Cuando te enteras de que Mdina y Rabat son dos ciudades a visitar en la isla de Malta, lo primero que piensas es que tienen nombre inequívocamente árabe. Que no son las únicas ciudades del mundo que se llaman así, ni mucho menos. Y que qué curioso. Que ya sólo por eso, como que apetece ir a ver cómo son. Aunque ya te haya despertado la curiosidad, aquí te cuento con qué me encontré 😊
Antes de nada, hablemos de estos nombres
- Mdina (en español Medina) es, o fue, la ciudad principal y como su nombre indica estaba amurallada.
- Rabat significa algo así como «suburbio», en este caso de Mdina, que está al lado. Suena lógico. Lo que no sé es si las afueras eran meros arrabales ocupados por los trabajadores que no tenían derecho a vivir en la seguridad de las murallas. O si, por el contrario, era un barrio residencial de grandes y bonitas casas de gente adinerada. Poco queda en Rabat del pasado árabe. Sí algo del romano, que es anterior en el tiempo.
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Rabat, el refugio de San Pablo
Llegas a Rabat, te bajas del autobús y un viento gélido te da la bienvenida. El día no se ha levantado bueno, aunque al menos ha dejado de llover cuando llegas. Aun así te arrepientes de no haber traído más abrigo, te compras unas pastas en la pastelería más cercana por aquéllo de que las calorías te ayuden a soportar el temporal, porque es media mañana y tienes hambre, y porque los dulces malteses están muy ricos, qué leches… y empiezas a andar.
Un poco desorientada divisas enseguida un cartel que anuncia unas ruinas romanas. ¡Anda! pues no tenías ni idea. ¿Vas? venga.
La domus romana de Rabat
En la entrada te sugieren que pagues 11 € por un ticket que incluye la visita a este sitio y a las catacumbas de las que luego te hablo. Así ahorras un euro o poco más frente a comprar los tickets por separado. Algo es algo, te dices, y lo haces.
La domus está bien y está a cubierto (se agradece con ese tiempecito). Lo más destacable son las grandes estatuas de los que serían sus moradores y el mosaico del centro del patio.
Hay un pequeño museo con más piezas tanto de cerámica como de mosaicos. Aun así resulta algo pequeño y piensas que 6 € es un precio un poco excesivo por la entrada. Puede ser que aún te acuerdes de la visita que hiciste hace unos meses a Pompeya y a Herculano, y esto sabe a poco. Puede ser.
Las Catacumbas de St. Paul
Después vas siguiendo los letreros hasta que llegas a un recinto. Una serie de pequeños mausoleos salpican el jardín. Entras con algunos recelos, la cosa no pinta muy allá, pero ya has pagado la entrada y además has leído que es un lugar que lo merece.
Y resulta que sí, que allí te reconcilias con la vaga sensación de «timo» de la Domus romana (que está bien, pero la entrada es cara).
Cuenta la leyenda que nada más y nada menos que San Pablo se refugió aquí, en las Catacumbas de St. Paul o San Pablo. Y esta es la visita más sobresaliente de Rabat, sin desmerecer sus otros encantos.
Cuando te quieres dar cuenta estás subiendo y bajando escaleras, entrando y saliendo de hipogeos excavados en la roca. Uno tras otro, hay más de 30. No hay ni un alma.
Te sientes como una niña jugando al escondite, haciendo fotos a tus anchas (están permitidas), buscando detalles que te permitan entender el lugar. Llevando la cuenta de cuántas tumbas llevas. Al menos bajas a 22. Buen ejercicio de piernas y una puesta a prueba de la claustrofobia que no tienes, pero ya sabes, estas cosas pueden aparecer en cualquier momento.
¿Qué es esto, qué hace esto aquí?
En unos sitios dicen que los romanos excavaron estas tumbas para enterrar a sus muertos, y que luego fueron utilizadas por los primeros cristianos para reunirse en la clandestinidad. Cuando eran perseguidos precisamente por los romanos.
Otros dicen que son más antiguas, de los tiempos de los fenicios. Y que después, efectivamente, fueron utilizadas por los primeros cristianos.
Lo que es cierto es que es un gran laberinto de pasillos y cavidades donde yacían, y así los encontraron, más de 7.000 esqueletos. Una pasada.
Algunas tumbas tienen símbolos grabados, por ejemplo el candelabro judío. Otras aún conservan algunos frescos de colores ya desvaídos, de flores y pájaros.
