En el vasto desierto occidental de Egipto, muy cerca de la frontera con Libia, emerge el mítico Oasis de Siwa. Asociado a la historia de Alejandro Magno, famoso por sus palmerales, aguas termales y su tradición bereber, es un sitio único. Aquí tienes una guía para descubrirlo y salir de las rutas más trilladas de Egipto.
Por qué visitar el Oasis de Siwa
El Oasis de Siwa ofrece una mezcla de arqueología, naturaleza y cultura que lo hacen perfecto para hacer un pequeño viaje dentro de tu viaje a Egipto.
En mi caso, quería visitarlo después de leer las evocadoras descripciones del escritor Jordi Esteva y ver una exposición de sus fotografías en blanco y negro. Se me antojaba un lugar remoto, romántico y muy interesante.
Desde mi experiencia, puedo decirte que si ya has viajado a Egipto y no has ido al Oasis de Siwa, esta es una gran excusa para volver. Además, se puede complementar perfectamente con unos días en Alejandría y visitar otros lugares como el escenario de la batalla de El Alamein.
Y si eres de los que se plantean hacer un gran viaje a Egipto de varias semanas, sin duda te diría que lo incluyas. Es un contraste perfecto con la ruta clásica por el Nilo, El Cairo, e incluso con el Desierto Blanco y los oasis que hay más al sur.
No te pierdas mi guía de Alejandría, una ciudad muy agradable e interesante a orillas del Mediterráneo, ni estos planes diferentes y alternativos en Egipto.

Curiosidades y datos de Siwa

Un poco de historia
Siwa siempre fue un sitio revestido de un aura mágica. Lógico, teniendo en cuenta que se hallaba apartado de todas las rutas.
Era un auténtico vergel en medio de uno de los desiertos más inhóspitos del mundo conocido.
Viniendo de la costa, por ejemplo, hay que atravesar la Depresión de Qattara (que no es en la que se asienta Siwa). Esta depresión, antiguo lecho marino, está llena de lagos salados, acantilados y planicies de arena muy fina que dificultan mucho la marcha y son traicioneros. Incluso para los tanques de la Segunda Guerra Mundial.
Pero en la Antigúedad había un gran centro de peregrinación. Se trataba del Oráculo de Amón, al que acudían los faraones del Antiguo Egipto. Como en el caso del Oráculo de Delfos, en Grecia, la gente iba para hacer consultas al intermediario que transmitía la voz del Dios Amón.
Una de las historias que hicieron famoso al oráculo de Siwa fue la del rey persa Cambises II. Según cuenta Heródoto, el oráculo de Amón amenazó a los persas con malos augurios sobre su conquista de Egipto, así que en el año 525 a.C. este rey envió un ejército de 50.000 hombres con la orden de destruirlo.
Sin embargo, sus tropas se perdieron en el desierto por culpa de un viento que levantó la arena y los sepultó a todos. Nunca más se supo de ellos.
Párate a pensar en la cifra que he dicho antes: 50.000 hombres, a lo que habría que sumar sus monturas, víveres y pertrechos.
Este es un hecho que, de momento, no se ha podido probar. Y resulta difícil perder tal cantidad de hombres y animales, aunque sea en el desierto ¿no crees?
Aquí tienes un extracto de la historia que cuenta Heródoto con sus palabras:
De las tropas que fueron enviadas contra los amonios, lo que de cierto se sabe es que partieron de Tebas y fueron conducidas por sus guías hasta la ciudad de Oasis (…) distante de Tebas siete jornadas, siempre por arenales, y situada en una región a la cual llaman los griegos en su idioma Isla de los Bienaventurados (oasis de Kharga). Hasta este paraje es fama general que llegó aquel cuerpo de ejército; pero lo que después sucedió ninguno lo sabe, excepto los amonios.
Cuentan que, partiendo de allí los soldados, fueron avanzando hacia su país por los arenales. Llegando ya a la mitad del camino, prepararon allí su comida. Se levantó un viento Noto (viento Sur) tan vehemente e impetuoso que, levantando la arena y arremolinándola en varios montones, los sepultó vivos a todos, con lo que el ejército desapareció.
Historia de Heródoto
Casi dos siglos después, en el año 331 a.C., Alejandro Magno conquistó Egipto y quiso legitimar su poder en el Oráculo de Siwa.
Quería que Zeus Amón confirmara que era de origen divino y, por tanto, legítimo faraón de Egipto. Además, este sería un gesto bien visto a los ojos de los egipcios, a diferencia de los persas cuyo afán era aniquilar sus creencias y llevarse sus riquezas.
Por supuesto, el oráculo lo confirmó y le proclamó Hijo de Zeus (a ver quién le decía «no» a Alejandro…).
Dicen que Hércules y Perseo también consultaron este oráculo.
Siwa fue anexionado a Egipto en 1819 por Mehmet Alí, pero al estar muy cerca de la frontera con Libia, el territorio ha sido disputado más de una vez. Es posible, incluso, que haya quien te diga que el oasis formó parte de la actual Libia hasta hace menos de un siglo, pero parece ser que no es así.
También fue escenario de varias batallas tanto de la Primera como de la Segunda Guerra Mundial, y el Ejército Británico tuvo una base en el oasis.

