Mdina y Rabat son dos ciudades hermanas imprescindibles de la isla de Malta. Mdina es conocida como la «Ciudad del Silencio» y dicen de Rabat que fue el refugio de San Pedro. Aquí tienes una guía completa para visitarlas, basada en mi experiencia 😊
Cómo ir desde Sliema o La Valeta a Mdina y Rabat en transporte público
Para moverse por la isla de Malta hay dos opciones:

Para visitar Mdina y Rabat, puede estar muy bien apuntarse a una visita guiada o un freetour. Te dejo aquí algunas sugerencias:
Freetour en Mdina y Rabat.
Tour por Mdina y los acantilados de Dingli desde tu hotel.
Qué ver en Mdina, la ciudad del silencio
Imagina una ciudad donde el tiempo se detiene, donde cada callejuela empedrada susurra historias milenarias y el silencio te envuelve. La entrada a una de las ciudades más bonitas de Malta es inconfundible. Quizá te suene mucho. Sí, fue escenario de la serie Juego de Tronos.
Mdina (en español Medina) es, o fue, la ciudad principal de este núcleo poblacional y, como su nombre indica porque en árabe es lo que significa, es una «ciudad amurallada».

Mdina empezó siendo la fenicia Maleth hace 2.700 años. Después fue la residencia del Gobernador romano de Malta, ciudad árabe en el periodo fatimí, y después normanda. Por último, fue capital de Malta hasta que en 1570 La Valeta le arrebató el puesto. Hoy en día viven allí poco más de 300 personas.
La majestuosa Puerta de Mdina
Tu aventura en la Ciudad del Silencio comienza aquí, en la imponente Puerta de Mdina. Este arco barroco, ricamente decorado con columnas, es una entrada majestuosa, no cabe duda.
Caminar por el puente de piedra que cruza el antiguo foso, hoy jardín, es precioso. Si vas al atardecer, mucho mejor. Además hay otra puerta de entrada a la ciudad: la Puerta de los Griegos, en la zona inferior de las murallas, y también es muy bella.
Las calles del silencio
Mdina se recorre en un rato, o en todo el tiempo que quieras. Esto ya lo dije de La Valeta, por cierto 🙃.
Casi toda la ciudad está conformada por palacios en los que aún vive gente. De hecho, nobles. Pero no se les ve. Estás en la ciudad del silencio ¿recuerdas?


Las calles de piedra color miel se suceden, como bien dicen, silenciosas. Con puertas y llamadores pintados de color verde, rojo y azul. De vez en cuando asoma un patio de naranjos, antiguos balcones, una plaza con un cartel que te indica la mezquita, y una calle con el mismo nombre.

Y el silencio, ese silencio, se interrumpe sólo con el ulular del viento y el sonido de los cascos de caballo de los coches antiguos que hoy se ofrecen a los turistas.
Los coches de caballos de Mdina tienen su historia. Cada uno pertenece a una familia y pasan de padres a hijos. Cada vez que pasa uno, te parece que has cruzado una puerta del tiempo y esperas a que vuelva a suceder.

La Catedral de San Pablo de Mdina
Además de callejear, en Mdina es casi obligado que visites la Catedral de San Pablo. Hay que pagar una entrada que no es muy cara, pero asegúrate de que no es lunes y puedes visitar las mazmorras y el monasterio, además de la catedral en sí misma.
Según la tradición, la catedral actual se construyó sobre el lugar donde se encontraba el palacio del gobernador romano Publio. Se cree que fue en este mismo sitio donde San Pablo, tras su naufragio en Malta alrededor del año 60 d.C., recibió a Publio y le curó a él y a otros enfermos. Este encuentro legendario es fundamental, ya que se considera el inicio del cristianismo en Malta, convirtiéndola en la primera nación cristiana de Occidente.
La original era de estilo normando, pero el terremoto de Sicilia de 1693 la derribó. Fue el arquitecto maltés Lorenzo Gafà que la reconstruyó entre 1696 y 1705, por eso lo que vemos hoy es una obra barroca.
La nave principal de la Catedral de San Pablo destaca por su decoración barroca, en la que no hay que perderse las lápidas funerarias de obispos, caballeros y figuras nobles de Malta, cada una con escudos de armas y epitafios que cuentan historias de la rica aristocracia de la isla.
En el alta mayor destaca la pintura de La Conversión de San Pablo, una obra maestra de 1682 del pintor calabrés Mattia Preti.
Junto a la catedral está el Museo Catedralicio, ubicado en el antiguo seminario, que guarda desde objetos eclesiásticos hasta una colección de grabados del artista alemán Durero.
Puedes informarte de los horarios y precios en la web oficial de la Catedral de San Pablo de Mdina, y también puedes adquirir las entradas online aquí, muy útil si vas en temporada alta.



