hasta en las noticias del telediario, pero no te imaginas yendo allí.

Hasta que piensas ¿por qué no? es una buena excusa para hacer fotos como otra cualquiera. Hasta para viajar. Y allí que te plantas, en la Plaza de España, en el corazón de Madrid.

Celebrando el Año Nuevo Chino en Madrid, una excusa para viajar con la mente

Llegas un luminoso sábado de Febrero, te diriges a las casetas blancas que hay en el centro de la plaza con un escenario al fondo, y todo cambia.

A poco que te fijas, te ves rodeada de color rojo. El rojo es el color de la buena suerte, el progreso, la animación y la belleza… Con pinceladas de amarillo, el color de los antiguos emperadores y también el de la tierra -tan importante para ellos, al menos en el pasado-. Brillos de satén, alguna mancha rosa entre los abrigos de invierno, y también de verde.

Curioseas entre los puestos, y poco a poco vas entrando en el ambiente. Y poco a poco te transportas.

El 2016 (en realidad el año 4714) es el año del Mono de Fuego. Dicen que es un año revoltoso (desde luego le va que ni pintado, teniendo en cuenta cómo se las gastan los monos asiáticos).

Todos los años con la primera luna nueva de Febrero y hasta la luna llena del mismo mes se celebra el Año Nuevo del calendario chino, un calendario lunar, claro está ;-)

Hay gente de muchos sitios, incluso indios y pakistaníes, pero tú sólo tienes ojos para los chinos. Los que están preparándose para subir al escenario y los que están «de paisano» disfrutando de su fiesta, de sus tradiciones.

Miras a los ancianos tomando el sol sentados en una de las fuentes de la plaza y observando lo que ocurre a su alrededor. Ellos te miran y sonríen. ¿Cuánto tiempo llevarán aquí? ¿cuánto echarán de menos su pueblo, sus ciudades, y sobre todo estos días de celebración? No lo sé, pero se les ve contentos y eso está bien.

Empiezas a disparar fotos, primero con cautela, y entonces te encuentras con sonrisas, posados, saludos, incluso agradecimientos de esta gente.

Y ahí es cuando, mirándoles a los ojos y devolviéndoles la sonrisa, llegas a imaginar que estás en alguna ciudad china. Llegas a viajar.

Hay muchas muestras de fusión entre la cultura china y la española

Como cuando descubres a un grupo de niñas chinas preparadas para bailar, con un perfecto traje de «faralaes» y maquillaje asiático.
Cuando les preguntas, te cuentan que van a bailar en el escenario un espectáculo de flamenco -que luego resulta es uno de nuestros pasodobles más conocidos-.
Tu cabeza se vuelve un poco loca al principio, pero les pides que te dejen hacerles una foto y posan orgullosas, no para una sino para todas las que quiera hacerles.

Miran a la cámara como sólo los niños saben hacerlo: con desafío, frescura, firmeza, honestidad. Me caen bien, y termino aplaudiendo con alegría su baile en el escenario.

Las actuaciones se suceden en ese escenario, con más y menos fortuna: cantantes, bailarinas de diversos estilos. Entre actuación y actuación una elegantísima presentadora bilingüe hace la introducción al número correspondiente. Continuarán por la tarde, y todo el domingo. Es el gran cierre de las fiestas del Año Nuevo, así que no puede ser menos.

Casetas dedicadas a la gastronomía china

Auténticas «tapas», «panqueques» y tortas chinas se hacen delante de ti y la verdad es que tienen muy buena pinta. Enfrente, un puesto de comida china vegetariana. ¡Para todos los gustos! Y aquellos que atienden al personal te saludan con la misma sonrisa amable que los demás asistentes.
Lo dicho, muy buen ambiente, muy buen rollo ¡dan ganas de coger un avión e irse a China!