Cómo llegar al Oasis de Siwa
Llegar al Oasis de Siwa puede ser una aventura en sí misma, ya que es un destino remoto y no hay aeropuerto comercial ni estación de tren directa.
La principal forma de acceso es por carretera, principalmente desde El Cairo o desde Alejandría, en un viaje de unas cuantas horas.
La buena noticia es que puedes ir a Siwa en transporte público, o con una excursión guiada.
En la carretera hacia Siwa (especialmente desde Marsa Matrouh en adelante) pasarás por varios controles militares y de policía. Es crucial llevar siempre tu pasaporte contigo, ya que te lo pedirán en cada control. Son controles de rutina y no suelen generar problemas si tienes la documentación en regla.
Tours organizados para visitar Siwa
Si no te quieres complicar, quieres asegurarte de ver todos los sitios que ofrece Siwa, y además quieres ir con un guía que te cuente más cosas, lo mejor es que te apuntes a una excursión de varios días desde El Cairo.
Poco a poco la oferta a este destino va creciendo, y hoy en día ya hay varias opciones que puedes reservar online, desde 3 días (mínimo de tiempo necesario para ir, estar y volver) hasta 5 días sumando Alejandría, si sales desde El Cairo. Aquí te dejo estas opciones:

Viajar a Siwa en transporte público
También puedes llegar al Oasis de Siwa en autobús desde El Cairo o desde Alejandría. Como ya he dicho, se trata de un viaje bastante largo, aunque si vas a pasar al menos tres días en el oasis, compensa. Además, los billetes son muy baratos.
Consejo: si eres una mujer viajando sola, no te lo recomiendo. En caso de decidir hacerlo, ten cuidado en los baños de los sitios de carretera, sobre todo si están separados del restaurante o gasolinera.
La estación de autobuses de Siwa está en el centro de la ciudad. Desde allí, puedes ir caminando a tu alojamiento si está cerca, o tomar un taxi o tuk-tuk si está más alejado.
Para moverte en el oasis, puedes hacerlo con los tuk-tuks, pero no te olvides de negociar el precio antes de subirte. Puede que en tu alojamiento te ayuden con este tema. La mayoría de sitios que hay que ver en Siwa están distantes unos de otros.
Cómo ir a Siwa desde El Cairo (la opción más común)
El Cairo es el punto de partida más frecuente para llegar a Siwa. La distancia es de aproximadamente 550 km al oeste, y puedes ir en autobús directo, que es la opción más popular y económica, o en minibús/microbús compartido.
Microbuses

Cómo ir a Siwa desde Alejandría
Si te encuentras en Alejandría, también puedes llegar a Siwa por carretera:
Dónde alojarse y dónde comer en Siwa
En los últimos años Siwa ha crecido y se ha preparado para el turismo, aunque este no sea masivo (menos mal). Hay varios alojamientos en el mismo centro, alrededor de la antigua fortaleza de Shali.
Yo me alojé en el que quizá sea el más especial: Albabenshal Lodge Siwa. No es de los más baratos, pero es sencillamente mágico. Casi forma parte de las antiguas murallas, situado a un minuto del acceso principal de la fortaleza, y está construido con el adobe mezclado con sal tradicional del oasis.
Las habitaciones son amplias, el desayuno es muy completo y la gente que lo atiende es muy amable.
Para comer o cenar, además del restaurante del Albabenshal, sin duda te recomiendo el Abdu Restaurant. Muy céntrico, ofrece una carta en la que destacan las pizzas al estilo egipcio. El dueño es un tipo muy interesante y los precios están bien, aunque más orientado a los turistas que a los locales.
Otra opción es comprar fruta en las tiendas de la calle principal, y los riquísimos falafel recién hechos. Justo en la calle principal está Al Zaeim, un sitio especializado en ellos. Los están friendo constantemente, te sirves tú mismo en una bolsa de papel y pagas. Son muy muy baratos y adictivos.