Palacio Falson
Uno de los sitios que no pude visitar, por encontrarlo cerrado, es el Palazzo Falson. Este es considerado el segundo edificio más antiguo de Mdina, con una historia que se remonta a más de 800 años.
Sus orígenes se entrelazan con la antigua nobleza maltesa, habiendo pertenecido a varias familias prominentes a lo largo de los siglos.
Fue construido en el siglo XIII y ha visto modificaciones y ampliaciones a lo largo del tiempo, reflejando diferentes estilos arquitectónicos desde el normando hasta el siciliano. Su nombre actual se asocia a la familia Falson, una de las familias nobles más antiguas de la isla, que residió en él durante un largo periodo.
Su último propietario fue Captain Olof Frederick Gollcher OBE (1889-1962), un sueco-maltés considerado visionario. No sé si lo sería, pero sí que fue un personaje excéntrico y gran coleccionista. Y en la que fue su casa, hoy se puede admirar buena parte de esas colecciones que atesoró en su vida.
Puedes reservar tu entrada al Palazzo Falson, con una audioguía en español, en este enlace.

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Qué ver en Rabat, el refugio de San Pablo
Rabat significa algo así como «suburbio», en este caso de Mdina, que está al lado. Suena lógico.
Lo que no sé es si las afueras eran meros arrabales ocupados por los trabajadores que no tenían derecho a vivir en la seguridad de las murallas.
O si, por el contrario, era un barrio residencial de grandes y bonitas casas de gente adinerada. Poco queda en Rabat del pasado árabe. Sí algo del romano, que es anterior en el tiempo.
La visita a Rabat nos va a transportar en el tiempo, pero de manera distinta a Mdina. Aquí hay desde ruinas romanas, hasta las de los primeros cristianos. La ciudad propiamente dicha no es tan monumental como Mdina, pero desde luego no hay que dejar de visita las Catacumbas de St. Paul, las Catacumbas de Santa Águeda, y la domus romana. Como mínimo. Ahora te hablo de cada lugar.

La domus romana de Rabat
Cuando me bajé del autobús, me encontré un poco desorientada. No sabía si ir hacia Mdina, o hacia Rabat. Y de repente, en esa misma plaza, vi un cartel que anunciaba unas ruinas romanas. No tenía ni idea, así que decidí ir.
En la entrada me sugirieron pagar el ticket combinado que incluía las catacumbas, aunque no sé si esto sigue vigente, y de todas formas el ahorro era de 1€ o algo así.

La domus está bien. Lo más destacable son las grandes estatuas de los que serían sus moradores y el mosaico del centro del patio.

Alrededor del patio se despliega un pequeño museo con más piezas tanto de cerámica como de mosaicos. Aun así resulta algo pequeño y recuerdo que pensé que la entrada era un poco cara, pero el sitio está muy bien.


Las Catacumbas de St. Paul
Después fui siguiendo los letreros hasta llegar al recinto de las Catacumbas de St. Paul. Tampoco tenía mucha idea de lo que daría este sitio de sí, pero resultó ser una visita espectacular, así que te recomiendo que no te la saltes.
Se trata de una serie de pequeños mausoleos que están en un jardín. Cuando te quieres dar cuenta, estás subiendo y bajando escaleras, entrando y saliendo de hipogeos excavados en la roca. Uno tras otro, hay más de treinta.

Cuenta la leyenda que San Pablo se refugió aquí, en las Catacumbas de St. Paul o San Pablo. Y esta es la visita más sobresaliente de Rabat, sin desmerecer sus otros encantos.
Me sentí como una niña jugando al escondite porque en ese rato no me encontré con nadie. Hice fotos a mis anchas (están permitidas), y busqué detalles que te permitieran entender el lugar. Además llevé la cuenta de cuántas tumbas llevaba y… al menos bajé a 22 tumbas 😅 Buen ejercicio de piernas y una puesta a prueba de la claustrofobia que no tengo, pero ya sabes, estas cosas pueden aparecer en cualquier momento.




Buscando la historia de las Catacumbas de St Paul, me he encontrado con al menos dos versiones:
Lo que es cierto es que es un gran laberinto de pasillos y cavidades donde yacían, y así los encontraron, más de 7.000 esqueletos. Una pasada.
Algunas tumbas tienen símbolos grabados, por ejemplo el candelabro judío. Otras aún conservan algunos frescos de colores ya desvaídos, de flores y pájaros.

Las catacumbas de Santa Águeda
Hay otras catacumbas en Rabat. A estas alturas podrías decir que estás en «la ciudad horadada». Están muy cerca de las de St. Paul y prometen ser un poco más de lo mismo, aunque más pequeñas y con unos frescos en el techo que se conservan mucho mejor. Al menos eso anuncian los carteles.
Yo decidí no visitarlas porque la entrada me pareció un poco cara en ese momento, y ahí no se permite hacer fotografías, pero las catacumbas de Santa Águeda son otro de los básicos a visitar en Mdina y Rabat.
Calles de Rabat
En cuanto a la ciudad de Rabat, como ya he dicho antes, no tiene la belleza compacta de Mdina, pero merece la pena darse un paseo por sus callejuelas y observar detalles como los altares de los santos, muy cuidados, que hay en casi todas las esquinas.


Esperamos que esta guía te haya inspirado y ayudado a descubrir la magia de Mdina y Rabat, dos ciudades llenas de encanto milenario.
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¡Es tan guay Malta! Yo tengo pendiente escribir sobre ello algún día! Es lo que tiene llevar viajando casi 15 años y con el blog nada más que 4! Por cierto, me encantaron las catacumbas. ¡Pero nosotros recorrimos la isla en coche! Besotes
Jaja muy cierto lo de los años viajando vs. Blog! 😂 Un abrazo!