Las catacumbas de Santa Águeda
Hay otras catacumbas en Rabat. A estas alturas podrías decir que estás en «la ciudad horadada». Están muy cerca de las de St. Paul y prometen ser un poco más de lo mismo, aunque más pequeñas y con unos frescos en el techo que se conservan mucho mejor. Al menos eso anuncian los carteles.
Al ver que la entrada cuesta 5 € una servidora, escarmentada de la Domus romana, decide que ya está bien. A lo mejor estás cometiendo un error, pero…
Eso sí, no te vas de Rabat sin dar un paseo por sus calles y callejas. Los altares de los santos, primorosamente cuidados, te saludarán en las esquinas.
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Mdina, la ciudad del silencio
Llega el momento de visitar una de las ciudades más bonitas de Malta. Cruzas la plaza donde te dejó el bus esa mañana y entras en Mdina. La ciudad del silencio.
Mdina empezó siendo la fenicia Maleth hace 2.700 años. Después fue la residencia del Gobernador romano de Malta, ciudad árabe en el periodo fatimí, y después normanda. Después fue capital de Malta hasta que en 1570 La Valeta le arrebató el puesto. Hoy en día viven allí poco más de 300 personas.
Mdina se recorre en un rato o en todo el tiempo que quieras. Esto ya lo dije de La Valeta, por cierto 🙃. Casi toda la ciudad está conformada por palacios en los que aún vive gente. De hecho, nobles. Pero no se les ve. Estás en la ciudad del silencio ¿recuerdas?
Las calles de piedra color miel se suceden, como bien dicen, silenciosas. Con puertas y llamadores pintados de color verde, rojo y azul. De vez en cuando asoma un patio de naranjos, antiguos balcones, una plaza con un cartel que te indica la mezquita, y una calle con el mismo nombre.
Y el silencio, ése silencio, se interrumpe sólo con el ulular del viento y el sonido de los cascos de caballo de los coches antiguos que hoy se ofrecen a los turistas. Tienen su historia estos coches. Cada uno pertenece a una familia y pasan de padres a hijos. Cada vez que pasa uno, te parece que has cruzado una puerta del tiempo y esperas a que vuelva a suceder.
Hace frío, comes en la taberna de una plazuela, entras en la Catedral barroca pagando 5 € por el ticket y de nuevo sientes que te has equivocado. Te encuentras con que las mazmorras y el monasterio están cerrados. Es lunes.
Con todo esto y a pesar del tiempo desapacible, te dices que no importa, que estás en un lugar mágico y mejor disfrutarlo.
Paseas por el foso, te asomas a la muralla para contemplar la isla bajo las nubes, porque es una atalaya perfecta. Hasta que ya no puedes más de frío.
Cómo ir desde Sliema o La Valeta a Mdina y Rabat en transporte público
El autobús es tu aliado. Te deja entre una ciudad y otra, separadas por la carretera y una plaza. Hasta aquí todo bien, pero… ¡cuidado! Te cuento mi experiencia.
Desde Sliema el autobús 202 te lleva a Mdina y Rabat en trayecto directo. Esa fue mi opción, quedando la parada muy cerca de mi hotel, casi frente al ferry que cruza a La Valeta. Consulté los horarios la tarde anterior y aun así fui a la parada unos minutos antes. Pero el bus de esa hora no venía. Y el siguiente tampoco. Dos horas de espera, ya desesperada.
Por fin llega el bus. El conductor no sabe qué ha pasado con los anteriores. Empieza a llover sin piedad. Va muy lento, hay mucho atasco. Es un lunes del mes de diciembre. Mientras, me doy cuenta de que esta línea, el bus 202, da una vuelta tremenda para ir a Mdina y Rabat. Consulto con atención el plano con las líneas de autobuses de Malta y lo confirmo. Ya podía haberlo mirado antes.
Me entero de que el bus 52 que sale de la estación de La Valeta también te lleva a Medina y Rabat en un trayecto mucho más directo. Esa fue mi opción de vuelta. Aquí puedes ver y descargar el mapa con las líneas de autobuses de Malta, por si quieres planificar más y mejor tu visita antes de ir.
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¡Es tan guay Malta! Yo tengo pendiente escribir sobre ello algún día! Es lo que tiene llevar viajando casi 15 años y con el blog nada más que 4! Por cierto, me encantaron las catacumbas. ¡Pero nosotros recorrimos la isla en coche! Besotes
Jaja muy cierto lo de los años viajando vs. Blog! 😂 Un abrazo!