Qué ver y hacer en el Oasis de Siwa
Aquí tienes el índice de los lugares de los que hablo a continuación. Si haces click en uno de ellos, puedes ir directamente, y si quieres leerlo todo seguido, sáltatelo y ¡sigue! 😉
Shali Ghadi, la antigua fortaleza
Si viajas a Siwa, no dejes de subir a la fortaleza al amanecer o al atardecer. Y cuanta menos gente a tu alrededor, mejor.
En mi primera mañana en Siwa me levanté muy temprano. Quería subir a la fortaleza Shali y verla con una de las mejores luces, la del amanecer. Ya sabía que el atardecer no lo podría ver desde allí, así que no podía perder esta ocasión.
Eran las siete de la mañana y el sol había salido hacía casi una hora, pero todavía estaba bajo en el cielo. El adobe y la ciudad aún tenían ese color dorado tan bonito, las sombras aún eran alargadas, no hacía demasiado calor y estaba completamente sola.

La ciudadela de Siwa fue construida en el siglo XIII y fue el centro de la vida del oasis durante 800 años. Protegió a sus habitantes en tiempos de guerra, ya que desde allí se domina todo el oasis y el desierto que lo rodea.
La fortaleza es relativamente pequeña y es de acceso libre. Desde su terraza más alta tienes las mejores vistas del oasis, aunque no son las únicas porque en sus distintos niveles hay otras ventanas y terrazas.

A partir de 1926 la ciudadela empezó a ser abandonada. En ese año hubo una gran tormenta que la destruyó en parte, y la gente decidió establecerse en la llanura.
Recorrí sus distintas calles, callejones, traspasando puertas y asomándome a patios olvidados y ventanas sin celosías. Sólo me acompañaba el viento y algún sonido que venía del oasis, mientras se desperezaba. Qué bonito. Mi cabeza no podía dejar de decírmelo. Me sentí un poco descubridora, exploradora, arqueóloga.


Bajé después de una hora, y volví a subir con el resto de mis compañeros. El sol ya había subido mucho y los colores tenían poco que ver con lo que yo había visto antes. La experiencia, con más gente y un tiempo limitado, tampoco fue lo mismo.
Templo del Oráculo de Amón (Templo de Aghurmi)
El templo del Oráculo de Amón está situado en una pequeña colina, en otro punto del oasis.
Yo pensaba que no quedaría nada de él, pero no es así.
Tras pagar la entrada y subir por una pequeña cuesta, traspasando un portal de adobe y bajo la atenta mirada del minarete de una antigua mezquita, entras en el recinto del templo. Este se alza en el punto más alto.

Lo que queda en pie es la estructura del templo, de altos muros y forma cuadrada. Construido en piedra caliza, a diferencia del resto de construcciones que lo rodean.
Destaca el magnífico dintel de la puerta principal, además de parte de la estructura de distintas salas y algunos relieves.

Este templo fue cuidadosamente diseñado. Mediante un sistema de “cajas de luz”, doce días antes del equinoccio de primavera y doce días después del de otoño, la luz del sol iluminaba la estatua de Amón.
Delante del templo, en un nivel más bajo, aún está el hueco de la gran piscina o tanque de agua que servía para purificarse antes de ir a hacer las consultas al oráculo.
Al lado del templo hay otra ciudadela en ruinas que se extiende ocupando toda la colina. Se trata de la aldea Aghurmi, que estuvo habitada hasta los años 30 del siglo XX, y también abandonada por otra gran tormenta.
Amón era el dios de los egipcios que representaba el Poder Creador. Significa “oculto”, invisible a los hombres y a los dioses. En un momento dado se fusionó con Ra, el dios Sol, creando la deidad Amón-Ra, y con ello se unieron los atributos de ambos. Creador del Universo y Protector de los faraones. Los griegos lo asociaron con Zeus, llamándolo Zeus-Amón.
Montaña de los Muertos (Gabal al-Mawta)
Otro de los sitios interesantes y sorprendentes del Oasis de Siwa es la Montaña de los Muertos o Gabal al-Mawta. No tenía ni idea de su existencia antes de ir, y me pareció espectacular.
Ya desde lo alto de la ciudadela de Siwa se ve, casi enfrente, una montaña desnuda. Del color de la arena, desde la distancia se ven muchos agujeros oscuros, como pequeñas cuevas o nidos.

Son tumbas excavadas en la roca y hay de al menos tres épocas consecutivas: el periodo tardío de los faraones, el ptolemaico y el romano. Se calcula que hay varios cientos de tumbas, si bien no se han podido excavar todas. Hoy se pueden visitar varias, y entre ellas destaca la de Si-Amun.
Entrar en estas tumbas, a ser posible en solitario o con poca gente, es otra de esas experiencias que sólo se viven en Egipto, y en Siwa es más posible porque no hay tanto turismo.
La tumba de Si-Amun es la más grande, con más pinturas y mejor conservadas, de las que se han encontrado en esta montaña y se pueden visitar.
En esa decoración hay un exquisito retrato de un hombre, muy realista, que me encantó. El techo está ocupado casi en su totalidad por una figura femenina.
Tampoco hay que perderse la tumba del cocodrilo, ya que también tiene pinturas.
No dejes de dar un buen paseo por la zona y asómate a otras tumbas. Las hay con pequeñas columnas y varias cavidades, muchas semienterradas en la arena. Es difícil no sentirse un arqueólogo o un explorador, como en la fortaleza 😊.


Baño de Cleopatra
La leyenda dice que Cleopatra visitó Siwa y se bañó en este lugar.
El Baño de Cleopatra tiene un nombre pomposo, pero a mí me decepcionó un poco. Quizá tenga que ver con el hecho de que es uno de los epicentros turísticos de Siwa, está rodeado de varios restaurantes y hay hasta un señor con un águila para que te hagas una foto con ella, cosa que no lo recomiendo nunca.
No estoy de acuerdo con alimentar los shows con animales. Y además me parece una horterada.
Dicho esto, el Baño de Cleopatra es una gran alberca tradicional, de las muchas que hay en el Oasis de Siwa. Con forma circular y unas escaleras para bajar al agua (cuidado con el verdín que puede hacerte resbalar), parece tener una gran profundidad.
Como seguramente vayas, te recomiendo que antes o después del baño te tomes un zumo recién hecho en uno de los restaurantes. En ellos, por cierto, hay baños donde puedes cambiarte de ropa.
Si quieres probar una especialidad local, te recomiendo el Zumo Siwa, que es más bien un batido que sirven muy frío. Está hecho con plátano, leche, dátiles y café. Es muy rico, aunque también muy consistente, ja, ja, ja. Otra opción, según la temporada en la que viajes, es el zumo de mango.

Lago Fatnas o Fatnas island
Uno de los sitios más populares para ir a ver el atardecer es Fatnas island, donde de nuevo encontrarás un par de restaurantes a la orilla del lago, con terrazas y bebidas.
Para ir hay que atravesar parte del palmeral, pues está a unos 15 minutos del centro, y el lago es de aguas quietas en las que se refleja la vegetación de las orillas, además de las aves que vuelan rasantes por el agua cuando cae el sol.
Lleva protección antimosquitos y relájate.
No obstante, si tienes que elegir dónde ver el atardecer por el número de noches que vas a pasar en el Oasis de Siwa, te aconsejo que dejes este momento para la ciudadela o para una excursión al desierto próximo.

Jabal al-Dakrour
Entre los muchos sitios que ver en el Oasis de Siwa, uno de los más curiosos es la montaña Jabal al-Dakorour.
Situada muy cerca del Lago Aghurmi en el que hay un puente que lleva a las salinas, en esta montaña hay una antigua cantera de donde se cree que extrajeron la piedra para el Templo de Amón.
Además, hay una ciudad subterránea que está excavada en el interior de la montaña, llegando a los 35-40 metros de profundidad. Este lugar, además de fresco, servía de escondite a la población cuando venían los esclavistas en busca de víctimas que llevarse.
La entrada tiene una caída de varios metros, sin escaleras. Los lugareños dicen que te puedes perder allí dentro.

Nuestro guía siwita Khaled nos contó que la cima, a la que también subimos, es uno de los sitios a donde van a dormir algunas familias cuando hace demasiado calor.
También nos contó que en esa misma cima, en el pasado, una autoridad local subía una vez al año y establecía el precio del dátil.
Este es un sitio para el que es muy recomendable ir con un guía, sobre todo para encontrar el acceso a la ciudad subterránea y para evitar perderte.

Lagos de Sal y Salinas de Siwa
Cruzando el Lago Aghurmi, de escasa profundidad y alta salinidad, se llega a las salinas de Siwa. En constante producción de la blanquísima sal, enseguida verás las piscinas de agua totalmente turquesa que hay entre los montones de sal.

Hoy en día se han convertido en una de las paradas imprescindibles de Siwa, y no creo que haya muchos turistas que se resistan a esta experiencia. Yo, desde luego, te la aconsejo porque es impresionante.
Tanto si te has bañado en el Mar Muerto, como si no, te vas a quedar de piedra.
Las orillas de estas piscinas naturales están totalmente cubiertas de capas de sal que recuerdan a las paredes y techos de las cuevas. Tienen un aspecto resbaladizo, pero no lo son.
Una vez entras en el agua, enseguida descubrirás que flotas, pero a un nivel muy superior al del Mar Muerto. Te puedes quedar de pie, sin tocar el suelo, y caminar en el agua sin ningún esfuerzo.

Por supuesto, no hay que sumergir la cabeza en el agua y, si tienes alguna herida, prepárate porque te va a escocer muchísimo. Si es posible, lávate con un poco de agua dulce al salir, lo antes posible… aunque sea con una botella o garrafa que quizá pueda llevar tu chófer. Si no la tienes a mano, tendrás que aguantar hasta volver a tu alojamiento, ir al Baño de Cleopatra, o visitar alguno de los baños termales.

Fuentes termales
Siwa está lleno de albercas con fuentes termales. El agua sale del subsuelo a una temperatura bastante elevada y es un spa en toda regla. Los hay públicos, donde se bañan los hombres locales, y los hay privados, por lo general en alojamientos.
Si tu alojamiento no tiene una de estas piscinas, puedes apalabrar una comida con un rato de baño en otro. Hay unos cuantos, sobre todo cerca del lago Aghurmi.
Chicas: es mejor llevar un bañador en lugar de un bikini. No olvides que estás en un país musulmán, y la cultura de Siwa es bastante ortodoxa o tradicional, por lo que es mejor ser un poco respetuosa. Lo mismo con la vestimenta.
Consejo: cuando te bañes en aguas termales, debes alternar el agua caliente con la fría, o salir al exterior cada pocos minutos. De esta forma evitarás un bajón de tensión, cuyo principal síntoma es la sensación de mareo. Si te ocurre, sal del agua enseguida para no llegar al desmayo, túmbate y pon las piernas en alto para favorecer la circulación sanguínea. Intenta ponerte a la sombra o en un sitio fresco y bebe, mejor algo azucarado. Puede ser un té, un refresco con azúcar… o si no, agua fresca o fría.
Bahey El Deen – Desierto de Siwa
Ir a Siwa y no darte una vuelta por el desierto es casi un pecado. “El gran mar de arena” comienza a pocos kilómetros, en dirección a Libia, y ya no se interrumpe casi hasta llegar al Atlántico. Digamos que es uno de los sitios donde comienza el gran Sáhara.
Nosotros fuimos a Bahy El Deen para dar un paseo entre las formaciones rocosas que hay cerca de este pueblo, que también cuenta con un lago. En realidad en Siwa hay diferentes poblaciones, y esta es una de ellas, situada a 40 kilómetros de la población principal.

Por el camino contemplamos otros lagos, montañas aisladas, y alguna horadada con lo que parecían ser tumbas antiguas. Además, hay cultivos formando alfombras verdes que luchan contra las arenas.
El paisaje me recordó un poco al del Desierto Blanco, aunque aquí domina el color de la arenisca. Hay muchas rocas erosionadas caprichosamente, y si prestas atención al suelo encontrarás fósiles con cierta facilidad.


Terminamos con un té hecho al fuego, al borde de un acantilado, en un anochecer perfecto. Ojalá hubiera tenido más tiempo para internarnos más en el desierto, explorar las dunas y acampar. Si tienes ocasión, es otro plan perfecto que hacer en Siwa.

Mapa interactivo de Siwa
Aquí tienes un mapa interactivo del Oasis de Siwa, donde además de encontrar la mayoría de sitios que he citado, puedes buscar alojamiento.
Espero que esta guía del Oasis de Siwa te sirva de ayuda. Sin duda, este sitio es único y totalmente diferente a otros sitios que visitar en Egipto y, aunque esté “a desmano”, merece la pena invertir varios días en él.
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